Introducción a la historia de la filosofía 1759 (original) (raw)

Prólogo, o Introducción a la Historia de la Amable Maestra, y Directora del Hombre la Filosofía

Gracias debo dar a la amorosa Providencia del todo Poderoso, porque me ha sacado del confuso laberinto en que me introdujo mi buen deseo, y amor, por mis Patricios, con la proyectada empresa de explicar, aunque tan sobre peine, como decimos, la definición, división, y progresos de las Ciencias, que sirven para explayar dichosamente el conocimiento del Hombre. Confieso, que los asuntos hasta aquí seguidos, son de poco gusto, y bastante áridos, para los que alejados del Museo de las Ciencias, hallan poco, o ningún recreo en materias, si por su naturaleza felices, por ignorancia de algunos escabrosas. Confieso también, que habré ocasionado en algunos de mis Lectores el enojo, por no haber citado Autores Españoles; pero suplico se me permita no haga mas, sobre haberlos callado, que disimular la causa; pues me persuado, y con bastante fundamento, que no la ignora el bien instruido, y no le hace falta alguna al indocto. Confieso finalmente, que hubieran tenido mucho mas aprecio las bagatelas de ninguna importancia y particularmente aquellas, que son unos como resortes, o muelles de la risa; quiero decir, aquellas mal complexionadas sátiras, que sin atender al respecto, y cualidad de las personas, constituidas en dignidad, se llevan, como torbellinos, huracanes, y borrascas, la buena opinión, el respetable decoro, y todas las demás dignas prendas de personas calificadas, que si causan inquietud al envidioso, son motivo de que ejercite su buena crianza, y cortesía el bien instruido. Regularmente hallan su mayor complacencia, todos los que tienen corcovado el entendimiento, cuando se dice mal de aquellos, que lograron hacer perfecto al suyo, o a cuidados de la aplicación, o a esmeros de la virtud; pero líbreme Dios, como de caer en un pozo, de ser partidario de tan pernicioso abuso. Yo paso el tiempo al abrigo de mis tareas, sin otro cuidado, que admirar al bueno, y lastimarme del réprobo; sin mas inquietud, que la que me ocasionan mis defectos; sin más sentimiento, que el ver se vende poco mi Diario; y por último, sin más desazón, ni disgusto, que el no tener un pingue patrimonio para comprar muchos libros, estudiar sin zozobra, y servir con todas mis fuerzas, y desvelos al Público; pero ya que Dios me quiere pobre, valga la paciencia, que de este modo haré ver mejor los frutos que produce la filosofía. No estoy tan adelantado en esta facultad, o ciencia directora del hombre, tanto sea, respecto al uso que se puede hacer con ella de las luces naturales, como de las virtudes: por esta causa, y porque deseo saber lo que ignoro, y fortalecer lo que antes de ahora he aprendido, me parece conveniente pararme en este sitio ameno de mi Plan, cogiendo; ya flores en la Primavera de la filosofía; ya abundantes, y sazonadas mieses en el Estío, o edad juvenil de esta ciencia; ya sabrosos, y delicados frutos en la virilidad de esta facultad dichosa, en la que dieron, el de sus felices tareas, tantos filósofos, que fueron la gloria de su tiempo, y son Maestros de nuestros siglos; y ya en el Invierno de las miserias humanas, para cuyo reparo ofrece abrigo, calor, templanza, y víveres de sufrimiento la filosofía. Estas son las cuatro estaciones, o edades de esta ciencia, y cuatro periodos, en que dividiré su historia, tratando de su Primavera, en su origen; de su Estío, en sus rápidos, y fogosos adelantamientos; de su Otoño, en la prodigiosa abundancia de sus frutos; y de su Invierno, en la templanza, y admirables vidas de sus sectarios. En su origen, veremos un ramillete de exquisitas flores; en su Estío, poseeremos un rico depósito de morales mieses; en su Otoño, disfrutaremos el fruto de sus sentencias; y en su Invierno, haremos un buen uso de sus prudentes máximas.

No habemos de creer tan material, y rigurosa esta promesa, que juzguemos se ha de seguir tan formalizada, como se pinta; esto es, que se ha de hablar de su origen primero, de su Estío después, y así metódicamente de los demás; pero no se ha de entender así, porque aunque lo primero será tratar de su origen, y después de las demás edades; sin embargo, será de un modo, que forme una gustosa Miscelánea, sin la precisa formalidad de una serie de hechos encadenados, pues observando este método, se hará mas gustosa la lectura, abrazando en ella las ocurrencias exquisitas, que forman el hermoso tejido de esta Historia.

Es cierto, que en el Plan, siguiendo los rumbos del conocimiento natural y científico, y pasando desde lo sensible, a lo racional, hallamos en el primer grado la potencia, y propiedades de los intrínsecos caracteres de los objetos sensibles, con el nombre de física, de filosofía natural; y parecerá deberíamos tratar primero de la física; pero no ignorando, que esta es parte de la filosofía, tomada en común, sería un agravio del todo anteponer sus partes; y así, para observar algún orden más exacto, tomaremos a la filosofía desde su principio, lo que espero será del gusto de mis Lectores: ojalá acierte yo, como lo deseo, en la correspondencia a que me obligan sus finezas, y atenciones.

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Breve relación histórica del origen de la filosofía
Progresos de la filosofía entre los Hebreos
Cual fue el origen de la filosofía entre los Caldeos
Prosigue la materia de la filosofía entre los Caldeos