El Tema de C.U.R.A., por Patrice Guinard (original) (raw)
Se supone que el tema de elección responde a la cuestión cuando. El astrólogo erige un tema de elección después de haber determinado el momento propicio para una acción prevista (un matrimonio, un contrato, una creación, un comienzo...), después de haber escogido el lugar, la fecha y la hora favorables.
La astrología eleccional, aún muy de moda en la época medieval, cayó un poco en desuso. Las reglas generalmente aplicadas son próximas a aquellas de la astrología horaria, y permanecen ligadas a las significaciones abusivamente dadas a las _pretendidas_casas clásicas. El tema de elección era especialmente utilizado en agricultura, pero también en medicina cuando había que, por ejemplo, escoger el mejor momento para practicar un sangrado o para administrar un medicamento. Donde los Arabes, las elecciones (ikhtiyârât), eran relacionadas con las 28"casas" lunares de origen indio.
En su Speculum astronomiae (El espejo de la astrología), que cree defender la verdadera astrología, Alberto el Grande retoma la división de la astrología en cuatro ramas, que se transformaron en clásicas después de Guido Bonatti y Pietro d�Abano, y que jerarquiza asì: elecciones, revoluciones, natividades, interrogaciones. Este orden de aceptación era bastante generalizado entre los teólogos ya que correspondía a la más o menos fuerte dosis de "libre-arbitrio" soportada por una u otra de esas prácticas. Más generalmente las elecciones tenían el favor de los teólogos del XIIIavo siglo porque ellas no invadían sobre el supuesto libre arbitrio. Así las elecciones tomaron un lugar considerable en las cortes europeas durante los siglos siguientes.
Una rama de elecciones que se practica aún es la elección del tema de fundación, de una ciudad, de una casa, de un barco o de otra cosa inanimada, o aún de una sociedad, de una empresa, de una asociación o de un contrato, que se desea fundar sobre los auspicios más favorables. La configuración escogida supone determinar el futuro del objeto investido.
La astrología eleccional es un poco la resurgencia de la creencia en los días faustos y nefastos, en horas propicias o no, como en las listas que se encuentran en Egipto o Babilonia; ella es igualmente ligada a la fabricación de talismanes y a otras prácticas mágicas y superticiones asimiladas. Dicho de otro modo, se encuentran mezclados todos los ingredientes deseables para concoctar la peor astrología que sea, una astrología ignorada por Ptolomeo y descreditada por Abu Raihan Al-Biruni o por Nicole Oresme.
El tema eleccional me parece ser una pura fantasía del imaginario astrológico, a menos que no entre en resonancia, la más fuerte posible, con el tema de su o sus protagonistas. Así adquiere un valor "simbólico", exclusivamente circunscrito por el designio de su autor. El tema eleccional es un guiño de la astrología a su público. Es una imagen astrológica sin implicación física, y sin otro valor que aquella que le es dada.
El tema eleccional más célebre es quizás aquel erigido para la fundación de Bagdad: 31 de Julio del 762, el segundo calife abasido al-Mansûr ou Alamansor (~712-775) funda la nueva capital de su reino basándose en los consejos de al-Nawbakht, de Mâshâ�allâh, de al-Tabarî y del astrónomo Muhammad ben Ibrâhîm al-Fazârî. El tema de la fundación de Bagdad informa sobre la astrología de la época y también sobre las intenciones de los astrólogos y de sus soberanos.
Yo abrí el CURA el 1ero de Noviembre de 1999 a Dunkerque, media hora después de la medianoche. El tema ilustra el proyecto de CURA, a saber la instalación:
De una investigación (Saturno al MC) más seria, documentada y racional, que credibilise (Jupiter en III) la imagen de la astrología y del astrólogo, De un discurso nuevo (Uranus en Acuario) susceptible de despertar algunos espírutus (Aligación nocturna) al interés del estudio de la astrología por la cultura y la historia, De una toma de consciencia (Sol) sobre la naturaleza de la modernidad y de una sensibilización a una transformación de las mentalidades (Escorpión y participación nocturna), De un renacimiento de la astrología (Luna en Leo), susceptible de propagarse (Casa I, la Comunicación).
