Sobre el libro de Gustavo Bueno, Zapatero y el Pensamiento Alicia (original) (raw)
Selección de algunos textos publicados en torno al libro de Gustavo Bueno
Zapatero y el Pensamiento Alicia. Un presidente en el País de las Maravillas
La Nueva España, jueves 2 de noviembre de 2006, pág. 9
Ignacio Gracia Noriega
Doña Berta no era Ana Ozores (ni siquiera pariente)
Almodóvar, por su parte, tal vez sin tener en cuenta que Vetusta es todo lo contrario de la posmodernidad (que hoy, no lo olvidemos, ya no está representada por el cine del manchego sino por el «pensamiento Alicia» del presidente Zapatero, un poco más solemne y mostrenco que la «movida» aunque manando de la misma madre), se lanzó en plancha en la plaza de la Catedral [...]
El Mundo, jueves 2 de noviembre de 2006, pág. 5
Raúl del Pozo / Vicios de la Corte
Proceso enredado
[...] Gustavo Bueno, en su último libro, Zapatero y el pensamiento de Alicia, [sic] describe al presidente como a un sicofante, un tahúr que ha perdido el sentido de la dignidad y el control del proceso; que se deja embaucar por ideólogos simplistas, sectarios; y se empeña en llamar golondrinas a los murciélagos. Hay una contradicción entre esos términos: un trilero no se somete al ciego azar, sino que lo trastoca y lo baraja.
La metáfora del tahúr y del cubilete es una idea de uso gastado, indigna de un pensador tan original como Gustavo Bueno. Más singular es la pregunta que se hace el filósofo: «¿Y si resulta que la mayoría de la gente (parlamentarios, tertulianos, analistas, electores en general) se deja convencer más por la retórica de 'Pepiño' que por la dialéctica de Mariano Rajoy?». Rajoy sería la dialéctica, el bien razonar; Zapatero, la persuasión, el pico, la retórica. [...]
El Mundo, jueves 2 de noviembre de 2006, pág. 64 (última)
Francisco Umbral / Los placeres y los días
Los fieles difuntos
[...] Hoy celebramos a nuestros fieles difuntos y ya ven que de ellos sólo nos quedan anécdotas. Es la consecuencia de haber vivido siempre entre la anécdota, la lluvia y el café, con alguna orgía de cementerio. Me llega un libro de Gustavo Bueno incitado en la cubierta por una frase mía. Me honra el honrar a mis filósofos, pero por ahí se empieza. Y voy a cortar aquí porque hoy es inútil escribir. Hace un hermoso y deliberado sol que desdice todo lo que vamos escribiendo.
La Voz de Asturias, domingo 5 de noviembre de 2006
Faustino F. Alvarez
Gustavo Bueno y 'Garrafundia'
Su última hazaña es un libro que bien hubiese podido editar el sector lírico y financiero de la FAES
Cuando la Historia, aún siendo impostora, ponga las cosas en su sitio, y a cada merecimiento en sus límites, y a cada pleitesía en su deshonestidad, y a cada cantante en su coro, y a cada árbol en su bosque encantado, y a cada ola de hormigón es su mar, y a cada ruina en su jardín secreto, será cuando las generaciones venideras hagan un hueco para don Gustavo Bueno en ese entrañable epígrafe de los ovetenses pintorescos, los Cigaña, Antón de la Madre, Manolín el Pinzu, Josefa la Torera, Cilia la Tocha, el Torollu y Garrafundia , todos ellos dignos contribuyentes y de plenos derechos y obligaciones en la ciudad de los prodigios, y que no eran simios ni habían leído a Lewis Carroll ni habían postulado la pena de muerte para los etarras ni para cualquier heterodoxo, y que ni siquiera habían dicho que José María Aznar era un cultísimo experto en la poesía greco-latina o moderna, ni que a Gabino de Lorenzo había que rebautizarlo como Gabino de Médicis, epístola privada hecha pública vergonzosamente para arrastrar la quilla de la soberbia por la realidad del barro y para dar fe ante la colectividad de una conquista y de una rendición. El alcalde-ingeniero, perito en debilidades humanas ajenas de tan desgarradamente asomarse a las propias, le facilitó a don Gustavo un edificio de rango ateniense, negándoselo a los desfavorecidos de la ciudad, y el profesor actúa con la espontaneidad del paisano agradecido no por una vivienda social sino por un palacete de mágicas nostalgias mayéuticas, puesto que allí nacieron asturianos ilustres como la princesa Leticia Ortiz (a cuya familia ningunearon en Vetusta algunos poco previsores acólitos del catedrático del cierre categorial) y gentes de menor relumbrón: tantos y tantos ovetenses a quienes la cigüeña traía por aquellos tiempos a una clínica ribereña de un puti-club en la arteria que encaminaba a Vetusta hacía el oeste gallego, y palacete hoy reprivatizado y por cuya chimenea se envían a la atmósfera los residuos del pensamiento o las virutas del mito de la felicidad y las volutas del cierre categorial.
