Para el I I Foro de las Brigadas Internacionales , Universidad de Castilla-La

Mancha (original) (raw)

Para el I I Foro de las Brigadas Internacionales , Universidad de Castilla-La Mancha

Brigadistas Internacionales en la Guerra Civil de Espa�a

George Sossenko - Atlanta, Georgia, USA

1 - Formaci�n espont�nea.

Era un oto�o h�medo, tal como empieza el mes de Octubre en Paris. Era el a�o 1936, y a�n sonaba en mis o�dos el tronar del ca�on que hab�a venido desde la frontera espa�ola hasta el pueblo franc�s de Saint Jean de Luz, donde pasamos las �ltimas vacaciones de verano. Yo ten�a 16 a�os, y fue con sentimiento de culpabilidad que hab�a huido de nuestro hogar del Barrio Latino, para dirig�rme a una callejuela cerca de la Place de l’Opera, para coger un cami�n que sal�a con voluntarios a Espa�a, para participar en la lucha contra Franco, que intentaba derrocar a la Rep�blica. Al �rme, hab�a dejado una nota sobre la mesa del comedor que dec�a, "Queridos padres, s� que les voy a causar pena con esta mi decisi�n, pero ahora mismo est� en juego el porvenir de la humanidad, y no me perdonar�a jam�s al no participar en este acontecimiento hist�rico, de la lucha final por la democracia que ahora se desarrolla en Espa�a. Mi conciencia no me dejar�a vivir en paz si no hiciera mi deber de hombre libre. Cuando regrese, despu�s de la victoria del proletariado, el mundo ser� un lugar mucho m�s seguro y hermoso para todo el mundo. Los quiero mucho y los beso a los tres".

En Paris, como en Francia y la Europa entera, todos en general estaban enterados de los acontecimientos que se desarrollaban en la Pen�nsula Ib�rica. La derecha se regocijaba, mientras nosotros los marxistas nos apen�bamos, viendo como las h�rdas franquistas subyugaban casi impunemente a todo el pa�s vecino. El proletariado franc�s reaccion�, y ped�a voluntarios para que vayan a luchar junto con el pueblo espa�ol contra las fuerzas invasoras. Debido al hecho de que fui rechazado por los socialistas y los comunistas, por ser demasiado joven, y no haber hecho el servicio militar, me enlist� en el ej�rcito anarqu�sta, en la "Cent�ria Sebastien Faure", el �nico que me daba la oportunidad de cumplir mi deber de anti-fascista. Sab�amos que algunos liberales de �tros pa�ses, que se encontraban entonces en Barcelona participando en los juegos deportistas internacionales, se juntaron ya al pueblo espa�ol en las barricadas erigidas contra los fascistas. Sin embargo, estabamos convencidos de que nosotros los franceses, ser�amos los �nicos extranjeros que nos lanzariamos a la ayuda de nuestros hermanos espa�oles.

Despu�s de pasar por Perpi�an, en nuestro camioncito destartalado, fuimos llevados a Puigcerda, pueblo espa�ol fronterizo donde nos esperaba un recibimiento caluroso, que nos volv�a euf�ricos. No nos cans�bamos de regocij�rnos al ver que el pueblo espa�ol ya gobernaba dicha ciudad, las propiedades de los grandes terratenientes habian sido requisadas, y la revoluci�n tal c�mo lo habiamos so�ado estaba en pleno desarrollo.

Dos d�as m�s t�rde, viajando por tr�n de Puigcerda a Barcelona, fuimos sorprendidos de ver que los vagones estaban guardados por "milicianos" mex�canos, (as� fueron llamados los primeros volunt�rios) y a�n m�s, cuando llegamos al cuartel Montjuic; que entonces se llamaba cuartel Bakunin, vimos a ch�cos, pol�cos y alemanes. No comprend�amos qu� pasaba, ya que estabamos seguros de que nosotros los franceses eramos los �nicos voluntarios extranjeros que venian a luchar contra el fascismo internacional personificado con Franco.

