Señas de identidad (original) (raw)
1927 «Como hasta estos últimos años el avión civil no parecía llamado a salir de su territorio propio, se creía lógico en estas condiciones ser suficiente para la matrícula, aplicar a los aparatos volantes las reglas adoptadas para los vehículos terrestres. Nadie se detuvo a pensar, en que las condiciones eran muy diferentes para las dos clases de vehículos. Así mientras que un automóvil rueda sobre un mismo plano y presenta siempre de la misma manera a la vista la placa que lleva las señas de identidad, el aeroplano evoluciona en el espacio donde toma las posiciones más variadas, presentándose a la observación de tierra bajo un aspecto completamente diferente.» (Orellitra, «Identificación de los aviones», La Vanguardia, Barcelona, martes 30 de agosto de 1927, pág. 17.)
Aunque no fuera la primera vez que se utilizaba el rótulo «señas de identidad» (que, como acabamos de ver, ya circulaba en 1927, curiosamente el mismo año en el que se introdujo en el español el rótulo «hecho diferencial», también por Barcelona…) es indiscutible que su potente expansión comienza a partir de 1966, cuando el escritor español Juan Goytisolo Gay (Barcelona 1931), que desde 1957 vivía en París una emigración voluntaria, tituló así una novela que había de alcanzar gran difusión y fama, en España particularmente, fallecido Franco en 1975, en los primeros meses de la restauración borbónica. Señas de identidad se publicó en México en 1966 (Colección Novelistas Contemporáneos, Editorial Joaquín Mortiz), como novela en buena medida autobiográfica cuyo texto fue ampliamente modificado por su autor en la segunda edición (México 1969), versión que fue la reproducida en España (Seix Barral, Barcelona 1976). Publicó Goytisolo Reivindicación del Conde don Julián en 1970 (también en México) y Juan sin tierra en 1975 (ya en España), cerrando así la «trilogía de Álvaro Mendiola», donde el protagonista comienza buscando unas raíces de las que luego terminará renegando (la tercera entrega termina con una página en árabe… desde 1997 el autor vive en Marraquech). Las «señas de identidad» pregonadas en la novela publicada en México por un español del exterior, novela que había de tardar diez años en ser impresa, que no leída, en España, se fueron curiosamente convirtiendo muy pronto en categoría ideológico política reivindicativa, un rótulo que mantiene hoy notable vigor, con acepciones y matices nuevos igualmente confusos, y no sólo en España sino también en las demás naciones de lengua española… a pesar de que el propio Juan Goytisolo, ya en 1984, intentó combatir inútilmente el abuso de tal hijuela ideológica de su pluma:
«Cuando en una novela mía, publicada fuera de España en 1966 y autorizada acá 10 años más tarde, el protagonista de la misma indagaba su pasado, tratando de rescatar del olvido una serie de sucesos e incidentes que debían permitirle no sólo iluminar su biografía, sino también dejar constancia de un conjunto de facetas oscuras pero reveladoras de la vida en el país en el que, para su suerte o desdicha, se criara, tanto Álvaro Mendiola como su creador distaban mucho de pensar que esta labor de exhumación minuciosa llegaría a convertirse algún día en un pasatiempo nacional. La busca de las hoy tristemente célebres «señas de identidad» que planteaba la novela tenía en verdad muy poco que ver con la que en la actualidad, a escala estatal, nacional o autonómica, de partidos políticos o agrupaciones cantonales ha convertido a la nueva España democrática en una especie de club cuya finalidad primordial consiste en la contemplación amorosa por parte de cada uno de sus miembros de su propia, singular e irreductible identidad. Mientras el héroe de la novela calaba en el pasado para verificar a la postre la incertidumbre de sus coordenadas, «horro de pasado como de futuro, extraño y ajeno a sí mismo, dúctil, maleable, sin patria, sin hogar, sin amigos, puro presente incierto, nacido a sus 32 años, sin señas de identidad», la frondosa amáciga de sus epígonos ha transmutado dicha operación salutífera de desidentificación y apertura, de crítica radical de lo propio y comprensión generosa de lo ajeno, en una pesquisición mezquina, narcisista, engreída de una remota e inmutable esencia. Ya no es la España tradicional, esa madrastra contra cuya correosa, amarga autoridad y obsesivo poder de gravitación se afirmara en la huida el protagonista de la novela, sino un coro de patrias menores pero estridentes las que nos hablan de la pureza de lo catalán, cántabro o euskera, de las esencias menorquinas o gallegas, de las señas de identidad cartageneras o riojanas; ¿por qué no del condado de Treviño, el rincón de Adamuz o la baja Navarra?» (Juan Goytisolo, «Abandonemos de una vez el amoroso cultivo de nuestras señas de identidad», 10 de abril de 1984.)
1966 Juan Goytisolo, Señas de identidad, Editorial Joaquín Mortiz (Novelistas contemporáneos, 22), México 1966, 485 págs. [4.100 ejemplares numerados.]
«¿No lo sabíais? Superpuesto, subpuesto, encarnado en Lope –o viceversa–, Gerardo descubre en este soneto claves, señas de identidad.» (Carlos Murciano, «En torno a los sonetos de Gerardo Diego», La Vanguardia española, Barcelona, jueves 13 de octubre de 1966, pág. 61.)
1967 «Publicaciones y libros recibidos. […] Señas de identidad. Novela de Juan Goytisolo. Novelistas contemporáneos, 22. Joaquín Mortiz, Méjico D. F., 8º, 486 pp.» (La Vanguardia española, Barcelona, jueves 2 de marzo de 1967, pág. 58.)
«Publicaciones y libros recibidos. […] Señas de identidad. Novela de Juan Goytisolo. Novelistas contemporáneos, 24. Joaquín Mortiz, Méjico D. F., 8º, 486 pp.» (La Vanguardia española, Barcelona, jueves 23 de marzo de 1967, pág. 16.)
«Mientras tanto, con el viejo álbum familiar en la mano, Alvaro pasa revista a su pasado en busca de los mitos y el tiempo perdido. A partir de este momento, el autor ha dado la clave del libro: la investigación despiadada de su propia vida en busca de sus Señas de identidad. Para cerrar el primer capítulo, Antonio, sin más presentación, deja caer la noticia de que un determinado profesor ha muerto.» (Alberto Diaz Lastra, «Señas de identidad de Juan Goytisolo» [firmado en París, febrero de 1967], Cuadernos de Ruedo Ibérico, nº 13-14, París, junio-septiembre 1967, págs. 177-180.)
