Sebastián Quintana copia de Juan Andrés (original) (raw)

La Historia de la filosofía universal publicada por el joven editor Francisco de Paula Mellado en 1840-41, atribuida a un D. Sebastián Quintana, tiene pocos párrafos originales y en su mayor parte es copia literal de un libro publicado medio siglo antes: Origen, progresos y estado actual de toda la literatura, obra escrita en italiano por el abate D. Juan Andrés, y traducida al castellano por D. Carlos Andrés, tomos I y II, Madrid 1784. Se ofrecen aquí los índices de las dos obras y unos ejemplos de párrafos copiados, señalando las variantes. También, en algún caso, la procedencia de otros párrafos enteros intercalados, que proceden de otras obras.


Índices de la obra de Juan Andrés

y de la atribuida a D. Sebastián Quintana

Juan Andrés, Origen, progresos y estado actual de toda la literatura, 1784
Juan Andrés, Origen, progresos y estado actual de toda la literatura, Madrid 1784

Capítulo III
Causas de los progresos de los Griegos en la literatura

Razones insuficientes de los progresos literarios de los Griegos, 46
Clima, 47
Libertad, 50
Continuación, 53
Razones varias, 54
Situación de la Grecia, 56

Asambleas públicas, 57
Premios y honores, 62
Aprecio que hacían los poderosos, 65
Teatro, 67
Publicidad de los estudios, 70
Unión de las ciencias con las buenas letras, 73
Originalidad, 74

Título 6
Causas de los progresos de los griegos en la literatura

1. División de las causas que influyen en el desarrollo de los ingenios en general, 89
2. Causas físicas o naturales, 92
3. Causas políticas y morales, 96
4. Diversidad de causas políticas y morales que concurrieron a los progresos de la literatura de los griegos, y a la producción y desarrollo de sus ingenios. Situación de la Grecia, 99
5. Asambleas públicas. Juegos Olímpicos, 100
6. Premios y honores, 103
7. Aprecio de los poderosos, 105
8. Teatro, 107
9. Publicidad de los estudios, 109
10. Unión de las ciencias con las buenas letras
11. Originalidad, 112

Capítulo V
Literatura Romana

Origen de la literatura Romana, 107
Poesía, 108
Elocuencia, 111
Historia, 111
Filología, 112
Ciencias, 113
Jurisprudencia, 118

Título VII
Literatura romana

1. Origen de la literatura romana, 118
2. Poesía y poetas, 119
3. Elocuencia y oradores, 120
4. Historia e historiadores, 121
5. Filología y filólogos, 122
6. Ciencias y científicos, 123
7. Jurisprudencia y jurisperitos, 126

Capítulo VI
Paralelo de la literatura Griega con la Romana

Insubsistencia de dos épocas, una en la literatura Griega, y otra en la Romana, 123
Literatura Romana del todo Griega, 125
Los Romanos émulos de los Griegos, 127
Diferencia entre la literatura Griega y la Romana, 140
Diferencia de divertimientos literarios entre Griegos y Romanos, 142
Decadencia de la literatura Griega y de la Romana, 147
Conclusión

Título 8
Paralelo de la literatura griega con la romana

1. Insubsistencia de dos épocas, una en la literatura griega y otra en la romana, 129
2. Literatura romana del todo griega, 132
3. Los romanos émulos de los griegos, 133
4. Diferencia entre la literatura griega y la romana, 141

5. Decadencia de la literatura griega y de la romana, 145

Capítulo VII
Literatura eclesiástica

Origen de la literatura Eclesiástica, 156
Apologías, 157
Herejías, 158
Escritura Sagrada, 159
Historia eclesiástica, 160
Escuelas y Bibliotecas de las Iglesias, 161
Siglo de oro de la literatura Eclesiástica, 163
Concilios, 166
Derecho Canónico, 167
Poesía Sagrada, 169
Principio de la decadencia de la literatura Eclesiástica, 171
Últimos sostenedores de la literatura Eclesiástica en Italia, 172
En España, 174
En Inglaterra, 176
Causas de la última decadencia, 179
Estudios Eclesiásticos de los tiempos bajos, 182
Carlo-Magno promovedor de las letras, 185
Academia de Carlo-Magno, 188
Fundación de Escuelas, 191
Escaso fruto de la protección Carlo-Magno, 192
Investigación de las razones de la escasez, 195
Razones de la escasez, 199
La escasez de papel, causa de la mayor decadencia, 209
Decadencia de la literatura Griega por aquellos tiempos, 210

Título IX
Literatura eclesiástica

1. Origen de la literatura eclesiástica, 151
2. Apologías : herejías : escritura sagrada, 152

3. Historia eclesiástica: escuelas y bibliotecas de las iglesias, 154
4. Siglo de oro de la literatura eclesiástica, 156
5. Concilios: derecho canónico y poesía sagrada, 158

6. Principio de la decadencia de la literatura eclesiástica, 161
7. Últimos sostenedores de la literatura eclesiástica, en Italia, en España y en Inglaterra, 162
8. Causas de la última decadencia. Y estudios eclesiásticos de los tiempos bajos, 166
9. Carlo Magno promovedor de las letras, 170
10. Academia de Carlo Magno; y fundación de escuelas por él mismo, 172
11. Escaso fruto de la protección dispensada a las letras por Carlo Magno, 175
12. Investigación de las razones de la escasez, 177
13. Razones de la escasez, 180
14. La escasez de papel, causa de la mayor decadencia, 184
15. Decadencia de la literatura griega por aquellos tiempos, 185

Capítulo VIII
Literatura de los Arabes

Barbarie de los Árabes, 213
Califas protectores de las letras, 215
Almamon el Augusto de los Árabes en la protección de las letras, 218
Escuelas y Academias de los Árabes, 223
Particular cultura de los Arabes en España, 226
Bibliotecas, 226
Gramática, 228
Diccionarios, 233
Retórica, 234
Poesía, 240
Examen del mérito de la poesía Arábiga, 246
Historia, 249
Diccionarios Históricos, 250
Historia literaria, 252
Viajes literarios, 253
Romances, 256
Filosofía, 258
Historia natural, 262
Química, 266
Matemáticas, 268
Astronomía, 271
Medicina, 274
Jurisprudencia y teología, 281

Título X
Literatura de los árabes

1. Barbarie de los árabes, 187
2. Califas protectores de las letras, 188

4. [sic] Escuelas y academias de los árabes, 192
5. Particular cultura de los árabes en España, y sus bibliotecas, 194
6. Gramática, 196
7. Diccionarios, 199
8. Retórica, 200
9. Poesía, y examen de su mérito, 204
10. Examen del mérito de la poesía arábiga, 207
11. Historia, y diccionarios históricos, 209

12. Historia y viajes literarios, 211
12. [sic] Cronología y geografía, 212
13. Romances, 214
14. Filosofía, 215
15. Historia natural, 218
16. Química, 220
17. Matemáticas, 122
18. Astronomía, 124
19. Medicina, 236
20. Jurisprudencia y teología, 230

Capítulo IX
Influencia de la literatura Arábiga en la restauración de la Europa

Paralelo de la literatura Arábiga con la Griega y la Romana, 286
Influencia de los Árabes en las ciencias Europeas, 289
Escolástica, 296
Orígen de la Escolástica, 297
Escolásticos famosos sin el auxilio de los Arabes, 303
Aumento de la Escolástica con la introducción de los libros Arábigos, 307
Testimonios a favor de la influencia de la literatura Arábiga en la nuestra, 311
Estudios de los Españoles bajo el dominio de los Árabes, 315
Literatos que pasaron a los dominios Arábigos, 320
Gerberto, Campano de Novara, 328
Gerardo, Atelardo, Morley, 329
Influencia de los Árabes en el estudio de la Medicina, 331
Literatura Arábiga, origen de los progresos de la Europa, 334
Alfonso X acusado falsamente de impiedad, 336
Tablas Alfonsinas, 338
Tesoro del rey Alfonso, no sacado del de Bruneto Latino, 340
Ruggero Bacon, 345
Pólvora conocida por Bacon, 349
Discípulos Europeos de los Árabes, 354
Influencia de la literatura Arábiga en la Europea, aun en los tiempos modernos, 357
Incertidumbre de la influencia de los Árabes en otros estudios Europeos, 359

1841 Sebastián Quintana ⋅ Tomo II

Título X [sic]
Influencia de la literatura arábiga en la restauración de la Europa

1. Paralelo de la literatura arábiga con la griega y romana, 5
2. Influencia de los árabes en las ciencias europeas, 7
3. Escolástica y su origen, 11

4. Escolásticos famosos sin el estudio de los árabes, 15
5. Aumento de la escolástica con la introducción de los libros arábigos, 18
6. Testimonios a favor de la influencia de la literatura arábiga en la Europa, 21
7. Estudios de los españoles bajo el dominio de los árabes, 24
8. Literatos que pasaron a los dominios arábigos, 26

9. Influencia de los árabes en el estudio de la medicina, 33
10. Literatura arábiga. Origen de los progresos de la Europa, 35
11. Alfonso X acusado falsamente de impiedad, 37
12. Tablas Alfonsinas, 38
13. Tesoro del rey Alfonso no sacado del de Bruneto Latino, 39
14. Ruggero Bacon, 43

15. Discípulos europeos de los árabes, 48
16. Influencia de la literatura arábiga en la europea aun en los tiempos modernos, 50
17. Incertidumbre de la influencia de los árabes en otros estudios europeos, 51

1784 Juan Andrés ⋅ Tomo II

Capítulo XI

Influencia de los Árabes en la cultura moderna de las buenas letras

Diferencia de los estudios de los Árabes en las ciencias y en las buenas letras, 1
Influencia de los árabes en el gusto moderno de las buenas letras, 4
Antigüedad de las lenguas modernas vulgares, 5
Antigüedad de la lengua Alemana, 7
Lengua Inglesa, 11
Lengua Francesa, 14
Lengua Española, 20
Uso de la lengua latina en los escritos, 22
Uso de la lengua vulgar en las provincias dominadas por los Arabes, 24
Dos lenguas vulgares comunes en España, 26
Origen de la poesía española, 31
Época de la cultura de las lenguas vulgares en la conquista de Toledo, 33
Trato de los Franceses con los Árabes y Españoles, 41
Poesía francesa y española, 43
Monumentos españoles traídos como franceses en la Historia literaria de Francia, 45
Escuelas de Toledo que florecieron bajo el dominio de los Españoles, 49
Establecimiento de la lengua vulgar debido al Rey San Fernando, 51
Notas musicales en el siglo XIII, 55
Música entre los Árabes, 57
Lengua provenzal, 61
Poesía provenzal, 66
Poesía provenzal nacida del ejemplo de los Árabes, 70
Semejanza de la poesía provenzal con la arábiga, 74
Romances, 78
Novelas morales, 80
Fábulas de Pilpai, 83
Rima de la poesía vulgar tomada de la arábiga, 86
Rimas latinas, 88
Rimas góticas, 91
Rimas arábigas, 95
Semejanza de la poesía vulgar con la arábiga en la construcción de los versos, 96
Semejanza entre los poetas árabes y los provenzales, 98
Influencia de la Poesía provenzal en la cultura de las otras lenguas, 103
Influencia de la Poesía provenzal en la latina, 105
Dante, el Petrarca y Bocaccio imitadores de los Provenzales, 108
Versos del Petrarca y de Jordi, 112
Quien sea el autor de estos versos, 114
Continuación, 117
Conjetura acerca del primer autor de estos versos, 123
Lengua y poesía italiana deudora de su cultura a los Provenzales, 126
Continuación, 128