Es solamente poco a poco que nos fuimos enterando de la magnitud del soporte del proletariado mundial al proletariado espa�ol, lo que nunca se hab�a manifestado anteriormente, ni siquiera durante la revoluci�n francesa de 1789 o de la rusa de 1917. De repente, como una avalancha inesperada, de 52 pa�ses vinieron 42,000 volunt�rios, todos con el mismo prop�sito, �l de luchar por la Rep�blica Espa�ola. Fue un c�so �nico de solidaridad masiva espont�nea, ya que no hubo acuerdos, conferencias, llamados, arreglos para que toda esta masa trabajadora de diferente or�gen venga a participar a defender con armas en la mano, la libertad de sus hermanos de clase.

Por supuesto, las razones de venir a Espa�a no fueron las mismas para todos. Cada uno, por m�s que se solidarizaba con el proletariado espa�ol, estaba adem�s impulsado por otros motivos, que incrementaba a�n m�s su deseo de luchar contra la opresi�n. Nosotros, en Francia ve�amos que la guerra mundial era inminente, que la derecha simpatizaba con Hitler y Mussolini, debido a su �dio al comunismo, y era unicamente en Espa�a donde pod�amos luchar con armas contra esa fuerza nazi-fascista, que amenazaba dominar al mundo libre. Los jud�os, que en muchos grupos �tnicos eran muy numerosos, como en la Brigada Abraham Lincoln, eran cansados de ser perseguidos, humillados, abusados, y ve�an en Espa�a su oportunidad para por primera vez, poder tambi�n luchar abiertamente contra la opresi�n, contra el fascismo y el antisemitismo. Los dem�cratas alemanes e italianos, que sufrieron en su propio pa�s, veian la arena espa�ola el lugar prop�cio para luchar contra los usurpadores de poder de sus pa�ses respectivos. Los anglo-sajones, ingleses, irlandeses y norteamericanos, quer�an paran en Espa�a, el movimiento retr�grada dictatorial de la derecha, que ya se preparaba a deprivarlos de libertad en sus pr�pios pa�ses. Hubo adem�s un gran n�mero de volunt�rios, como yo incluido, idealistas, que eramos llevados por nuestro entusiasmo de poder destruir al fascismo, para luego construir al marxismo. El capitalismo se hab�a vuelto arrogante, explotaba sin piedad a la clase trabajadora, llev�ndola casi a la miseria y la pacienia de los pueblos del mundo entero se habia acabado.

Un punto muy interesante de estos "milicianos", que el 28 de Noviembre fueron llamados "Brigadistas"; mientras tanto las "Cent�rias" se volvieron "Brigadas", fue que ninguno de aquellos voluntarios que llegaron a Espa�a, en ning�n mmento vinieron con la intenci�n de radic�rse en el pa�s, buscar empl�o, o recibir alguna ventaja material. Todos vinieron incondicionalmente, sin ning�n inter�s, o esperanza de compensaci�n monetaria.

Fue despu�s de haber luchado durante tres meses en el Aragon, cundo fui en misi�n a Barcelona, que me enter� por primera vez que nos daban un sueldo. Yo d�je, "�Por qu�?" Y no pod�a comprender que me pagaban diez pesetas por d�a, para luchar por mi propio ideal. Tal vez eramos demasiado idealistas desinteresados, al ofrec�rnos volunt�rios, sin pensar siquiera ped�rle nada a la Rep�blica, por venir a pelear por ella y el proletariado espa�ol.

Es lo que se refiere al aspecto humano, mental e idealista de los voluntarios de la libertad que vinieron de tantos pa�ses para luchar por la Rep�blica espa�ola.

