Arte rupestre Patrimonio cultural Patrimonio arqueologico Politicas culturales Sociedad Sabana de Bogota Cundinamarca Colombia (original) (raw)

“Patrimonio cultural: no da�ar” Din�micas y agentes en la relaci�n patrimonio, cultura y sociedad. A prop�sito del arte rupestre de la Sabana de Bogot�

Diego Mart�nez Celis ciudadanomartinez@yahoo.com

Resumen: Un letrero que reza: “Patrimonio cultural, no dañar” que aparece marcando un mural con pinturas rupestres precolombinas en Soacha, se presenta como abrebocas para motivar una aproximación a las complejas relaciones entre patrimonio, cultura y sociedad, que mediante la exposición de algunos casos, dan luces para identificar diversas dinámicas y agentes que confluyen en estos sitios y su repercusión en el estado actual del arte rupestre de la Sabana de Bogotá. Identificación que se propone como imprescindible al momento de promulgar o llevar a cabo políticas públicas tendientes a la preservación de este patrimonio.

En el sur y el occidente de la Sabana de Bogot� se encuentran cientos de rocas signadascon pinturas rupestres de origen precolombino, diseminadas en una franja que hace las veces de l�mite natural entre el altiplano y la vertiente occidental de la cordillera oriental colombiana. De norte a sur comprende los actuales municipios de Facatativ�, Zipac�n, Bojac�, Mosquera, Soacha, Sibat� y las localidades de Ciudad Bol�var y Usme en el Distrito Capital de Bogot�.

Se trata de afloramientos de rocas areniscas, a manera de bloques err�ticos, que presentan en su mayor�a pinturas en rojo ocre y en menor escala en naranja, amarillo, blanco y negro, que hacen presencia en los cerros que circundan la Sabana y que se agrupan en conjuntos m�s o menos diferenciados. Entre estos sobresalen las Piedras de Tunja en Facatativ�, el grupo de La Chaguya en Zipac�n, las de Chivonegro en Bojac�, las Piedras de Usca en Mosquera, y los grupos de La Poma, Tequendama, Terreros y San Mateo en Soacha. Todos estos sitios rupestres presentan caracter�sticas f�sicas, tecnol�gicas e iconogr�ficas similares que permiten abordarlos como un mismo y amplio conjunto homog�neo, al parecer producto de una misma tradici�n cultural, a�n indefinida, pero de un evidente origen precolombino.

**Sabana de Bogot�.**Localizaci�n de sitios con arte rupestre en sus costados sur y occidente y su relaci�n con los n�cleos urbanos de la Ciudad-Regi�n. Mapa base: Google, 2009

Pese a la gran cantidad de rocas identificadas, aun no existe un inventario que de cuenta de la real cantidad y extensi�n de estos conjuntos en el paisaje de la Sabana. Paisaje que las acogi� indemnes durante cientos o quiz�s miles de a�os, pero que en las �ltimas d�cadas ha presentado una acelerada transformaci�n debido a la densificaci�n de la poblaci�n y al crecimiento de las fronteras urbanas. Esto se ejemplifica en el concepto Bogot�-Ciudad Regi�n que, m�s all� de ser un modelo propuesto de ordenamiento territorial de car�cter regional, es hoy d�a una realidad funcional que est� modificando de manera trascendental los entornos naturales o de otrora vocaci�n rural de la Sabana, para insertarlos en las din�micas de urbanizaci�n y productividad que requiere el nuevo orden territorial de la capital y de los municipios de su zona directa de influencia.

En medio de esta din�mica de transformaci�n y expansi�n, los sitios con arte rupestre est�n quedando expuestos a diversos agentes de alteraci�n y problem�ticas que ponen en riesgo su conservaci�n. Adem�s de las condiciones naturales propias del intemperismo, el factor antr�pico es quiz�s el que mayor riesgo representa, esto evidenciado en diversas afectaciones como el graffiti, explotaci�n de la piedra como materia prima, excavaciones de guaquer�a, o transformaciones de los entornos naturales que alteran o destruyen los contextos arqueol�gicos y paisaj�sticos de los sitios.

Casos de estudio

Para ilustrar esta situaci�n se exponen a continuaci�n, en sentido suroriente-noroccidente, algunas situaciones que se han venido identificado en los �ltimos meses en sitios rupestres de esta regi�n de la Sabana de Bogot�:

**Cementerio ind�gena de Usme:**En el cauce de una quebrada en inmediaciones del recientemente descubierto sitio arqueol�gico (cementerio ind�gena) se encuentran rastros de pintura rupestre ind�gena que se suman a los vestigios de enterramientos de grupos Herrera y muisca. Estos son el blanco de una coyuntura especial en que ciertas comunidades, que se autoreconocen como descendientes de los pueblos ind�genas de la regi�n y se declaran “dolientes” (Bolet�n OPCA, 2009) reclaman por participaci�n en la labores de manejo y puesta en valor del lugar, no s�lo por considerarlo patrimonio cultural sino por representar un “sitio sagrado”. Igualmente un sector de la comunidad rural de la regi�n ve en estos hallazgos una oportunidad para contrarrestar la expansi�n urbana de la ciudad.