Periodo II. Filosofía moderna
Desde Descartes hasta nuestros días

Título I. Influencia de los árabes en la cultura moderna de las buenas letras

1. Diferencia de los estudios de los árabes en las ciencias y en las buenas letras, 55
2. Influencia de los árabes en el gusto moderno de las buenas letras, 57
3. Antigüedad de las lenguas modernas vulgares
4. Antigüedad de la lengua alemana, 60
5. Lengua inglesa, 62
6. Lengua francesa, 64
7. Lengua española, 68
8. Uso de la lengua latina en los escritos, 69
9. Uso de la lengua en las provincias dominadas por los árabes, 72
10. Dos lenguas vulgares comunes en España, 73
11. Origen de la poesía española, 76
12. Época de la cultura de las lenguas vulgares en la conquista de Toledo, 81
13. Trato de los franceses con los árabes y con los españoles, 82
14. Poesía francesa y española, 84
15. Monumentos españoles traídos como franceses en la historia literaria de Francia, 85
16. Escuelas de Toledo que florecieron bajo el dominio de los españoles, 88
17. Establecimiento de la lengua vulgar debido al rey San Fernando, 89
18. Notas musicales en el siglo XIII, 92
19. Música entre los árabes, 93
20. Lengua provenzal, 95
21. Poesía provenzal, 97
22. Poesía provenzal nacida del ejemplo de los árabes, 100
23. Semejanza de la poesía provenzal con la arábiga, 102
24. Romances, 105
25. Novelas morales, 107
26. Fábulas de Pilpai, 109
27. Rima de la poesía vulgar tomada de la arábiga
28. Rimas latinas, 112
29. Rimas góticas, 115
30. Rimas arábigas, 117
31. Semejanza de la Poesía vulgar con la arábiga en la construcción de los versos, 118
32. Semejanza entre los poetas árabes y los provenzales, 119
33. Influencia de la poesía provenzal en la cultura de las otras lenguas, 122
34. Influencia de la poesía provenzal en la italiana
35. Dante, el Petrarca y Bocaccio, imitadores de los provenzales, 126
36. Versos del Petrarca y de Jordi, 128
37. Quien sea el autor de estos versos, 130

38. Conjetura acerca del primer autor de estos versos, 135
39. Lengua y poesía italiana, deudoras de su cultura a los provenzales, 137

Capítulo XII
Estado de la literatura hasta la venida de los griegos a Italia

Preocupación a favor de los Griegos, 130
Cultura de España, 131
Cultura de Inglaterra, 134
Cultura de Francia, 139
Restablecimiento de la literatura debido a Italia, 144
Escritos latinos, 148
Estudio de los libros antiguos, 150
El Petrarca verdadero padre de la cultura moderna, 154
Bocaccio introductor de la lengua griega, 155
Cultura de Toscana, 158
Cultura de las otras ciudades de Italia, 161
Bolonia, 161
Padua, 163
Otras ciudades de Italia, 166
Cuidado en buscar libros y monumentos antiguos, 168
Estudio de la lengua latina, 171
Estudio de la lengua griega, 173
Toma de Constantinopla, 175
Estado de la literatura griega al tiempo de la toma de Constantinopla, 176
Introducción de la Filosofía platónica, 181
Partidos filosóficos en Grecia, 183
Academia Platónica en Florencia, 186
Ventajas literarias derivadas del trato con los Griegos antes de la toma de Constantinopla, 188
Cultura de Alemania, 191
Cultura de Francia, 193
Cultura de España, 195
Cultura de España antes de Nebrija, 198
Cultura de Inglaterra, 205
Mejora de toda la literatura, 206
Acontecimientos favorables a la literatura, 210

Título II
Estado de la literatura hasta la venida de los griegos a Italia

1. Preocupación a favor de los griegos, 140
2. Cultura de España, 141
3. Cultura de Inglaterra, 143
4. Cultura de Francia, 146
5. Restablecimiento de la Literatura debido a Italia
6. Escritos latinos, 152
7. Estudios de los libros antiguos, 153
8. El Petrarca verdadero Padre de la cultura moderna, 156
9. Bocaccio introductor de la lengua griega, 157
10. Cultura de la Toscana, 159

11. Padua, 162
12. Otras ciudades de Italia, 164
13. Cuidado en buscar libros y monumentos antiguos, 165
14. Estudio de la lengua latina, 168
15. Estudio de la lengua griega, 169
16. Toma de Constantinopla, 170
17. Estado de la literatura griega al tiempo de la toma de Constantinopla, 171
18. Introducción de la filosofía Platónica, 174
19. Partidos filosóficos en Grecia, 176
20. Academia Platónica en Florencia, 178
21. Ventajas literarias derivadas del trato con los griegos antes de la toma de Constantinopla, 179
22. Cultura de Alemania, 181
23. Cultura de Francia, 182
24. Cultura de España, 184
25. Cultura de España antes de Nebrija, 186
26. Cultura de Inglaterra, 190
27. Mejora de toda la literatura, 191
28. Acontecimientos favorables a la literatura, 194

Capítulo XIII
Literatura del siglo XVI

Estado del siglo XVI, 215
Literatura del siglo XVI, 217
Siglo XVI injustamente dicho Siglo de León, 219
Protección de las letras de todos los Príncipes de Italia, 222
Poesía latina y vulgar del siglo XVI, 228
Cultura de las lenguas vulgares, 233
Elocuencia latina, 237
Elocuencia vulgar, 239
Espíritu filosófico, 243
Matemáticas, 246
Filosofía, 249
Historia natural, 251
Anatomía, 256
Jurisprudencia, 259
Derecho canónico, 261
Estudios de la sagrada Escritura, 263
Teología, 266
Historia eclesiástica, 268
Conclusión, 271

Título III
Literatura del siglo XVI

1. Estado del siglo XVI, 197
2. Literatura del siglo XVI, 198
3. Siglo XVI injustamente llamado siglo de León X
4. Protección de las letras por todos los príncipes de Italia, 202
5. Poesía latina y vulgar del siglo XVI, 206
6. Cultura de las lenguas vulgares, 209
7. Elocuencia latina, 212
8. Elocuencia vulgar, 213
9. Espíritu filosófico, 216
10. Matemáticas, 218
11. Filosofía, 220
12. Historia natural, 222
13. Anatomía, 225
14. Jurisprudencia, 227
15. Derecho canónico, 228
16. Estudios de la sagrada escritura, 230
17. Teología, 232.
18. Historia eclesiástica, 233
19. Conclusión, 235

Capítulo XIV
Literatura del siglo XVII

Plan de literatura del siglo XVII, 274
Cultura de Italia en el siglo XVII, 276
España, 278
Escritos del siglo XVII superiores a los del XVI, 280
Cultura universal de Europa en el siglo XVII, 283
Literatura inglesa, 285
El siglo XVII época del buen gusto moderno, 291
Origen del teatro moderno, 296
Paralelo del teatro español con el inglés, 300
Continuación, 303
El teatro francés nacido del español, 311
Los Franceses son los verdaderos padres del teatro moderno, 314
Matemáticas, 317
Astronomía, 320
Física, 323
Química, 325
Botánica, 327
Historia natural, 330
Anatomía, 333
Otras ciencias cultivadas en el siglo XVII, 334
Anticuaria, 337
Metafísica, 339
Ciencias sagradas, 343
Conclusión, 347

Título IV
Literatura del siglo XVII

1. Plan de literatura del siglo XVII, 237
2. Cultura de Italia en el siglo XVII, 239
3. España, 241
4. Escritos del siglo XVII superiores a los del XVI
5. Cultura universal de Europa en el siglo XVII, 244
6. Literatura inglesa, 245
7. El siglo XVII época del buen gusto moderno, 249
8. Origen del teatro moderno, 252
9. Paralelo del teatro español con el inglés, 254
10. Continuación, 256
11. El teatro francés nacido del español, 262
12. Los franceses son los verdaderos padres del teatro moderno, 263
13. Matemáticas, 266
14. Astronomía, 268
15. Física, 270
16. Química, 271
17. Botánica, 272
18. Historia natural, 274
19. Anatomía, 276
20. Otras ciencias cultivadas en el siglo XVII, 277
21. Anticuaria, 279
22. Metafísica, 281
23. Ciencias sagradas, 283
24. Conclusión, 286

Capítulo XV
Literatura del siglo XVIII

Ingreso del siglo XVIII, 349
Partidos contrarios acerca del mérito literario del siglo XVIII, 352
Mérito de la literatura del presente siglo, 355
Siglo XVIII dicho con razón siglo iluminado, 358
El siglo XVIII siglo filosófico, 366
Progresos de las ciencias en el siglo XVIII, 369
Astronomía, 373
Historia natural, 375
Ciencias sagradas, 378
Anticuaria, 381
Estado presente de las ciencias, 386
Progresos de las letras humanas, 388
Lengua latina, 393
Decadencia de las letras humanas, 395
Incertidumbre del éxito del gusto actual en las buenas letras, 397
Razones de temor, el abandono de la antigüedad, 400
Sobrado aprecio del espíritu, 403
Historia literaria promovida en este siglo, 408
Bibliografía, 412
Libros de educación, 414
Diccionarios, 414
Epítome, 415

Título V
Literatura del siglo XVIII

1. Ingreso del siglo XVIII, 288
2. Partidos contrarios acerca del mérito literario del siglo XVIII, 290
3. Mérito de la literatura del presente siglo, 292
4. Siglo XVIII, dicho con razón siglo ilustrado, 294
5. El siglo XVIII, siglo filosófico, 299
6. Progresos de las ciencias en el siglo XVIII, 301
7. Astronomía, 303
8. Historia natural, 305
9. Ciencias sagradas, 307
10. Anticuaria, 309
11. Estado presente de las ciencias, 312
12. Progresos de las letras humanas, 313
13. Lengua latina, 316
14. Decadencia de las letras humanas, 318
15. Incertidumbre del éxito del gusto actual en las buenas letras, 320
16. Razones de temor. El abandono de la antigüedad, 321
17. Sobrado aprecio del espíritu, 323
17. Historia literaria promovida en este siglo, 327
18. Bibliografía, 329
19. Libros de educación, 331
20. Diccionarios, 331
21. Epítome, 332