1968 Juan Goytisolo, Pièces d'identité, traduit de l'espagnol par Maurice-Edgar Coindreau, Gallimard, París 1968, 380 págs.
1969 Juan Goytisolo, Marks of Identity, translation from the spanish by Gregory Rabassa, Grove Press, Nueva York 1969, 352 págs.
1970 «Tiempo de silencio, de Luis Martín Santos, y Señas de identidad, de Juan Goytisolo, en el caso de la novela; la obra de Gimferrer o de Gil de Biedma, en poesía, dicen ahora que marcan los nuevos rumbos, lo que deben hacer quienes, como en el cantar infantil, escriben "a la moda de París", para que siempre haya unos críticos genuflexos y dados a la veneración…» (Antonio Burgos, «La fosa del realismo social. Estéticas con freno y marcha atrás», ABC, Sevilla, 28 de mayo de 1970, pág. 12.)
1972 «En el banquillo de los acusados se sienta una hermosa mujer, con cabellos huecos y ensortijados, al estilo «afro». Parece la ilustración viviente del «Black is beautiful» («lo negro es hermoso»), la frase que acuñara Luther King. Expresan sus señas de identidad: Angela Yvonne Davis, de veintiocho años recién cumplidos, estatura 1,72, peso 65 kilos, ojos marrones.» (Julio García Castillo, «Angela Davis y la revolución negra», Blanco y Negro, Madrid, 12 de febrero de 1972, págs. 56-59.)
«Entre nosotros, por ejemplo, Barcelona late como mito literario en algunas de las novelas de Juan Goytisolo, como Señas de identidad y Reivindicaciones del conde don Julián.» «El propio vaciamiento aparece, entonces, como el único gesto posible aunque ello signifique la apertura de una vida errática: en un hospital extranjero Alvaro se contemplará como "extraño y ajeno a tí mismo… sin patria, sin hogar, sin amigos, puro presente incierto, sin señas de identidad".» (Laureano Bonet, «Barcelona como mito literario», La Vanguardia española, Barcelona, viernes 9 de junio de 1972, pág. 55.)
«Diríase que la alternativa con que se enfrenta el hombre actual es la disolución de sí mismo en el ojo del gigantesco huracán de la abstracción o, por el contrario, la ardua reconquista de su cuerpo, de su sensibilidad y sentimientos más intransferibles. En suma, de sus señas de identidad.» (Laureano Bonet, «El reto de la nueva educación», La Vanguardia española, Barcelona, domingo 23 de julio de 1972, pág. 47.)
«La evolución del gusto en el lector queda reflejada en el primer párrafo-confesión del estudio de Gonzalo Sobejano: "Por los años 40, mientras cursaba estudios medios y universitarios, leí algunas novelas españolas recientes que no puedo afirmar me hiciesen una fuerte impresión. Cuando, más tarde, en 1952, en el Ateneo de Madrid, leí La colmena, entre otras novelas que debía conocer para preparar un curso en Heidelberg, esa obra de Camilo José Cela me impresionó tanto que transcribí en mis cuadernos casi una tercera parte, rodeada de anotaciones que la lectura me sugería. La colmena significó para mí la revelación del mundo en que nebulosamente había estado viviendo, y revelaciones de arte y vida, muy semejantes, me proporcionaron después El Jarama, Las afueras, Los bravos y, más tarde, Tiempo de silencio, Cinco horas con Mario y Señas de identidad. (Menciono estas obras por el orden en que las fui conociendo)." Esta es, sin duda, la historia de la lectura de novelas de un lector cultivado.» (Joaquín Marco, «El gusto novelístico español como problema (2)», La Vanguardia española, Barcelona, jueves 14 de septiembre de 1972, pág. 44.)
«El drama continúa. No es algo fijo, sino algo que está pasando. No puede ser moraleja, porque es un grito; no son nunca gesticulantes las señas de identidad. Oprime igual la ropa que la mirada, la sociedad que la fiereza desatada del hombre. Son las vergüenzas ónticas de la existencia.» (Salvador Jiménez, «El redoble de Barjola en la Galería Biosca», Blanco y Negro, Madrid, 23 de diciembre de 1972, pág. 86.)
1973 «Señas de identidad. Como mito cinematográfico, James Bond tiene ahora diez años. Pero vaya por delante que en ciertas filmografías la producción de Agente 007 contra el Dr. No, primer espécimen de la serie fílmica, se sitúa en 1962.» (Luis Bonet Mojica, «El doble aniversario de nuestro defensor James Bond», La Vanguardia española, Barcelona, 16 junio 1973, pág. 57.)
1974 «Ferlosio vuelve. Rafael Sánchez Ferlosio, a fuerza de silencio, se está convirtiendo en un novelista que –como las cosas sigan así– habrá que almacenar con la etiqueta de raro o curioso. Porque frente a tanto papanatismo crítico de elogio desmesurado de Benet y de Señas de identidad se está olvidando lo que El Jarama tuvo de revolucionario para la novela española.» (A[ntonio]. B[urgos]., «Retablillo literario», ABC, Sevilla, 20 de abril de 1974, pág. 20.)
«Lo peculiar de Ecuador, lo que da sostén a los números y especifica este 10 de agosto, es su identidad histórica, sus señas de identidad culturales.» (Renán Flores Jaramillo, «Aniversario, petroleo, cultura», ABC, Madrid, 14 de agosto de 1974, pág. 75.)
«Gaby, Fofó y Miliki se presentan ahora en el Monumental –el sábado, día 21– para una breve campaña de Navidad. Es la primera vez que actúan, en su larga vida de circo, en un teatro cerrado. Cuando hablamos con ellos, nos dan, primero, sus señas de identidad: —_Nos llamamos Gabriel, Alfonso y Emilio Aragón. Somos hijos de Emig, o sea, Emilio Aragonés, hijo, a su vez, de otro gran Emilio Aragón, cuyo nombre circense de Pepino fue conocido y admirado en todo el mundo…_» (Angel Laborda, «Gaby, Fofó y Miliki se presentan en el Monumental», ABC, Madrid 21 de diciembre de 1974, pág. 95.)