Usme. Panor�mica del sitio arqueol�gico. D.M.C, 2008 Usme. Pintura rupestre en cercan�as del cementerio ind�gena. D.M.C. 2008

Piedra del indio, Ciudad Bol�var: Una roca, que aparece con evidencias de haber sido dinamitada en su parte superior, posee rastros de pintura rupestre precolombina. A pesar de encontrarse en un afloramiento junto con decenas de otros grandes bloques err�ticos, �ste que es el �nico signado tambi�n es el �nico que presenta evidencia de explotaci�n, quiz�s debido a pr�cticas de guaquer�a. El lugar se encuentra hoy en la zona l�mite de un pol�gono de explotaci�n minera y muy cerca de los cinturones de avance urbano de esta localidad de Bogot�. Un sector de la comunidad ha manifestado su inter�s en resaltar su valor para sumarle elementos a una estrategia de cambio de uso del suelo para proteger la zona como reserva medioambiental.

Ciudad Bol�var, Bogot�, D.C. Vista desde la Piedra del indio hacia el sector urbanizado de Ciudad Bol�var. D.M.C. 2009 Ciudad Bol�var, Bogot�, D.C. Pintura Rupestre. D.M.C. 2009 Ciudad Bol�var, Bogot�, D.C. La �nica piedra de la zona que presenta huellas de explotaci�n por dinamita es tambi�n la �nica que posee pinturas rupestres. D.M.C. 2009

**San Mateo, Soacha:**Un celador, que cuida terrenos privados de una cantera en que se encuentran varias rocas con pintura rupestre, se enfrenta ante el l�der de un cabildo ind�gena urbano (Cabildo Pijao Diosa Dulima de Soacha) que pretend�a acceder a las piedras con la intenci�n de realizar un ritual de pagamento. Tras un enfrentamiento verbal en que se exige abandonar el terreno por ser propiedad privada, los j�venes que acompa�an al ind�gena argumentan al celador que ellos tienen derecho a estar ah� por que es un sitio de “patrimonio cultural”, tal como se ve escrito –literalmente- en las piedras (ver foto anexa). El celador, que no entiende bien de lo que le est�n hablando, se defiende con la amenaza de traer refuerzos y afirma que niega el acceso por que se ve obligado a cumplir las ordenes de su patr�n. (Ver video en: http://www.youtube.com/watch?v=mfvj928r3OU )

San Mateo, Soacha. Localizaci�n de la peque�a �rea que a manera de relicto natural a�n conserva algunas rocas con pintura rupestre. Foto base, Google Earth, 2010 San Mateo, Soacha. Un mural con arte rupestre fue marcado por un investigador con un letrero que reza: “Patrimonio cultural, no da�ar” . (Foto: Alvaro Botiva, 2007 ) San Mateo, Soacha. Lider de una comunidad que se autoreconoce como ind�gena realiza un ritual frente a una roca minutos antes de ser abordado por el celador del predio que le exige retirarse. Fuente: http://www.youtube.com/watch?v=mfvj928r3OU

**Parque Ecol�gico La Poma:**En estos predios se lleva a cabo el programa de reforestaci�n Hojas Verdes de la C�mara de Comercio de Bogot�, el cual consiste en la siembra de �rboles a nombre de seres queridos que han fallecido. En medio de este terreno se encuentran varios abrigos rocosos con pintura precolombina. Hoy d�a el lugar es frecuentado por los deudos para hacer visita y mantenimiento a los arbolitos, pero no s�lo los riegan y podan sus hojas, sino que tambi�n han empezado a decorarlos con diversos elementos alusivos a sus difuntos, en especial a los infantes (mu�ecos de peluche, cintas de colores, juguetes), y est�n pintando de blanco los muros de los abrigos rocosos a manera de l�pidas (ver foto anexa). Adem�s del tema medioambiental no se ha manifestado un inter�s decidido por parte de quienes manejan el parque por integrar las pinturas y abrigos rupestres a los contenidos pedag�gicos y tur�sticos del parque para de esta manera propiciar su valoraci�n y su preservaci�n, la cual adem�s se esta viendo en riesgo ante el aumento de grafitis sobre las paredes rocosas.

Parque ecol�gico La Poma, Soacha. Vista panoramica de los abrigos rocosos. D.M.C, 2010 Parque ecol�gico La Poma, Soacha. Algunas paredes de las rocas del lugar han sido pintadas de blanco por los familiares de los muertos a quienes se han dedicado la siembra de los �rboles. D.M.C, 2010 Parque ecol�gico La Poma, Soacha. Diversos elementos decoran un �rbol dedicado a un ni�o fallecido. D.M.C, 2010

Abrigos rocosos del Tequendama: Un grupo heterog�neo de personas, miembros de una comunidad urbana autoreconocida como ind�gena (o en v�as de reetnizaci�n) visitan los abrigos con la intenci�n de realizar un rito de apropiaci�n del territorio ancestral. Se pintan sus rostros con los mismos motivos gr�ficos de las pinturas rupestres del lugar. (Ver video en: http://www.youtube.com/watch?v=JxWajrLUKhI&NR= )

Abrigos rocosos del Tequendama, Soacha. Localizados muy cerca al peaje de la v�a a Girardot.

