Continente iberoamericano - Encuentros de Filosofía, Gijón 2006 (original) (raw)

Encuentros de Filosofía

Problemas de una redefinición política del Continente iberoamericano

Gijón, lunes 10 al miércoles 12 de julio de 2006
Colegiata del Palacio de Revillagigedo


Programa

Lunes, 10 de julio de 2006

10:15 Recogida de documentación e inscripción

11:00 Inauguración

11:30 Porfirio Muñoz Ledo (Ex embajador mexicano, fundador del PRD)
Retos y perspectivas de una comunidad latinoamericana de naciones

17:00 Comunicaciones

19:00 Ismael Carvallo (México)
Tesis de Gijón. Hacia la séptima generación de la izquierda: necesidades tácticas y necesidad histórica

Martes, 11 de julio de 2006

10:30 Comunicaciones

12:30 Carlos Tello (Ex Embajador y ex Ministro mexicano)
Sobre los Estados nacionales en la globalización: notas para una discusión en torno a Iberoamérica

18:00 Mesa redonda, La unidad del Continente Iberoamericano
Porfirio Muñoz Ledo
Carlos Tello
Félix Martínez Ramírez

Miércoles, 12 de julio de 2006

10:30 Comunicaciones

12:30 Félix Martínez Ramírez (México)
El discurso ideológico actual de la identidad en las organizaciones indígenas de América Latina

18:00 Presentación de novedades

19:00 Gustavo Bueno
Las ideas de América: una clasificación

20.30 Clausura

Convocatoria

I

Tras la Primera y Segunda Guerra Mundial el «Género humano realmente existente» se organizó políticamente a partir de Naciones políticas, teóricamente soberanas, que se coordinaron parcialmente primero en la Sociedad de las Naciones («Pacto de la Sociedad de las Naciones», Versalles, 28 de junio de 1919) y después, prácticamente en su totalidad, al terminar la segunda guerra, en la Organización de las Naciones Unidas («Conferencia de San Francisco», 26 de junio de 1945).

Sin perjuicio de lo cual las unidades políticas nacionales (51 Estados fundadores de la ONU en 1945, 191 Estados en la ONU de 2006) jamás se han mantenido exentas, sino insertas en algún tipo de estructuras supranacionales, que han sido establecidas, obviamente, según diversos criterios. Dejando de lado los criterios de las razas, las principales reagrupaciones ideológicas a escala supranacional que aquí tomamos como referencias son las siguientes:

(1) La reagrupación de los Estados políticos en cinco o seis unidades supranacionales denominadas «Culturas» (principalmente por el alemán Oswald Spengler, tras la primera guerra mundial) o «Civilizaciones» (principalmente por el inglés Arnold Toynbee, tras la segunda guerra mundial). La denominación de «culturas», aplicada a estas unidades supraestatales, ha ido cediendo, en las últimas décadas, debido seguramente a la tendencia, cada vez más acusada, hacia la utilización del término «cultura» a escala no supraestatal sino infraestatal (nacional-regional, nacionalidad étnica, &c.), coincidente en ocasiones con la escala nacional política («cultura alemana», «cultura bavara», «cultura francesa», «cultura bretona», «cultura española», «cultura vasca»). En consecuencia, la denominación «civilizaciones» tiende a sustituir a la denominación «culturas», a escala supranacional; otra cuestión es la interpretación ideológica de estas supuestas civilizaciones (como si pudiera haber más de una civilización en cada época histórica) y la interpretación, también ideológica, por no decir metafísica, de las interacciones entre ellas (para unos son de conflicto, «conflicto de civilizaciones», para otros, que hacen ecolalia de la fórmula de Huntington, son de armonía, «alianza de civilizaciones»).

(2) Tras la segunda guerra mundial cristalizó una reorganización ideológica del «Género humano» en dos grandes unidades supranacionales, denominadas «Bloques»: el denominado bloque capitalista y el denominado bloque comunista, que también recibieron las denominaciones respectivamente de bloque democrático, libre, o Primer mundo (a veces «Occidente»); y de bloque totalitario, tiránico, o Segundo mundo. A esta reorganización a escala planetaria sucedió (tras la conferencia de Bandung, 18-24 de abril de 1955) una organización trimembre, por adición de una clase negativa, los Países No Alineados, que se correspondían más o menos con lo que comenzó entonces a llamarse Tercer mundo.

