Platón, Las Leyes, libro décimo, Obras completas de Platón, Madrid 1872 (original) (raw)
Obras completas de Platón
puestas en lengua española por Patricio de Azcárate
Las Leyes
Libro décimo
Obras completas de Platón, tomo 10, Medina y Navarro, Madrid 1872, págs. 155-204.
Ateniense
Después de lo que se acaba de decir sobre los malos tratamientos, dictemos la siguiente ley general contra toda especie de violencia: que nadie tome ni lleve nada de lo que pertenece a otro; que no se sirva de ninguna cosa que sea de los vecinos sin su consentimiento expreso; porque la infracción de esta ley es, ha sido y será origen de todos los males de que hemos hablado.
Con respecto a los demás desórdenes, los más graves son el libertinaje y los excesos de la juventud; son de grande trascendencia cuando recaen sobre las cosas sagradas, y llegan a su colmo cuando estas cosas sagradas son de las que interesan al Estada todo o a toda una tribu, o a una clase de la sociedad. En segundo lugar entran los crímenes que atacan al culto privado y doméstico y a la santidad de los sepulcros. En tercero, la falta de respeto a los padres, crimen que no debe confundirse con los otros de que hemos hablado más arriba. En cuarto, las ofensas inferidas a los magistrados, cuando sin consideración a su carácter y sin haber obtenido su beneplácito, toma, quita o destina alguno a su uso lo que a ellos pertenece. En quinto, toda acción que lastime los derechos del ciudadano y provoque la severidad de la justicia. Es necesario reprimir por una ley cada uno de estos excesos.
Respecto al robo de las cosas sagradas, sea violento, sea clandestino, ya hemos dicho la pena que merece. Ahora hay que decidir a qué debe ser condenado el que ofende a los dioses con sus palabras o con sus acciones, después que hayamos hecho preceder a la ley la instrucción siguiente.
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