El CURA también esta concernido en el combate a realizar contra los cuatro impedimentos al desarrollo de la astrología, es decir:
El autoritarismo de los escépticos (Saturno) en posición social dominante (Jupiter en III, la Situación), el menos en la intelligentsia en cuanto a la cuestión astrológica, La venalidad de los pequeños gurus, charlatanes y comerciantes (Urano en Acuario) que explotan la credulidad de una clientela sumisa (Aligación nocturna), La marginalización (Escorpión) de los astrólogos, ubicados en la hez del reconocimiento social (Participación nocturna), y guiados por su fe (Sol) refractaria a toda puesta en cuestión, En fin, la ignorancia del público, crédulo y superficial (Luna en Leo), esclavizados a la media y a lo espectacular (casa I, la Comunicación).
El primer enemigo de la astrología es el autoritarismo de los escépticos y el cinismo de los espíritus fuertes, cuya actitud consiste a simular haber sobrepasado un punto de vista del cual no entienden gran cosa, pero que la sola postura del discurso deja de lado perentoriamente apoyándose sobre la verosimilitud del momento y sobre el consenso ideológico. El discurso astrológico pasa a ser explícitamente cándido ya que reivindica un decir, allí donde los especialistas acreditados estiman que no hay nada que decir, o al menos que ese decir no puede ser construido que a través de métodos probados, y escuchado que en las esferas donde puede ser recibido. El universitario patentado no está equivocado: la astrología profana esta totalmente desprovista de útiles intelectuales y de referencias académicas que le permitirían de basar su discurso. Pero calzada de pantuflas académicas, el oficial de la cultura no puede evitar de hacerse atrapar por la increíble esterilidad producida y reproducida por sus aparatos, por el desierto innombrable y sin salida que se instala a la confluencia misma de la consciencia, y que lleva la investigación de esta gente pudiente y provistos de puestos al grado cero del conocimiento, es decir, al punto de la intensificación de la mediocridad racional, medida, instalada.
El segundo enemigo de la astrología es la venalidad de los pequeños gurus, charlatanes y comerciantes de lo astral. La astrología, no institucionalizada, no tiene otra salida que de exteriorizarse en esos miserables comercios de horóscopos y de predicciones, porque el Mercado ha llegado a ser lo único que está en juego en toda actividad social, porque el hombre moderno ha perdido el sentido de la interioridad como aquel de lo sagrado o de lo inefable, el sentido de una vida otra que aquella que le es martillada por las industrias de Espectáculo, porque se ha ensordecido a esa "lejanía" que reside en lo más íntimo de él mismo. La modernidad fabrica una raza de bárbaros, la peor entre todas aquellas que jamas ha existido en la historia.
El tercer enemigo de la astrología son los astrólogos mismos, poseídos por el miedo y parapeteados detrás de la interpretación de temas y de psico-habladuría "terapeútica", imitando a los psico-terapeutas autorizados, como si toda la astrología se resumiese a esta aplicación anexa. El astrólogo-consultante, que no hace que explotar la idea que su "cliente" se hace de la astrología, ganaría en desbarazarse del tema natal para comenzar a hacer de la astrología. El tema en sí mismo debería ser puesto a contribución para otra cosa que una "constatación psicológica", por ejemplo, para hacer nacer le emoción sucitada para una real comprensión del tema, para acceder a una visión de la persona, para intentar cernir su "delirio" (Deleuze), y no para devolverle incesantemente la imagen consensual de la individualidad moderna, la misma para todos, pero sumergida en pequeñas diferencias artificiales e infranqueables.
