Gustavo Bueno: Contra Gran hermano se juntaron derechas, izquierdas, clero y sindicatos / La Nueva España (original) (raw)
Gustavo Bueno, a la entrada al acto de presentación de su libro; en segundo término, Iván Armesto.Foto: Nacho Orejas |
Oviedo, J. B.
El profesor Gustavo Bueno presentó ayer en Oviedo, en la fundación que lleva su nombre, el libro «Telebasura y democracia». El filósofo estuvo acompañado por el concursante del primer «Gran hermano» Iván Armesto, que fue el encargado de introducir la conferencia de Bueno: «Estoy aquí por amistad con el profesor, no soy ningún académico», dijo el concursante gijonés.
Gustavo Bueno defendió una vez más su interés por la televisión y se reafirmó en lo extraño que le resulta que sus colegas le pregunten cómo es que se ocupa de la televisión: «Lo raro sería que no lo hiciera», explicó. E hizo referencias a Platón y Aristóteles, que «se ocupaban de cosas de su tiempo». «Muchos colegas incluso insinúan que esto de la tele es de la edad senecta porque se perdió el brío para cosas más profundas: ¿qué cosas más profundas?», se preguntó sarcástico Gustavo Bueno.
El profesor dejó muy claro que en cualquier encuesta muy pocos saben definir la televisión: «La respuesta suele ser que es un instrumento para ver a lo lejos», comentó. «Igual que el telescopio o el catalejo», replicó.
Para aclarar conceptos se extendió algo más sobre lo privado y lo público: «Los cuerpos opacos son el fundamento de la privacidad. ¿Qué es la tele si no es ver a lo lejos?, un cuerpo opaco grupal». Para el profesor, esa es la clave, la conexión privacidad-opacidad. Todo esto tiene que ver con la tele. «Es cuando la televisión se entiende para perforar esa opacidad sin romperla, o sea lo que antes era la clarividencia», reflexionó Gustavo Bueno, que posteriormente dijo que la privacidad también la perforaban psicólogos, curas, confesión «o lo que se habla con los vecinos» en la calle.
Y para poner ejemplos claros dio una mirada atrás en su conferencia para recordar el primer Gran hermano, que «era una situación original de convivencia. La gente decía que era un experimento. No. Era algo para ver, igual que cuando se va al zoo», explicó.
Aún indicó más con el fin de diferenciar bien conceptos (aunque en la segunda parte de su conferencia inició su disertación recordando que telebasura era una suma de conceptos sin definición) y recalcó que Gran hermano «era un escenario donde se veía obscenamente la vida en convivencia. Pero no era basura». Y recordó que contra Gran hermano, seguramente en la creencia de que era basura, se «juntaron todos: derechas, izquierdas, el clero y sindicatos».
La teoría, explicó Gustavo Bueno, «era que no sabían hacer nada pero llegaban a la fama. ¿Qué sabe hacer un político?». Y para el caso recordó a una escritora de «aquí que dijo que vería el programa si estuviera Einstein. Seguro que la privacidad era más vulgar», ironizó con la reflexión de la intelectual asturiana, que no nombró. El profesor concluyó afirmando que en Gran hermano el público juzgaba, «hacía juicios sobre la generosidad, el machismo...».
El profesor explicó además que la televisión no era lo mismo para determinadas generaciones que para los jóvenes, «porque nacieron con ella» y es un instrumento normal en su vida.
«Yo la conocí con treinta y pico», puntualizó. Por lo que, según entiende el filósofo, su generación está más capacitada para estudiarla. Una nueva referencia de Gustavo Bueno a las teorías de algunos colegas que situaban a los analistas televisivos en la senectud.
«Tus palabras, Iván, no son de profesor, que es una casta repugnante»
Oviedo, J. B.
Entre el filósofo Gustavo Bueno y el hombre de la tele Iván Armesto hay una sintonía perfecta. Iván, triunfador en la primera edición de Gran hermano, presentó al filósofo y el gran pensador lo distinguió con palabras muy contundentes a su favor. El gijonés de Gran hermano introdujo el acto con humildad. «El primer sorprendido fui yo», dijo Iván, aunque puntualizó: «Estoy por amistad, no soy un académico. A mí el libro me interesó mucho porque formo parte de la televisión. Me dejó alucinado. El libro no tiene un lenguaje fácil para mí, pero como dice el profesor, es mejor ser inteligente que intelectual. Yo el libro lo he entendido, aunque tuve que leerlo dos veces».
Y tras la sincera y brillante presentación de Iván Armesto comenzó la conferencia de Gustavo Bueno, que, antes de entrar en materia, dijo lo siguiente: «Gracias, Iván. Tus palabras tienen un valor extraordinario porque no eres profesor. Estoy harto de profesores. Es una casta repugnante». Con tal sentencia, el filósofo se puso en pie e inició una charla que compaginó muy bien sabiduría y diversión.