«A sus 63 años y dotado todavía de una exhuberante vitalidad, Ray expresó en el certamen donostiarra su ferviente deseo de regresar a Hollywood, donde hizo sin duda sus mejores películas, "aún a pesar de Hollywood". Ray busca sus señas de identidad: "Tengo que volver a mi país para terminar mi última película, que trata sobre quién soy yo, qué soy yo, y por qué soy yo".» (Luis Bonet Mojica, «Redescubriendo a Nicholas Ray», La Vanguardia española, Barcelona, martes 24 de diciembre de 1974, pág. 71.)
1975 «Reacción en las Asociaciones de Vecinos. Un grupo de Asociaciones de Vecinos del distrito II han dirigido una carta abierta al concejal presidente de la Junta Municipal de su distrito, señor Llorens Lorente, en el que, después de recordarle su papel en el último pleno municipal, dicen: […] "Una buena parte de los habitantes de nuestros barrios somos lo que ha venido en llamarse 'otros catalanes'. De hecho, buena parte de nosotros no tenemos, ni tendremos, intención de considerarnos 'otros'. Nuestro ánimo, nuestras voluntades y nuestros actos, son de catalanes, sin necesidad de adjetivos. Estamos y estaremos junto a los vecinos de nuestros barrios, junto a todos los barceloneses y catalanes que no han renunciado ni renunciarán a sus propias señas de identidad colectiva, la lengua, en primer lugar, porque en parte es la nuestra y sobre todo, la de nuestros hijos".» («Posible salida a la situación del Ayuntamiento respecto a la cultura catalana», La Vanguardia española, Barcelona, sábado 8 de marzo de 1975, pág. 27.)
«Mirar hacia el corazón de los hombres, hacia la historia de los pueblos, como el insondable pozo de la memoria ante el que Proust evocaba las excelencias del tiempo perdido como pauta para revivir el tiempo recobrado, no es un pasatiempo baldío, es una forma muy eficaz de no perder las propias señas de identidad.» (Josep Meliá, «El miedo a la vida», Blanco y Negro, Madrid, 29 de noviembre de 1975, pág. 36.)
1976 «Con este espíritu se ha iniciado la búsqueda por parte de Castilla y León de sus señas de identidad. De una corriente de opinión en este sentido se ha pasado a la creación de un organismo que aglutine esfuerzos: el instituto Regional Castellano-Leonés. Para estudiar su constitución se reunieron en la histórica villa de Lerma, en Burgos, 150 representantes de las nueve provincias, aunque se registraron algunas ausencias como la de Santander. Se hallaban entre los asistentes el procurador en Cortes por Soria Fidel Carazo, el escritor Miguel Delibes y el periodista César Alonso de los Ríos, por Valladolid, lo que da idea de la heterogeneidad de puntos de partida, unidos por la común preocupación por los problemas de la región.» («El colmo: Castilla y León, contra el centralismo», Blanco y Negro, Madrid 24 de enero de 1976, págs. 31-32.)
«Esto es lo que parece desprenderse del estudio que Ignacio Fontes y Eduardo Chamorro han finalizado para editora Euros, y que llevará el título de 'Las Bases norteamericanas'. […] Me parece que la dependencia está en algo más profundo que el aparato bélico situado en tal o cual punto: está en la tecnología, en la investigación, incluso en las propias señas de identidad alteradas, o los gustos.» (Fernando Monegal, «Historia de un idilio. Las relaciones hispano-americanas, de cabo a rabo», La Vanguardia española, Barcelona, domingo 1 de febrero de 1976, pág. 32.)
«Acabo de leer tres libros de muy reciente aparición: Història bàsica del catalanisme de Josep M. Poblet (Pòrtic), Puig i Cadafalch de Enric Jardí (Ariel) y El Parlament de Catalunya de Joaquim de Camps i Arbolx (62). En ellos se advierte un afán común de analizar el pasado bajo un igual denominador: recuperación. […] Después de premeditadas deformaciones y de silencios impuestos sobre nuestra Historia reciente, estos tres libros son esenciales para cuantos deseen recuperar nuestras señas de identidad.» (Lluís Permanyer, «Recuperar nuestra historia», La Vanguardia española, Barcelona, sábado 10 de abril de 1976, pág. 44.)
Juan Goytisolo, Señas de identidad, Editorial Seix Barral (Biblioteca Breve, 392), Barcelona 1976, 422 págs. («Seleccione su libro. Seix Barral. Señas de identidad, Juan Goytisolo. B. B. B. Serie Mayor, 424 págs. 350 ptas. Indagación en las "señas de identidad" del autor y de la España contemporánea.», La Vanguardia española, Barcelona, martes 27 de abril de 1976, pág. 34.)
«Prohibidos y no prohibidos. En general, podemos decir que, si bien en Madrid el Día del Libro pasó sin pena ni gloria, es cierto, en cambio, que este año han visto ediciones que hubiesen sido impensables hace apenas seis meses, muchas de las cuales llevaban un largo y duro camino de prohibiciones. Entre las novedades más interesantes se encontraron títulos como Conversaciones con Pier Paolo Pasolini, Señas de identidad, Recuento, Terra nostra, Historia del 1º de Mayo. Como contrapartida siguen los problemas con ciertas obras: recientemente han sido secuestrados Querido Señor Rey, El Grupo Dziga Vertov, El libro negro de Vitoria, así como un texto en torno a la conflictividad del pasado enero y una novela sobre la muerte de Franco.» (Elena Checa, «El libro: páginas de descontento», Blanco y Negro, Madrid, 1º de mayo de 1976, pág. 35.)
