¡La genética ya no existe! (original) (raw)

¡La genética ya no existe!
El polit-buro condena como ciencia burguesa las leyes de Mendel-Morgan sobre la herencia

Alumnos de una universidad soviética
Estos alumnos de una Facultad soviética de Ciencias ya no oirán explicar las teorías genéticas de Mendel, declaradas incompatibles con los principios marxistas. El empuje de Stalin hacia el monolítico cuerpo de doctrinas total no se reduce sólo a la Economía o a la Política.

Por lo general cualquier comunidad religiosa proselitista, con el fin de perpetuar su existencia, elabora primero un credo y después un sistema escolástico, haciendo recaer toda la autoridad para fijar e interpretar sus dogmas en organismo central.

Lenin desarrolló la revolución de octubre bajo las directrices de la Filosofía marxista de la historia, cuyo apoyo más fuerte, en la edad científica en que se produjo, era su pretensión de estar fundada en la ciencia y destinada a seguir en todo las orientaciones de la misma. Por eso, la política bolchevique de Lenin no era rusa, ni racial, ni nacionalista, sino universal, aplicable a todas las naciones y a todas las edades.

Se trataba de una ley para la naturaleza, la vida y la historia, no aplicable particularmente a ningún individuo, raza o nación. Era algo impersonal. El individuo y la nación son sólo reflejos e instrumentos. No obstante, Lenin estaba convencido de que bien es cierto que Rusia había sido capaz de desencadenar la Revolución Comunista mundial demasiado retrasada para dirigir el nuevo mundo que surgía de la misma. Su convicción era compartida por Stalin hasta el momento en que logró la victoriosa colectivización del campo ruso.

Desde 1932 comenzó a gestarse una nueva concepción dentro de las murallas del Kremlin. Rusia sobrevivió a la invasión nazi, derrotó de manera aplastante a Hitler y comenzó a entregarse a una serie de principios engañosos que habrían de encontrar su remate cuando la nueva concepción staliniana encontrara su definitiva expresión oficial. Esto ocurrió el 7 de agosto de 1948 cuando el Comité Central del Partido Comunista anunció que la violenta disputa entre los biólogos soviéticos respecto a las leyes de la herencia había sido definitivamente resuelta.

La extraordinaria importancia de este acontecimiento puede calibrarse por el hecho de que «Pravda», el órgano del Partido Comunista, consagró la mitad de su espacio del 2 al 7 de agosto a las sesiones de la Academia Lenin de Ciencias Agrícolas, y el 7 de agosto agregó a su edición regular de cuatro páginas un suplemento de dos, referentes al mismo tema.

El Proceso Alexandrov – El gran problema que tenía que resolver el Politburó era como variar las leyes impersonales del determinismo materialista, que constituye la médula de la Filosofía marxista de la historia, de tal modo, que el acontecer ruso fuera base real de la ideología que se deriva de ella. Un paso en este sentido, que parece ser decisivo, puede ser el dado el pasado verano.

En esta época, el Kremlin convocó a 78 de sus magnates, para juzgar a Georgi Fedorovich Alexandrov, el destacado filósofo soviético y jefe de la oficina de propaganda del Partido comunista, que había presentado para conocer el juicio un libro en el que expresaba lo que él suponía ser la doctrina marxista, basándose en las leyes del determinismo materialista. Los inquisidores le condenaron públicamente por no estar aquellas ideas en armonía con los hechos de la nueva vida en la Rusia soviética.

No obstante, pensando que todavía estaba poco aclarada su nueva filosofía política, los teóricos del Politburó se decidieron dar un nuevo paso en el desarrollo de la filosofía marxista, propugnada por ellos. En último examen, el obstáculo de la ciencia colocada en el camino de su filosofía se encontraba en el terreno de la genética y se refería al papel del medio ambiente y la herencia en la historia de la humanidad.

Si la herencia es el factor determinante, las mutaciones por un cambio revolucionario están excluidas. Pero si el medio ambiente es el principal factor formativo, entonces un cambio revolucionario del medio ambiente puede modificar directamente el carácter de un pueblo.

Ciencia Adaptada – Lenin, creyente en la ciencia, a la que consideraba como la fuente de mejora del bienestar material de las gentes, estableció el Instituto de botánica aplicada, que se convirtió en el centro de la mayor instalación de cultivos y selección de semillas del mundo entero. Nicolai Vavilov, a quien Lenin colocó al frente del Instituto en 1921, logró adquirir en todo el mundo una fama renombrada por su escuela de genética.