**Piedras de Usca, Mosquera:**La ampliaci�n urbana de la sabana de Bogot� demanda materia prima para la construcci�n. Una extensa �rea de terrenos de pobre vocaci�n agr�cola, pero con rico historial de vestigios arqueol�gicos esta siendo explotada como cantera. En la vertiente sur de la Laguna de La Herrera el anta�o paisaje sub-xerof�tico y lacustre es hoy d�a un parque minero e industrial del que s�lo sobrevive una peque�a lengua de terreno que a manera de isla espacio-temporal y relicto natural, aun cobija varias rocas y abrigos con pintura rupestre ind�gena (ver foto).

Rocas de Usca, Mosquera.Localizaci�n de la peque�a �rea rodeada de canteras que, a manera de relicto natural, a�n conserva algunas rocas con pintura rupestre. Foto base, Google Earth, 2010 Rocas de Usca, Mosquera. Vista panor�mica de la zona hacia el humedal de La Herrera, hoy d�a densamente transitado por transporte pesado.D.M.C, 2008 Rocas de Usca, Mosquera. Mural con pinturas rupestres precolombinas.D.M.C, 2008

Chivonegro, Bojac�: En medio de un paraje sub-xerof�tico desolado se encuentran grandes bloques y abrigos rocosos que han sido signados con pinturas rupestres precolombinas. Hoy d�a, en los terrenos propiedad del municipio se est�n llevando a cabo adecuaciones para transformar el sitio (que llaman Parque tem�tico-arqueol�gico Piedras de Chivonegro) en un aula ambiental gracias a un convenio con la CAR. A pesar de representar un sitio de inter�s cultural y tur�stico (del que las recientes administraciones municipales han echado mano como s�mbolo de identidad), no se cont� con el permiso del ICANH para realizar las obras de adecuaci�n del aula (apertura de sendero y quiosco) como exigencia de los planes de manejo ambiental en terrenos con potencial arqueol�gico; y sus pinturas rupestres est�n completamente abandonadas y siendo presa del graffiti y de la realizaci�n de fogatas. Adem�s del medioambiental no hay un inter�s decidido por parte de quienes manejan el predio en integrar a un discurso pedag�gico las pinturas rupestres. Se tienen datos recientes de la realizaci�n de cultos esot�ricos en que se utilizaron restos humanos, adem�s el lugar suele ser escenario de “paseos de olla” de fin de semana y de la filmaci�n de comerciales y series de televisi�n.

Bojac�. Vista panor�mica del sector que se est� adecuando para visitas, como parte de un Aula Ambiental. D.M.C. 2010 Bojac�. Valla que promueve la visita al “Parque Tem�tico-arqueol�gico piedras de Chivonegro”. D.M.C. 2008 Bojac�. Pintura rupestre. D.M.C. 2010

La Chaguya, Zipac�n: Un peque�o grupo de abrigos y pinturas rupestres se ha conservado a pesar de las obras de ingenier�a que representaron la construcci�n del ferrocarril a comienzos del s. XX y de la carretera (d�cada de 1950). En la actualidad algunos habitantes de la zona dan raz�n de tradiciones de sus mayores sobre la posible f�rmula de preparaci�n de los pigmentos y qui�nes fueron sus autores. Don Felipe Alarc�n de 76 a�os habitante de toda la vida de la zona declara con orgullo que “estas piedras son patrimonio nacional”(comunicaci�n personal, 2010).

La Chaguya, Zipac�n. Grupo de rocas con pinturas rupestres. D.M.C., 2010. **La Chaguya, Zipac�n.**Habitante de la zona junto a una piedra con arte rupestre. D.M.C., 2010.

Parque arqueol�gico de Facatativ�: Un grupo de personas liderados por Sigifredo Ni�o (Suaga Gua), quien se declara _chyquy_de la Naci�n Muisca de Bacat� (un cabildo ind�gena no reconocido legalmente como tal), realizan una ceremonia o “limpia de tabaco” frente a una roca con pinturas rupestres por mandato de los “abuelos” o esp�ritus ancestrales utilizando tabaco y chicha (ver video en http://www.youtube.com/watch?v=ZFA_lbY2zsA). Declaran que este lugar es como su “universidad” pues lo consideran un lugar id�neo para adquirir conocimiento y para realizar ritos de paso o consagraci�n (Bolet�n OPCA, 2009). En algunos lugares del parque es posible encontrar rastros de ofrendas y evidencias de cultos esot�ricos. Un grupo denominado “La Hermandad de la mano roja” realiza ceremonias especiales por medio del enterramiento de cristales de cuarzo (Grupo Rahma, 2007). En una cueva del parque se observan ofrendas florales y rastros de velas y tabacos a manera de altar. El lugar, adem�s de ser frecuentado por turistas o estudiantes de colegios y universidades, tambi�n es sitio de peregrinaci�n de mamos de la Sierra Nevada de Santa Marta quienes lo consideran un “sitio de poder”, especial para hacer pagamentos de “gobierno” (Mar�a Paula �lvarez, comunicaci�n personal, 2005).

Los anteriores ejemplos dejan entrever las m�ltiples situaciones a las que se est�n viendo abocados los sitios rupestres de la regi�n. Situaciones generadas por diversas din�micas sociales, econ�micas y culturales propias de un territorio en proceso de expansi�n urbana y dinamizadas por diversos agentes, grupos o comunidades que con base en muy diversas percepciones se relacionan con estos lugares que, de manera muchas veces desprevenida (o “autom�tica”), se suelen considerar como patrimonio cultural.

