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Jon Juaristi

La �ltima entrega de la serie dedicada a los nacionalistas se cierra con un perfil �poli�drico�: Jon Juaristi, ex nacionalista vasco, ex militante de eta, ex comunista, ex socialista� y hoy no afiliado a ning�n partido, pero c�modo con su carn� espa�ol.

Por Esther Esteban. Fotograf�a de Chema Conesa. Ilustraci�n de Guillermo.

"Nac� en Bilbao un 6 de marzo de 1951 en el seno de una familia muy amplia —�ramos muchos primos— en la que hab�a ideol�gicamente de todo un poco: nacionalistas, militantes de ETA, carlistas, en su rama navarra. A todos les un�a su concepci�n tradicional de la vida en el sentido religioso, y los valores de la clase media. Aprend� a leer con 2 � 3 a�os. Estudi� primero en un colegio religioso —que albergaba la primera ikastola permitida en los a�os 50— y luego en un colegio del Opus Dei, el primero que tuvo esta instituci�n, que se instal� en Lejona, junto a Las Arenas [Vizcaya]. A los 16 a�os me captaron en ETA, a trav�s de mis primos. Mi paso por ella fue de una candidez absoluta en una situaci�n de dictadura realmente dura. No me arrepiento de aquello, pero deploro el tiempo perdido. Despu�s, milit� en el Partido Comunista de Espa�a, en Euskadiko Ezkerra y en el PSOE-PSE. Actualmente estoy en posiciones conservadoras, en un liberalismo convencional, pero no milito en ning�n partido ni lo volver� a hacer. Soy doctor en Filolog�a. Era ya un agn�stico cuando me pas� al juda�smo y estoy a gusto en una religi�n, llam�mosla as�, para agn�sticos. No soy un jud�o piadoso. Me he casado dos veces y tengo dos hijos. Me fui del Pa�s Vasco cuando arreciaron las amenazas de ETA y tengo la impresi�n de que han logrado echarme de mi ciudad, por lo que, aunque jam�s me he considerado un exiliado en Madrid, tengo sensaci�n de destierro".

As� es y as� habla de s� mismo Jon Juaristi, un intelectual controvertido y pol�mico, convertido en azote del nacionalismo, cuyo libro El bucle melanc�lico (Espasa-Calpe) recibi� el Premio Nacional de Ensayo y cuya trayectoria, tanto personal como profesional, no deja indiferente a nadie. Es un hombre t�mido, de una fina iron�a y aspecto de sabio despistado, que desde que finaliz� sus estudios universitarios ha satisfecho sus inquietudes intelectuales y morales investigando el proceso hist�rico de construcci�n de la identidad vasca sobre el que se fundamenta el nacionalismo, lo que ha servido para desmoronar mitos y desenmascarar falsas verdades.

"Soy el mayor de siete hermanos. La rama paterna de mi familia ten�a de todo: nacionalistas, carlistas, militantes de ETA; y la materna era una familia republicana bastante convencional. A las dos familias les un�a que eran antifranquistas y eso era lo que les separaba de otras de clase media espa�ola de la �poca. Empec� a ir al colegio con 3 a�os, al San Nicol�s, en Bilbao, donde funcion� durante todos los a�os 50 la primera ikastola. Era un colegio curioso: vasquista en su orientaci�n, que ten�a cobertura de la Iglesia —de hecho, el director era un cura—, aunque nos daban clase maestras".

Cuando Juaristi entra en el colegio, ya sabe leer. "Mi t�a Tere afirma que cuando ten�a 2 a�os ya sab�a leer con soltura los r�tulos de la calle. Creo que exagera, pero fui muy precoz en la lectura porque desde muy peque�o me le�an cuentos y libros, lo que despert� la curiosidad por leerlos yo. A esa t�a m�a le debo el descubrimiento del gran libro de mi ni�ez, Robinson Crusoe, adem�s de mis primeras lecturas de Shakespeare, de Poe o de Daudet, de los primeros tintines y los libros de aventuras de Guillermo Brown", recuerda. Tres a�os despu�s, la familia se traslada a Las Arenas y �l cambia de colegio: "Mi padre, que a�n vive, se dedic� siempre al comercio, aunque su verdadera vocaci�n era la m�sica. De hecho, hasta hace poco, ha sido el organista titular de la bas�lica de Bego�a, lo que es un rango en Euskadi. En 1957 mi padre dej� el almac�n familiar y abri� con un socio una oficina de representaciones comerciales de construcci�n que funcion� muy bien hasta la crisis de mediados de los 60. La econom�a familiar empez� a ir peor. Supongo que es una historia t�pica de clases medias espa�olas".