Según la ciencia y las más modernas investigaciones, Vavilov, al tiempo que reconocía los efectos del medio ambiente en el desarrollo de las plantas, recalcaba el papel de la herencia en el cultivo de las plantas, de acuerdo con la genética de Mendel-Morgan. Este concepto de una genética de valor universal no convenía al designio staliniano de convertir a la Rusia soviética en la fuente de una nueva filosofía de la Historia.

Desde entonces, de acuerdo con Stalin, la Ciencia se convirtió en sierva del Partido Comunista Soviético. Trofin Denisovich Lysenko, un ambicioso biólogo-político emprendió la tarea de proporcionar a Stalin lo que necesitaba. Expuso y defendió la teoría lamarkiana de la variación por el medio y rechazó la genética de Morgan Mendel como una ciencia «burguesa y extranjera», inventada por un sacerdote.

La tarea de demostrar que la genética Morgan Mendel, sostenida por Vavilov y su escuela era errónea, fue llevada a cabo de acuerdo con los tradicionales procedimientos totalitarios del bolchevismo, que nunca falla. El Kremlin suprimió a los propios genéticos. Vavilov fue destituido y desterrado a Siberia donde murió. Su escuela genética fue depurada. Nombrado Lysenko para que le reemplazara como director del Instituto, fue al mismo tiempo elevado a una de las más altas funciones estatales, la vicepresidencia del Soviet Supremo y fue condecorado con la orden de Lenin.

La tragicomedia de supresión de la ciencia por estar en contradicción con la filosofía política del Kremlin, fue sancionada en la conferencia del 2 al 7 de agosto de la Academia Lenin.

La Única Verdad – La supresión de la genética en el pensamiento ruso, significa, desde entonces, de acuerdo con la teoría de Lysenko, que «los cambios en el medio ambiente modifican directamente el desarrollo de una planta o de un animal», ocasionándose cambios tan revolucionarios como el llevado a cabo por la revolución bolchevique de 1917 en los terrenos económico-social y político y pudiéndose, por lo tanto cambiar directamente el carácter de un pueblo e incluso modificar totalmente sus caracteres hereditarios. La biología burguesa, al tener en cuenta las barreras raciales, culturales o de color, obstaculizan el camino de la regeneración de la raza humana que intenta el régimen soviético.

El Politburó puede ahora desenvolver una nueva filosofía soviética de la Historia, basada en el acontecer de la U. R. S. S. De acuerdo con ello, la Rusia soviética, se convierte en la encarnación de las leyes marxistas del materialismo dialéctico y, por consiguiente, la nueva filosofía debe racionalizar y sistematizar los hechos y los actos de la Rusia soviética.

Las ideas y la política de los soviets son verdades filosóficas y Stalin es el símbolo y el portador del «Materialismo dialéctico» operante.

Todo debe conformarse a esto. Aquellos que descubren esta verdad y que creen en ella, son libres; aquellos que no creen en la misma son esclavos burgueses y capitalistas.

En los días de Lenin, toda Rusia era reaccionaria y, por lo tanto, fue suprimida como inútil. Ahora todo en Rusia es superior: la ciencia, la literatura, el arte y el sistema social económico y político es inmejorable. Está provisto del ser auténtico ruso y tiene la etiqueta soviética. Esto es un hecho que no tiene duda.

Mentes incapaces – La espectacular y pública excomunión de Emil Varga, el más destacado de los economistas soviéticos, por el hecho de que ha sido corrompido por las estadísticas norteamericanas; el golpe comunista de febrero en Checoeslovaquia; la depuración de los jefes comunistas en los países satélites; la riña entre Stalin y Tito, son todos hechos inevitables que acompañan al nacimiento de una nueva filosofía soviética.

Las mentes de la vieja guardia comunista, así como la de aquellos que gobiernan con partidos burgueses «corruptos», no puede recibir el encargo de absorber, sin reserva, la nueva filosofía. Hay que depurarlos, como el partido comunista ruso lo ha sido, siempre que el Kremlin ha tomado nuevas orientaciones.

La Cominforn, fundada el pasado octubre, no es una oficina de información, como su etiqueta podría hacer creer. Es la inquisición soviética, destinada a imponer la nueva filosofía del Kremlin, el nuevo carácter marxista, que no puede ser puesto en duda por el creyente. ¡El Kremlin es infalible!