Din�micas y agentes

Entre las din�micas advertidas y agentes identificados que confluyen, afectan o influencian estos sitios rupestres se pueden enumerar:

Resignificaci�n y apropiaci�n de los sitios rupestres (y del territorio que significan) como lugares de identidad y reafirmaci�n de pertenencia a comunidades espec�ficas. Hay una tendencia reciente de grupos urbanos que se est�n autoreconociendo como ind�genas (p.e. La Naci�n Muisca Chibcha de Bacat� o el _Cabildo Pijao Diosa Dulima_para los casos de los sitios rupestres de Facatativ�, Tequendama y Soacha), y que pretenden alcanzar el mismo estatus de reconocimiento de otros grupos �tnicos, con sus derechos y privilegios, amparados en la figura constitucional que a partir de 1991 define a la Naci�n colombiana como pluricultural y multi�tnica; lo cual ha venido siendo interpretado o parece estar estimulando una suerte de “invenci�n de comunidades” (parafraseando a Hobsbawn, 1999) como estrategia para acceder, de acuerdo a sus lineamientos filos�ficos, al control “simb�lico” de territorios. Aunque estas intenciones no siempre son del todo “espirituales”, toda vez que, adem�s de pr�cticas esot�ricas y realizaci�n de rituales diversos en los sitios rupestres, tambi�n participan en la promoci�n de paquetes tur�sticos para visitar estos lugares con diversos prop�sitos terape�tico-espirituales en lo que se est� denominando como Etno-turismo

(1).

1.Mediante un folleto de la agencia de viajes Art Tournnel de Bogot� se promueven “recorridos espirituales cham�nicos” a varios sitios rupestres con el fin de “reencontrarse con la escencia amerindia, y reconciliar los espiritus del territorio.”

Las calidades de los motivos rupestres como s�mbolos identitarios no solo se evidencian en los eventuales atuendos de estos grupos minoritarios (tambi�n denominados “neomuiscas”) sino como parte de las estrategias de comunicaci�n visual o tema principal o accesorio de algunos monumentos p�blicos auspiciados por el sector oficial. En municipios como Soacha, Tenjo, Sutatausa, Bojac�, Guasca o Sasaima se han utilizado estos dise�os en apoyo a la divulgaci�n de actividades educativas y culturales, campa�as de turismo o hacen parte de sus escudos y otros s�mbolos oficiales (p.e. en Facactativ� y El Colegio). Parad�jicamente, los sitios rupestres de donde han sido copiados estos dise�os se encuentran hoy en grave peligro de desaparecer y carentes de cualquier amparo oficial o privado, abandonados a su suerte o simplemente ignorados por la gran mayor�a de la poblaci�n; la misma que sin embargo los reproduce o reconoce como s�mbolos de su identidad.

Tenjo. Monumento al arte rupestre del municipio Sutatausa. Poste de luz pintado con motivos del arte rupestre de la regi�n D.M.C. 2007 **Sasaima.**Pintura mural en el colegio departamental alusiva al arte rupestre del municipio y el departamento. Se titula “La cara rupestre de Sasaima”. D.M.C. 2010
Facatativ�. Escudo del Municipio con los abrigos rocosos del Parque Arqueol�gico. Bojac�. S�mbolo de la Coodinaci�n de Cultura “Moxaca” de la Secretar�a de desarrollo social.
Soacha. Pintura rupestre precolombina. Piedra conocida como “El Dios Sua”. A. Botiva, 2000. Resalte digital de pigmentos de D.M.C., 2009 Soacha. Motivo del “El Dios Sua” en una cenefa de madera en la Casa de la Cultura en Soacha. Soacha. Motivo del “El Dios Sua” en una pintura de la Casa de la Cultura en Soacha.

**Los sitios rupestres como recurso de explotaci�n minera.**Las piedras pintadas de Soacha y Mosquera afloran en medio o muy cerca de terrenos que, debido a su baja fertilidad y por configurarse en pendientes, est�n siendo explotados como canteras. Se sabe de muchas rocas con arte rupestre que han sido dinamitadas; sin embargo a�n se conservan algunas como testigos mudos de la transformaci�n radical del paisaje producto de la extracci�n minera, cuyos materiales son utilizados principalmente en la construcci�n, aunque a un nivel rural se explota o explotaba la piedra tambi�n para postes de cercas, muros divisorios o marcadores de linderos entre otros. Estos terrenos suelen estar delimitados por cercas y ser celosamente custodiados lo que impide el acceso p�blico al lugar. Un caso excepcional lo constituye una piedra en terrenos de la cantera de la Hacienda El V�nculo donde se acondicionaron las piedras pintadas para su visita y conocimiento p�blico (ver foto).

**Soacha, piedra El V�nculo.**A pesar de funcionar una cantera en el lugar, la empresa extractora realiz� algunas adecuaciones para facilitar su visita p�blica. Foto �lvaro Botiva, 2008 San Mateo, Soacha. Localizaci�n de la peque�a �rea que a manera de relicto natural a�n conserva algunas rocas con pintura rupestre. Foto base, Google Earth, 2010

**La guaquer�a o b�squeda de tesoros.**En todos los sitios rupestres de esta regi�n se advierten evidencias de excavaci�n en los terrenos aleda�os a las piedras o inclusive de explotaci�n con dinamita en sectores de ellas. Los casos de la Piedra del Indio en Ciudad Bol�var o algunas rocas en Zipac�n son un claro ejemplo de que esta explotaci�n se hizo no con el prop�sito de extraer materia prima sino con el de buscar el “tesoro” en su interior. Esta pr�ctica mas que considerarse “vand�lica” es un s�ntoma de lo que culturalmente han significado estos lugares para un sector de las comunidades rurales, esto es que persiste la creencia de que los sitios rupestres son indicaci�n de tesoros o guacas.