Este don Gustavo, reencarnación adoptiva de ovetenses celebérrimos, como los ya citados, a los que se podrían añadir Bocanegra, Arturín, Severino Camporro o Guillermo Carrocera (versificador ilustre con raíces en Olloniego, taurino, caballeroso y atormentado), se forjó una imagen heroica de sí mismo con calculada y reconocida dedicación académica y con indudable éxito para elaborar todo un tratado de mitología que incluye extravagantes arengas en las lampisterías de las madrugadas mineras.
Nunca ocultó su condición teatral, que comprendía una mezcla consentida de agitador y de bufón, con la complacencia de una izquierda gratificada porque un tipo de postín acudiese a la bocamina a proclamar no se sabía muy bien qué, ni por qué, ni para qué, cuando al final de la plática los picadores y los barrenistas y los artilleros descendían hacia el tajo tal como si la Hunosa del hábil Mamel Felgueroso les hubiese facilitado un número de circo antes de enfrentarse al grisú o a la dinamita, y poco más hasta la huelga siguiente. No está de más preguntarse, ahora que ya se van conociendo algunos trucos, qué cojones hacía Gustavo Bueno arengando a los mineros en una caricatura de las escenas románticas y atormentadas de Zola en Germinal . Ahora entiendo muy bien por qué, años más tarde y fatigosamente dedicado a darle otros vuelos a su propio personaje, este venerable jubilado se presta a defender la tele-basura, e incluso arma caballero a un descendiente para perpetuarse en tal condición genética de frecuentador de los platós de Boris Izaguirre y la ex de Jaime Ostos.
La última hazaña de don Gustavo es un libro que bien hubiese podido editar el sector lírico y financiero de la FAES aznarista, y en el que arremete contra el "pensamiento Alicia" o contra lo que el catedrático considera como la inconsistencia del presidente democrático Rodríguez Zapatero en el País de la Maravillas... Lo he leído un poco a saltos, pero con suficiente atención: es un tomo revelador y confesional, especialmente para entender algunos trucos de esta España tan incierta y también porque es un espejo de las fobias del analista transferidas teatralmente al analizado. No seré quien reproche ni a Platón ni a Sabino Arana que expresen, por escrito, lo que hayan pensado, tan distinto, y que cada palo aguante la vela con la que proyecta su luz en su caverna. Allá ellos. Pero lo que llama la atención en don Gustavo, aún con las cartas marcadas boquiabiertas, y lo digo desde una vieja cordialidad, es que haga de su presunta autoridad moral, tan discutible, un púlpito más proclive a la bronca que a la razón y a vociferar más que a entender. Será, en el futuro, un señor que inmigró a Asturias, con todo derecho, y que aquí plantó a su familia y su tinglado, y que en el paritorio que fue el sanatorio Miñor tiene su madriguera municipal financiada con dinero del procomún, y cuyos viejos discípulos, mayoritariamente, han ido desertando al tiempo que veían clarear ente las oscuridades boscosas del animal divino. Su célebre escuela filosófica cabe en el mismo coche que, ignominiosamente, le incendiaron unos fascistas a la puerta de su casa, atentando que sigue mereciendo memoria solidaria y reprobación sincera.
