Jesús Maestro, El Señor Presidente, de Miguel Ángel Asturias, y la novela hispánica del ‘cacique de Estado’. Literatura y poder político (original) (raw)
Escuela de Filosofía de Oviedo
El Señor Presidente, de Miguel Ángel Asturias, y la novela hispánica del ‘cacique de Estado’. Literatura y poder político
18 de abril de 2022
Al poder sólo se le puede seducir, vencer o burlar. A lo largo de su Historia, la literatura ha incurrido en la inteligente seducción, en la épica de la victoria –y del fracaso– o en la más crítica y sutil comicidad como formas principales de relación con el poder político. No sabemos cómo se comportará la literatura ante el triunfo inminente de sistemas totalitarios inéditos que, tras el fracaso de la democracia de formato anglosajón y posmoderno –fracaso que nadie quiere ni se atreve a reconocer abiertamente–, se ciernen de forma latebrosa sobre nuestro presente. La novela de Miguel Ángel Asturias, titulada El Señor Presidente (publicada en 1946, pero redactada entre 1922 y 1933), constituye una obra clave en la literatura del siglo XX sobre la figura del «cacique de Estado» como autócrata totalitario, una figura que ha determinado, desde el primero de ellos, Simón Bolívar, el destino político de Hispanoamérica, el cual, gracias a la labor excelente de este «libertador», quedó a los pies de los caballos de todo tipo de potencias extranjeras, principalmente Estados Unidos, Inglaterra y Francia. A estas potencias en lancinante decadencia hoy se incorpora la República Popular China. La interpretación crítica de El Señor Presidente, en el intertexto literario de la narrativa del dictador, genuinamente hispánica, exige preguntarse, entre otras cuestiones, por el futuro y las posibilidades de la literatura en un mundo que resulta para todos cada vez menos democrático y más totalitarista. Una de las razones esenciales de la literatura ha sido, desde sus más inmediatos orígenes, la lucha por la libertad, frente a todo tipo de limitaciones irracionales, mitológicas y religiosas, también filosóficas y por supuesto políticas, todas ellas impuestas con frecuencia en nombre de un idealismo moral –esto es, gremial– de pretensiones trascendentes. ¿Qué hará ahora el racionalismo literario para sobrevivir, sin libertad, y enfrentándose a insólitos enemigos políticos, a lo largo de este siglo XXI? Los enemigos occidentales de la literatura no están hoy ni en la religión ni en la filosofía –ni Platón ni san Pablo son ya nuestros contemporáneos–, sino en la política, es decir, están tanto en el Estado como en la globalización posmoderna que, en su decadencia democrática, pretende reemplazarlo. Pero estos adversarios son ya irrelevantes. La cuestión es otra. Hoy la pregunta es ¿qué hará China con la literatura? No podemos saberlo todavía, pero es muy posible que su interpretación de la literatura dependa de su interpretación de la literatura hispánica. Nuestra actividad profesional no puede ignorar esta realidad. Tenemos una cita con el Hispanismo chino.