Zipac�n. Sitio rupestre con evidencia de haber sido “volada” y con profundas excavaciones en su base. D.M.C, 2010

**Objetos de investigaci�n acad�mica y cient�fica.**Si bien, muchos de estos sitios han sido reportados en numerosos informes de investigaci�n y trabajos acad�micos, no existe un inventario oficial que de cuenta de la verdadera cantidad de sitios o rocas pintadas. Aunque la investigaci�n arqueol�gica ha sido desde donde m�s se ha abordado su estudio, a la fecha no se ha realizado ning�n proyecto donde el objetivo principal sea la contextualizaci�n del arte rupestre. De esta manera el arte rupestre sigue siendo un elemento esquivo como objeto arqueol�gico, que poco o nada ha aportado a la reconstrucci�n del pasado precolombino desde el lenguaje de esta disciplina. Los investigadores han realizado excavaciones y documentado las pinturas con diversos m�todos, algunos de ellos invasivos como la aplicaci�n de agua para el resalte de los pigmentos o la numeraci�n de las piedras con pinturas industriales.

**Facatativ�.**Diversas labores de campo y laboratorio en torno a la investigaci�n del arte rupestre. D.M.C, 2005

Patrimonio cultural p�blico vs. Propiedad privada. La mayor�a de los sitios rupestres se encuentran en terrenos de propiedad privada. Esto implica una dualidad en lo que respecta al concepto que de patrimonio arqueol�gico se tiene en el pa�s, el cual se considera inalienable, imprescriptible e inembargable (art�culo 63 Constituci�n Pol�tica de Colombia), es decir que de alguna manera pertenece a toda la Naci�n en general y a nadie en particular, y del que se afirma que todo colombiano tiene derecho a su conocimiento y disfrute; sin embargo este concepto se hace inoperante ante la imposibilidad de acceder a una propiedad privada sin el debido consentimiento de su propietario, el cual en muchos casos es reacio a permitir el acceso hasta la piedra.

Ch�a. La Piedra de Fusca se encuentra en actuales predios de una urbanizadora que impide el acceso p�blico al lugar. D.M.C, 2006. Foto a�rea base Google Earth, 2006

**Relictos naturales o baluartes de resistencia ecol�gica.**Las rocas que poseen arte rupestre se han conservado en el mismo lugar donde fueron signadas. A pesar de los dr�sticos cambios en el paisaje (tala de bosques, adecuaci�n para cultivos, obras de infraestructura e ingenier�a y urbanizaci�n), su pervivencia en el presente los erige como sitios que han conservado parte de su configuraci�n medioambiental “original”, es decir, que se pueden interpretan como relictos naturales que hay que conservar y que incluso se pueden constituir en baluartes de resistencia ecol�gica ante el avance de la expansi�n urbana de la regi�n. Estos casos se evidencian en Usme, Ciudad Bol�var, Mosquera, Soacha y Facatativ� donde se pueden apreciar los cinturones urbanos generando un cerco a estos sitios. En este sentido diversos sectores de la comunidad (vigias de patrimonio, ONGs medioambientales, entidades territoriales o incluso los grupos “neomuiscas”), llevan a cabo labores de concientizaci�n para que estos sitios se conserven.

**Soacha.**Grupo de vigias del patrimonio y comunidad en general participa en labores de limpieza del sitio rupestre de San Mateo. Foto : Mileniya Hueva ,grupo de Vigias del Patromonio de Soacha (Facebook),2010

Sitios considerados “Patrimonio Cultural”. Independiente de las m�ltiples consideraciones acad�micas en torno a lo que significa o puede considerarse como Patrimonio Cultural, el concepto, o por lo menos el t�rmino est� siendo asociado de manera recurrente a los sitios rupestres de la zona. Podr�a sorprender el hecho de que un campesino de un paraje rural en Zipac�n afirme que las piedras en su predio son “patrimonio de la naci�n”, o que las comunidades “neomuiscas” consideren entre sus objetivos “visibilizar, resignificar, proteger, restaurar, revitalizar nuestro patrimonio cultural, natural y territorial” (Bolet�n OPCA,2009).

“{…} los pictogramas para nosotros son ordenanzas, bibliotecas vivientes a la espera de ser despertadas por su comunidad, por los sabedores de la naci�n. En eso estamos trabajando nosotros y amerita que el Estado y las instituciones protectoras del patrimonio sean m�s reflexivas y consecuentes con el cuidado de esos recursos que est�n all� y que son un patrimonio de la humanidad”.(Rodrigo Ni�o en Bolet�n Opca, 2009)

Otra evidencia, parad�jica por dem�s, son los letreros que un investigador (seg�n Juan Carlos Rodr�guez, Comunicaci�n personal, 2010) plasm� con pintura industrial junto a las mismas pinturas rupestres precolombinas en Soacha y que reza: Patrimonio cultural: no da�ar (ver foto que encabeza este art�culo).