Capítulo XVI
Ulteriores adelantamientos de la literatura

Pronóstico geométrico de Boscovich sobre la decadencia de la literatura, 418
Distinción de Tiraboschi de la decadencia de las buenas letras y de las ciencias, 419
Insubsistencia de esta distinción, 420
Continuación, 426
Insubsistencia de la aplicación de la curva de Boscovich a las vicisitudes de la literatura, 428
Otra curva de Algarotti vanamente aplicada, 431
Proyectos para el adelantamiento de la literatura, 433
Cuidado en conservar los conocimientos adquiridos, 442
Conocimientos de los antiguos, puestos en olvido, 443
Conocimientos de los modernos, olvidados, 446
Arte de hacer hablar los mudos, 447
Doctrina de Solano de Luque, 448
Historia general de las ciencias, y de las artes, 449
Libros magistrales, 451
Estudio para verificar las noticias no ciertas, 454
Anticuaria científica, 457
Lectura de los libros de los tiempos bajos, 462
Lectura de libros modernos, 464
Estudio de los hombres, 466
Ventajas para las buenas letras, 471
Estudio científico de las artes, 475

Título VI
Ulteriores adelantos de la literatura

1. Pronóstico geométrico de Boscovich. Sobre la decadencia de la literatura, 334
2. Distinción de Tiraboschi de la decadencia de las buenas letras y de las ciencias, 335
3. Insubsistencia de esta distinción, 336

4. Insubsistencia de la aplicación de la curva de Boscovich a las vicisitudes de la literatura, 341
5. Otra curva de Algarotti vanamente aplicada, 343
6. Proyectos para el adelantamiento de la literatura, 344
7. Cuidado en conservar los conocimientos adquiridos, 350
8. Conocimientos de los antiguos puestos en olvido, 350
9. Conocimiento de los modernos olvidados, 352
10. Arte de hacer hablar los mudos, 353
11. Doctrina de Solano de Luque, 354
12. Historia general de las ciencias y de las artes
13. Libros magistrales, 356
14. Cuidado de verificar las noticias no ciertas, 358
15. Anticuario científico, 360
16. Lectura de los libros de los tiempos bajos, 363
17. Lectura de los libros modernos, 365
18. Estudio de los hombres, 366
19. Ventajas para las buenas letras, 369
20. Estudio científico de las artes, 372


Ejemplos de como Juan Andrés (y otros) inspiran a Sebastián Quintana

1784 Juan Andrés ⋅ 1:1-3

Capítulo I
Del estado de la literatura anterior a la Griega.

Qué Ciencias se cultivaron primero.

Si quisiéramos examinar qué estudio sea el mas conforme a la naturaleza humana, y cual haya sido el primero que se cultivó con algun método, ¿qué podríamos decir que estuviese apoyado en sólidos fundamentos, y que después de muchas investigaciones no apareciese del todo vano e insubsistente? D'Alembert en el discurso preliminar de la Enciclopedia, quiere que en la formación de las ciencias se hayan tomado los principios de la Filosofía, y pasando de aquí a la Poesía, finalmente la erudición haya fijado el término; y pretende que este sea el orden natural, y el curso conveniente a la naturaleza del entendimiento humano. Pero este modo de pensar de D'Alembert, por mas que parezca justo, y conforme a la verdadera razón, ¿se apoya en algún hecho? Los escritos más antiguos que tenemos, pertenecen a la Historia y a la Poesía, pero no a la Filosofía: y si vemos cultivadas desde los principios algunas semillas de ésta, no es porque los hombres abrazasen este trabajo para conseguir el conocimiento de la naturaleza, que es el fin y objeto de la Filosofía, sino para emplearle en utilidad de la Magia, de la Astrología y de la Superstición, hijas del error y de la ignorancia. Al considerar la nobleza de nuestro espíritu, y la curiosidad nacida y criada con nosotros, de querer conocer la naturaleza, y entrar a la parte con ella en sus secretos, ciertamente parecerá, que las primeras investigaciones del hombre debían haberse dirigido a examinar las maravillas del universo, que por todas partes le cercaban; y que mayor cuidado debía haber puesto en la cultura y pasto del espíritu, que en satisfacer los deseos del cuerpo, o buscarle sus comodidades; pues la razón exigía, que los hombres se dedicasen antes a las disquisiciones serias y útiles, que a las historias curiosas, o a las canciones agradables.

1841 Sebastián Quintana ⋅ 1:9-10

Título II.
Primeras ideas, conocimientos…

Capítulo 1. Primeras ideas, conocimientos y ciencias adquiridas y cultivadas por los hombres.

Cuando se ha tratado por los sabios el punto relativo a resolver, qué ciencias se cultivaron primero por los hombres, después de manifestar cada uno el diverso juicio que ha formado, al cabo no ha podido menos de venir a convenir, en que no obstante las diversas opiniones que han seguido, están todas ellas destituidas de sólidos fundamentos; y que después de muchas investigaciones todo aparece vano e insubsistente.

D'Alembert en el discurso preliminar de la Enciclopedia, quiere que en la formación de las ciencias, se hayan tomado los principios de la filosofía, y que pasando de esta a la Poesía, la erudición finalmente haya sido la que ha fijado el término: pretendiendo que este sea el orden natural, y el curso conveniente a la naturaleza del entendimiento humano. Pero este modo de pensar de D'Alembert, por mas que a algunos pueda parecer justo y conforme a la razón, ¿se apoya en algún hecho? Los escritos más antiguos que tenemos, pertenecen a la historia y a la poesía, pero no a la filosofía: y si vemos cultivadas desde los principios algunas semillas de ésta, no es porque los hombres abrazasen semejante trabajo para conseguir el conocimiento de la naturaleza, que es el fin y objeto de la filosofía, sino para emplearle en utilidad de la magia, de la astrología y la superstición, hijas del error y de la ignorancia.

Al considerar la nobleza de nuestro espíritu, y la curiosidad nacida y criada con nosotros, de querer conocer la naturaleza, y entrar a la parte con ella en sus secretos, ciertamente parecerá a primera vista, que las primeras investigaciones del hombre debían haberse dirigido a examinar las maravillas del Universo, que por todas partes le cercaban; y que mayor cuidado debía haber puesto en la cultura y pasto del espíritu, que en satisfacer los deseos del cuerpo o buscarle sus comodidades: pues la razón parece exigía que los hombres se dedicasen antes a las adquisiciones serias y útiles, que a las historias curiosas, o a las canciones agradables.

1784 Juan Andrés ⋅ 1:107-108

Capítulo V
Literatura Romana.

Origen de la literatura Romana.

Había ya muchos siglos que los Griegos cultivaban toda especie de ciencias, y los Romanos aun no habían pensado en ellas. Ocupados en continuas guerras por espacio de cinco siglos, no aspiraban a otra cosa que a la gloria de las armas, y a dilatar mas y mas su dominio en las Provincias circunvecinas, sin cuidarse de la cultura de las ciencias ni de los honores literarios, siendo mas grato a sus oídos el sonido de la trompa militar, que los suaves acentos de la cítara de Apolo. Finalmente al concluirse el siglo V, entrando las victoriosas armas de Roma en la Grecia-Magna y en la Sicilia, comenzaron los Romanos a abrir los ojos, y a volver en sí del vergonzoso sueño, que les había oprimido por tanto tiempo. El trato que empezaron a tener con los Griegos, el placer que recibían de su Poesía, el gusto que sentían en sus teatros y la admiración que les causaba su universal sabiduría, despertó en los Romanos el gusto de la literatura, que hasta entonces no habían conocido. Livio Andrónico, Nevio, Ennio y otros Griegos transferidos a Roma, fueron los primeros que encendieron en el corazon de los Romanos el amor a las letras. Los mismos dieron al teatro algunas piezas dramáticas rústicas y desaliñadas; Livio compuso además una obra en verso, que mejor puede llamarse historia, que un poema de la primer guerra púnica, y Ennio los anales de las empresas mas memorables de los Romanos. Pero ni Livio ni Ennio pudieron obtener la gloria de poetas épicos, ni las composiciones teatrales de aquellos primeros poetas, las juzgaron los Romanos dignas de ser leídas en los tiempos felices de su literatura.

1841 Sebastián Quintana ⋅ 1:118-119

Título VII.
Literatura romana.

Artículo 1.
Origen de la literatura romana.

Había ya muchos siglos que los griegos cultivaban toda especie de ciencias y los romanos aun no habían pensado en ellas. Ocupados en continuas guerras por espacio de cinco siglos, no aspiraban a otra cosa que a la gloria de las armas, y a extender mas y mas su dominio en las provincias circunvecinas, sin cuidarse de la cultura de las ciencias, ni de los honores literarios; siendo mas grato a sus oídos el sonido de la trompa militar, que los suaves acentos de la cítara de Apolo.

Por fin al concluirse el siglo V, entrando las victoriosas armas de Roma, en la Grecia Magna y en la Scitia, comenzaron los romanos a abrir los ojos, y a volver en sí del vergonzoso sueño que les había oprimido por tanto tiempo. El trato que empezaron a tener con los griegos, el placer que recibían de su poesía, el contento que experimentaban en sus teatros y la admiración que les causaba su universal sabiduría, despertó en los romanos el gusto de la literatura que hasta entonces no habían conocido.

Livio Andrónico, Nevio, Ennio y otros griegos transferidos a Roma, fueron los primeros que encendieron en el corazon de los romanos el amor a las letras. Los mismos dieron al teatro algunas piezas dramáticas rústicas y desaliñadas. Livio compuso además una obra en verso, que mejor puede llamarse historia que un poema, de la primer guerra púnica, y Ennio los anales de las empresas mas memorables de los romanos. Pero ni Livio ni Ennio pudieron obtener la gloria de poetas épicos, ni las composiciones teatrales de aquellos primeros poetas, las juzgaron los romanos dignas de ser leídas en los tiempos felices de su literatura.

1784 Juan Andrés ⋅ 1:108-111

Origen de la literatura Romana.