(3) Tras la caída de la Unión Soviética la organización ideológica del Género humano en bloques se desmoronó, y fue abriéndose camino la ideología de la Globalización, apoyada en el efectivo incremento de las interacciones entre las unidades de referencia. Pero la Globalización fue una idea que, en el terreno económico, estaba dada en función de las Naciones políticas, como se comprueba por ejemplo en el estrecho vínculo entre las empresas «globales» y las empresas deslocalizadas (precisamente de los Estados nacionales). Pero muy pronto la ideología de la globalización tendió a formularse al margen de las 191 unidades políticas que se sientan en la Asamblea General de las Naciones Unidas, subrayando la condición del Género humano, regido por la Declaración de los Derechos Humanos, de «comunidad internacional sin fronteras», democrática, libre, solidaria, tolerante y respetuosa de cualquier cultura.

(4) Ahora bien, lo cierto es que estas ideologías armonistas humanistas en ascenso en los principios del siglo XXI no han borrado las líneas de frontera, sean o no ideológicas, de las grandes unidades supranacionales, pero no universales; de unidades supranacionales establecidas según los criterios de las culturas, de las civilizaciones, de los bloques, de las religiones (cristianismo, islamismo, animismo, &c.) o de los sistemas económicos o políticos (capitalismo, socialismo, derechas, izquierdas, liberales, &c.). En cualquier caso los diversos criterios para establecer estas líneas de frontera supranacionales, por su evidente carga ideológica y partidista, tienden a replegarse, al menos en la superficie (por ejemplo, las ideologías ecumenistas tienden a quitar importancia a las fronteras religiosas: «¡Clérigos de todos los países, uníos!»).

Un modo más neutro de aproximarse a las unidades supranacionales establecidas por los diferentes criterios (en gran parte superponibles), es el que asumimos aquí como hipótesis de trabajo, desde una perspectiva predominantemente geopolítica, a saber, el criterio de las «unidades continentales». Las identidades de estos Continentes no es meramente territorial, sino también cultural y lingüística, y con claras connotaciones políticas y religiosas; por supuesto las unidades continentales no son unidades sustanciales, ya hechas, sino unidades procesuales, históricas y en continua transformación.

En la morfología continental del Género humano, estas unidades supranacionales engloban poblaciones del orden de trescientos o más millones de personas, vinculadas a territorios continuos (salvo excepciones puntuales). Las unidades continentales de las que hablamos son las siguientes: Europa (como comunidad geopolítica en la que se integran hoy 25 Naciones políticas), Rusia, China, India, «Continente islámico», «Continente angloamericano» y «Continente iberoamericano». La organización continental de la «Humanidad» presente no agota la totalidad de los 6.500 millones de hombres: Japón, Corea, Indonesia, incluso África (dejando aparte su mera unidad territorial) no pueden propiamente considerarse como continentes, en el sentido dicho.

II

Los XI Encuentros de Filosofía en Gijón 2006 pretenden plantear inicialmente las cuestiones de la redefinición ideológica de estas diversas unidades continentales, y especialmente de la unidad que hemos denominado «Continente iberoamericano». En las exposiciones y en los debates habrán de confrontarse, sin duda, los diferentes criterios que pueden aducirse para caracterizar estos diversos continentes. Sin duda la caracterización de cada continente debe estar dada, en gran medida, en función y en oposición a las características atribuidas a otros continentes.

La característica más señalada del continente iberoamericano (característica que comparte en alguna medida con el continente europeo) es que no está constituido por un Estado unitario global (como ocurre con el continente chino, indio o angloamericano) sino por un conjunto de Estados nacionales, del orden de veinte Repúblicas formadas tras las descomposición del Antiguo Régimen.

Por supuesto las unidades continentales, en general, no están absolutamente aisladas las unas de las otras: se dan relaciones de intersección del continente angloamericano y del continente europeo a través del Reino Unido e Irlanda (intersección que se refuerza a través de la comunidad lingüística del inglés y confesional del protestantismo); o la intersección del continente iberoamericano y del europeo a través de España y de Portugal (intersección que se refuerza a través de la comunidad lingüística del español y confesional del catolicismo).