2- Formaci�n militar

Ahora referente a la parte militar, es a�n m�s extra�o lo que aconteci� con nosotros; ya que entonces, el ej�rcito espa�ol estaba considerado como uno de los mejores de Europa, que eestaba adem�s reforzado con los Tabores Moros y la Legi�n Extranjera. Por nuestro por lado, a parte de algunos franceses y alemanes, que ya habi�n participado en la Primera Guerra Mundial, eramos en general "civ�les con fus�les", c�mo a Franco le gustaba llam�rnos. Muchos de nosotros ve�amos a un fusil por primera vez; sobre todo los muchachos americanos de la Brigada Abraham Lincoln. Sin embargo ellos, despu�s de perder gran cantidad gente al comienzo, se han aguerrido luego tan r�pido que, cas� de inmediato se transforaron en una unidad de choque, que se enviaba a los lugares m�s peligrosos del frente de batalla.

Las h�rdas franquistas se abalanzaban sobre los publos y las ciudades, casi sin sentir ninguna resistencia por parte de la poblaci�n civil espa�ola, que en aquella �poca era pasiva, y atemorizada por la brutalidad de la fuerza llamada del "�rden". Los franquistas fueron muy sorprendidos al ser parados en las puertas de Madrid, por los que hac�a poco ellos llamaban, "civiles con fusiles", d�ndose cuenta de que desde entonces en adelante, ellos tendr�an que hacer frente a una fuerte resistencia por parte de las Brigadas Internacionales, que habian madurado transformand�se en unidades combativas de gran consideraci�n. Era muy simple, nosotros venimos a Eapa�a para luhar, y si fuera necesario, morir tambi�n. En Jarama, los anglo-sajones que recien llegaban y no eran aguerridos a�n, en una semana perdieron la tercera parte de sus efectivos entre muertos y heridos, pero no retrocedieron. Ellos seguian con orgullo repitiendo el grito de guerra, que la Pasionaria habia lanzando:"�No pasar�n!"

Si se toma en cuenta mi experiencia como Brigadista, considero que fue en Jarama en 1937, que particip� en las batallas m�s sangrientas de toda la contienda. Fue durante un fuego enemigo muy intenso que tuve la dicha de conocer al h�roe espa�ol, comandante Emilio Alvarez Canosa, alias "Pinocho". De los cuarenta Brigadistas que defend�amos la posici�n, fuimos los dos �nicos sobrevivientes en aquel combate que se desarrol� cerca del puente. Tuve que esperar hasta Abril de 1997, para volver a ver nuevamente a mi compa�ero de lucha, que hab�a venido de Espa�a con una delegaci�n de AABI a New York, para participar en nuestra cena anual de VALB. Lamentablemente el comandante "Pinocho", mor�a dos a�os m�s tarde, aunque su mem�ria gloriosa permenecer� v�va para siempre entre nosotros.

Las B.I. en si mismo no han constituido un elemento primordial o decisivo en los campos de batalla, ya que sus componentes aunque contaban un total de 42,000 voluntarios; en ning�n momento hubo m�s de 10,000 Brigadistas luchando en el frente contra el enemigo. Por supuesto no se trataba de una unidad militar que pod�a cambiar el curso de los acontecimientos b�licos. Sin embargo, la importancia de las B.I. se manifest� en el lado moral, pol�tico y tal vez tambi�n psicol�gico. Con nuestra presencia, pudimos convencer al puebo espa�ol que ellos luchaban legitimamente por sus derechos, contra militares rebeldes sublevados, y que ellos contaban con el apoyo de las masas internacionales del proletariado mundial, que eramos nosotros, aqui presentes, luchando codo a codo con ellos en las B.I. Al final de la guerra civil, cuando el n�mero de los Brigadistas extranjeros mermaba, se fue incorporando a sus filas espa�oles, para conseguir mantener a los respectivos Batallones y las Brigadas, en su excelente estado combativo. Es sabido que la psicolog�a juega un papel muy importante en todas las guerras, raz�n por la cual en todas las contiendas hist�ricas se han dado diferentes nombres llamativos a unidades militares, hus�res, dragones, guardias, Legion Extranjera, etc. y sin quer�rlo, o busc�rlo, las Brigadas Internacionales adquirieron una fama, luego una reputaci�n mundial e hist�rica.