No estamos ante una sofista confrontación ideológica entre la izquierda y la derecha, ni entre el marxismo y el capitalismo, ni entre Zapatero y Aznar, sino ante el nuevo libro de un caballero listo de solemnidad y que, vestido de pastor protestante, ha encontrado un filón para su santonismo demagógico que sólo en ciudad tan complaciente y tan dormida como es Oviedo se aplaude a medias. Y, por favor, don Gustavo, abandone, si le place, las formas de sus airados monólogos públicos, también sus recitales de falta de respeto al discrepante, y contra éllo me hermano con la filóloga Inés Illán y con el arquitecto Toribio, algunas de sus más recientes reprendidos. Ya aburre, más que irrita, su exhibición de profundas advertencias políticas o morales que aparentan navegar desde la Grecia clásica y naufragan en el Oviedo de la escultura de "la gorda" de Botero, imagen inversa de la heroica ciudad de la elegancia: allí donde Alicia come bombones rellenos de niebla, y donde una Regenta de cartón-piedra mira hacía la aguja de la catedral con cara de idiota.
→ Comentario de Gustavo Bueno en «Sobre un futurible en forma de prólogo»
→ Guillermo Caso de los Cobos, Gustavo Bueno contra las maravillas zapateriles
La Nueva España, domingo 5 de noviembre de 2006
Agustín I. Caunedo
La izquierda y la igualdad
Hace pocos días he visitado Jerusalén para recibir, en nombre del Ayuntamiento de Oviedo, el premio «Samuel Toledano» otorgado a a la Red de Juderías de España, una organización creada en 1995 que tiene como objetivo la defensa del patrimonio urbanístico, arquitectónico, histórico, artístico y cultural del legado sefardí en España.
Un viaje inolvidable que me ha llevado a reflexionar sobre algunas cuestiones como ¿qué es lo que diferencia a una sociedad civilizada y moderna de otra arcaica? ¿Cuál es la frontera, a la altura del siglo XXI, entre lo bueno y lo malo en términos sociales?
En tiempos de multiculturalismo y Alianza de Civilizaciones (sic), nos empujan a pensar que el funcionamiento de todas las sociedades es respetable y que todas las formas de organización política e institucional deben ser valoradas por igual. Después de viajar al Próximo Oriente me niego a «comulgar» con esas teorías elaboradas o divulgadas por alguien como Zapatero, a quien el más importante filósofo vivo en lengua española, Gustavo Bueno, compara intelectualmente con la protagonista del libro infantil «Alicia en el país de las maravillas».
Frente al terrible relativismo que parece invadir el discurso político de la izquierda, creo que hay una línea que separa lo que está bien de lo que está mal, social y políticamente: un límite que hay que respetar y que está recogido en la Declaración Universal de Derechos Humanos, el de la igualdad entre hombres y mujeres. La realidad es que durante mi visita a Israel caí en la cuenta de cómo en ese Estado las mujeres tienen los mismos derechos que los hombres, mientras que en el entorno islámico que rodea a Israel el papel de la mujer está subordinado de manera dramática a una concepción que las equipara a animales sin derechos.
No creo que haga falta recordar aquí los numerosos casos de abuso a los que la mujer es sometida en las sociedades regidas por el Islam, puesto que un vistazo a los periódicos es suficiente para comprobar la realidad femenina en el Islam. Pero, lo que me pregunto, sin encontrar respuesta alguna, es: ¿cómo es posible que la izquierda socialista y comunista apoye abiertamente al Islam y ataque sistemáticamente a Israel sin tener en cuenta esta situación?
