Gustavo Bueno / ¡Abrazaos millones! / Interviú (original) (raw)

Gustavo Bueno

La última sesión de nominaciones en directo no fue trágica, pero sí dramática. Se podrían distinguir en ella tres actos.

El primer acto habría sido el de las nominaciones secretas. Cada uno de los actores hablando sucesivamente desde el confesionario, iba recitando sus tres nominados, ajustándose siempre, o casi siempre a las dos ficciones escénicas que se han convertido ya en regla de esta ceremonia: la ficción diplomática, consistente en atribuir la elección a la suerte, y la ficción disciplinaria (contradictoria con la anterior) de cumplir el reglamento justificando la elección con argumentos jocosos (al menos, de invención jocosa, aun cuando la materia del chiste traicione una y otra vez al nominador). Son ficciones teatrales pero van en serio por su contenido: cada uno nomina, no al azar, sino a los tres que considera más peligrosos y, por tanto, los argumentos que aduce para justificar sus nominaciones ocultan el argumento real, disimulándolo con bromas inocentes.

Pero los tres personajes «objetivamente» más peligrosos, me parece, en función de las grandes probabilidades que ellos tenían de permanecer «sedimentados» en la Casa hasta el día del juicio final, cada vez más próximo, eran precisamente Mari, Eva y Kaiet.

Y así entramos en el segundo acto del drama. Su escenario, aunque seguirá siendo el confesionario, al acoger a los actores no ya sucesivamente, como en el primer acto, sino simultáneamente, cobrará un aspecto tétrico, reflejo de la tensión de los que acababan de confesar en secreto y que ahora iban a verse las caras. Las cartas boca arriba. Todos conocen las motivaciones genéricas que mueven las nominaciones de los demás. Son secretos a voces, pero desconocen las listas concretas de candidatos que cada uno ha elegido. Y estamos en las últimas semanas, hay que apresurarse a remover a los mejores situados en la casa, hay que arrojar a los tres más peligrosos al foso de los leones. De este modo, al menos uno de los tres peligros será definitivamente despejado, mediante su expulsión inapelable, en la sesión próxima. Fran sigue siendo visto por sus compañeros como incombustible, de momento: dejémoslo quieto, también de momento. Además, nominarle a él equivale a dejar de nominar a otros tan peligrosos como él: a Mari, la imprescindible, como amable ama de casa; a Eva, en su papel de viuda desconsolada, que está demostrando saber reprimir con dignidad su dolor, mejor aún de lo que sabía reprimir su amor obsceno; a Kaiet, por la condición opaca y neutra de su personaje, una condición que puede mantenerle oculto hasta el último día.

En el momento de la revelación de las nominaciones cada cual empieza a barruntar su verdadera situación relativa. Kaiet, acaso uno de los personajes más calculadores, ha visto el peligro que representa Eva, la viuda triste, y Mari, el ama amable, y las nomina (como no puede nominarse a sí mismo, insiste en Fran, sabiendo que es el rival número uno). También Ángel nomina a Eva y a Mari; y también nominan a Eva y a Mari, Fran y Sabrina quienes, sin perjuicio de su papel de personajes flotantes, tampoco se chupan el dedo. Y a su vez, Eva, Mari, Sabrina y Fran, que han percibido a Kaiet como un peligro, deciden desde luego, nominarlo. Las máscaras han caído. Todos amigos, pero que nadie quite el ojo a los veinte millones y a lo que venga. Algunos, Mari, por ejemplo, acusan más el golpe que los otros, incluso perciben su nominación como una injusticia. Pero en la sociedad competitiva, lo justo es reconocer al mejor y el mejor es el que gana. La tensión ha crecido hasta extremos casi insoportables.

El tercer acto del drama tiene lugar en el jardín. Por una armonía prestablecida, o acaso simplemente establecida sobre la marcha, entra en el grupo Marta, la antigua compañera de los tiempos inocentes y su encuentro descarga las tensiones. Es la hora de anegarlas en una corriente de efusiones que se expresan en abrazos y abrazos interminables. Estalla la alegría. Los concursantes del Gran Hermano nos dan así la gran lección de la amistad y de la solidaridad. A fin de cuentas, estos ocho hermanos no dejan de ser una distinguida representación de la gran fraternidad que está creándose en Europa. Las traiciones, las envidias, las injusticias entre sus socios, también quedan anegadas en las grandes ceremonias en las cuales Europa recupera la edad de la inocencia, la edad de los celtas, de los germanos, de los vascos y de los eslavos, en las ceremonias en las que se canta el himno a la alegría escrito por su mejor músico sobre un poema de su mejor poeta, un poema en el que precisamente se decía: «¡Abrazaos millones!».

[ 31 mayo 2001 / se sigue el original del autor ]