**Facataiv�.**Un grupo de estudiantes universitarios visita el Parque Arqueol�gico,cuyo arte rupestre est� declarado como Bien de Interes Cultural y Patrimonio arqueol�gico y cultural de la Naci�n. D.M.C , 2009

Podr�a considerarse que el discurso que hist�ricamente ha venido manejando la oficialidad en torno al patrimonio cultural, ha calado profundo en las comunidades hasta el punto de considerarse que los sitios rupestres son en s� mismos y como un “hecho natural” objetos o lugares de significaci�n social y cultural que pueden ser legitimados bajo el membrete de “patrimonio cultural”. O en otro modo, que son significativos no por sus cualidades intr�nsecas (est�ticas, hist�ricas, naturales o cient�ficas) o por sus valores asociados (de uso, material, simb�lico, emotivo, social, etc.) sino por que existe una categor�a oficial, legitimada por un orden jur�dico que los declara “patrimonio cultural”.

Desde este punto de vista, el discurso que ha configurado la historia oficial, y que ha echado mano de situaciones, objetos o lugares (considerados “patrimonio cultural”) como instrumentos para su legitimaci�n y como estrategia de control social, est� tomando un giro en el sentido de que hoy d�a son diversas comunidades las que por medio del discurso patrimonial (auspiciado y promovido desde la oficialidad) buscan reivindicar sus propias maneras de control territorial mediante la apropiaci�n (simb�lica o de facto) de estos sitios rupestres, contradiciendo en algunos casos las mismas pol�ticas emanadas desde el poder hegem�nico. Por ejemplo: la resistencia a la expansi�n de zonas de explotaci�n minera, la intenci�n de promover versiones de la historia alternativas a la historia oficial (resignificaciones del arte rupestre alternativas de las versiones de la Academia) o la intenci�n de utilizar estos sitios para su aprovechamiento tur�stico o escenario de pr�cticas esot�ricas (lo que por ejemplo en Facatativ� esta generando disensiones entre las comunidad), etc.

La consideraci�n de los sitios rupestres como patrimonio cultural, en el sentido oficial del t�rmino, parte de la necesidad de conservar estos lugares como evidencia de una versi�n del pasado que ha sido construida desde los intereses hegem�nicos, ejemplificado en la configuraci�n de una naci�n mestiza (Therrien, s.f) cuyo pasado ind�gena ha sido visibilizado y revalorizado gracias al descubrimiento de sus obras materiales (consideradas como verdaderos “reliquias” o “monumentos”) y de los procesos inferidos del an�lisis de sus vestigios materiales (p.e. desde la arqueolog�a); pero al mismo tiempo invisibilizando la condici�n del ind�gena actual o las versiones de comunidades que se reconocen como tales (independiente de su reconocimiento legal).

A partir de la Constituci�n del 1991, lo pluri(multi)cultural y multi(pluri)�tnico abri� las puertas (�o la caja de Pandora?) para la construcci�n de un pa�s diverso, ya no homogeneizado bajo la categor�a de mestizo, sino como la suma de una gran variedad de procesos y grupos que confluyen en un mismo territorio; esto implica que a mediano o largo plazo, el considerado “patrimonio cultural” empiece tambi�n a ser tan diverso e insospechado que termine “compitiendo” con lo ya establecido o poniendo “en riesgo” la conservaci�n de sitios o manifestaciones que desde lo hegem�nico ten�an alg�n sentido y significado, pero que a la luz de las nuevas (o en v�as de reivindicaci�n) versiones y visiones se terminen abandonando o destruyendo. Un ejemplo de esto lo constituye el caso de las pinturas republicanas del parque de Facatativ� que en su momento (incios del s. XX) fueron plasmadas para conmemorar y honrar a cierto h�roes (Santander) y personajes de la pol�tica (Uribe Uribe, Murillo Toro, etc) que representaban el poder hegem�nico de la �poca y que fueron pintadas sobre pinturas rupestres precolombinas; sin embargo, a la luz de las nuevas resignificaciones de los sitios rupestres, algunos sectores abogan por la eliminicaci�n de dichos retratos con el fin de resaltar el valor de lo ind�gena rupestre.

Facatativ�. Mural republicano pintado sobre pictografias precolombinas. D.M.C,2009

El verdadero reto aqu� es propender por la participaci�n abierta de las diversas comunidades o versiones de la historia o la memoria que confluyen en estos sitios, pero mediando siempre para que en los diversos procesos de apropiaci�n no termine afectada la materialidad que les da sentido, esto es las mismas pinturas, las rocas y su entorno y contexto paisaj�stico. Es aqu� donde se debe priorizar que la labor de la gesti�n patrimonial en torno a los sitios rupestres debe encausarse hacia la conservaci�n de los sitios, pero no como la simple y “autom�tica” aplicaci�n de m�todos y herramientas t�cnicas que eviten su deterioro, sino como objetivo que entre sus estrategias metodol�gicas busque identificar las m�ltiples din�micas sociales, econ�micas y culturales y mediar entre los diversos agentes(individuos, grupos, comunidades o instituciones) que confluyen en los sitios y que son en �ltimas los verdaderos responsables de su valoraci�n y protecci�n, m�s all� de lo que el discurso acad�mico u oficial o su aparato normativo pueda llegar a formular.