«"Vamos claros, dije yo para mí; ¿dónde está el cementerio? ¿fuera o dentro?… El cementerio está dentro de Madrid." La cita es de Mariano José de Larra y la utiliza Juan Goytisolo en su celebérrimo Señas de identidad, texto que sólo podíamos comprar 'de matute' hasta anteayer, que ha sido su venta autorizada en todo el territorio nacional, editado aquí por Seix. Me despertó Carandell avisándome de que Juan Goytisolo andaba en los adentros, en tránsito hacia su cábila de Marrakech. Nos vimos en 'chez' Carmen Balcells. —¿Regresas, Juan? —No regreso, por ahora. Vengo por aquí… Quizá más adelante. Me fui el año 1957 en plan de emigrado voluntario […]. —¿Con cuanto retraso nos llegan esas 'señas de identidad'? —Con seis años. Abrió el fuego Joaquín Mortiz, desde Méjico, y siguieron a él varias traducciones. Se trata de las coordenadas sociales, históricas, familiares y políticas de un español de mi generación, de mi edad, que ha vivido la época franquista durante la adolescencia, y que regresa a su país, en busca de sus señas de identidad propias.» (Ferrán Monegal, «Juan Goytisolo, observador implacable desde el exterior» La Vanguardia española, Barcelona, sábado 1º de mayo de 1976, pág. 25.)
«El Consejo Superior de Colegios de Médicos tendrá nuevo presidente el próximo 8 de julio, cuando comparezcan ante las urnas las candidaturas que acaban de hacerse públicas. Lo que aún no se conoce son los programas de cada uno de los candidatos y, con ellos, las señas de identidad política de los pretendientes, ya que, como nuestros lectores saben, los colegios profesionales son desde hace unos años un verdadero campo de acción política.» («Consejo Superior de Colegios de Médicos. Lucha por la presidencia», Blanco y Negro, Madrid, 19 de junio de 1976, pág. 32.)
«A las siete y media de la tarde de ayer fue presentado en la Asociación de la Prensa el libro Quarenta anys de periodisme barceloni, de Esteve Busquets i Molas, por Josep Maria Cadena, subdirector del diario Avui. Tenemos ante nosotros un libro de memorias de un periodista y hombre de bien; un libro abierto a toda manifestación de catalanidad y talante democrático, como su autor. Libros de memorias se han publicado ya en editorial Pòrtic, que nos devuelve señas de identidad: personajes como Pasarell, Aurora Bertrana, Roig i Llop, &c., han pasado por sus páginas.» («Un libro abierto a toda manifestación de catalanidad», La Vanguardia española, Barcelona, sábado 26 de junio de 1976, pág. 33.)
«Juan Goytisolo, el llamado 'niño mimado' de Gallimard, que fue el 'manager' de la novela socialrealista y de testimonio, sobre todo de la española, en los años cincuenta, ante las editoriales de París, con más que regular éxito, no había tenido excesiva suerte a la hora de pasar las aduanas administrativas con sus últimas obras, donde retorcía el cuello a su estilo subjetivo-objetivo en una ruptura del lenguaje más o menos convencional para buscar en el sarcasmo y lo irrisorio sus datos personales y aun la identidad de la cultura española. Al fin el camino se le ha despejado, y Juan Goytisolo, alabado y reverenciado por los críticos de Times y Harper's, traspasa su propuesta a los críticos y lectores interiores. Señas de identidad figura en los primeros lugares de las listas de lectura, y circulan su Reivindicación del conde don Julián y Juan sin Tierra en muchas manos.» («Visado de lectura para Juan Goytisolo», ABC, Madrid, 12 de septiembre de 1976, pág. 51.)
«Puestos en contacto con Juan Marsé, éste ha dicho que, si bien es cierto, como dice L'Express que se pueden adquirir en las librerías obras de Marx y Lenin, siempre que un autor español quiere escribir la crónica de estos últimos cuarenta años, corre el riesgo de ser humillado. "El poder –ha añadido– pretende usufructuar en exclusiva la memoria de unos hechos, de un tiempo y de un país, arrebatándonos las señas de identidad".» («Secuestro de una novela de Juan Marsé. Se trata de Si te dicen que caí, premio internacional de novela de Méjico», La Vanguardia española, Barcelona, miércoles 27 de octubre de 1976, pág. 31.)
«Terra Nostra hubiera podido ser el Fausto americano, pero Fuentes no es Goethe –para nuestra desgracia y tal vez la suya– y difícilmente el lector podrá perdonarle la desmesurada pretensión y la dilatada lectura hasta llegar a unas conclusiones que nos sabíamos de antemano y que podríamos resumir sencillamente: también los escritores latinoamericanos, como hiciera entre nosotros Juan Goytisolo, bucean a la caza de sus "señas de identidad", identidad que el lector sabe, como el autor, que se encuentra en una cultura indígena y una aportación hispánica. Y para tal viaje no eran necesarias tamañas alforjas.» (Joaquín Marco, «Hacia una interpretación de la mejicanidad: Terra Nostra, de Carlos Fuentes», La Vanguardia española, Barcelona, jueves 11 de noviembre de 1976, pág. 49.)
1977 «Con el andalucismo está ocurriendo algo análogo a lo que decíamos ocurre con la figura del propio Blas Infante. De tal manera ha subido el termómetro de las públicas manifestaciones de fe andaluza, que a veces las fiebres resultan un tanto extrañas […]. Desde luego, más vale tarde que nunca, y mejor es unirse que disgregarse, y bueno es ir adquiriendo señas de identidad y conciencia de pueblo con voz propia. Pero, cuidado con las frivolidades, los coqueteos y los oportunismos.» (Lanzagorta, «Ideal andaluz. Un poco de orden y menos frivolidad», ABC, Sevilla, martes 4 de enero de 1977, pág. 17.)
«—¿Cuál es la actitud y cuál puede ser el papel del inmigrado, en Cataluña? —La cuestión en Cataluña, ciertamente –precisa Eduardo Martín– se matiza de una manera trascendentalpor el hecho de la inmigración. Hoy cientos de miles de trabajadores de todo el territorio del Estado y particularmente de Andalucía nos hemos incorporado a la vida económica de Cataluña y participamos en una vida social en común con los catalanes de origen. Para muchos, nuestros hijos han nacido ya en Cataluña y son, evidentemente, catalanes. Todo esto no se realiza sin traumas. Queremos trabajar aquí, queremos convivir aquí. No queremos ser discriminados. Queremos formar parte de una sola sociedad, en la que no haya distingos por el origen de cada cual. Esto, se plantee desde donde se plantee, sería racismo. Es cierto que no hemos tenido posibilidad de asumir plenamente nuestra condición cultural y social de ciudadanos de Cataluña, de catalanes. Pero la responsabilidad no es de Cataluña. La responsabilidad es de los mismos que nos han obligado a dejar nuestras tierras, a desarraigarnos de nuestras calles, de nuestras costumbres, de nuestras familias. Son ellos los que han impedido que Cataluña realice en todos los aspectos su identidad propia como pueblo y que nosotros podamos tener acceso fácil, asequible, a esas señas de identidad de Cataluña que, como nuevos catalanes, queremos asumir.» («Eduardo Martín, PSC Congrés: No podemos admitir que se nos divida según criterios racistas», La Vanguardia española, Barcelona, sábado 12 de marzo de 1977, pág. 19.)