Por aquel entonces Jon Juaristi ya cursaba sus estudios en el colegio Gaztelueta, el primero que fund� el Opus Dei en todo el mundo y que en esos momentos pasaba por ser el centro de la oligarqu�a vasca. En plena preadolescencia, las tensiones de Jon con su padre son frecuentes y, al cumplir 13 a�os, se va a vivir con sus abuelos paternos. De hecho, muchos a�os despu�s, esta circunstancia le ha servido para ser atacado de forma inmisericorde por Xabier Arzallus, que le ha acusado de no llevarse bien ni siquiera con su progenitor. "La relaci�n con mi padre fue problem�tica en la adolescencia, que es cuando toca. Hemos tenido discrepancias, pero nos amamos tiernamente. Todo lo dem�s es leyenda", afirma. Vivir con su abuelo le acerca al uso del euskera. "Mi abuelo ten�a mucho inter�s en tenerme cerca porque era el �nico de sus nietos que me hab�a lanzado a aprender vasco. �l era un nacionalista de primera hora, uno de los fundadores de las juventudes nacionalistas del PNV, hab�a escrito en peri�dicos nacionalistas y era un bibli�filo de bastante talla que ten�a una estupenda biblioteca con una amplia secci�n de tema vasco", a�ade.

El inter�s de Jon por el euskera y su aprendizaje comienza tambi�n a una edad muy temprana y de forma absolutamente espont�nea, ya que en su casa no se hablaba. Su primer m�todo de euskera fue un premio por haberse portado bien. "Me llevaron al dentista para extraerme una muela cuando ten�a 11 a�os y, como aguant�, cosa que no era muy normal en mi caso, mi padre me dijo a la salida que le pidiera un regalo. Le llev� a una librer�a que hab�a enfrente de la consulta y le ped� un libro encuadernado en tela azul que estaba en el escaparate. Volv� a casa llevando bajo el brazo Euskaldum berri, de Isaac L�pez Mendiz�bal, un m�todo inspirado en el Assimil. Durante ese verano dediqu� ocho horas diarias al estudio de la lengua vasca y en septiembre ya me defend�a, m�s o menos".

Y si en la lectura y el aprendizaje del euskera fue un ni�o precoz, no lo fue menos en su militancia pol�tica. "Desde muy peque�o y por mi propia historia familiar ten�a conciencia de venir de los derrotados de la Guerra Civil. Derrotados, s�, pero no postrados. �ramos de la clase media nacionalista perdedora y por eso siempre me consider� antifranquista. Adem�s, en ese momento muchos j�venes de mi generaci�n con una cierta educaci�n sentimental parecida se acercaban bien al PNV o bien a ETA", argumenta.

Sin embargo, su militancia en la organizaci�n terrorista se produce a trav�s de un primo suyo, jesuita. "Mi primo �lex viv�a con otros novicios estudiantes de teolog�a y daba algunas clases en el colegio de jesuitas de Indauchu. Yo cre�a que su vinculaci�n con ETA no hab�a pasado de una ayuda circunstancial a los activistas, pero estaba equivocado. �l y sus compa�eros te�logos constitu�an un grupo de apoyo directo a los liberados de la organizaci�n".

—�Y c�mo decide dar el paso hacia la militancia activa en ETA?

—A m� me captaron a los 16 a�os. La ETA que yo conoc� era la ETA burguesa, la del ensanche bilba�no. V�stagos como yo de viejas familias encomendados al cuidado de los jesuitas. Luego supe que la carne de ca��n del terrorismo proced�a de barrios donde no se jugaba al tenis, que los liberados, los chicos y chicas verdaderamente duros, no eran hijos de nadie conocido y de los que s�lo oir�as hablar cuando cayeran. No me arrepiento de mi paso por ETA, si acaso deploro haber perdido el tiempo y no haberlo aprovechado para otras cosas.