El apoyo de la izquierda europea al Islam sin pedirle cuentas del denigrante trato a la mujer es un insulto a la idea de la igualdad, una mofa a los derechos humanos. La tendencia a no exigir nada, ni siquiera un avance mínimo, a una parte de la sociedad no es más que una condena a la parálisis y al estancamiento en todos los aspectos. Con esta actitud condenan al atraso y niegan la modernidad.
libertaddigital.com, lunes, 6 de noviembre de 2006
Amando de Miguel
Cuestiones de andar por casa
[...] Agustín Fuentes comprueba que comparto mesa del patronato de DENAES con Gustavo Bueno y comenta: "Pues que le transmita usted un saludo mío, sin más trascendencia, por el gusto de pensar que se lo ha hecho llegar". Promete emprender sus lecturas con el último libro de don Gustavo. Admira del filósofo (dizque materialista) "su vitalidad y razonamiento […] su exposición de argumentos propios […] con pasión y agudeza". Así es, con más de 80 años. Para mí, don Gustavo es el último supérstite del nominalismo, una verdadera reencarnación de Guillermo de Ockham, el ángel o evangelista de la ciencia moderna.
La Nueva España, lunes, 6 de noviembre de 2006
Milio Mariño
Gustavo Bueno prefiere al malo
Seguro que no hubo malicia, que todo fue una coincidencia pero si usted, el pasado miércoles, abría este periódico por las páginas del centro, resulta que se encontraba con que en una aparecía Gustavo Bueno diciendo de Zapatero que es bobo porque piensa como Alicia la del espejo, y en la otra, en la de la izquierda, venía la noticia de esas tres elefantas, «Maxine», «Patty» y «Happy», que también han descubierto el espejo y se han dado cuenta de que la suya es la imagen que aparece reflejada, lo cual según los psicólogos, supone un proceso mental muy sofisticado y de amplias repercusiones.
No se me alcanza la importancia ni la repercusión que pueda tener que una elefanta se mire al espejo. Mi relación con los animales no pasa de hablarle a un gato que anda por casa y apenas si me hace caso. Pero yo le hablo porque, aunque no lo parezca, hablar con los animales es fácil, lo difícil es que te entiendan. Y más difícil aún saber lo que piensan. Cualquiera sabe lo que pensarían las elefantas cuando, después de mirarse, se interesaron por el otro lado del espejo. Por esa parte opaca que guarda nuestros secretos. Ahí es donde se oculta lo que somos por dentro. Es lo único que, para Gustavo Bueno, sería aprovechable del espejo, siempre que no refleje ilusiones ni utopías sino lo que considera deben ser cualidades, en este caso, del buen gobernante; la insensibilidad, la desconfianza, el distanciamiento, el autoritarismo, la mala uva.
Ésas son las carencias que Gustavo Bueno le reprocha a Zapatero, y eso es lo que, al parecer, le ha movido a escribir otro libro, «Zapatero y el pensamiento Alicia», que, según dijo, ha escrito por patriotismo.
No tengo nada en contra de que don Gustavo se proclame patriota, pero apelar al patriotismo para pedir más malicia y reclamar, como reclama, que merecemos ser gobernados por una clase de individuo que cuando tenga el poder lo ejerza sin contemplaciones y hasta sin escrúpulos no sé yo si no será como dar por bueno que quien gobernaba como está mandando era el general ferrolano. Claro que, a lo mejor, es que a don Gustavo le va la marcha y le gusta que le den caña porque lo que dice que desea para presidente del Gobierno también vale para un empresario, para el guardia de la porra y para el alcalde de su pueblo. Vale para todos, hasta para los filósofos.
Menos mal que el objetivo del libro es pedagógico. Que, según dice, ha procurado que todo el mundo lo entienda sin perder el rigor de los conceptos. Gracias por el esfuerzo pero mucho me temo que, algunos ni aún así logramos entenderlo. En parte, porque somos bastante cortos y, sobre todo, porque a Gustavo Bueno cada vez se le entiende menos, aunque eso no deba ni pueda servir de disculpa para los calificativos que algunos le regalan últimamente. Que yo crea, como mucha otra gente, que el pensamiento Alicia es sano y agradable no quiere decir que quien piense de otra manera sea un facha y un senil. Hay que procurar seguir al pie de la letra las reglas del diálogo democrático. Y eso que a veces cuesta; sobre todo cuando don Gustavo mete en el mismo saco a Zapatero, Mao, Kofi Annan o Manuel Rubén Abimael Guzmán, el que fuera líder de Sendero Luminoso. Ahí sí que ya me hago un lío con Alicia la del espejo, el maoísmo, John Lennon, el pensamiento Gonzalo y el cinco a cuatro del Sporting al Cádiz. Ah, y el sofisticado proceso mental de las elefantas que se reconocen.