«Señas de identidad. Se refirió luego Santiago Carrillo a aquellos que en su lucha por los votos acusan al PCE de disimular sus señas de identidad. Nosotros no necesitamos disimularlas, dijo. Somos comunistas siguiendo las enseñanzas de Marx y Engels. Comunista es el nombre que científicamente corresponde al partido obrero que lucha por el socialismo.» («Mitin del PCE en el estadio del Rayo Vallecano. Santiago Carrillo: "El PCE quiere desterrar definitivamente la amenaza de una guerra civil",» ABC, Madrid, 28 de mayo de 1977, pág. 94.)
«Finalmente el secretario general dijo que "el PCE no disimula sus señas de identidad, no oculta su fisonomía, ni se pone piel de cordero".» («Mitin del PCE, en Madrid. Santiago Carrillo: "Es necesaria la unión de las fuerzas democráticas para conformar la próxima Constitución".», La Vanguardia española, Barcelona, domingo 29 de mayo de 1977, pág. 11.)
«Preguntado el secretario general [Santiago Carrillo] por la diferencia entre el PSOE y el PCE dijo que su partido está compuesto por socialistas que aspiran a la fase en la que desaparece el Estado y que se llama comunismo. "Quien tiene confusión para distinguir las diferencias es Felipe González, ya que el que tiene necesidad de afirmar sus señas de identidad es que se mueve en un terreno inseguro y no sabe encontrar su sitio".» («Ayer fue presentada la candidatura madrileña del PCE», La Vanguardia española, Barcelona, jueves 2 de junio de 1977, pág. 10.)
«Amplios sectores cristianos han votado a la izquierda (no sabemos en qué proporción); otros, por supuesto, al centro y a la derecha. Pero, estas últimas ya no monopolizan la fe. No se puede seguir identificando cristiano con hombre de derechas o de centro. Añadiría que se da un cierto hastío en el uso del adjetivo cristiano como seña de identidad, de un partido en concreto. Las declaraciones de sectores y personalidades progresistas cristianos señalando su voto a la izquierda han sido numerosas.» (Alfonso Comín, «La iglesia española ante la sociedad democrática», La Vanguardia española, Barcelona, miércoles 13 de julio de 1977, pág. 6.)
«Señas de identidad. Barcelona es una ciudad acogedora por excelencia […]. El turista, nombre por cierto bastante odioso porque Barcelona se merece –y tiene– verdaderos visitantes que en ella se recrean, está muchas veces perdido en medio de la ciudad, mirando un mapa sin saber por dónde tirar, a merced de la buena voluntad del barcelonés que podrá orientar sus pasos. ¿No pueden «ellos» exigir, puesto que su interés ha quedado demostrado al venir a vernos en este mes de agosto, que Barcelona sea una ciudad más asequible, más cercana, en definitiva más humana y amiga? Esas señas de identidad que Barcelona necesita deben serlo, sí, pero para todos.» («Señas de identidad», La Vanguardia española, Barcelona, sábado 13 de agosto de 1977, pág. 15.)
«Problemas en UCD. Y aunque soterradamente, problemas también, todavía, en UCD, el partido en el poder, que sigue en busca de sus señas de identidad. Suárez no muestra ninguna preferencia por uno de los dos sectores "homologables" en Europa, el democristiano y el liberal.» (Ramón Pí, «Ante una semana agitada», La Vanguardia española, Barcelona, domingo 18 de septiembre de 1977, pág. 11.)
«Surgida de las catacumbas de la posguerra –entre el exilio y la cárcel–, remontándose por los meandros llenos de acechanzas y trampas de los años cincuenta, desbordando los cauces cautelosos y reglamentados de la década de los sesenta, la cultura catalana estalla con fuerza en los últimos años de la dictadura y se ofrece hoy, maltrecha y victoriosa a la vez, a los destinos de un pueblo que ha encontrado en ella sus señas de identidad, en los momentos de la más baja depresión o en los de la más encendida esperanza.» (J. M. Castellet, «Cataluña ante la Generalitat. Una política cultural», La Vanguardia, Barcelona, martes 18 octubre 1977, pág. 5.)
1978 «¿Pero cómo podría explicarme el señor Marías que a pesar de carecer Cataluña de entidad política propia –y ser tan sólo un pueblo con señas de identidad propias dentro de la Corona de Aragón–, los propios catalanes se consideraran a sí mismos una nación y este mismo tratamiento les dieran los castellanos?» (Josep Meliá, «Julián Marías y el concepto de nación», El País, Madrid, 31 de enero de 1978.)
1979 «Yo creo que la historia, como dice Goytisolo, ha de servir para que el hombre encuentre sus señas de identidad.» (Miguel Artola, entrevistado por Lola Mateos: “Artola, la pasión de la historia”, Revista de Asturias, 22 febrero 1979, n° 6, págs. 2-3.)