Pol�ticas culturales y arte rupestre en Colombia

Desde el �mbito legislativo se considera que el arte rupestre hace parte del Patrimonio Cultural de la Naci�n en general y del Arqueol�gico en particular, puesto que son “vestigios de la actividad humana”:

“El patrimonio arqueol�gico comprende aquellos vestigios producto de la actividad humana y aquellos restos org�nicos e inorg�nicos que, mediante los m�todos y t�cnicas propios de la arqueolog�a y otras ciencias afines, permiten reconstruir y dar a conocer los or�genes y las trayectorias socioculturales pasadas y garantizan su conservaci�n y restauraci�n” (Ley 1185 de 2008, Art�culo 6�)

De acuerdo a esta Ley la competencia sobre el patrimonio arqueol�gico recae en el Instituto Colombiano de Antropolog�a e Historia (ICANH) y se destaca que su propiedad es exclusiva del Estado de conformidad con los art�culos 63 y 72 de la Constituci�n Pol�tica que consagra que los bienes del patrimonio arqueol�gico pertenecen a la Naci�n y son inalienables, imprescriptibles e inembargables.

Como parte de las pol�ticas para el manejo y preservaci�n del patrimonio cultural la Direcci�n de Patrimonio del Ministerio de Cultura encausa su gesti�n a trav�s de 4 l�neas l�neas de acci�n (Ministerio de Cultura, 2010):

Conocimiento y valoraci�n del patrimonio cultural (Programa de Inventario y Registro del Patrimonio Cultural Colombiano y Programa de Declaratorias de Bienes de Inter�s Cultural), Formaci�n y divulgaci�n de patrimonio cultural (Bit�cora del Patrimonio Cultural y Natural, Programa Vigias del Patrimonio, Escuelas -Taller de Oficios Tradicionales), conservaci�n, salvaguardia, protecci�n, recuperaci�n y sostenibilidad del patrimonio cultural (Intervenci�n de bienes de inter�s cultural, Campa�a Nacional contra el Tr�fico Il�cito de Bienes Culturales, Plan Nacional de Recuperaci�n de Centros Hist�ricos) y fortalecimiento institucional (articulaci�n territorial a partir de Secretar�as de cultura departamentales, distritales y municipales, Consejos departamentales y distritales de Patrimonio cultural, Nodos regionales del Programa Vigias del Patrimonio y las Escuelas-Taller de Oficios Tradicionales).

A pesar de todo el marco normativo y estrat�gico emanado de las pol�ticas culturales (Ministerio de Cultura, 2010) que propenden por proteger, acrecentar y divulgar el patrimonio cultural de la Naci�n (Castellanos, 2006), el arte rupestre sigue estando expuesto a las m�ltiples din�micas y agentes (como los arriba identificados) que como hechos o problem�ticas reales desbordan la injerencia de cualquier ley o pol�tica plasmada en el papel. Por tal raz�n se hace necesario proponer v�as de acci�n tendientes al reconocimiento y diagn�stico del estado actual de los sitios rupestres y a la apropiaci�n social de este patrimonio como principal estrategia para hacer posible la interacci�n entre las m�ltiples versiones y visiones de entidades oficiales, comunidades cient�ficas (o acad�micas) y comunidades locales que como agentes sociales activos son quienes le confieren valor y sentido actual a estas manifestaciones:

“[...] el efectivo rescate del patrimonio incluye su apropiaci�n colectiva y democr�tica, o sea: crear condiciones materiales y simb�licas para que todas las clases puedan compartirlo y encontrarlo significativo. [De esta manera] convertir lo que es significativamente importante para la comunidad en patrimonialmente relevante, consitituye una estrategia espont�nea y eficaz de preservaci�n” (Garc�a Canclini, 1999).

Con el prop�sito de facilitar el encuentro entre el Estado y las diversas comunidades para la contrucci�n de un visi�n incluyente del Patrimonio cultural de la Naci�n, desde la politica p�blica el Ministerio de Cultura (2010) se han propuesto tres campos de acci�n:

Participaci�n (Conformaci�n de grupos voluntarios, Creaci�n de espacios de participaci�n comunitaria), Educaci�n (Realizaci�n de jornadas comunitarias y/o pedag�gicas, Formaci�n o capacitaci�n en centros educativos, Producci�n de materiales pedag�gicos), e Informaci�n (Elaboraci�n de materiales de divulgaci�n, Elaboraci�n de planes de sensibilizaci�n, protecci�n y salvaguarda).

En torno a estas pol�ticas las comundades acad�micas (que generan discursos cient�ficos) y locales (tradici�n oral y saberes) pueden aportar los contenidos de sus m�ltiples versiones para mediante estrategias educativas y de divulgaci�n ir propiciando elementos de significaci�n que redunden en una valoraci�n positiva y fomenten el sentido de apropiaci�n de los sitios rupestres, los cuales, dada su calidad de “cronotopos”

(2)pueden aportar al conocimiento o construcci�n del pasado (historias / memorias locales) y a la configuraci�n o caracterizaci�n identitaria de comunidades y territorialidades particulares.

2,Cronotopo, del griego: kronos = tiempo y topos =espacio, lugar. Tomado aqu� como “poderosos comprimidos o s�ntesis espacio-temporales que contribuyen a fortalecer determinadas territorialidades y memorias oficiales , pero tambi�n a la emergencia de contraespacios y memorias disidentes” (Piazzini, 2008).