Su bautismo de fe en la banda tuvo tambi�n mucho que ver con la lectura de un libro. "Cuando otro de mis primos intent� captarme, sabiendo mi afici�n a la lectura, me dej� un libro titulado Vascon�a, an�lisis dial�ctico de una nacionalidad, de Krutwig, un intelectual nacionalista, de familia alemana, al que se le ha dado el papel de gran te�rico de la ETA de los 60. Cuando, a�os despu�s, le cont� a Mario Onaind�a [destacado miembro del PNV que tambi�n perteneci� a ETA] que entr� en ETA despu�s de leer el libro, le dio un ataque de risa. "O sea, que t� eres aquel gilipollas que pidi� el ingreso en ETA despu�s de leer a Krutwig. Pues t�o, lamento dec�rtelo, pero fuiste el �nico que se ley� aquel ladrillo", me contest�.

Su militancia en ETA se desarrolla a lo largo de toda su vida universitaria, pero ya dentro de ETA VI Asamblea, que tom� el camino del trotskismo. "�se fue un proceso largo. ETA VI Asamblea se desliga del nacionalismo y toma distancia con el terrorismo pero, m�s que por motivos morales, porque consideraba que era una pr�ctica peque�oburguesa. Es el momento en que ETA se hace marxista. La VI Asamblea deriv� hacia las distintas corrientes de la extrema izquierda espa�ola. De all� salieron los cuadros directivos del Partido Comunista de Euskadi y yo me qued� en el sector que entr� en el trotskismo", recuerda.

Nada m�s terminar preuniversitario, las cosas se complican. Est� fichado, por lo que le recomiendan salir una temporada de Bilbao. "Empec� los estudios de Filolog�a en Sevilla pero, en cuanto pude regresar, me matricul� en la Universidad de Deusto. All� estudi� Filolog�a Rom�nica e hice el doctorado. Era una universidad privada y no se andaban con chiquitas. De hecho, en 1972 fui expulsado por alborotador, aunque me readmitieron un a�o despu�s". En 1973 es detenido, procesado y condenado por el Tribunal de Orden P�blico. "Me detuvieron y pas� por la c�rcel de Basauri un par de veces, pero siempre con condenas leves, por lo que mis ingresos duraron poco tiempo", asegura.

Lo que no dur� precisamente poco, y a �l le pareci� una eternidad, fue su servicio militar. "Me fui a hacer la mili en el 73 a un regimiento cerca de casa. En eso tuve suerte. El problema es que era un regimiento de castigo en el que todos los vascos que est�bamos all� o ten�amos juicios pendientes o nos hab�an juzgado recientemente, con lo cual no ten�amos permiso nunca y hac�amos las tareas m�s duras, pero eso ten�a un punto importante: la solidaridad y la camarader�a entre todos nosotros". Y en la mili, precisamente, vivi� el atentado contra Carrero Blanco. "Como estaban las navidades encima, pensamos que nos iban a hacer un regalito, pero de esos malos de verdad. Nos reunieron en el comedor y nos temimos lo peor. O nos mandaban al calabozo o nos fusilaban directamente, porque all� hab�a de todo un poco: nacionalistas, trotskistas como yo, hasta gente de movimientos mao�stas... Al final, no pas� nada, pero el atentado s� produjo divisiones entre nosotros. A los de ETA V Asamblea, es decir, a los nacionalistas, les pareci� estupendo. La izquierda m�s radical, tras un momento de terror, pas� al �xtasis de pensar que ETA hab�a desbloqueado el camino hacia la democracia. Pero a la mayor�a de nosotros nos pareci� una barbaridad desde el punto de vista tanto moral como pol�tico", precisa.

De hecho, poco despu�s Juaristi abandona la estructura organizativa y al final deja ETA. "En el 74 romp� amarras con todo aquello. Por aquel entonces influy� mucho en m� Gabriel Moral Zabalza, una especie de S�crates bilba�no que hab�a estado en la c�rcel en los a�os 50, fue militante de las juventudes del PNV, ten�a un gran prestigio en el mundo del antifranquismo en Bilbao y deriv� a posiciones muy cr�ticas con el nacionalismo. A trav�s de Javier del Moral se produjo mi separaci�n definitiva con la extrema izquierda, no ya del nacionalismo".