Este prest�gio cruz� la frontera espa�ola, y se fue propagando por todo el mundo, lo que molest� mucho a los dos compadres dictadores, Hitler y Mussolini. Sus hordas habituadas a ganar vict�rias f�ciles, no tenian entra�as para enfrent�rse a los Brigadistas, que con el tiempo no solamente se habian aguerridos, sino que ayudados por instructores y armamento sovi�ticos se hab�an transformado en unidades de choque. Lleg� un momento cuando el Eje, con su astucia habitual prometi� a la Sociedad de Naciones retirar a todas sus h�rdas del campo de batalla de Eapa�a , si los Internacionales tambi�n lo fueran. Fue debido unicamente a la cobard�a de las llamadas democr�cias, de Inglaterra y de Francia, que se accedi� a dicho arreglo, sancionado por el Comit� de no-Intervenci�n. Los Internacionales tuvieron que dejar Espa�a en Octubre de 1938, mientras que los fascistas intensificaron el env�o con olas tr�s olas refuerzos de soldados frescos, que ayudaron a los ej�rcitos debilitados de Franco, liquidar a la Rep�blica Espa�ola.

El presidente americano Roosevelt, que hasta entonces hab�a relegado los asuntos de la guerra Civil Espa�ola a su Secretario de Estado Hull, al final de su carrera pol�tica, admiti� que el error m�s grande de su vida fue, el no reconocer, y no haber ayudado a la Rep�blica Espa�ola.

A pesar de que a�n hoy, muchos derechistas y fascistas lo niegan, es sabido ahora que si las democr�cias hubiesen ayudado al pueblo espa�ol, se p�do hab�r evitado la muerte de 52 millones de personas que perecieron en la Segunda Guerra Mundial. Por supuesto, entonces, los "dem�cratas" tem�an mas al comunismo que al fascismo, con una esperanza velada de que Hitler los desembarazar�a del peligro marxista.

Nosotros eramos humanos como los dem�s, y sabiamos muy bien que el nombre solo de Brigadista no nos proteg�a contra las balas enemigos, ni tampoco eramos inmunes en luchas con enemigos m�s fuertes y mejor adiestrados que nosotros. Nuestro ideal fue el mayor sost�n, y para afianz�rlo a�n m�s fueron creados los "comisarios" que nos levantaban el moral y muchas veces interven�an para resolver problemas que nunca faltan sucitarse entre combatientes. Los comisarios para nosotros los marxistas, eran muy importantes, y ya habian dado un resultado esplendido en la revoluci�n rusa. Por supuesto no perd�amos la oportunidad de aprovech�rnos de nuestra reputaci�n para impresionar al enemigo, que en muchas casos se aflojaba al saber que ten�a que enfrent�rse con Brigadistas.

Nosotros los Brigadistas recibidmos un g�lpe inexorable en octubre de 1938, cuando tuvimos que abandonar Espa�a, obedeciendo a este malogrado acuerdo de la No-Intervenci�n, mientras que ve�amos que los nazi-fascistas se consolidaban.

Muchos libros fueron escritos sobre las Brigadas Internacionales, algunos alab�ndonos, otros trat�ndonos con desprecio como lo hizo Arturo Koestler, pero no se puede cambiar la historia, ya que demasiados acontecimientos registrados y testigos fidedignos confirman su realidad. El motivo y la raz�n fundamental de dicha distorsi�n, fue env�dia; por la simple raz�n de nuestra misma existencia extraordinaria, siendo la otra, mucho m�s mal�vola de �ndole pol�tica.

Debemos reconocer que el Partido Comunista fue acusado injustamente por haber creado y manipulado a las B.I, otros hasta insisten de que ese m�smo partido las hab�a destruido, y a�n algunos afirman descaradamente que su existencia practicamente pas� sin noticia.

A pesar de muchos err�res que el P.C. cometi� en Espa�a, no se debe olvidar que fue el �nico pa�s que habia ayudado a la Rep�blica Espa�ola, sin despreciar o menospreciar sin embargo a Mexico, que con sus escasos recursos y dentro de sus posibilidades ayud� much�simo. Cualesquiera que hayan sido los motivos que impulsaron a la Union Sovi�tica a dar ese paso, al ayudar a los dem�cratas espa�oles, le debemos ser agradecidos por haberlo hecho.