Zipac�n. Ni�os de una escuela rural visitan un sitio con arte rupestre como parte de una experiencia de transmisi�n de memoria con adultos mayores de la zona (Diego Mart�nez C. Maestr�a en Patrimonio Cultural y Territorio, Universidad Javeriana). Fotos: D.M.C. 2010 Ver video en: http://www.youtube.com/watch?v=7oFaTWRUI1w

Consideraciones finales

Los sitios rupestres, por permanecer hoy d�a en sus lugares de inscripci�n original, se constituyen en verdaderos hitos patrimoniales donde confluyen y se articulan memorias/historias, lugares/territorios y comunidades con tan diversas visiones y versiones que van desde la invisibilidad o no recocimiento hasta su exaltaci�n como objeto arqueol�gico o lugar sagrado; propiciando din�micas particulares que hay que tener en cuenta por cuanto cada una de ellas genera alg�n tipo de significaci�n social. Por tal raz�n cualquier pol�tica de Estado tendiente a su preservaci�n debe ante todo tener en cuenta el contexto social en que se encuentran inscritos; no como un mandato impositivo para “exigirle a la sociedad el respecto que merecen” (seg�n lo expresado por Gonz�lez, 2006 al refererise al patrimonio arqueol�gico), sino para identificar e injerir en las din�micas socio econ�micas y culturales e intermediar y negociar con los diversos agentes y comunidades que confluyen en los territorios con miras a la preservaci�n de estos lugares. La simple y llana “imposici�n institucional u oficial” del cuidado y preservaci�n de los sitios rupestres a las comunidades que confluyen en ellos puede derivar en exabruptos tan pat�ticos como el caso expuesto del letrero que reza “Patrimonio cultural… no da�ar” impreso en las mismas rocas y muy (demasiado) pr�ximas a las pinturas rupestres precolombinas de San Mateo en Soacha.

Las instituciones, los gobiernos y sus pol�ticas culturales, las comunidades, o las m�ltiples versiones y valoraciones en torno a los sitios rupestres, han pasado y se seguir�n transformando y adecuando a las especiales condiciones de cada tiempo, pero la materialidad de estos vestigios, –que falsamente parecieran eternos como su soporte p�treo– resulta demasiado fr�gil ante las amenazas f�sicas advertidas pero mucho m�s ante el verdadero riesgo sobre este patrimonio: la indiferencia y su olvido. No el olvido de la memoria original de sus art�fices (la cual no es posible recuperar, por lo menos desde una perspectiva positivista) sino la memoria de las m�ltiples versiones que ayer y hoy le han otorgado a los sitios rupestres verdadero significado y sentido social y cultural.

�Preguntas, comentarios? escriba a: rupestreweb@yahoogroups.com

C�mo citar este art�culo:

Mart�nez Celis, Diego. “Patrimonio cultural: no da�ar” Din�micas y agentes en la relaci�n patrimonio, cultura y sociedad. A prop�sito del arte rupestre de la Sabana de Bogot�
En Rupestreweb, http://www.rupestreweb.info/pcys.html

2010

Referencias citadas

Art Tournnel. Etno Turismo. Recorridos Espirituales Cham�nicos. Plegable (s.f.)

Castellanos, Gonzalo. R�gimen Jur�dico del Patrimonio arqueol�gico en Colombia. ICANH, 2003.

Garc�a Canclini, Nestor. Los usos sociales del patrimonio cultural. En Encarnaci�n Aguilar Criado, Patrimonio etnol�gico: nuevas perspectivas de estudio. Consejer�a de Cultura, Junta de Andaluc�a, Sevilla, 1999.

Gonz�lez, Victor. El Manejo del patrimonio arqueol�gico en Colombia. En Anuario Turismo y Sociedad. Universidad Externado de Colombia, 2006.

Grupo Rahma Chapinero I. Salida a las Piedras del Tunjo –Parque Arqueol�gico de Facatativ� - (manuscrito). 10 de Marzo de 2007.

Hobsbawn, Eric. Inventando traiciones. Traducci�n del ingl�s de Pablo Mendez Gallo en Revista biTARTE no. 18. San Sebasti�n, agosto de 1999.

MINISTERIO DE CULTURA. Pol�tica para promover la apropiaci�n social del patrimonio a trav�s de la participaci�n comunitaria. En http://www.mincultura.gov.co/?idcategoria=23394\. Consultado en marzo de 2010.

MINISTERIO DE CULTURA. Pol�tica para el manejo y la conservaci�n del patrimonio cultural. En http://www.mincultura.gov.co/?idcategoria=23390 Consultado en marzo de 2010.

OPCA. Observatorio de Patrimonio Cultural y Arqueol�gico. La re-significaci�n de lo muisca en Bogot�. Bolet�n OPCA, No. 1 Universidad de Los Andes. Bogot�, mayo de 2009

Piazzini, Carlo Emilio. Cronotopos, memorias y lugares, una mirada desde los patrimonios. En Geopol�ticas,: espacios de poder y poder de los espacios. Ed. La Carreta - Universidad de Antioquia, 2008.

Therrien, Monika. El Patrimonio Cultural Inmaterial en Colombia y los dilemas de las Pol�ticas Culturales. (s.f.).