Pasa p�gina y cuando muere Franco �l es ya profesor de un colegio. "Primero di clases en una ikastola a ni�os de EGB. All� dur� apenas un a�o porque hubo un enfrentamiento del profesorado con el sector mayoritario de los padres. M�s tarde, empec� a impartir literatura en un colegio de claretianos, donde pude preparar las oposiciones a profesor de instituto, que aprob� despu�s de que, en 1977, cuando lleg� la amnist�a, me dejaran presentarme". Son tiempos en que retoma su pasi�n por los idiomas, cosa que en la actualidad contin�a. "Hablo seis idiomas y leo bastantes m�s. S� vasco, ingl�s, franc�s, portugu�s y gallego. Me defiendo con el catal�n y en estos momentos tengo muy avanzado mi aprendizaje del serbocroata, que es la lengua de mi actual mujer y de mi hijo menor", dice.

La vida sigue y su militancia pol�tica tambi�n, aunque marcada por continuos cambios. "Me afili� al Partido Comunista de Espa�a y, a ra�z de la separaci�n del grupo vasco de Lertxundi y el conflicto de los renovadores, ingres� en Euskadiko Ezkerra, del que me separ� poco despu�s con la firme intenci�n de no volver a practicar la militancia activa. Pero, tras el atentado a la Casa del Pueblo del PSOE en Portugalete, me afili� a ese partido en lo que siempre consider� como un acto simb�lico para denunciar el acoso a los no nacionalistas en el Pa�s Vasco", recalca.

A pesar de todo, Juaristi considera que su trayectoria es la l�gica en un perfil generacional como el suyo."Mi evoluci�n la pronostiqu� en su d�a y es similar a la de otros muchos de mi generaci�n. Gente que fue nacionalista por su tradici�n familiar, que estuvo en ETA en los a�os 60, en los 70 en la extrema izquierda, en los 80 fue socialdem�crata y, despu�s, derivamos a un liberalismo convencional. Soy una persona conservadora, pero no de una derecha extrema, y no volver� a militar en ning�n otro partido pol�tico. Contra eso ya estoy inmunizado", se�ala.

—�Qu� piensa cuando le llaman converso o espa�olista para agredirle?

—Pues que es un insulto un poco tonto. Para insultar bien hay que buscar insultos gordos, de los de verdad. Lo de converso dirigido hacia m� es una cosa que le gusta decir mucho a Arzallus, pero no me considero un converso al espa�olismo. Nos pas� a gran parte de nuestra generaci�n, que nos sacudimos la ganga nacionalista que tra�amos de casa y empezamos a descubrir nuevos horizontes y a andar por nuestra cuenta. De una cosa s� soy converso. Soy un converso al juda�smo, pero nada m�s.

—�Y c�mo pasa del catolicismo al juda�smo?

—M�s bien pas� del agnosticismo al juda�smo. No soy un jud�o piadoso. Voy a la sinagoga dos veces al a�o. El juda�smo para m� no es exactamente una religi�n, sino m�s bien una visi�n �tica del mundo, �ntimamente relacionada con el concepto de la Ley. Lo que m�s me llam� la atenci�n del juda�smo fue la voluntad antiidol�trica del mismo, la oposici�n a doblar la rodilla ante cualquier �dolo. Me hice jud�o a comienzos de los 80, aunque mi acercamiento al juda�smo fue muy anterior.

Converso o no, lo cierto es que su vida personal ha sido convulsa y agitada. Primero se cas� con Arene, una compa�era de estudios y de militancia pol�tica con la que tuvo un hijo. "Arene y yo nos casamos por la Iglesia debido a la fuerte presi�n familiar. Fue una gran torpeza. Ella es una profesional brillante, doctora en Filolog�a y catedr�tica de Lengua y Literatura en un instituto. Nuestro hijo Mart�n tiene 27 a�os y es licenciado en Filolog�a inglesa y profesor de espa�ol en una universidad china. "Mi actual mujer se llama Mira, es serbia y la conoc� a trav�s del grupo de Fernando Savater y Mikel Azurmendi. Vino a Espa�a para hacer una tesis de nacionalismos comparados y contact� con los de Basta Ya. Ven�a horrorizada del proceso de disgregaci�n violenta de la ex Yugoslavia. Nos enamoramos enseguida y tenemos un hijo de 4 a�os que se llama ��igo Branko y es completamente biling�e. L�gicamente sabe espa�ol, el ingl�s lo lleva avanzado y ha comenzado con el hebreo. As� que espero que sea polilingue". A Jon Juaristi se le cae completamente la baba con su hijo."Un amigo m�o, Jos� Luis Esteban, tambi�n padre tard�o, me ha dicho siempre que los padres de pelo gris somos un chollo para los ni�os y es verdad. Tal vez somos m�s condescendientes, pero les transmitimos la tranquilidad de la madurez", apunta.