Plauto y Terencio fueron los primeros que merecieron el aprecio de los Romanos cultos, y los únicos cómicos que en tiempos posteriores se oyeron en el teatro. Desde éstos puede decirse, que empieza para nosotros la literatura Romana, puesto que sus obras son las primeras que se han conservado hasta nuestros tiempos, y que han contribuido al estado actual de las letras. Cerca de un siglo antes de la Era Cristiana floreció Lucrecio autor de un poema didascálico, con el cual pudo ya Roma empezar a competir con su maestra la Grecia. Por aquel tiempo enriqueció Lucilio la Poesía con la sátira, género no conocido de los Griegos, y que después adquirió mucho honor en Roma por las obras de Horacio, Persio y Juvenal. Horacio es el lírico de los Romanos, y en la carta a los Pisones, en la de Augusto y en varias otras se ha hecho maestro de los Romanos, y de toda la posteridad en lo que pertenece al buen gusto de escribir. La corona de la Poesía elegiaca estaba dividida entre Propercio y Tibúlo, y además de estos florecían en Roma Cátulo, Gallo y Ovidio, que también siguieron el mismo género de composición. Cátulo se adquirió asimismo gran nombre, por los epigramas de varios metros, en los cuales, bien que con diferente gusto, le disputó la palma el Español Marcial. Ovidio ilustró otras muchas especies de Poesía. Sus Heroídas, los Metamorfoseos, los Fastos, los Amores, los libros que escribió de este arte y de su remedio, hacen a Ovidio un poeta original, que compensa bien algunos defectos con las muchas bellezas de que se ve ricamente adornado. Pero el poeta que ha dado mas honor a la literatura Romana, es el Mantuano Virgilio, que liberalmente favorecido de las Musas, se dedicó a ilustrar la Poesía Bucólica, la Didascálica y la Épica: y en todas tres lo consiguió con maravillosa felicidad. La Tragedia no tuvo entre los Romanos suerte muy ventajosa: el Tieste de Vario, y la Medea de Ovidio son las únicas Tragedias alabadas por Quintiliano; y aunque los Romanos gustaban excesivamente de los divertimientos teatrales, nunca tuvieron Tragedias que mereciesen los inmensos gastos que costaban las decoraciones. El único monumento del teatro trágico de Roma, son las diez tragedias, que nos han quedado bajo el nombre de Séneca: ¡pero cuán inferiores son éstas a tantos modelos, que en otros géneros de Poesía nos han dejado los Romanos!

1841 Sebastián Quintana ⋅ 1:119-120

Capítulo 2.
Poesía y poetas.

Plauto y Terencio fueron los primeros que merecieron el aprecio de los romanos cultos, y los únicos cómicos que en tiempos posteriores se oyeron en el teatro. Desde estos puede decirse empieza para nosotros la literatura romana, puesto que sus obras son las primeras que se han conservado hasta nuestros tiempos, y que han contribuido al estado actual de las letras.

Cerca de un siglo antes de la era cristiana floreció Lucrecio autor de un poema didascálico, con el cual pudo ya Roma empezar a competir con su maestra la Grecia. Por aquel tiempo enriqueció Lucilio la poesía con la sátira, género no conocido de los griegos, y que después adquirió mucho honor en Roma por las obras de Horacio, Persio y Juvenal. Horacio es el lírico de los romanos, y en la carta a los Pisones, en la de Augusto y en varias otras se ha hecho maestro de los romanos, y de toda la posteridad en lo que toca al buen gusto de escribir.

La corona de la poesía elegiaca estaba dividida entre Propercio y Tíbulo: y además de estos floreció en Roma Catulo, Gallo y Ovidio, que también siguieron el mismo género de composición. Catulo se adquirió asimismo gran nombre, por los epigramas de varios metros, en los cuales, bien que con diferente gusto, le disputó la palma el español Marcial. Ovidio ilustró otras muchas especies de poesía. Sus Heroidas, los Metamorfoseos, los Fastos, los Amores, los libros que escribió de este arte y de su remedio, hacen a Ovidio un poeta original, que compensa bien algunos defectos con las muchas bellezas de que se ve ricamente adornado.

Pero el poeta que ha dado mas honor a la literatura romana es el mantuano Virgilio, que liberalmente favorecido de las musas, se dedicó a ilustrar la poesía bucólica, la didascálica y la épica: y en todos tres lo consiguió con maravillosa felicidad.

La tragedia no tuvo entre los romanos suerte muy ventajosa. El Tieste de Vario, y la Medea de Ovidio son las únicas tragedias alabadas por Quintiliano: y aunque los romanos gustaban excesivamente de los divertimientos teatrales, nunca tuvieron tragedias que mereciesen los inmensos gastos que costaban las decoraciones. El único monumento del teatro trágico de Roma, son las diez tragedias que nos han quedado bajo el nombre de Séneca. Pero ¡cuán inferiores son éstas a tantos modelos, que en otros géneros de poesía nos han dejado los Romanos!

1784 Juan Andrés ⋅ 1:111

Elocuencia.

La elocuencia Romana no puede vanagloriarse de tener tantos hombres famosos como la Poesía. Antonio, Craso, Ortensio, Cesar y algunos otros se ven muy alabados en los escritos de Cicerón, pero nosotros ¿qué monumentos tenemos para juzgar de su facundia? Orador cumplido y perfecto, orador que pueda él solo competir con los celebrados Griegos, orador que haya podido servir de modelo a los posteriores, no hay otro que el incomparable Tulio, el cual tuvo también el singular mérito de extenderse por todos los ramos de la elocuencia con la misma felicidad, igualando en la oratoria a Demóstenes, en la filosófica, o didascálica, a Platón, y superando mucho en la epistolar a todos los Griegos mas cultos.

1841 Sebastián Quintana ⋅ 1:120-121

Capítulo 3.
Elocuencia y oradores.

La elocuencia romana no puede vanagloriarse de tener tantos hombres famosos como la poesía. Antonio, Craso, Ortensio, Cesar y algunos otros se ven muy alabados en los escritos de Cicerón: pero ¿qué monumentos tenemos para juzgar de su facundia?

Orador cumplido y perfecto, orador que puede él solo competir con los celebrados griegos orador, que haya podido servir de modelo a los posteriores no hay otro que el incomparable Tulio Cicerón, el cual tuvo también el singular mérito de extenderse por todos los ramos de la elocuencia con la misma felicidad, igualando en la oratoria a Demóstenes, en la filosofía o didascálica a Platón, y superando mucho en la epistolar a todos los griegos mas cultos.

Después de Cicerón quedó oscurecida la elocuencia, entre los romanos; o, por mejor decir murió con él. No hay que estrañarlo: porque se hicieron sentir luego todas las vejaciones y opresiones del poder mas arbitrario. Por algun tiempo se conservaron algunas de aquellas artes, que no tienen conexión tan íntima con la libertad. Pero no podía ya hallarse aquella elocuencia varonil, que reinaba antes en el Senado, y en los negocios públicos. El lujo, la afeminacion y la lisonja lo corrompieron todo. El foro, donde se trataban antes los negocios del mayor interés, quedó desierto: y el público no se interesaba ya en las causas particulares […]. La elocuencia acabó de viciarse en las escuelas de los declamadores. […] Esta manera viciosa comenzó a dejarse ver en Séneca: y se observa también en el famoso Panegírico a Trajano de Plinio el joven, último esfuerzo de la oratoria romana.

Compendio de las lecciones sobre la retórica y bellas letras de Hugo Blair, por D. José Luis Munarriz, Imprenta de Ibarra, Madrid 1815, págs. 199-201.

Después de Cicerón quedó oscurecida la elocuencia entre los romanos, o por mejor decir murió con él, bien que no hay que estrañarlo: porque se hicieron sentir luego todas las vejaciones y opresión del poder mas arbitrario. Por algun tiempo se conservaron algunas de aquellas artes que no tienen conexión tan íntima con la libertad. Pero no podía hallarse ya aquella elocuencia varonil, que reinaba antes en el senado, y en los negocios públicos. El lujo, la afeminacion y la lisonja lo corrompieron todo. El foro donde se trataban antes los negocios del mayor interés, quedó desierto: y el público no se interesaba ya en las causas particulares.

Por último la elocuencia acabó de viciarse en las escuelas de los declamadores. En Séneca se comenzó a dejarse ver esta manera viciosa: y también se observa en el famoso panegírico a Trajano de Plinio el joven, último esfuerzo de la oratoria romana.

1784 Juan Andrés ⋅ 1:213-215

Capítulo VIII
Literatura de los Árabes.

Barbarie de los Árabes.

La Arabia, península obscura de Asia, país bárbaro, y trono de la ignorancia y rusticidad, dió acogida a las abandonadas letras y sirvió de sagrado asilo a la cultura vilmente arrojada de toda Europa. Eran los Árabes una nación vaga y errante, vivían de la rapiña y el robo, no se cuidaban de las ciencias y artes, ni aun amaban la más mínima parte de cultura, que suele tener una sociedad ilustrada.

«Los árabes y sarracenos también hasta la mitad del siglo octavo vivieron en una terrible oscuridad.» Almeida, Discurso preliminar sobre la Historia de la Filosofía, 1785.

Pocos años antes de introducirse la predicación de Mahoma les era desconocido el alfabeto, los caracteres y el arte mecánico de escribir. Tenían en versos toscos e informes las noticias genealógicas y las máximas morales que querían comunicar a la posteridad, y toda su sabiduría estaba reducida a estos versos. El mismo Mahoma, que no tenía tintura alguna de las letras, y temía que por dedicarse a ellas resultase daño a su doctrina, con severos preceptos cerró toda la entrada al estudio de las ciencias, formando de la ignorancia de sus secuaces la basa para levantar sobre ella su extravagante religión. En efecto los primeros Califas estuvieron muy lejos, no solo de veneración a las ciencias, sino también de la mas mínima apariencia de quererlas tener en aprecio alguno. Los siglos venideros llorarán perpetuamente la pérdida irreparable del precioso tesoro de la biblioteca de Alejandría, y esta pérdida será un inmortal monumento de la extraordinaria ignorancia y ciego fanatismo del Califa Omar, que mandó abrasarla con tanto daño de la literatura. Los primeros Musulmanes no conocían mas libros que el adorado Alcorán, ni pensaban en otro estudio que en el de propagar con las armas el imperio de la religión mahometana: la ciencia militar era la única que creían compatible con su religioso celo; las artes de gusto se miraban todas con indiferencia, o por mejor decir, con desprecio, y todas eran profanas para ellos.

1841 Sebastián Quintana ⋅ 1:187-188

Título X.
Literatura de los árabes.

Capítulo 1.
Barbarie de los árabes.

La Arabia, península obscura de Asia, país bárbaro y trono de la ignorancia y rusticidad, dió acogida a las abandonadas letras y sirvió de sagrado asilo a la cultura vilmente arrojada de toda Europa.

Eran los árabes una nación baja y errante; vivían de la rapiña y el robo; no se cuidaban de las ciencias y de las artes; ni aun amaban la más mínima parte de cultura, que suele tener una sociedad ilustrada: así es que hasta casi mitad del siglo VIII vivieron en una terrible oscuridad. Pocos años antes de tener efecto la predicación de Mahoma les era desconocido el alfabeto, los caracteres y el arte mecánico de escribir. Tenían en versos toscos e informes las noticias genealógicas y las máximas morales que querían comunicar a la posteridad, y toda su sabiduría estaba reducida a estos versos. Tal era el estado de los árabes cuando apareció Mahoma y se constituyó en su legislador político y religioso.

1784 Juan Andrés ⋅ 1:225-227

Particular cultura de los Árabes en España.