«Pero ocurre que, en el contexto de la entrevista, Artola nos ofrece indicios para pensar que, de hecho, hay en las fórmulas con las que trata de caracterizar a las ciencias históricas algo más que su modalidad absorbente y vacía. Por ello, lo que podría ser sólo expresión inocua, comienza a presentársenos como expresión que encubre una implícita orientación ideológica que, por otra parte, entraña, a mi juicio, una gran peligrosidad. Me refiero a la teoría de la justificación de la Historia por sus funciones señalizadoras: “Yo creo que la historia (por mi parte precisaría: la Historia, Geschichte), como dice Goytisolo, ha de servir para que el hombre encuentre sus señas de identidad.” […] Lo importante aquí, sin embargo, es comentar el contenido de esa justificación de la Historia en cuanto suministradora (científica) de las señas de identidad, la justificación de la Historia por el uso señalizador de los pueblos y naciones (¿regiones?) que de ella, al parecer, se deriva. Una justificación que (tal como viene expuesta) aparece dada en el mismo plano en el que alternativamente se justifican las Ciencias Naturales por su uso en las tareas de exploración de las fuentes de energía. Porque un pueblo es, sin duda, resultado de su historia (con minúscula) y esta historia realizada es el presente mismo de ese pueblo. Pero cuando un pueblo o una nación toma su Historia (y particularmente la Historia científica) como “seña de su identidad”, es porque asume esa Historia, frente a otras Historias, en cuanto “seña de discriminación” (de otro modo carecería de sentido hablar de “señas”, en cuanto concepto diacrítico). Y entonces este pueblo está queriendo cristalizarse en sus formas pasadas, coagularse en sus mitos. Y eso es justamente el uso mítico de la Historia (incluso la Historia científica), ese uso que es aliado del racismo (tal es al menos el uso de la Historia que Adolfo Hitler ofreció en Mi lucha, la “comprensión de la Historia” como suministradora de las “señas de identidad” del pueblo ario, del “mito del siglo XX”) o, cuando menos, de ese racismo cultural que se llama chauvinismo, y que intenta ser suavizado tantas veces por un armonismo imposible que evoca a Humboldt. En realidad, el racismo y el chauvinismo van siempre, de algún modo, unidos (celtismo, covadonguismo). En mi opinión, uno de los usos más revolucionarios de la Historia científica (frente a la Historia mítica) es precisamente el contrario, a saber: el de la ironización de la propia identidad, puro narcisismo, al mostrar su origen aleatorio, sus fuentes muchas veces inconfesables, su contenido inadmisible, que habrá de ser ocultado (qué más señas de identidad podrían invocar los descendientes de los aztecas que sus asesinatos rituales en el templo de Huitzilopochtli o de Tlaloc), su naturaleza movediza y transitoria y su destino final, a saber, su disolución, por eliminación o por absorción en formas más amplias y comunes a los demás pueblos de la Tierra.» (Gustavo Bueno, “Sobre la justificación de la Historia”, Revista de Asturias, 22 febrero 1979, n° 6, págs. 1-2.)
«El leninismo: una de las señas de identidad del PCE. […] Sinceramente, creo que suprimir en este momento el carácter leninista del PCE supone perder una de nuestras más importantes señas de identidad.» (Carlos Dago Martínez, documento 4, «La crisis del Partido Comunista en Asturias», El Basilisco, nº 6, enero-abril 1979, pág. 33.)
Elías Díaz, «Marxismo y no marxismo: las señas de identidad del Partido Socialista Obrero Español», Sistema, nº 29-30, mayo 1979, págs. 211-232. También en Socialismo en España: el Partido y el Estado, Mezquita, Madrid 1982.
«Jiménez Losantos, en su libro, logra poner en ridículo a muchos pontífices de la ideología "descentralizadora", a lo Vázquez de Montalbán o Juan Goytisolo. Que determinadas opiniones sean ridículas no quiere decir, es bien sabido, que no haya que ponerlas en ridículo, puesto que, muchas veces, la ridiculez puede estar enmascarada por un vocabulario progresista, demagógico o incluso soez (nos referimos al estilo Don Tancredo). Hablar de "señas de identidad", tal como se habla en este contexto, es ridículo, si se tiene en cuenta que semejante expresión sólo cobra sentido cuando se da por supuesta una entidad (metafísica) cuyas señas parecen buscarse, aún cuando es aquel supuesto lo que verdaderamente está en cuestión, esa entidad misma (la entidad de Cataluña y, más aún, la del País Vasco, como sustancias separadas de España) y no sus señas. Pero quienes se encuentran girando dentro del torbellino, no advierten su ridículo, y por ello es necesario, desde fuera, ponerlos en situación de tal. Tarea no siempre fácil que Jiménez Losantos ha conseguido, sin embargo, y por ello, le admiramos.» (Gustavo Bueno, «Lo que queda de España, de Federico Jiménez Losantos», El Basilisco, nº 7, mayo-junio 1979, pág. 96.)
1981 Francisco García Salve, Por qué somos comunistas: recuperemos las señas de identidad del PCE, Penthalon, Madrid 1981, 350 págs.
1984 Juan Goytisolo, «Abandonemos de una vez el amoroso cultivo de nuestras señas de identidad», El País, martes 10 de abril de 1984.
«Dentro de las cuestiones que han de tener un tratamiento institucional, no puede olvidarse la defensa, apoyo y promoción de todo aquello que contribuya a reforzar nuestra propia y peculiar idiosincrasia. Galicia, como Comunidad Histórica con señas de identidad propias, tiene que poner a disposición de todos sus habitantes los bienes históricos, culturales y artísticos que constituyen su importante patrimonio. Especial mención, dentro de este apartado, merece nuestra lengua, empeñada en un proceso de normalización imprescindible que garantice definitivamente su supervivencia. El Gobierno cree que estos objetivos, de los que no puede abdicar, se verían en gran medida favorecidos si, a las acciones que ya se vienen desarrollando en este sentido, se une el concurso decidido de los medios de comunicación social, muy especialmente el de la televisión. Por ello, se propone destinar a la puesta en marcha de la T. V. Gallega créditos por importe de 1.200.000.000 de pesetas, que representan el 10,1 por 100 del total.» (10809 Ley de 13 de julio de 1984 de asignación de recursos fijados por el Real Decreto ley 3/1984, de 4 de abril, a la Comunidad Autónoma de Galicia. BOE nº 139, pág. 17.749, martes, 11 de junio de 1985.)
Víctor Leutner, Los hipnóticos: señas de identidad de un grupo de medicamentos, Editiones Roche, Basilea 1984, 75 págs.
1987 «Por otra parte, se inicia al alumno en el estudio histórico de la cultura española. Esta introducción pretende exclusivamente aportar una visión panorámica y sintética de nuestro devenir cultural. Historia y cultura no significan aquí ni abigarrada y prolija narración de sucesos ni compleja descripción de actitudes e ideas, sino presentación general esquemática y elemental de las características de los sucesivos ciclos de nuestra historia; características que deben aproximarnos a nuestras señas de identidad.» (Ministerio de Educación y Ciencia. 22918 Orden de 30 de septiembre de 1987 por la que se regulan la estructura y funcionamiento de las Agrupaciones de Lengua y Cultura españolas. BOE nº 242, pág. 30.254, viernes, 9 de octubre de 1987.)