El cuarto enemigo de la astrología es su público, ignorante y dominado por la ideología tricefálica del mercado, la democracia y la ciencia. ¿Porqué el discurso astrológico que interpela con mayor precisiòn a cada cual sobre su ser y su existencia que ninguna de las charabias producidads por las industrias mediáticas, es también la más burlada y despreciada? Porque su desarrollo pondría en causa las jerarquías intelectuales y cohorte de bufones, y pondría fin a una parte de las interrogaciones fantasmagóricas producidas por la consciencia moderna. Como en la economía política, la reglamentación de los beneficios y la limitación de la especulación (preconizado ya en el Renacimiento por Copernico, Thomas More y Guillaume Budé) frenaría el poder del dinero, a sus ìdolos y a sus seducciones.
Primero que nada el Mercado, lo que significa "toma y daca" o peor aún: vender lo más caro posible, comprar con rebaja, aunque sea explotando lo inexplotable, generando mecanismos de esclavaje cada vez más coercitivos y sin salida, o desplazando la infamia a otro lugar, a partir del momento en que ese poder de venta es legitimizado. De esa manera basuras, derivados nucleares, polución, pero sobretodo esclavaje, criminalidad, inhumanidad, son evacuados tanto que se pueda lo más lejos de los centros de producción, en lugares que no han tenido la suerte de comprender lo que son "los derechos del hombre", o que quizás no han tenido el coraje de pasar por una lijera fase de Terror, que los habría sanado para siempre del problema de existir sin los valores de la Razòn. Y en prima, la buena consciencia de los ganadores, de aquellos que se exprimen en su nombre y sobretodo en el nombre de otro. Y que importa que el "Tercer-mundo" sea saqueado y esclavizado, con tal que se pliegue a las leyes del pillaje organizado, y a aquellos de la esclavitud voluntaria. Y por todas partes los mismos imperativos y designios guí0.an a los concurrentes rapaces e intercambiables que buscan desviar la situación a su benefico.. En plan de fondo: el dinero, que es a la vez referente y significado, el único, que anula y envilece. A todo se le da un valor monetario, se vende, se corrompe, y aquello que no pasa por el Mercado no vale nada, ya que solo el Mercado es capaz de generar la participación en los beneficios, la reproducción, la salvaguardia. Como línea de mira el desierto, "el acontecimiento desierto".
Democracia: en apariencia como antepecho y regulador del Mercado, pero en realidad el terreno sobre el cual ella se desarrolla anárquicamente. Ya que la democracia misma es controlada por el Mercado. Los ciudadanos son incitados a escoger entre candidatos intercambiables, instalados con gran refuerzo de publicidad y de ideología mediática, y escogidos en función de su capacidad a manejar las situaciones críticas y a engañar. En el caso en que indeseables sean "democráticamente" investidos, los procesos jurídicos de descalificación se ponen en marcha con el fin de no dejar en los cargos qué los prototipos fabricados y enrolados por el Mercado. Y la "democracia" ha invadido todos los estratos de la vida social e incluso privada. Por todas partes la autonomía de la acción está entrabada por múltiples pequeños comités de control que reproducen los mecanismos alienantes creados a niveles superiores..
Ciencia: la buena consciencia. Mantenido y remunerado por el Mercado, y comprometido a trabajar en las direcciones de la demanda, ella ha abandonado toda investigación fundamental para plegarse a lo utilitario que es la utilidad del Mercado. Las ciencias duras, aquellas que se aplican a "objetos", se consagran a los perfeccionamientos tecnológicos fomentados por el Mercado. Las ciencias blandas, aquellas que se ocupan de signos y que debían, a sus comienzos, ocuparse del hombre, han llegado a ser los mejores auxiliares, serviles, de los poderes instalados por el Mercado. Basadas sobre los hechos, y sin preocuparse de la comprensión, pero de justificación referenciada, ellas permiten la reescritura de la historia segun la necesidad, luego de la disparición de archivos o de documentos embarazosos. Se hace decir lo que se desea a un psicólogo, a un psicoanalista, a un sociólogo, a un pedagogo, a un especialista de la comunicación ( cuyo trabajo en su totalidad consiste a describir los estigmas fijados por el Mercado y por su aliado el Espectáculo sobre las conductas), con tal que termine, justamente, por decir lo que debe decir.