Pero donde mas florecieron las ciencias de los Árabes, donde mas se manifestó la luz de su sabiduría, y donde se fijó, por decirlo así, el reino de su literatura fue en España. Córdoba, Granada, Sevilla y todas las principales ciudades de aquella península estaban muy bien provistas de escuelas, de colegios, de academias, de bibliotecas y de todos aquellos establecimientos que podían dar algun auxilio a las letras. Era famosa la academia de Granada, y famoso su colegio, que tuvo por Prefecto al murciano Schamseddin, tan celebrado de los Árabes. Metuahel Al Allah, reinando en Granada en el siglo XII, poseía una magnífica librería, y todavía se encuentran en el Escorial muchos códices, que se copiaron para uso de ella. Alhaken, fundador de la academia de Córdoba, añadió mas de 600 volúmenes a la biblioteca de aquella ciudad. Setenta librerías públicas se veían abiertas en varias ciudades de España para el uso del pueblo, cuando el resto de Europa sin libros, ciencias ni cultura estaba sumergido en la más vergonzosa ignorancia.

Bibliotecas. Ali Baker pensó en formar un tratado sobre estas 70 bibliotecas públicas que había en España, cuando ciertamente no se podían contar otras tantas en todas las naciones cristianas del mundo. La abundancia de hombres excelentes en erudición y sabiduría, que España produjo entre los Árabes, dio vasto campo a los eruditos escritores para formar toda suerte de bibliotecas Arábigo-Españolas. Y así no solo las tenemos generales, que comprehenden los hombres doctos que florecieron en todas las ciudades de España en cualquier ramo de literatura, sino muchas, que se ciñen a ciudades particulares, y muchísimas, que tienen por objeto una sola clase de literatura, que es la prueba más relevante de la universal instrucción. Sevilla, Córdoba, Valencia y otras ciudades produjeron muchos escritores famosos, de quienes se pueden formar bibliotecas copiosas, y algunas de aquellas ciudades se gloriaban de tener no uno, sino muchos libros sobre esta materia. La filosofía, la medicina y todas las partes de las ciencias tenían su Biblioteca Española particular; solamente de la poesía se podrían contar muchas en los catálogos de poetas españoles, que se encuentran en la coleccion Arábigo-Española de Abi Bahr Sephuan, en el arte poética del Cordobés Abulualid y en otras muchas obras semejantes; pero sobre todas merece singular atención la Biblioteca de los hombres ilustres que en España florecieron en la poesía, obra crítica y llena de erudición del Sevillano Alphath. Y asi en toda la vasta extensión de los dominios arábigos, y en todas las tres partes del mundo donde se había extendido su imperio, vemos triunfar las letras, y dominar en toda la tierra las ciencias de los Sarracenos, no menos que las armas. Desde el siglo IX de nuestra Era empezó a centellear la luz de la literatura arábiga, y por cinco o seis siglos se conservó vivo y brillante su esplendor: época a la verdad maravillosa por su larga duración.

Gramatica. Pero para formar alguna idea de la doctrina de los Árabes, será mejor dar una ojeada a todos sus ramos, y ver cuanto ha trabajado aquella estudiosa nación en cada uno de ellos.

1841 Sebastián Quintana ⋅ 1:194-196

Capítulo 5.
Particular cultura de los árabes en España, y sus bibliotecas.

Pero donde mas florecieron las ciencias de los árabes; donde mas se manifestó la luz de su sabiduría; y donde se fijó, por decirlo así, el reino de su literatura fue en España. Córdoba, Granada, Sevilla y todas las principales ciudades de aquella península estaban muy bien provistas de escuelas, de colegios, de academias, de bibliotecas y de todos aquellos establecimientos que podían dar algun auxilio a las letras.

Era famosa la academia de Granada, y famoso su colegio, que tuvo por prefecto al murciano Schamseddin, tan celebrado de los árabes. Metuahel Al Allah, reinando en Granada en el siglo XII, poseía una magnífica librería, y todavía se encuentran en el Escorial muchos códices, que se copiaron para uso de ella. Alhaken, fundador de la academia de Córdoba, añadió mas de 600 volúmenes a la biblioteca de aquella ciudad. Setenta bibliotecas públicas se veían abiertas en varias ciudades de España para el uso del pueblo cuando el resto de Europa, sin libros, ciencias, ni cultura, estaba sumergido en la más vergonzosa ignorancia. Ali Baker pensó en formar un tratado sobre estas setenta bibliotecas públicas que había en España cuando ciertamente no se podían contar otras tantas en todas las naciones cristianas del mundo.

La abundancia de hombres excelentes en erudición y sabiduría, que España produjo entre los árabes, dio vasto campo a los eruditos escritores para formar toda suerte de bibliotecas arábigo-españolas. Y así no solo las tenemos generales, que comprenden los hombres doctos que florecieron en todas las ciudades de España en cualquier ramo de literatura, sino muchas que se limitan a ciudades particulares, y muchísimas que tienen por objeto una sola clase de literatura; que es la prueba más relevante de la instrucción universal que reinaba.

Sevilla, Córdoba, Valencia y otras ciudades produjeron muchos escritores famosos, de quienes se pueden formar bibliotecas copiosas, y algunas de aquellas ciudades se gloriaban de tener no uno, sino muchos libros sobre esta materia.

La filosofía, la medicina y todas las partes de las ciencias tenían su biblioteca española particular; solamente de la poesía se podrían contar muchas en los catálogos de poetas españoles, que se encuentran en la coleccion arábigo-española de Abi Bahr Sephuan; en el arte poética del Cordobés Abulualid, y en otras muchas obras semejantes; pero sobre todas merece singular atención la biblioteca de los hombres ilustres que en España florecieron en la poesía, obra crítica y llena de erudición del sevillano Alphath.

Asi, en toda la vasta extensión de los dominios arábigos, y en todas las tres partes del mundo donde se había extendido su imperio, vemos triunfar las letras y dominar en toda la tierra las ciencias de los sarracenos, no menos que las armas. Desde el siglo IX de nuestra era empezó a centellear la luz de la literatura arábiga, y por cinco o seis siglos se conservó vivo y brillante su esplendor, época a la verdad maravillosa por su larga duración. Pero para formar alguna idea de la doctrina de los árabes, será mejor dar una ojeada a todos sus ramos, y ver cuanto ha trabajado aquella estudiosa nación en cada uno de ellos.

1784 Juan Andrés ⋅ 1:258-262

Filosofía.

Aunque los Árabes cultivaron con tanto cuidado las buenas letras, se aplicaron con mas provecho a la filosofía, a las matemáticas, a la medicina, a los estudios serios y a las ciencias exactas. Giulgiul, Alhali, Iben Cafta, León africano y otros infinitos escritores de historias y de bibliotecas filosóficas manifiestan claramente cuan común fue entre los Árabes el estudio de la filosofía, y cuantos hombres celebres aspiraron a la gloria de filósofos; y así para acreditar que los estudios filosóficos encontraron en los Árabes cultivadores diligentes y ciegos admiradores, no juzgo preciso hacer mención de los Alkindis, de los Alfarabis, de los Avicennas y de tantos otros, que los peripatéticos cristianos citan con mucho aprecio. Para formar una idea de la filosofía arábiga, será mejor examinar el mérito de sus filósofos, que buscar el número, y la fama que se adquirieron; porque por una parte vemos algunos escritores, que deslumhrados con el esplendor de hombres tan célebres, y asombrados a la vista de tan numeroso ejército de filósofos, quieren que los Árabes sean tenidos como nobles promovedores e ilustradores de la filosofía; y otros por el contrario, atendiendo solo a algunos escolásticos, abiertamente llaman a los Árabes corrompedores y depravadores de la disciplina filosófica. Nosotros, pues, evitando estos escollos, recorreremos brevemente todas las partes de la filosofía cultivadas por los Árabes, y de aquí inferiremos cuales sean los frutos que han producido sus fatigas. Es cierto que su filosofía no se dirigía tanto a conocer las obras de la naturaleza, cuanto a comprehender los escritos de Aristóteles. Empleaban sus vigilias en la meditación de ellos, y en la lectura de los comentarios que Alexandro, Simplicio y otros habían hecho sobre los mismos. El último término del ingenio más sublime de aquellos filósofos era una traducción ajustada, y una sutil ilustración de las obras del Estagirita; y por consiguiente aun cuando hubiesen salido con la mayor felicidad en esta empresa, sería muy corta su gloria. Pero es cosa muy singular que unos hombres de agudo ingenio, con un estudio intenso, con la aplicación de muchos años y con el auxilio de otros conductores, no hayan podido llegar a entender bien, y a exponer con claridad los escritos de aquel filósofo, y que sin saber cómo, o porqué, se hayan desviado tan extrañamente del recto camino. El sabio y perspicaz Vives, después de lamentarse amargamente del excesivo honor que se tributaba en las escuelas a las interpretaciones de los Árabes, y después de referir un pasaje de Aristóteles, sobremanera corrompido por Averroas, para hacer ver cuanto distan del sentido original dichas traducciones, levanta la voz y grita con razón: Aristoteles si revivisceret intelligeret haec, aut poset vel conjecturis castigare? O homines valentissimis estomachis, qui haec devorare potuerunt & concoquere! Pero la enfática epifonéma con que más adelante pregunta al intérprete Averroas, antes se encamina a motejar a los nuestros, que a los filósofos Árabes secuaces de aquel maestro: Rogote, Aben Rois (dice) quid habebas quo caperes hominum mentes, seu verius dementares? Ceperunt nonnulli multos sermonis gratia, & orationes lenocinio, te nihil est horridius, incultius, obscoenius, infantius. Alii tenuerunt quosdam cognitione veteris memoriae, tu nec quo tempore vixeris, nec qua aetate natus sis, novisti, non magis praeteritorum consultus, quam in sylvis, & solitudine natus & educatus. En efecto es muy difícil de entender cómo errores tan clásicos han sido por tanto tiempo no solo abrazados, sino de algún modo canonizados por hombres de talento y capacidad. Pero volviendo a la filosofía de los Árabes, ¿quién no ve que siendo vil esclava de Aristóteles, y teniendo a suma gloria poder seguir de cerca las pisadas de aquel filósofo, no estaba en estado de hacer muchos progresos? Y no tiene duda que la lógica y la metafísica, en vez de recibir luces de sus especulaciones, se vieron envueltas miserablemente en las tinieblas más densas. La moral no fue escrita con método, sino con fábulas y proverbios, de suerte que el sobredicho romance de Tofail es la obra más filosófica, y de más sublime y exacta doctrina de cuantas escribieron los filósofos arabes.

1841 Sebastián Quintana ⋅ 1:215-217

Capítulo 14.
Filosofía.

Aunque los árabes cultivaron con tanto cuidado las buenas letras, se aplicaron con mas provecho a la filosofía, a las matemáticas, a la medicina, a los estudios serios y a las ciencias exactas.

Giuljiul, Alhali Iben Cafra, León Africano y otros infinitos escritores de historia y de bibliotecas filosóficas manifiestan claramente cuan común fue entre los árabes el estudio de la filosofía, y cuantos hombres celebres aspiraron a la gloria de filósofos. Y así para acreditar que los estudios filosóficos encontraron en los árabes cultivadores diligentes y ciegos admiradores, no juzgo preciso hacer mención de los Alkindis, de los Alfarabis, de los Avicenas y de tantos otros, que los peripatéticos cristianos citan con mucho aprecio.