1989 «Sea notorio a todos los ciudadanos de la Región de Murcia que la Asamblea Regional ha aprobado la Ley 11/1988, de 30 de Noviembre, de Artesanía de la Región de Murcia. […] Pocos sectores económicos se pueden caracterizar por una mayor vinculación y dependencia del lugar en que se desarrollan como el artesano. Desde el importante componente socio-cultural hasta su estructura económico-empresarial, la artesanía esta íntimamente conectada al tejido social de la región y constituye un soporte ideal para el mantenimiento de señas de identidad de nuestro pueblo.» (BOE nº 152, pág. 19.840, martes 27 de junio de 1989.)
1990 Luis Ernesto Lasso Alarcón, Señas de identidad en la cuentística hispanoamericana, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá 1990, 369 págs.
1991 «El presidente de la Generalidad de Cataluña. Sea notorio a todos los ciudadanos que el parlamento de Cataluña ha aprobado y yo, en nombre del Rey y de acuerdo con lo que establece el articulo 33.2 del estatuto de autonomía de Cataluña, promulgo la siguiente Ley 37/1991, de 30 de diciembre, sobre medidas de protección de los menores desamparados y de la adopción. […] Disposiciones adicionales. Primera. Las administraciones públicas de Cataluña tendrán presente en su actuación hacia los niños los principios siguientes: 1. La protección de la infancia debe basarse en el interés superior del niño y fundamentarse en los principios de la libertad y de la dignidad de este y en el respeto a sus señas de identidad y a sus características individuales y colectivas. Se entiende por niño todo ser humano menor de edad.» (BOE nº 45, pág. 6.085 y 6.088, viernes 21 febrero 1992)
«El Presidente del Principado de Asturias. Sea notorio que la Junta General del Principado ha aprobado, y yo, en nombre de Su Majestad el Rey, y de acuerdo con lo dispuesto en el artículo 31.2 del Estatuto de Autonomía para Asturias, vengo en promulgar la siguiente Ley de Asistencia y Protección al Anciano. Preámbulo. La prolongación de la vida debido a las nuevas condiciones higiénicas y sanitarias es, sin duda, una de las señas de identidad de este último tramo del siglo.» (BOE nº 121, pág. 16.045, martes 21 mayo 1991.)
«Sobre todo, si se insiste en que la sidra –cierta sidra, con «denominación de origen»– es una «seña de identidad» (¿y cabe citar una Idea de más rancia tradición platónica que la Idea de Identidad?) de la cultura de Asturias; y que forma parte del «hecho diferencial asturiano».» «Ahora bien: como no todo lo que es diferencial, por el hecho de serlo, puede ser considerado como constitutivo o normativo de la identidad valiosa de un pueblo –los botocudos tendrían que erigir, como norma constitutiva de su identidad el disco de madera que deforma sus labios (una «seña de identidad» que define, es cierto, una «identidad etnológica», pero una identidad mala y estúpida, no una identidad buena, valiosa y comprensible por los demás hombres)–, tampoco ese no se qué incomprensible para «los de afuera» (los «foriatos») sería constitutivo, aun en el supuesto de que fuera diferencial.» (Gustavo Bueno, «Filosofía de la sidra asturiana», en El libro de la sidra, Pentalfa, Oviedo 1991, páginas 33-61.)
1993 «Literatura Española y Universal. 1. Introducción. […] Interesa subrayar ahora que los textos literarios son expresiones artísticas de supuestos estéticos que representan a toda una época y que son interpretados por el genio creador. Reflejan así pensamientos y sentimientos colectivos y contribuyen a precisar las señas de identidad de los pueblos. Más allá de toda suerte de fronteras y límites, la literatura frecuenta temas recurrentes casi siempre comunes a culturas muy diversas; se erige, pues, en testimonio de que la humanidad ha tenido permanentemente inquietudes similares, se ha visto acuciada por necesidades parecidas y se ha aferrado a través de los tiempos a las mismas ensoñaciones. La poesía, en su sentido más amplio, nos convierte en ciudadanos del mundo.» (Resolución de 29 de diciembre de 1992, de la Dirección General de Renovación Pedagógica, por la que se regula el curriculo de las materias optativas de bachillerato establecidas en la Orden de 12 de noviembre de 1992. BOE, nº 25, pág. 2434, viernes 29 de enero de 1993.)
1994 «El Presidente de la Junta de Extremadura. Sea notorio a todos los ciudadanos que la Asamblea de Extremadura ha aprobado y yo, en nombre del Rey, de conformidad con lo establecido en el artículo 52.1 del Estatuto de Autonomía, vengo a promulgar la siguiente Ley. Preámbulo. Circunstancias históricas, económicas y socio-culturales han contribuido a que el sector artesano venga a desempeñar un importante papel dentro de nuestra Comunidad Autónoma, hasta el punto de que pueda ser considerado como factor significativo de potenciación de la economía extremeña. El desarrollo industrial experimentado en todas las áreas económicas ha propiciado al mismo tiempo la incorporación a la actividad artesana y al artesanado en general de mecanismos productivos en masa o por grandes series que inciden negativamente en el sector, en cuanto hace peligrar los valores y señas de identidad propias del producto artesano, tales como su individualización y personalización. Por ello se hace preciso establecer una regulación de la actividad artesana que al tiempo que la defina y delimite preservando los valores propios y tradicionales al producto artesano, la haga compatible, no obstante, con una mínima mecanización de sus procesos de producción.» (Ley 3/1994, de 26 de mayo, de Artesanía de la Comunidad Autónoma de Extremadura. BOE nº 172, pág. 23.237, miércoles 20 de julio de 1994.)
«Artículo 3. Bajo el superior principio de la prevalencia, en todo momento, del interés del menor sobre cualquier otro concurrente, los principios rectores que informarán la actuación de la Junta de Extremadura en esta materia serán los siguientes: a) Respeto de la libertad y dignidad de los menores, así como de sus señas de identidad y características individuales o colectivas.» (Comunidad Autónoma de Extremadura, Ley 4/1994, de 10 de noviembre, de Protección y atención a menores. BOE nº 309, pág. 38.792, martes 27 de diciembre de 1994.)
