El Madrid vive de Cristiano (original) (raw)
Dos minutos sobraron a Cristiano Ronaldo para recordarle al Celta que rotar se rota si hay banquillo. El portugués remontó la eliminatoria él solito en la primera bola que tocó. Luego no hizo más que decorar el resultado. De ahí que le gritaran ¡Balón de Oro! Su misil desde la banda izquierda encontró como oposición más temor que poderío. Jesús pudo hacer algo mejor que temblar. El 1-0 encadenó esta aparición a su decisiva volea en los últimos minutos de Balaídos, donde enfrió los ánimos de un rival envalentonado, y condujo a su equipo hacia cuartos con un primer tiempo excelente y con un segundo de los que, por momentos, desesperan. Desde el derechazo de Cristiano, el Madrid mandó hasta gustar y convencer. Llegó al descanso con un resultado holgado con otro tanto del ‘siete’ (regalo de Modric) y pudo haber goleado antes gracias a varias ocasiones repletas de calidad y de no heber sido porque Ayza Gámez anuló un gol por fuera de juego tan ridículo como inexistente.
Desde el inicio se dieron todas las circunstancias para ver una plácida goleada. Por un lado, el más sorprendente, y tras decir en la previa que sólo había “un diez por ciento de posibilidades de pasar la eliminatoria”, Paco Herrera mandó otro un mensaje demoledor a su equipo con una alineación veraniega en la que Oubiña y Aspas eran suplentes. Sin referencia ni personalidad, el Celta salió encogido, dando por remontada su ventaja. Por eso no hizo más que correr detrás del balón hasta el minuto 60 y ni siquiera tiró a portería hasta que su líder saltó al campo. Por otro lado, y casi sin mirar el once del adversario, el Madrid apareció enchufadísimo. Con la velocidad de crucero de antes y con la fe que da tener a su ángel y capitán al frente. El Madrid salió como molesto por no ser más que el centro de mil debates que les superan. Como hambriento de que en las próximas horas, o hasta el próximo incendio, sólo se hable de su pegada. Hasta Carvalho pareció otro. La defensa pareció firme casi siempre. El centro del campo, con Modric liberado de la marca, hilvanó con criterio y nervio llegando al área con mordiente. La delantera, con Cristiano, ya se sabe: demoledora.
En el segundo tiempo cambió el panorama por completo. Pura lógica. Xabi Alonso, accidentado en el cuello, se quedó en el vestuario. El Madrid perdió la pausa y el horizonte. En el Celta, por el contrario, Aspas suplió a Park. Y aunque no tuvo incidencia en el resultado, aumentó con su sola presencia la autoestima de sus compañeros. Sacudió el primer disparo del Celta, habilitó a De Lucas para que por fin amenazara y sembró la duda entre los defensas que le atosigaban. Con este nuevo escenario, lo que iba para goleada segura se tiñó un buen rato en sufrimiento. Mou olió el peligro y para evitar sorpresas cambió de planes. Varane, sustituto de Xabi, dejó de ser central durante diez minutos y se mudó al lateral de Ramos nada más ver a Aspas en escena. Essien fue mediocentro y, aunque no paró de aportar físico, no contribuyó a hacer a su equipo de hormigón. La dentera se hizo mayúscula cuando Ramos fue justamente expulsado por una segunda acción peligrosa con el protagonista de la primera: De Lucas.
Durante demasiados minutos, el partido se debatió en su segunda mitad entre la sentencia y la posibilidad de una prórroga incómoda con vistas a la Liga. A fin de cuentas el Celta estaba a tan solo un gol de su objetivo; que no era más que alargar todo lo posible el suspense. Augusto hizo que Casillas se luciera y que el Bernebéu resoplara. Higuaín saltód el banquillo para aportar la presencia ofensiva que estaba olvidando al Madrid en su crónico defecto de echarse atrás cuando manda en el marcador. Entre él y Cristiano espantaron los fantasmas en una contra de libro finalizada por el portugués. Khedira, llegador compulsivo, hizo el cuarto en el último minuto con más suerte que tino. Cómo no, a pase de Cristiano. El incansable.