Para formar una idea de la filosofía arábiga, será mejor examinar el mérito de sus filósofos, que buscar el número y la fama que se adquirieron. Porque por una parte vemos algunos escritores que deslumhrados con el esplendor de hombres tan célebres, y asombrados a la vista de tan numeroso ejército de filósofos, quieren que los árabes sean tenidos como nobles promovedores e ilustradores de la filosofía: y otros por el contrario, atendiendo solo a algunos escolásticos, abiertamente llaman a los árabes corrompedores y depravadores de la disciplina filosófica. Nosotros, pues, evitando estos escollos, recorreremos brevemente todas las partes de la filosofía cultivadas por los árabes, y de aquí inferiremos cuales sean los frutos que han producido sus fatigas.

Es cierto que su filosofía no se dirigía tanto a conocer las obras de la naturaleza, cuanto a comprehender los escritos de Aristóteles. Empleaban sus vigilias en la meditación de ellos, y en la lectura de los comentarios que Alejandro, Simplicio y otros habían hecho sobre los mismos. El último término del ingenio más sublime de aquellos filósofos era una traducción ajustada, y una sutil ilustración de las obras del Estagirita; y por consiguiente aunque hubiesen salido con la mayor felicidad en esta empresa, sería muy corta su gloria. Pero es cosa muy singular que unos hombres de agudo ingenio, con un estudio intenso, con la aplicación de muchos años y con el auxilio de otros conductores, no hayan podido llegar a entender bien, y a exponer con claridad los escritos de aquel filósofo, y que sin saber cómo o porqué, se hayan desviado tan extrañamente del camino recto.

El sabio y perspicaz Vives, después de lamentarse amargamente del excesivo honor que se tributaba en las escuelas a las interpretaciones de los árabes, y después de referir un pasaje de Aristóteles, sobremanera corrompido por Averroas, para hacer ver cuanto distan del sentido original dichas traducciones, levanta la voz y grita con razón: Aristóteles si revivis ceret intelligeret haec, aut posset vel conjecturis castigare? ¡O homines valentissimis estomachis, qui hec devorare potuerunt et con quo quere! Pero la enfática epifonéma con que más adelante pregunta al intérprete Averroas, antes se encamina a motejar a los maestros que a los filósofos árabes secuaces de aquel nuestro: Rogote, Aben Rois, dice, quid habebas quo caperes hominum mentes, seu verius dementares? Ceperunt nonnulli multos sermonis gratia, et orationes lenociniote nihil est horridius, incultius, obsoenius, infantius. Alii tenuerunt quosdam cognitione veteris memoriae, tu nec quo tempore vixeris, nec qua aetate natus sis, novisti, non magis preteritarum consultus quam in sylvis, et solitudine natus et educatus. En efecto es muy difícil de entender cómo errores tan clásicos han sido por tanto tiempo no solo abrazados, sino de algún modo canonizados por hombres de talento y capacidad.

Pero volviendo a la filosofía de los árabes ¿quién no ve que siendo vil esclava de Aristóteles, y teniendo a suma gloria poder seguir de cerca las pisadas de aquel filósofo, no estaba en estado de hacer muchos progresos? Y no tiene duda que la lógica y la metafísica, en vez de recibir luces de sus especulaciones; se vieron envueltas miserablemente en las tinieblas más densas. La moral no fue escrita con método, sino con fábulas y proverbios, de suerte que el sobredicho romance de Tofail es la obra más filosófica, y de más sublime y exacta doctrina de cuantas escribieron los filósofos arabes.

1784 Juan Andrés ⋅ 2:20-22

Capítulo XI
Influencia de los Árabes en la cultura moderna de las buenas letras.

Lengua Española.

Los Españoles se glorían también de tener algunos monumentos de su poesía, no solo anteriores al siglo XI, sino de tanta antigüedad, que ninguna otra lengua puede jactarse de igualarla, puesto que se atreven a elevarla hasta los siglos anteriores al VIII. En efecto se citan como de aquel tiempo unos versos compuestos en alabanza de algunos caballeros gallegos, los cuales oponiéndose al infame tributo de las cien doncellas, que se pagaba a los Moros, sin otras armas que unas ramas de higuera vencieron a ciertos Moros, que se llevaban consigo algunas de ellas; de donde proviene la noble familia de los Figueroas (a. P. Bern. Brito Mong. Lus. tom. II lib. VII cap. IX). Manuel de Faría, en los comentarios a las rimas de Camoes, da noticia de un poema en octavas rimas de arte mayor, hecho a la pérdida de España por la invasión de los Sarracenos; y cree que este poema, del cual copia una octava, fue compuesto poco después del infortunio de aquella nación, que es decir hacia la mitad del siglo VIII. Ahora pues, un poema de octavas en versos enteramente regulares, cuales son los de la octava que trae Faría, supone una poesía muy adelantada, y de edad no tierna, sino adulta y madura; por lo cual será preciso hacer que la poesía española ascienda al siglo VII, o tal vez al VI, y tome su origen de los Godos anteriores al Imperio de los Sarracenos. Pero cualquiera que se dedique a cotejar los versos de la canción de Figueroa, que trae el Padre Brito, y del poema citado por Faría, con otros muy posteriores de Gonzalo Hermiguez, del poema del Cid, y de algún otro monumento de poesía española de los siglos XI y XII, facilmente conocerá no poderse dar a dichos versos la antigüedad, que aquellos doctos autores les atribuyen, apoyados únicamente en las tradiciones populares, y noticias inciertas y vagas de la antigüedad del códice de donde se habían sacado. En efecto el mismo Faría, temiendo tal vez parecer sobrado crédulo dando fe a las voces populares de ser el poema de la toma de España coetaneo a aquel suceso, dice que a lo menos tendría, cuando él escribió, seiscientos años de antigüedad; que quiere decir que pertenecería al siglo XI. Por lo cual, considerando lo que se diferencian las lenguas modernas septentrionales de las usadas en los escritos anteriores al siglo XI, y no hallando en las meridionales monumentos seguros y auténticos de aquellos tiempos, podremos fijar el principio de la cultura de las lenguas, y de la poesía vulgar en el siglo XI; y pasaremos a examinar si los Árabes y la España realmente la han comunicado a toda Europa.

1841 Sebastián Quintana ⋅ 2:68-69

Título I.
Influencia de los árabes en la cultura moderna de las buenas letras.

Capítulo 7.
Lengua española.

Los Españoles se glorían también de tener algunos monumentos de su poesía, no solo anteriores al siglo XI sino de tanta antigüedad que ninguna otra lengua puede jactarse de igualarla, puesto que se atreven a elevarla hasta los siglos anteriores al VIII.

En efecto, se citan como de aquel tiempo unos versos compuestos en alabanza de algunos caballeros gallegos, los cuales oponiéndose al infame tributo de las cien doncellas, que se pagaba a los moros, sin otras armas que unas ramas de higuera vencieron a ciertos moros, que se llevaban consigo a algunas de ellas; de donde proviene la noble familia de los Figueroas (1. P. Bern. Brito Mong. Lus. tom. II lib. VII cap. IX).

Manuel de Faría, en los comentarios a las rimas de Camoes da noticia de un poema en octavas rimas de arte mayor, hecho a la pérdida de España por la invasión de los sarracenos; y cree que este poema, del cual copia una octava, fue compuesto poco después del infortunio de aquella nación, que es decir, hacia la mitad del siglo VIII.

Ahora pues, un poema de octavas en versos enteramente regulares, cuales son los de la octava que trae Faría, supone una poesía muy adelantada, y de edad no tierna, sino adulta y madura: por lo cual será preciso hacer que la poesía española ascienda al siglo VII o tal vez al VI, y tome su origen de los godos anteriores al imperio de los sarracenos. Pero cualquiera que se dedique a cotejar los versos de la canción de Figueroa, que trae el P. Brito, y del poema citado por Faria, con otros muy posteriores de Gonzalo Hermiguez, del poema del Cid, y de algún otro monumento de poesía española de los siglos XI y XII, conocerá facilmente no se puede dar a dichos versos la antigüedad que aquellos doctos autores les atribuyen, apoyados únicamente en las tradiciones populares, y noticias inciertas y vagas de la antigüedad del códice de donde se habían sacado.

En efecto, el mismo Faria, temiendo tal vez parecer sobrado crédulo, dando fe a las voces populares de ser el poema de la toma de España coetaneo a aquel suceso, dice que a lo menos tendría, cuando él escribió, seiscientos años de antigüedad, que quiere decir que pertenecería al siglo XI. Por lo cual, considerando lo que se diferencian las lenguas modernas septentrionales de las usadas en los escritos anteriores al siglo XI, y no hallando en las meridionales monumentos seguros y auténticos de aquellos tiempos, podremos fijar el principio de la cultura de las lenguas y de la poesía vulgar en el siglo XI; y pasaremos a examinar si los árabes y la España realmente la han comunicado a toda Europa.

1784 Juan Andrés ⋅ 2:418-419

Capítulo XVI
Ulteriores adelantos de la literatura.

Pronóstico geométrico de Boscovich sobre la decadencia de la literatura.

¿Qué progresos, pues, nos faltan hacer en la literatura? El quererla llevar a mayor perfección ¿no sería exponerse al riesgo de corromperla? Boscovich (a. Supl. Stay. tomo. I), aplicando la geometría a las vicisitudes de la literatura, compara ésta a una curva assíntota, la cual apartándose de una recta se eleva hasta cierto punto, del que no puede pasar, y empieza luego a descender, no solo perdiendo la adquirida elevación, sino llegando hasta el plano, de donde vuelve a levantarse, alternando continuamente del estado de perfección al de decadencia: y haciendo de astrólogo forma un pronóstico geométrico de la ruina de las letras, fundado en que han llegado ya a cierto punto del cual precisamente han de decaer.

1841 Sebastián Quintana ⋅ 2:334-335

Título VI.
Ulteriores adelantos de la literatura.

Capítulo 1.
Pronóstico geométrico de Boscovich. Sobre la decadencia de la literatura.

¿Qué progresos, pues, nos faltan hacer en la literatura? El quererla llevar a mayor perfección ¿no sería exponerse al riesgo de corromperla? Boscovich (1. Supl. Stay. tom. I), aplicando la geometría a las vicisitudes de la literatura, compara esta a una curva acsíntota, la cual, apartándose de una recta, se eleva hasta cierto punto, del que no puede pasar, y empieza luego a descender, no solo perdiendo la adquirida elevación, sino llegando hasta el plano, de donde vuelve a levantarse, alternando continuamente del estado de perfección al de decadencia: y haciendo de astrólogo, forma un pronóstico geométrico de la ruina de las letras, fundado en que han llegado ya a cierto punto, del cual precisamente han de decaer.

1784 Juan Andrés ⋅ 2:446-447

Conocimiento de los modernos olvidados.