Debe ser que lo mezclo todo y que mi cabeza no da para tanto. A lo mejor es por eso que prefiero al bueno antes que al malo y malvado. Antes pensaba así... Y ahora pienso lo mismo.
La Nueva España, martes, 7 de noviembre de 2006 · cartas al director
Réplica a un odiador de Bueno
Una de las escasas ventajas de una larga convalecencia por haberme atropellado una moto es que dispongo de mucho tiempo para leer. No pensaba responder a los ataques que los políticos del PSOE asturiano, señores Lastra y Sariego, han lanzado contra don Gustavo Bueno. Sin embargo, lo que me ha hartado es leer la carta que don Ismael Almanza Riesco, de Pola de Siero, ha escrito a La Nueva España, titulada «Perversión en el país de Sophía». Nuevamente, observo en los odiadores de Bueno notas que Theodor Adorno distinguía en «La personalidad autoritaria»: en este caso, la vilificación de la conducta humana. Resulta que la mayoría de las notas que Adorno distinguía en los F, es decir, en los fascistas de derechas, son aplicables ahora a los archirreaccionarios de izquierda. No me extraña. Este señor, que vive en Pola de Siero, escribe en «Gara» lamentándose de los sucios que están los ríos navarros. ¡Ahora está todo claro! ¿No se habrá equivocado de periódico? Lo que este odiador de Bueno escribe tendría su lugar natural en «Gara». Ahí sí que puede escribir todas las cosas sucias que quiera.
Aprovechando que el de Pola de Siero quiere salvarnos a los navarros, respondo a los señores Lastra y Sariego. No me parecen malas personas. Sencillamente, son políticos del aparato socialista y están cumpliendo con su papel. Si no replicasen, más adelante podrían pasar por tibios. Y ya sabemos lo implacables que son las maquinarias de los partidos, de todos los partidos.
Dicho esto, señores Lastra y Sariego, ¿cómo pueden decir que el mito de la cultura, el mito de la felicidad, la vuelta a la caverna -terrorismo, guerra y globalización-, que España no es un mito, etcétera son filosofía rosa? A ver si defienden su original visión de la filosofía en cualquier curso de verano, otoño, primavera o invierno y superan a esos pozos de sabiduría que son Amelia Valcárcel y su marido, Lluís Xavel Álvarez.
Puesto que han leído al Bueno «clásico» e insuperable, ¿por qué no toman algo intelectualmente caliente como son los libros de Bueno que he citado y otros, entre los que está el que ustedes atacan, «Zapatero y el pensamiento Alicia»? Les confieso que no he podido leerlo, porque, cuando he enviado a que me lo comprasen, la librería ha respondido que se había agotado la primera edición en una semana y que esperaban que les enviasen cuanto antes ejemplares de la segunda. Estoy segura de que voy a encontrar lo mismo que ustedes, si lo leen: la obra de un genio. Octogenario, eso sí, pero cada vez más genio. No se pongan ustedes en ridículo ante sus familias. Piensen a cinco o diez años vista y calculen lo que ellas pensarán de ustedes por las cosas que han dicho de un genio. Desde luego, es tremendo esto de que los hijos sean los jueces más implacables.
María Teresa Aizpurúa Ibarra
Pamplona
Diariocritico.com, martes, 7 de noviembre de 2006
Rodolfo Ainsa
La libertad es el camino
«El cambio climático provoca ya más muertos que el terrorismo.» José Luís Rodriguez Zapatero, en la Cumbre Iberoamericana. Montevideo 4 de noviembre de 2006. He ahí el estadista de salón. El filósofo Gustavo Bueno ha analizado en un libro el pensamiento del presidente del Gobierno y ha llegado a la conclusión de que lo más profundo del mismo es el vacío, aderezado con golpes de simplicidad e ingenuidad. Vive, como Alicia, en el País de las Maravillas. El profesor asturiano dice que toma decisiones y adquiere compromisos –por congratularse con la audiencia– sin que nadie se los pida; y esto hace que vaya tejiendo a su alrededor una tela de araña de la que no puede escapar. Las soluciones, mañana; siempre mañana. Una huida hacia delante permanente. [...]