Los diferentes continentes en general, y el iberoamericano en particular, están en continua ebullición política, demográfica, histórica y cultural. La unidad continental iberoamericana fue un resultado histórico del Imperio español (antes de la entrada de los españoles en América los diferentes pueblos, etnias o culturas prehispánicas carecían de interacciones globales suficientes para poder dar lugar a una unidad continental). La voluntad de dar una forma política a esta unidad continental, tras la caída del Antiguo Régimen, fue levantada como bandera desde España en las Cortes de Cádiz, en 1812, y desde América principalmente por Simón Bolívar. Estos proyectos resultaron inviables históricamente, principalmente por la interposición de los intereses de otros continentes en proceso, principalmente el monroísmo del continente angloamericano y los intentos del imperialismo colonial francés, que a raíz de la aventura de Maximiliano logró poner en circulación la denominación de Latinoamérica, para desvirtuar la condición iberoamericana o hispanoamericana del continente iberoamericano.

La situación del planeta al inicio del siglo XXI permite reconsiderar las posibilidades de futuro que pueda tener la transformación del Continente iberoamericano en una unidad con algún tipo de significación política, económica y cultural, que no implicará el aislamiento del resto de los continentes, principalmente por los vínculos con España y Portugal, y por la creciente presencia de población hispana en el continente angloamericano.

Desde esta perspectiva continental se hace preciso replantear los conceptos políticos, económicos y culturales procedentes del Antiguo Régimen o de situaciones históricas posteriores, pero que ya resultan pretéritas cara a la consideración de este continente en su horizonte futuro.

III

Se sugieren algunas líneas temáticas para facilitar la organización de los encuentros:

1. Cuestiones generales relativas a las unidades supranacionales (culturas, civilizaciones, bloques, &c.)

2. Cuestiones relativas al alcance de las unidades estatales nacionales políticas existentes (Estados unitarios, federales, confederales, autonomías, estados libres asociados, territorios indígenas, Naciones políticas, naciones fraccionarias, estados multinacionales, &c.)

3. Diversos modelos para formular la unidad del continente iberoamericano

4. Cuestiones abiertas en torno a unidades subcontinentales (Cono Sur, Caribe, Centroamérica, &c.) o intercontinentales (OEA, Cumbres Iberoamericanas, &c.)

5. Cuestiones abiertas de especial importancia política: culturas animistas-chamanistas, indigenismo, supersticiones, religiones; lingüísticas, tecnológicas, económicas, &c.

Estructura de los encuentros

Como en años anteriores están previstas conferencias, mesas redondas y sesiones para presentar y discutir comunicaciones libres. Todas las sesiones se celebran de manera sucesiva, sin fragmentar a los asistentes en sesiones paralelas, para facilitar la participación y discusión.

Normas para presentar Comunicaciones

  1. Cada autor que lo desee podrá presentar una Comunicación a estos XI Encuentros.
  2. La extensión de la Comunicación deberá ser superior a tres y no sobrepasar los quince folios (de dos mil caracteres; o Times Roman cuerpo 12 a doble espacio). Se indicará a qué epígrafe de los sugeridos se ajusta su contenido. Cada autor deberá hacer llegar junto con el texto y resumen de su comunicación sus datos curriculares, dirección postal, correo electrónico y teléfono.
  3. El texto íntegro de la comunicación propuesta a los XI Encuentros de filosofía en Gijón: Problemas de una redefinición política del Continente iberoamericano, deberá haber llegado a la organización antes del 15 de junio de 2006, bien al correo electrónico de los encuentros o bien al domicilio de la Fundación (indicando «XI Encuentros de Filosofía»).
  4. Los organizadores informarán a los autores en un plazo de tres días a partir del de la recepción del texto íntegro de su comunicación si ésta es aceptada para ser defendida ante los XI Encuentros de filosofía en Gijón: Problemas de una redefinición política del Continente iberoamericano.
    Los organizadores se reservan el derecho de no aceptar comunicaciones de acuerdo a rigurosos criterios de calidad científica o cuando los trabajos presentados no se ajusten a la temática prevista para estos Encuentros.
  5. El comunicante deberá presentar su trabajo en los XI Encuentros, para lo que dispondrá de un tiempo de diez minutos.

Inscripciones

Las inscripciones a los XI Encuentros pueden formalizarse por correo convencional o por correo electrónico, o bien el mismo día del inicio de los Encuentros.

Organiza: Fundación Gustavo Bueno
Coordina: Sharon Calderón Gordo
Colabora: Ayuntamiento de Gijón