Todo esto, pues, prueba en mi concepto la necesidad de tener una exacta cuenta de todas las noticias, de todos los descubrimientos y de todas las verdades de cualquier género que sean, que ya se han encontrado, y que cada día se van encontrando. Porque si no ponemos cuidado en formar esta obra tan util, o por mejor decir necesaria, deberemos justamente temer, que los venideros tendrán que cansarse de nuevo para volver a encontrar aquellos mismos descubrimientos que ya hallaron los antiguos, y que los modernos a costa de muchas dificultades han hecho renacer nuevamente. Son frecuentísimos los ejemplos de invenciones muy recientes, que desde luego se han puesto en olvido, y no han vuelto a salir a luz sin grande trabajo de los posteriores filósofos, para que no juzguemos bien fundados nuestros temores. Sea lo que se fuese del descubrimiento del uso de la péndola para la medida del tiempo, que Bernad atribuye a los Arabes, lo cierto es, que apenas fue después encontrado por Galileo, cuando lo olvidaron los físicos, y no se hubiera hecho mas mérito de una tan util invención, si Hugenio no hubiera llegado a descubrirla por otro camino.

1841 Sebastián Quintana ⋅ 2:352-353

Capítulo 9.
Conocimiento de los modernos olvidados.

Todo esto, pues, prueba en mi concepto la necesidad de tener una exacta cuenta de todas las verdades de cualquier género que sean, que ya se han encontrado, y que cada día se van encontrando. Porque si no ponemos cuidado en formar esta obra tan útil, o por mejor decir necesaria, deberemos justamente temer que los venideros tendrán que cansarse de nuevo para volver a encontrar aquellos mismos descubrimientos que ya hallaron los antiguos, y que los modernos han hecho renacer nuevamente a costa de muchas dificultades.

Son frecuentísimos los ejemplos de invenciones muy recientes, que desde luego se han puesto en olvido, y no han vuelto a salir a luz sin grande trabajo de los posteriores filósofos, para que no juzguemos bien fundados nuestros temores. Sea lo que se fuese del descubrimiento del uso de la péndola para la medida del tiempo, que Bernad atribuye a los árabes, lo cierto es, que apenas fue después encontrado por Galileo, cuando lo olvidaron los físicos, y no se hubiera hecho mas mérito de una tan útil invención, si Hujenio no hubiera llegado a descubrirla por otro camino.

1784 Juan Andrés ⋅ 2:447-448

Arte de hacer hablar los mudos.

¿Puede haber hallazgo más importante ni más glorioso que el arte de hacer hablar los mudos? Y sin embargo habiendolo encontrado y puesto por obra después de la mitad del siglo XVI el español Pedro Ponce, duró poco tiempo, y aun después de haberle renovado otros españoles Manuel Ramírez y Pedro de Castro, se olvidó inmediatamente, y fue tenido por nuevo, cuando hacia fines del siglo pasado lo promovió Vallis en Inglaterra, y Amman en Holanda; pero ni aun entonces puede decirse, que con el trabajo de un Inglés y de un Holandés gozáse de mas permanente consistencia y duración de la que había conseguido por medio de los Españoles: y el estrépito que ha causado Pereyra hacia la mitad de este siglo enseñandolo en París, puede probar cuán admirable y nuevo pareciese aun en este tiempo.

1841 Sebastián Quintana ⋅ 2:353-354

Capítulo 10.
Arte de hacer hablar los mudos.

¿Puede haber hallazgo más importante ni más glorioso que el arte de hacer hablar los mudos? Y sin embargo, habiéndolo encontrado y puesto por obra después de la mitad del siglo XVI el español Pedro Ponce, duró poco tiempo, y aun después de haberle renovado otros españoles, Manuel Ramírez y Pedro de Castro, se olvidó inmediatamente, y fue tenido por nuevo cuando hacia fines del siglo XVII lo promovió Vallis en Inglaterra, y Amman en Holanda.

Pero ni aun entonces puede decirse, que con el trabajo de un inglés y de un holandés gozáse de mas permanente consistencia y duración de la que había conseguido por medio de los españoles: y el estrépito que ha causado Pereyra hacia la mitad del siglo XVIII, enseñandolo en París, puede probar cuán admirable y nuevo pareciese aun en este tiempo.

1784 Juan Andrés ⋅ 2:448-449

Doctrina de Solano de Luque.

En el presente siglo hemos visto conmovida toda la Europa por examinar, confirmar y ampliar la utilísima doctrina de los pulsos de Solano de Luque. Nihell, Layard y otros médicos de Inglaterra; Van Swieten, Vetsch y otros de Alemania; Logman y Nabers de Suecia y de Dinamarca; Sauvages, Fouquet y los más famosos de Francia y de otras naciones tradujeron, comentaron, ilustraron y enriquecieron con nuevas observaciones el tratado de los pulsos del célebre Solano. Apenas hace cuarenta y tres años que ha muerto, y aunque hasta mucho después de su muerte no se esparció la fama de su obra por medio de la traducción inglesa de Nihell, y la francesa de Virotte, al día de hoy ya no se nombra Solano, y se ha puesto en olvido su doctrina. Si esto sucede a los descubrimientos en que tanto interesan la vida civil, y el bien de la sociedad, ¿cuánto mas deberá temerse de los que se fundan en las especulaciones, y no producen una utilidad tan manifiesta? Sea, pues, el primer cuidado de los promovedores de los progresos literarios formar un exacto catálogo de todos los descubrimientos que hasta ahora ha hecho el genio humano, ponerlos a la vista, y hacerlos familiares para que no se pierdan, y para que a los venideros nos les cueste nuevos trabajos el encontrarlos.

1841 Sebastián Quintana ⋅ 2:354

Capítulo 11.
Doctrina de Solano de Luque.

En el presente siglo hemos visto conmovida toda la Europa por examinar, confirmar y ampliar la utilísima doctrina de los pulsos de Solano de Luque. Nihell Layard y otros médicos de Inglaterra; Vanswieten, Vetsch y otros de Alemania; Logman y Nabers de Suecia y de Dinamarca; Sauvajes, Fouquet y los más famosos de Francia y de otras naciones tradujeron, comentaron, ilustraron y enriquecieron con nuevas observaciones el tratado de los pulsos del célebre Solano.

Apenas hace 43 años que ha muerto, y aunque hasta mucho después de su muerte no se esparció la fama de su obra por medio de la traducción inglesa de Nihell, y la francesa de Virotte, el día de hoy ya no se nombra Solano, y se ha puesto en olvido su doctrina. Si esto sucede a los descubrimientos en que tanto interesan la vida civil, y el bien de la sociedad ¿cuánto mas deberá temerse de los que se fundan en las especulaciones, y no producen una utilidad tan manifiesta?

Sea, pues, el primer cuidado de los promovedores de los progresos literarios, formar un exacto catálogo de todos los descubrimientos que hasta ahora ha hecho el genio humano, ponerlos a la vista y hacerlos familiares para que no se pierdan y para que a los venideros nos les cueste nuevos trabajos el encontrarlos.

1784 Juan Andrés ⋅ 2:449-451

Historia general de las ciencias y de las artes.

Para conseguir mejor este fin será conveniente escribir una historia bien extensa de los progresos del entendimiento humano. Esta historia la propone tambien d'Alembert como propia para promover el estudio y la emulación de los literatos, y cree que una obra de esta clase se halla ya formada en el diccionario enciclopédico, pero a mi me parece que todavía está muy lejos de haberse hecho, y que ha de ser una obra tan distinta de dicho diccionario, que de ningún modo pueda confundirse con él. D'Alembert dice (a. Mel. etc. IV El de phil.) que la referida historia de las artes y ciencias abraza cuatro grandes objetos, esto es, nuestros conocimientos, nuestras opiniones, nuestras disputas y nuestros errores. Si estos grandes objetos se hallan bien desempeñados en la enciclopedia, podrá decirlo cualquiera que haya leido dicha obra. Nosotros entre tanto dejando aparte el diccionario enciclopédico, diremos del sobredicho plan, que la historia de las disputas de los hombres, aunque pueda ser curiosa y agradable, no parece tan importante, que merezca un lugar distinguido en la historia general de las ciencias y de las artes. Basta que se expongan con erudito y filosófico cuidado todos los conocimientos adquiridos, y todos los caminos por donde se ha llegado a semejante adquisición, los cuales tal vez podrán conducir a otros nuevos, y acaso más importantes. Basta que al describir las opiniones se manifiesten en su verdadero semblante, y se propongan no solo los fundamentos, que las han hecho nacer, sino tambien los que se oponen a su establecimiento. Basta que formando el triste y desapacible cuadro de los errores se haga tan instructivo, cuanto es desagradable; y señalando los caminos, que han conducido al precipicio al entendimiento humano, se dé despues algún consuelo, manifestando a los hombres arrepentidos de sus yerros, y a lo menos dejando el error, ya que no puedan comprehender la verdad. Basta en suma, que con puntualidad filosófica se sigan las huellas que nos ha dejado el entendimiento humano en la adquisición de las ciencias, en la formación de las artes, y en el adelantamiento y perfección de unas y otras.

1841 Sebastián Quintana ⋅ 2:355-356

Capítulo 12.
Historia general de las ciencias y de las artes.

Para conseguir mejor este fin será conveniente escribir una historia bien extensa de los progresos del entendimiento humano. Esta historia la propone tambien d'Alembert como propia para promover el estudio y la emulación de los literatos, y cree que una obra de esta clase se halla ya formada en el diccionario enciclopédico, pero a mi me parece que todavía está muy lejos de haberse hecho, y que ha de ser una obra tan distinta de dicho diccionario, que de ningún modo pueda confundirse con él.

D'Alembert dice que la referida historia de las artes y ciencias abraza cuatro grandes objetos, esto es, nuestros conocimientos, nuestras opiniones, nuestras disputas y nuestros errores. Si estos grandes objetos se hallan bien desempeñados en la enciclopedia podrá decirlo cualquiera que haya leido dicha obra. Nosotros entre tanto dejando a parte el diccionario enciclopédico, diremos del sobredicho plan, que la historia de las disputas de los hombres, aunque pueda ser curiosa y agradable, no parece tan importante, que merezca un lugar distinguido en la historia general de las ciencias y de las artes.

Basta que se expongan con erudito y filosófico cuidado todos los conocimientos adquiridos, y todos los caminos por donde se ha llegado a semejante adquisición, los cuales tal vez podrán conducir a otros nuevos, y acaso más importantes. Basta que al describir las opiniones se manifiesten en su verdadero semblante, y se propongan no solo los fundamentos, que las han hecho nacer, sino tambien los que se oponen a su establecimiento. Basta que formando el triste y desapacible cuadro de los errores se haga tan instructivo, cuanto es desagradable: y señalando los caminos que han conducido al precipicio al entendimiento humano, se dé despues algún consuelo, manifestando a los hombres arrepentidos de sus hierros, y a lo menos dejando el error, ya que no puedan comprender la verdad. Basta en suma que con puntualidad filosófica se sigan las huellas que nos ha dejado el entendimiento humano en la adquisición de las ciencias en la formación de las artes, y en el adelantamiento y perfección de unas y otras.