La Nueva España, miércoles, 8 de noviembre de 2006 · página 2
Javier Neira / Cien Líneas
Adviento
Ayer empezaron a poner en mi calle las luces de Navidad: cuenta atrás para las mejores jornadas del año. ¿Cómo estará el Ibex 35 para entonces, ya que acaba de superar los 14.000 puntos, récord histórico absoluto?
A mí la Navidad siempre me ha gustado, y mucho más últimamente, ya que está de moda decir que se trata de una cita insoportable. O casi.
Llama a la historia, la personal –la infancia como patria irreductible– y la colectiva: sólo puede producir vibraciones positivas.
Pero como se trata de acabar con la familia y el cristianismo –únicas instituciones que se resisten al Estado, siempre tentado de totalitarismo–, la ideología oficial, el pensamiento único, la dictadura de lo políticamente correcto y el agitprop todopoderoso llevan tiempo minando la Navidad.
Quizá la operación más taimada y más exitosa haya sido la más reciente: convertirla en fiesta de la amistad, que, claro, nunca sobra y está muy bien, pero van a lo que van.
Por ejemplo, quieren forjar la Alianza de Civilizaciones aunque sea con los predadores que persiguen a los ciberdisidentes. Lo digo porque hoy termina la jornada de protesta en la red contra esos dictadores. ¿Adivinan quiénes son? Todos comunistas o islamistas.
En estos momentos hay 60 ciberdisidentes encarcelados. En lo que va de año han sido asesinados 66 periodistas y 131 están o han pasado por prisión, además de los ciberdisidentes señalados. Y los del «pensamiento Alicia» –el libro de Bueno les está haciendo pupa de aúpa– quieren aliarse con los verdugos de esos periodistas. Y a los periodistas amigos de los promotores de la Alianza de Civilizaciones les importa un pito la naturaleza asesina de los virtuales aliados.
Ayer murió Jean-Jacques Servan-Schreiber, periodista y político francés que hace casi 40 años conmocionó a la opinión pública mundial con su libro «El desafío americano». No sobra recordarlo se esté o no de acuerdo con sus tesis: quiero decir que aún no estamos en Adviento y ya llega la Navidad.
La Nueva España, viernes 10 de noviembre de 2006 · Sociedad y Cultura
Rubén Suárez
La pita de la llingua y el «pensamiento Alicia»
La nueva sala Borrón es atractiva [...]. Para empezar, el acontecimiento de la inauguración resultó multitudinario, un llenazo impresionante, contra lo que sucedió en la presentación de la muestra de 2005, más bien parca de público. Acudió hasta la pita de la llingua, que fue a protestarle a Areces, que también vaya cruz para este hombre los cortejos que siempre le acompañan en las inauguraciones. [...]
De modo que sobre esta cuestión, y con independencia de la calidad de esas obras, únicamente voy a permitirme una pregunta-reflexión: ¿soy el único que encuentra en las tendencias de cierto arte joven una excesiva complacencia en el infantilismo? No sé yo si los jurados de las últimas muestras (y mea culpa porque formé parte de alguno de ellos) habremos dado el mensaje de otorgar demasiada preferencia al «pensamiento Alicia», por tomar prestado el título de Gustavo Bueno. La infancia del arte, la «espontánea ingenuidad», lo neonaif, la innovación y conceptualización por sistema –sin negar por ello algunos planteamientos de indudable interés en la presente muestra– quizá debieran ceder parte de su protagonismo a otros valores superadores de la edad de la inocencia y que entrañen mayor densidad de experiencias, tanto vitales como artísticas, incluyendo las formales del lenguaje. A fin de cuentas, aunque hablemos de «arte joven», los treinta y cinco años de edad límite para participar en las muestras son suficiente para encontrar esa madurez de creación.