Tampoco su vida profesional ha sido menos intensa. Poeta, ensayista y ling�ista, ha sido catedr�tico en las universidades del Pa�s Vasco y Valencia. Ha impartido ense�anza en universidades de Nueva York y M�xico. Fue director de la Biblioteca Nacional y del Instituto Cervantes en la etapa del PP y, actualmente, es catedr�tico de la Universidad de Alcal� de Henares. Ha recibido el �caro de literatura, el Espasa de ensayo y, en octubre de 1998, fue galardonado con el Premio Nacional de Ensayo por El bucle melanc�lico. Adem�s, acaba de publicar Cambio de destino. No es un hombre que se conmueva f�cilmente y no le gustan las emociones fuertes. "Ahora escribo menos poes�a y creo que la inspiraci�n para hacerlo me est� abandonando. En el Pa�s Vasco nos gustan las emociones fuertes y as� nos va el pelo. Por eso trato de ver las cosas con iron�a y con cierta distancia", argumenta.

Tal vez por eso accede a posar en el cerro del T�o P�o, desde donde puede contemplarse toda la ciudad. Eso s�, no s�lo con la bandera espa�ola, sino con todas las auton�micas que han simbolizado esta serie sobre la otra cara de los nacionalistas. "No me envolver�a en ninguna de ellas, como las coristas de Las corsarias, pero me siento perfectamente en casa en cualquier parte de Espa�a. Mi D.N.I. dice espa�ol, y me parece una definici�n suficiente. Amenazado por ETA, me vine a Madrid con lo puesto y un ordenador debajo del brazo, pero nunca he tenido la impresi�n de vivir en el exilio, aunque reconozco que tengo una sensaci�n de destierro, de que han conseguido echarme de mi ciudad natal, Bilbao, a la que antes, inexplicablemente, quer�a mucho", se lamenta.

Quiz� por ello desconf�a, y mucho, de que estemos ante el principio del fin de la banda terrorista. "ETA no va a desaparecer porque lo diga el presidente, ni tampoco porque lo diga la propia ETA. En la anterior tregua, un encapuchado dijo en televisi�n que esta generaci�n no volver�a a empu�ar las armas y ya hemos visto el resultado", enfatiza. E inmune al miedo, afirma: "Si los terroristas se empe�an en matarme, me matar�n, tome las precauciones que tome. Lo mejor es no preocuparse demasiado".

Aunque es un vasco de pura cepa, no es un producto t�pico de su tierra. "Me gusta comer bien, pero la gula no es uno de mis pecados. He sido un buen bebedor en mi juventud, aunque ahora hasta el vino me hace da�o. No he probado las drogas en mi vida y soy un fumador empedernido que odio con toda mi alma a los antitabaquistas profesionales", proclama. Adem�s, es un apasionado de la m�sica y un aut�ntico desastre para las nuevas tecnolog�as y la conducci�n. "No s� conducir y el tel�fono m�vil lo tir� a la basura un d�a de �sos en que no paraban de llamarme. Y ni harto de grifa volver�a a tener un cargo p�blico en la Administraci�n. Es una ruina y, si uno cumple con su obligaci�n, su cargo p�blico se convierte en un factor de destrucci�n de la familia, que ahora es lo que m�s me importa", aclara. Se puede decir m�s alto pero no m�s claro. Es un hombre a quien el palabro poli�drico le va como anillo al dedo. Ideol�gicamente complejo, humanamente inquieto e intelectualmente hiperactivo, que no se arrepiente de su pasado y que mira al futuro con escepticismo, eso s�, sin perder la esperanza.