Estoy convencido de que en tiempo normal, si no hubiese existido en los pa�ses capitalistas un miedo, casi terror al comunismo, hubieramos podido vencer, no solamente a las hordas franquistas, sino tambi�n a sus aliados nazi-fascistas, si solamente pudimos haber recibido las armas ya compradas, pero no entregadas al gobierno espa�ol, que los franceses reten�an en su frontera. El coraje, las ag�llas y el ideal�smo que nos guiaba, pod�a haber superado la superioridad bel�ca del enemigo, pero en realidad ya no teniamos municiones, y muy pocas armas. Nuestra fe y nuestras convicciones en nuestro ideal no nos abandonaban cuando nos lanz�bamos con nuestros pechos descubiertos enfrentando a los tanques amenazadores, armados solamente con los famosos cokteles Molotov, botellas con gasolina, que prendiamos antes de lanz�rlas contra los blindados.

Los detractores profesionales, con su insistencia enfermiza para tratar de disminuir nuestra proeza, dec�an que los Brigadistas eran unos vagabundos, borrachos, bandidos sin fe ni ley, que vinieron a Espa�a por no tener otro lugar en el mundo ad�nde escond�rse. "Escoria de la tierra" nos llam� Koestler, que �l mismo fue un desviado y pervertido sexual; aunque �l fue un gran escritor; por una raz�n desconocida se mofaba y despreciaba a los Brigadistas.

No voy a negar que habremos tenido en nuestros r�ngos a algunos sinverguenzas perdidos, pero eran muy pocos, ya que mucho m�s se destacaron las il�stres figuras, que quedar�n registrados en la historia para siempre, c�mo: el Brigadista Willy Brandt, que lleg� a ser Primer Ministro del gobierno alem�n despu�s de la Segunda Guerra Mundial. El Brigadista Tito, que despu�s de haber sido un guerrillero ind�mito luchando contra los alemanes, no dej�ndolos ocupar enteramente a Yugoslavia en la �ltima guerra, lleg� a ser su president . Los Brigadistas Palmieri Togliatti y Nenni Pietro que luego se volvieron pol�ticos destacados en Italia, uno secretario del Partido Comunista, mientras que el �tro, durante muchos a�os fue su Jefe de Estado. El Brigadista Chu en Lai, lleg� a ser el Ministro de Asuntos Extranjeros de China, y mano derecha de Mao Tse Tung. El Brigadista Roy Tanguy, coronel en la resistencia francesa, que recibi� la rendici�n de las fuerzas alemanas que ocupaban a Paris en la Segunda Guerra Mundial. Andr� Marty, destacado pol�tico franc�s, que era el alma e inspiraci�n de las Brigadas. Sin hablar de los generales sovi�ticos como Yukov, Kleber, Timoshenko y otros, que aprendieron en Espa�a como derrotar a los nazis en Rusia.

Muchos escritores destacados estuvieron con nosotros tambi�n, como: de Alemania, Andre Edgar, Regler Gustave, Renn Ludwig y Carl Einstein.

De Francia, Bernanos Georges, Andr� Malraux, Weil Simone

De Inglaterra, Bates Ralph, Louis Fisher, Ralp Fox, George Orwell

De USA, Upton Sinclair, Edwin Rolff y Ernest Hemingway (por m�s que no luch�)

De Checoslovaquia, Artur London,

De Hung�ria, Paul Lukas

De Rusia, Ilya Ehrenburg.

Cap�tulo 3 - Activ�stas para siempre.