La Nueva España, viernes 10 de noviembre de 2006 · Cartas al director
Gustavo Bueno o la interpretación cándida de la práctica periodística
Noticias condensadas en titulares, en mensajes simples, «me avergüenza la simpleza de Zapatero» (La Nueva España, 01/11/2006). El periodista como transmisor y divulgador del mensaje. ¿Puede el profesor Bueno encontrar rigor filosófico en la práctica periodística?
¿Qué impresión recibe el lector de la prensa escrita? ¿Que el reflejo del mundo sugerido por el cronista, en este caso la señorita Rubiera, es tan real como la ficción del sueño infantil de Alicia?
Un personaje de ficción no tiene potestad para imponer el relato, pero asumimos que sí puede hacerlo una autoridad como el profesor Bueno. El respeto que el lector bienintencionado le presupone al cronista por el personaje real le hace asumir espontáneamente la verdad de la noticia. Se asume que el mensaje del relato se ajusta a la realidad. Pero ¿qué realidad? De la decena de párrafos de la descripción de la señorita Rubiera apenas el 30% se ocupa del hecho esencial: la actitud pública del Gobierno de turno, definida como utópica y armonista, desde el punto de vista del profesor Bueno. Un segundo mensaje subyacente es el sesgo menospreciativo del personaje sobre una actitud de gobierno pragmática y aparentemente vacía de directrices de rigor filosófico. El relato sugiere el matiz de ausencia de «rigor sistemático y decencia filosófica».
El egocentrismo del filósofo afecta a su comprensión del mundo. ¿Acaso las acciones de gobierno explicadas como dimanadas de algún pensamiento político suponen, con su marchamo de calidad filosófica (o cosmética), alguna diferencia de legitimidad o de eficacia? Véanse las justificaciones de la Administración contemporánea norteamericana, o los argumentos del «think tank» de la oposición española. Al contrario, suponen sencillamente la apropiación de un modelo teórico adaptado a preferencias personales. Y un modelo no es más que un modelo conveniente.
Utópicamente, el lector puede preferir creer que el relato no está a la altura del mensaje relatado, que el pensamiento del personaje no es tan simple como lo muestra la práctica periodística, o que tampoco lo es la práctica política de los gobernantes.
Orlando Domínguez. Tres Cantos, Madrid
Levante. El Mercantil Valenciano, domingo 12 de noviembre de 2006 · Cartas al director
El pensamiento zopenco
Si George W. Bush jr. fue el inventor del «pensamiento simple», por el que lanzó al mundo a la guerra preventiva y Aznar, el estratega, ideó el «único pensamiento», el de la FAES, el filósofo Gustavo Bueno ha parido la idea del «pensamiento zopenco» en virtud el cual opone al idealismo una versión distorsionada y torticera de la realidad, determinada por el maniqueísmo más simplista.
Gustavo Bueno ha dejado dicho a la humanidad ignorante que el Presidente del Gobierno, ZP para los amigos, es por lo que se ve, un ñoño, pusilánime e irreal idealista. La Alianza de Civilizaciones, el matrimonio homosexual, la recuperación de la memoria histórica, la ley de la dependencia, etcétera, son ñoñerías pueriles que retratan una sociedad acomplejada y un país arrodillado ante los terroristas de ETA y el peligroso contubernio comunista y masón, todo ello síntomas de la inminente ruptura de España.
Esta línea de preocupación por la salvación de la patria, por encima de asuntos innecesarios como el multiculturalismo y los derechos individuales y colectivos, ha creado escuela en la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad de Valencia, donde tras haberme matriculado me ha aparecido en mi e-mail un sujeto que bajo el seudónimo «iberos» inunda mi bandeja de entrada con desvaríos y patrañas de similar enjundia, dando pábulo a las conspiranoias megalomaniacas de estos personajes.