1784 Juan Andrés ⋅ 2:475-481

Estudio científico de las artes.

No solo en las naciones extranjeras encontraremos que aprender de los hombres, en nuestras mismas Provincias nos presentan éstos mucha materia para meditaciones científicas. Los literatos creyendo poco dignas de su atención las artes, las abandonan a las personas menos cultas; pero yo pienso al contrario, que las artes más mecánicas contienen conocimientos más importantes que la mayor parte de las investigaciones científicas, que ocupan el estudio y vigilias de los filósofos. No afirmaré con Voltaire, que toda la Academia de las ciencias de París no ha acarreado tanto beneficio a la humanidad como el inventor del arte de fabricar las agujas; pero sí diré, que el verdadero modo de cultivar el estudio de las ciencias es juntarlo con las observaciones de las artes, y que entonces recibirán notables adelantamientos unas y otras, cuando las especulaciones de la teórica irán acompañadas de los conocimientos de la práctica. Aplicandose los filósofos al estudio de las artes podrá éste sugerir muchos instrumentos, que serán oportunos para producir notables progresos en las ciencias. El telescopio en poder de los artesanos holandeses era del todo inutil; y pasando a manos del filósofo toscano fue desde luego instrumento de los descubrimientos mas nobles y grandiosos. Los estudios del filósofo Euler y del artífice Dollond han producido los telescopios acromáticos, que no pudo encontrar el divino ingenio de Newton. ¿Y por qué no deberemos esperar, que los filósofos, juntando los conocimientos de las artes a las teorías de las ciencias, lleguen a encontrar nuevas materias, o nuevas perfecciones en las que ya tenemos, para formar instrumentos capaces de presentarnos un nuevo espectáculo en la naturaleza? Hasta ahora los filósofos solo han procurado mejorar la vista; ¿por qué, pues, no han de buscar igualmente la perfección de los otros sentidos? ¿Cuántas ventajas no podrían sacar los químicos, médicos y naturalistas de una mayor delicadéz en el tacto y en el gusto? Si la concha de Bernard, o algun otro instrumento llegáse a dar al oido aquella extensión que han dado a la vista los telescopios ¿cuántos inopinados conocimientos no saldrían del fondo de la naturaleza para enriquecer las ciencias? Esperemos, pues, que estudiando los filósofos las artes con atención científica se encuentren medios para descubrir nuevas maravillas en la naturaleza, y para aumentar mas y mas el tesoro de las ciencias.

1841 Sebastián Quintana ⋅ 2:372-375

Capítulo 20.
Estudio científico de las artes.

No solo en las naciones extranjeras encontraremos que aprender de los hombres; en nuestras mismas provincias nos presentan estos mucha materia para meditaciones científicas. Los literatos creyendo poco dignas de su atención las artes, las abandonan a las personas menos cultas: pero yo pienso al contrario, que las artes más mecánicas contienen conocimientos más importantes que la mayor parte de las investigaciones científicas, que ocupan el estudio y vigilias de los filósofos.

No afirmaré con Voltaire; que toda la academia de ciencias de París no ha acarreado tanto beneficio a la humanidad como el inventor del arte de fabricar las agujas; pero sí diré, que el verdadero modo de cultivar el estudio de las ciencias es juntarlo con las observaciones de las artes, y que entonces recibirán nobles adelantamientos unas y otras cuando las especulaciones de la teórica vayan acompañadas de los conocimientos de la práctica.

Aplicandose los filósofos al estudio de las artes podrá éste sugerir muchos instrumentos, que serán oportunos para producir nobles progresos en las ciencias. El telescopio en poder de los artesanos holandeses era del todo inutil; y pasando a manos del filósofo toscano fue desde luego instrumento de los descubrimientos mas nobles y grandiosos. Los estudios del filósofo Euler y del artífice Dollond han producido los telescopios acromáticos, que no pudo encontrar el divino ingenio de Newton. ¿Y por qué no deberemos esperar que los filósofos, juntando los conocimientos de las artes a las teorías de las ciencias, lleguen a encontrar nuevas perfecciones en las que ya tenemos, para formar instrumentos capaces de presentarnos un nuevo espectáculo en la naturaleza?

Hasta ahora los filósofos solo han procurado mejorar la vista; ¿por qué, pues, no han de buscar igualmente la perfección de los otros sentidos? ¿Cuántas ventajas no podrían sacar los químicos, médicos y naturalistas de una mayor delicadéz en el tacto y en el gusto? Si la concha de Bernard, o algun otro instrumento llegase a dar al oído aquella extensión que han dado a la vista los telescopios ¿cuántos inopinados conocimientos no saldrían del fondo de la naturaleza para enriquecer las ciencias? Esperemos, pues, que estudiando los filósofos las artes con atención científica se encuentren medios para descubrir nuevas maravillas en la naturaleza, y para aumentar mas y mas el tesoro de las ciencias.

A estos medios mecánicos, nacidos del estudio de las artes, se deben añadir otros especulativos y sublimes, que se encontrarán con la atenta meditacion de las ciencias. ¿Cuál de estas no se ha aprovechado del auxilio de la aritmética y de la geometría? El uso de las cifras numerales, que a primera vista parece poco importante ¿cuán ventajoso no ha sido a todas las artes y ciencias, y a toda la vida civil? ¿Quién podrá decidir facilmente si al adelantamiento de la mecánica y de la física ha contribuido mas la aplicacion del álgebra, o la invencion de las máquinas para hacer las experiencias? ¿Ha sido mas favorable a la perfección de la astronomía el hallazgo del telescopio, o el del cálculo infínitisimal? De la aplicacion que Cartesio hizo del álgebra a la geometría debe tomarse la verdadera época de la revolución, que tan rapidamente ha llevado las ciencias exactas al grado de perfección en que las vemos al presente. Después del cálculo diferencial se han empezado a adquirir verdaderas y exactas noticias del sistema del Universo; y todo este Universo no es en el día mas que objeto de cuestiones de pura analisis. Se ha visto hasta ahora, y se verá igualmente en lo venidero, que las ciencias hacen progresos a proporción de los medios que tienen para adelantar: y no hay medio mas util para internarse en el conocimiento de la naturaleza que la cultura y mejora de las matemáticas puras, que son las que unicamente pueden abrirnos el paso a sus mas íntimos secretos. La lengua en que está escrito el gran libro del Universo son figuras, números y signos algebráicos; y por consiguiente cuánto mayor conocimiento y práctica tendremos de tal lengua, tanto mayor provecho podrémos sacar de la lectura de este libro. Cuanto mas se cultiváre y perfeccionáre el estudio de las matemáticas, tanto mas dispuesto estará el espíritu para las vastas y sublimes meditaciones, nos encontraremos mas proporcionados para engolfarnos con ardimiento en investigaciones profundas y recónditas, y tendremos mas agil el entendimiento, mas fino y seguro el tacto, y la vista mas aguda y penetrante, sin lo cual no puede seguirse la verdad en sus intrincados laberintos sin exponerse a continuos peligros de errores perjudiciales. No hablaré del uso y modo de hacer las observaciones, ni de la grande extensión que estas pueden recibir, y que hasta ahora todavía no han logrado; pasaré por alto las notables mejoras que pueden hacerse en las ciencias intelectuales y morales, en la jurisprudencia, y en las disciplinas eclesiásticas; no expondré los ulteriores progresos que las buenas letras, no solo admiten, sino que tambien exigen; no trataré de la reforma, que en mi concepto debiera hacerse en muchas partes de nuestros estudios para promover mejor las verdaderas ventajas de todas las ciencias; abandonaré a otros los proyectos de instituciones literararias utilissimas para el adelantamiento de toda la literatura; y reservandome unicamente el proponer de cuando en cuando en los otros tomos algún medio para hacer nuevas adquisiciones, y mayores aumentos en cada materia particular, concluyo éste, porque temo haber sido demasiado molesto a los lectores para atreverme a abusar todavía mas de su sufrimiento.

A estos medios mecánicos, nacidos del estudio de las artes, se deben añadir otros especulativos y sublimes que se encontrarán con la atenta meditacion de las ciencias. ¿Cuál de estas no se ha aprovechado del auxilio de la aritmética y de la geometría? El uso de las cifras numerales, que a primera vista parece poco importante ¿cuán ventajoso no ha sido a todas las artes y ciencias, y a toda la vida civil? ¿Quién podrá decidir facilmente si al adelantamiento de la mecánica y de la física ha contribuido mas la aplicación del álgebra, o la invencion de las máquinas para hacer las experiencias? ¿Ha sido mas favorable a la perfección de la astronomía el hallazgo del telescopio, o el del cálculo infínitisimal?

De la aplicacion que Cartesio hizo del álgebra a la geometría debe tomarse la verdadera época de la revolución, que tan rápidamente ha llevado las ciencias exactas al grado de perfección en que las vemos al presente. Después del cálculo diferencial, se han empezado a adquirir verdaderas y exactas noticias del sistema del universo: y todo este universo no es en el día mas que objeto de cuestiones de pura analisis.

Se ha visto hasta ahora, y se verá igualmente en lo venidero, que las ciencias hacen progresos a proporción de los medios que tienen para adelantar: y no hay medio mas util para internarse en el conocimiento de la naturaleza, que la cultura y mejora de las matemáticas puras que son las que únicamente pueden abrirnos el paso a sus mas íntimos secretos. La lengua en que está escrito el gran libro del universo son figuras, números y signos algebraicos; y por consiguiente cuanto mayor conocimiento y práctica tengamos de tal lengua, tanto mayor provecho podremos sacar de la lectura de este libro. Cuanto mas se cultivare y perfeccionáre el estudio de las matemáticas, tanto mas dispuesto estará el espíritu para las vastas y sublimes meditaciones; nos encontraremos mas proporcionados para engolfarnos con ardimiento en investigaciones profundas y recónditas, y tendremos mas ágil el entendimiento, mas fino y seguro el tacto, y la vista mas aguda y penetrante, sin lo cual no puede seguirse la verdad en sus intrincados laberintos, sin exponerse a continuos peligros de errores perjudiciales.

No hablaré del uso y modo de hacer las observaciones, ni de la grande extensión que estas pueden recibir, y que hasta ahora todavía no han logrado: pasaré por alto las notables mejoras que pueden hacerse en las ciencias intelectuales y morales, en la jurisprudencia, y en las disciplinas eclesiásticas: no expondré los ulteriores progresos que las buenas letras no solo admiten, sino que tambien exigen: no trataré de la reforma que en mi concepto debería hacerse en nuestros estudios para facilitar mayores adelantos a la ciencia universal. Por ventajosos que aparezcan tan buenos pensamientos no pertenecen ya a la historia literaria: son mas propios de otro lugar.

fin del tomo ii

gbs