Derrotados, pero no en el c�mpo de batallas, sino por la cobard�a de las susodichas democr�cias, los Brigadistas al cruzar la frontera fueron brutalmente arrojados en los campos de concentraci�n franceses. Ellos no perdieron su �nimo y los pocos que no pudieron aguantar m�s sus sufrimientos f�sicos y morales, se fueron con dignidad, como el intelectual alem�n Carl Einstein. Fue uno de los vol�ntarios de m�s edad que lleg� a Espa�a, pues ten�a entonces 52 a�os. Particip� en la Primera Guerra Mundial en el ej�rcito alem�n, con el grado de teniente. Disgustado por la pol�tica alemana despu�s de la derr�ta, y por ser perseguigo por sus id�as liberales, �l se refugi� en Francia, para trabajar con Picaso y otros intelectuales. Ahora sus obras estan en el mus�o Georges Pompidou de Paris. Al estallar la Guerra Civ�l Espa�ola, Einstein se alist� en el ej�rcito an�rquista de Durruti,- c�mo yo- llegando al gr�do de capitan. Despu�s de nuestra retirada a Francia en 1938, �l fue encerrado en el campo de concentraci�n de Argeles. El no pudo adapt�rse al cautiverio y se escap� una vez, fue arrestado nuevamente por los alemanes y en 1940, cuando consigui� huir por segunda vez, ya no ten�a m�s fuerzas para resistir la opresi�n, y se suicid� tir�ndose en el r�o Gave, cerca de Bordeaux, el 5 de julio del mismo a�o. Fue enterrado en el cement�rio Boeil B�zing. Lo curioso es que no obstante ser jud�o, fue enterrado en el �nico cementerio cat�lico del pueblo, y manos an�nimas depositan todas las ma�anas flores fr�scas sobre su t�mba.

Los franc�ses pusieron t�nta presi�n sobre los detenidos, que muchos de ellos tuvieron que engancharse por cinco a�os en la Legion Extranjera francesa. Durante la Segunda Guerra Mundial, una vez m�s fui a luchar contra los fascistas en las Fuerzas Francesas Libres, en Egipto, Libya, Tunis�a, Italia y Francia, y muy a menudo me topaba con ex-Brigadistas, o Republicanos espa�oles que a�n estaban en el ej�rcito franc�s.

Los de menos suerte eran los que hab�an luchado contra el nazismo en su pa�s, que entonces estaba ocupado por ellos, y cuando Francia fue invadida por los alemanes, muchos de esos voluntarios de la libertad, alemanes, y centro-europ�os, fueron enviados con cooperaci�n del gobierno franc�s de Petain a campos de concentraci�n, en los cuales pereci� la mayor�a.

Algunos, con m�s visi�n, se hab�an deslizado de los campo de internamiento, y pudieron huir a pa�ses n�rdicos, o sudameric�nos, especialmente Mexico, que recibi� a tantos. Los Estados Unidos no les otorgaban la visa de entrada. En cuanto a los volunt�rios de la Brigada Abraham Lincoln, de regreso a su p�tria, ellos tuvieron que endurar durante muchos a�os, especialmente durante el reino de McCarthy, una persecusi�n constante y prisiones, haci�ndoles dif�cil gan�rse la vida decentement. Sin embargo, en ningun momento nadie de ellos de ellos se quej�. Muchos de los que pudieron regresar a America, quedaron sin un brazo, una pierna o ciegos, pero conservaron adentro de ellos mismos un amor inconmensurable por Espa�a.

No podr�a terminar este escrito sin mencionar a los hero�cos Brigadistas y soldados Republicanos espa�oles, que permanecieron detr�s de las l�neas franquistas para siguir la lucha de guerrillas contra el fraskismo. En algunos casos los consejeros sovi�ticos, tambi�n se infiltraron en los territorios conquistados por Franco, como la Brigadista Elizabeta Parchina, en la Extremadura. A ra�z de una persecusi�n franquista, seguida por una hu�da espectacular de Espa�a, Elizabeta pudo regresar a la Union Sovi�tica, para participar en la lucha contra los invasores nazis.

No todos los Brigadistas y Republicanos encerrados en los c�mpos de concentraci�n de Francia, se dejaron llevar al matadero, muchos se escaparon y se juntaron a las guerrillas francesas. Paris hab�a sido liberado por partisanes franceses, cuyos combatientes en mayor�a eran Brigadistas, o Republicanos espa�oles, en honor de quien hace poco fue eregido un monumento.