Aureliano José Lairón Pla, Señas de identidad: el escudo y la bandera de la ciudad de Alzira, Comissió Falla Plaça Major, Alzira 1994, 238 págs.
Victor Barrueto, Señas de identidad del PPD, Área de Comuniaciones PPD, Santiago de Chile 1994, 32 págs.
1995 Manuel Espinosa Apolo, Los mestizos ecuatorianos y las señas de identidad cultural, Ediciones Centro de Estudios Felipe Guamán Poma de Ayala, Quito 1995, 245 págs.
1998 Dolores Serrano Niza, «Señas de identidad magrebíes en las Islas Canarias», en Al-Andalus Magreb. Estudios árabes e islámicos, 1998, págs. 77-90.
1999 José Rivero Serrano, Memoria de cosas: signos y señas de identidad de Castilla-La Mancha, Biblioteca Añil, Celeste Ediciones, 1999, 173 págs.
2003 Enrique Campomanes Calleja, Asturias y su historia: señas de identidad de una tierra, Picu Urriellu, Oviedo 2003, 206 págs.
2004 Luis Nos Muro, Los sacramentos: señas de identidad de los cristianos, Editorial Desclée de Brouwer, Bilbao 2004, 276 págs.
2005 «Cuando, por ejemplo, se habla de las "señas de identidad" de una cultura dada, se alude confusamente unas veces a las señas de identidad sustancial (en cuyo caso las señas de identidad asumen la forma de rasgos constitutivos) y otras veces a las señas de identidad esencial (y entonces desempeñan principalmente la función de rasgos distintivos). La ideología metafísica ronda cuando las señas de identidad distintivas tienden a ser interpretadas como señas de identidad constitutivas, es decir, como síntomas de una identidad sustancial (lo que implica una sustantivación de la cultura de referencia). La sardana (que históricamente, además, aparece en Cataluña como un préstamo, incorporado por difusión, desde otras esferas culturales) merece ser considerada, desde luego, como rasgo distintivo de la "cultura catalana". Sin embargo, tiende a ser interpretada por los fundamentalistas catalanes como "seña de identidad" constitutiva de la sustancia misma de una cultura catalana cuyos orígenes hay que remontar a la prehistoria.» (Gustavo Bueno, «Señas de identidad distintivas y señas de identidad constitutivas de las culturas», en España no es un mito, Temas de Hoy, Madrid 2005, pág. 175.)
2006 Fernando Serrano Migallón, Señas de identidad, discurso de ingreso a la Academia Mexicana de la Lengua, 28 de septiembre de 2006, UNAM-AML, México 2007.
2007 Antonio Rivera, Señas de identidad: el País Vasco visto por la izquierda histórica, Biblioteca Nueva, Madrid 2007, 245 págs.
2010 Gustavo Bueno, Señas de identidad (Tesela, nº 17, Oviedo, 11 de febrero de 2010). Gustavo Bueno ofrece una crítica de la expresión «señas de identidad», que se utiliza mucho en nuestros días en contextos políticos y culturales. Algunos atribuyen el origen de la expresión a Juan Goytisolo (Señas de Identidad, 1966) y la cuestión es que comenzó a utilizarse profusamente, junto con el concepto de «hecho diferencial», en la época de la transición política española. Es una expresión que se utiliza sin darle mayor importancia, pero que sin embargo la tiene, mucha y grave, porque es una expresión insidiosa, ambigua, y con segundas intenciones, es decir, quien la utiliza como una expresión neutra seguramente no se da cuenta de lo que contiene, o de los sentidos que muchos inyectan a esta expresión aparentemente inocente. La razón es la siguiente: que al hablar de «señas de identidad» se pide el principio, se supone que la identidad ya preexiste. Se supone que ya hay una identidad preexistente, y como dijimos en la tesela sobre Unidad e Identidad, identidad que presupone ya una unidad, cuyas señas de identidad se establecen, es una unidad de partes trabadas, unidas y solidarias frente a otros sujetos, culturas, autonomías, pueblos, naciones, donde estas señas de identidad sirven de definición de esa identidad presupuesta. Ahora bien, ocurre que estas señas de identidad por sí mismas encubren una confusión, en términos tradicionales, en la tradición de los predicables de Porfirio. Las señas de identidad vienen a ser predicables de un sujeto, y todo el mundo recuerda que la identidad, en los predicados de Porfirio, tenía que ver con la relación que había entre los predicados y el sujeto (el hombre tiene predicados tales como animal, racional, risible…). Pues bien, las llamadas señas de identidad confunden sencillamente, o no aclaran, y permiten la confusión, entre las señas de identidad que expresan una unidad efectiva y real, esencial, y las que expresan simplemente una serie de conceptos accidentales, que son secundarios, transitorios, y que muchas veces se utilizan para encubrir o sugerir que hay una diferencia o una unidad que no existe. Un ejemplo hipocrático: los síntomas o «señas de identidad» de un tumor, consistentes en el calor, el dolor y el rubor. Podría decirse que el calor, el dolor y el rubor son «señas de identidad» del tumor, pero ni siquiera serían señas distintivas, puesto que calor, dolor y rubor pueden estar presentes en un organismo sin necesidad de que exista tumor. Sólo cuando se presuponen ya la identidad, en este caso el tumor, se convierten en señas de identidad del tumor. Cuando las «señas de identidad» se aplican a una sociedad, a una cultura, a una autonomía, presuponen ya esa identidad, esa unidad, esa diferencia con los demás. El concepto de señas de identidad pide pues el principio. Y lo más grave es que, en general, la política que hemos ido viendo en estos años con las autonomías en la democracia española, es que tales señas de identidad de cada autonomía han ido siendo creadas ad hoc para sugerir unas diferencias que no se dice que no existan, pues todo es diferente de todo, pero al seleccionar un conjunto de señas de identidad, llamándolas así, se está sugiriendo que hay una realidad esencial ya presupuesta expresada en esas señas de identidad: la butifarra o la sardana como señas de identidad catalana. Se está sugiriendo que hay una unidad y una identidad esencial, que es la que no existe, y donde tales señas de identidad reconocidas, en la mayor parte de los casos, no son más que accidentales y ridículas.