Enric Casanova. Valencia
La Nueva España, lunes, 13 de noviembre de 2006 · página 2
Javier Neira / Cien Líneas
Gas ZP
En Moncloa están de los nervios porque el Grupo de Alto Nivel para la Alianza de Civilizaciones acaba de evacuar el tan esperado documento sobre el particular, después de un año de sesudos estudios, y resulta que es apenas un texto gaseoso. Parece ser que tal ha sido el término empleado por un portavoz de palacio. ¿Qué esperaban? Las flatulencias, incluidas las mentales, tienen siempre esos resultados.
El Grupo de Alto Nivel –hay que tener cara para autodenominarse así– está formado por veinte cerebros privilegiados, quizá la masa encefálica más potente del planeta. Lo preside Mayor Zaragoza, por si alguien tenía aún dudas.
Mayor Zaragoza fue nombrado rector de Granada por Franco en 1968 –entonces había sólo doce universidades en España y, por supuesto, a los rectores los ponía el general– y ahora ya se ve: a cierta derecha católica le da igual un roto franquista que un descosido socialista.
A mi juicio, ése es uno de los mayores problemas de España: un sector de la derecha acepta todo incluso la desaparición de España, ya que están muy bien atechados en las comunidades. La izquierda disparata, una parte de la derecha deja hacer y así estamos en lo interior y en lo exterior.
¿Es que creía ZP que sus frases vacías iban a ser rellenadas por los sabios? Cada cual va a lo suyo y los veinte genios, tras un año de darse pisto –aparte comilonas, viajes y demás gratis total–, han parido un ratón y gracias. Como aquellos sabios de la tele, que alguno ni siquiera tenía receptor en casa y aún pontificaban urbi et orbi.
El pensamiento Alicia no puede ser la primera piedra de nada salvo gas y nada más, eso sí, de la acreditada marca ZP. ¿Un gas contagioso? Paloma Sainz dice en su blog que cuando nació había un fuerte clima de protestas que protagonizaban «a la limón» estudiantes y obreros. Me parece que nos va a dar muchas tardes de gloria.
(Para la terapia de esta semana se recomienda vivamente el ballet «Los animales modelos», de Poulenc).
La Nueva España, miércoles, 15 de noviembre de 2006 · página 2
Javier Neira / Cien Líneas
Albiac y Bueno
Gabriel Albiac es catedrático de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid y uno de los pensadores más destacados de la España actual. Por sus libros los conoceréis y por sus conferencias: el lunes llenó el Club Prensa Asturiana, de esta casa, con una disertación sin concesiones.
Es un tipo encantador y bien nacido. Antes de la conferencia, durante y después se deshizo en elogios hacia el filósofo asturiano Gustavo Bueno, al que calificó como el pensador español más destacado de los últimos cincuenta años. No le debe nada. Por eso su catarata de elogios vale aún más, tanto para el elogiado como para confirmar la calidad moral del elogiador. Por cierto, destacó especialmente el libro El mito de la cultura, editado por Editorial Prensa Ibérica, del grupo de La Nueva España.
Albiac tiene quizá las mejores cartas credenciales de la izquierda española: su padre, el teniente Albiac, participó en el levantamiento republicano de Jaca y su suegro, Julián Grimau, uno de los líderes del PCE, fue fusilado en 1963. Él mismo se desempeñó como profeta de Althusser en España.
El catedrático de la Complutense milita como Bueno y tantos y tantos patriotas más en el bando de España y de la libertad, que para el caso son sinónimos.
El último hito de esa lucha ha sido el libro de Bueno Zapatero y el pensamiento Alicia, donde el filósofo asturiano pone el dedo en la llaga al desvelar la naturaleza gaseosa y la mala fe del discurso de ZP. Tal está siendo el éxito del libro que a Bueno le están lloviendo cataratas de insultos y ataques, tan orquestados como desafinados.
El otro día me lo comentaba Francisco Alamán: están haciendo con Bueno lo mismo que con Ortega y Unamuno. Primero los idolatraron y cuando lo que decían dejó de convenirles los crucificaron.
La genealogía es insuperable: Unamuno, Ortega, Bueno, Albiac y enfrente la brutalidad, el rencor, la estupidez y el odio a España y a la libertad.