Los consejeros y Brigadistas sovi�ticos al retirarse de Espa�a, llevaron con ellos, barcos enteros de heridos Brigadistas, republicanos y tambi�n 75,000 ni�os, par proteg�rlos contra cualquier venganza por parte de las h�rdas frankistas. Uno de ellos era el comandante Fort, franc�s, que a consecuencia de heridas qued� ciego, "El Campesino," el general Merino y �tros ense�aron en la Academ�a Militar de Mosc� durante la guerra mundial. Muchos Brigadistas, republ�canos espa�oles y h�sta "ni�os" ya crecidos, participaron en la lucha contra Hitler en el Ej�rcito Rojo. El hijo de la Pasionaria, fue capitan en el Ej�rcito Rojo y muri� peleando en la batalla de Stalingrado.

En quince pa�ses existen monumentos en honor de los Brigadistas, y v�rios m�s etan planeando eregir uno, para recordar la mem�ria de sus conciudadanos que fueron volunt�rios de la libertad, en su lucha contra el fascismo.

Despu�s de la Segunda Guerra Mundial, nosotros los Brigadistas hemos seguido la lucha por la democracia, en Chile, Guatemala, El Salvador, Nicaragua, adonde hemos llevado 35 ambul�ncias y ahora mismo en USA queremos romper el bloqueo contra Cuba.

Por m�s que seguimos luchando, o ayud�ndo a los que luchan por la democracia, no nos olvidamos de Espa�a, que todos llamamos nuestra "Seg�nda P�tria." Cuando entre los Brigadistas nos escribimos, siempre ponemos al final de nuestras cartas "SALUD" en castellano, para record�rnos de los momentos m�s importantes de nuestra vida, que fue en Espa�a, donde maduramos, nos hemos hecho h�mbres y sobre todo aprendimos a pelear por la democr�cia, el derecho humano, la dignidad humana y sobre todo contra la explotaci�n.

En todos los pa�ses del mundo existen asociaciones de veteranos Brigadistas de la guerra de Espa�a, con cenas anuales. En USA tenemos dos de ellas, VALB (Veterans of the Abraham Lincoln Brigade) de California, que se reunen cada Febrero, y otra VALB en New York, con una cena que atr�e hasta mil personas. Por supuesto nosotros los Brigadistas, seremos de una docena a cuarenta presentes, los dem�s son pol�ticos, diplom�ticos, artistas de cine, intelectuales y nuestros seguidores.

En Enero de 1996, el Congreso Espa�ol por unan�midad vot� para d�r la ciudadan�a espa�ola a todos los Brigadistas que participaron en la Guerra Civil , cumpli�ndo as� con la promesa que nos hizo la Pasionaria. La AABI de Madrid, organiz� en Octubre del mismo a�o un homenaje especial para nosotros. Eramos 300 Brigadistas llegando de 40 pa�ses, y contando a los acompa�antes que vinieron con nosotros, eramos m�s de mil personas. Nunca en mi vida he visto a una recepci�n tan sincera y fraternal que nos fue brindada por el pueblo espa�ol; por doquier, en las calles, los estadios, teatros, adonde fueramos. Miles de personas lloraban, nos abrazaban y nos besaban, era muy emocionante. Entonces en el mundo entero eramos a�n unos 700 Brigadistas vivos, ya que el tiempo va tambi�n decimando, a los que la muerte no toco en los campos de batallas.

En Octubre de 2001, una vez m�s la AABI, nos organiz� otro homenaje, que era muy majestuoso, sin poder sin embargo compar�rse con el anterior. Venimos 54 Brigadistas con cerca de 200 acompa�antes de unos 20 pa�ses. Se calcula que a�n quedamos unos 300 v�vos en total, de los 42,000 que venimos a pelear a Espa�a, en 1936-38, de ellos 105 estan en USA.

As� se c�mple el pron�stico de la Pasionaria cuando nos dijo, "Sois hist�ria, sois leyenda."