Julián Gorkin, Réplica cordial a Indalecio Prieto (original) (raw)
Julián Gorkin
Como en viajes anteriores a México, en el que efectué en abril último me apresuré a visitar a Indalecio Prieto con el fin de testimoniarle mi viejo afecto. Hablamos de muchas cosas y, entre otras, del Congreso por la Libertad de la Cultura y de su revista en lengua española Cuadernos. Espontáneamente me dijo: «Consérvenle a la revista el alto nivel intelectual que tiene». No menos espontáneamente le di yo una serie de explicaciones sobre el origen de los fondos que alimentan nuestras tareas y sobre nuestros objetivos generales. Añadí: «Aparte de estos objetivos, yo persigo como español uno muy concreto: ofrecerle una tribuna a la intelectualidad española desperdigada y hacer que los Comités latinoamericanos nos ayuden en nuestra lucha». El me dijo, en un tono que me conmovió: «Pues yo ya sólo tengo un programa mínimo: morir como he vivido, fiel a unas cuantas cosas». Y nos despedimos.
El mismo día que llegué a Bogotá me encontré con un artículo suyo publicado en El Tiempo, que empezaba así: Cuadernos, revista bimestral que, editada en castellano, se distribuye desde París por los países de nuestra habla, acaso sea la mejor de cuantas publicaciones ocasionales costean los norteamericanos, porque la propaganda –finalidad perseguida por Cuadernos en el actual período de guerra fría– está diluida con discreción entre artículos autorizados por firmas de prestigio mundial». A solicitud del director del gran diario liberal, hube de publicar yo una cordial rectificación diciendo entre otras cosas: «Al decir que la revista la “costean los norteamericanos” parece dar a entender que se trata del gobierno norteamericano. Y no es así. Cuando a juicio de los colaboradores lo ha merecido, el gobierno norteamericano ha sido severamente criticado en Cuadernos, entre otros por Eduardo Santos, Luis Alberto Sánchez, Rómulo Betancourt, Germán Arciniegas, por no hablar de mí mismo. El Congreso por la Libertad de la Cultura, del que Cuadernos es intérprete en lengua española, no ha ocultado jamás que ha venido recibiendo ayuda de los Sindicatos y de las Fundaciones Farfield y Rockefeller. Todo el mundo sabe que, con absoluta independencia del gobierno norteamericano, estas instituciones han destinado importantes sumas a fines benéficos, científicos y culturales».
Daba el incidente por liquidado. Sin embargo, en un artículo intitulado «El descrédito de los papagayos», aparecido en una revista mexicana y en El Socialista del 11 de agosto, Prieto se refiere a la propaganda comunista y dice: «Mientras sus Congresos de la Paz fueron éxitos formidables, ha muerto antes de nacer el Congreso por la Libertad de la Cultura que los Estados Unidos pretendieron engendrar…» Se ha publicado este artículo en México, donde el Comité del Congreso reúne a las más prestigiosas personalidades democráticas –como en todos los demás países. Yo no sé si pueden considerarse «éxitos formidables» unas reuniones de delegados soviéticos, chinos, polacos… con alguna que otra sardina suelta del mundo democrático. Y no sé por qué tiene interés en dar por «muerto antes de nacer» al Congreso ni en considerarlo un «engendro» de los Estados Unidos. En todo caso le dejo a Prieto la entera responsabilidad de sus afirmaciones.
Yo no he puesto nunca en duda el espíritu de independencia de Indalecio Prieto y, cada vez que en mi presencia se le ha atacado, me he apresurado a defenderlo. Recientemente obtuve de un profesor e historiador belga, que me dio a leer el original de una estupenda biografía de García Lorca, que rectificara algunas enormidades que apuntaba sobre Prieto.
¿Por qué va a dudar éste de mi espíritu de independencia, demostrado durante cuarenta años de vida militante? Ni en la dirección de Cuadernos ni en mis jiras de conferencias se permite nadie influenciar mi pensamiento o el de nuestros colaboradores y amigos. Lo mismo en las capitales europeas que en las americanas he condenado severamente el pacto Washington-Madrid. ¿Y por qué se permite dudar del espíritu de independencia de nuestros grandes patrocinadores y colaboradores como Russell, Maritain, Madariaga, Arciniegas, Américo Castro, Frugoni, Gallegos, Mañach, Silone, Koestler, Alfonso Reyes, Francisco Romero, Araquistáin, Sender y otros muchos en el mundo entero? Nuestra obra nos juzga. Y nuestra obra son las Revistas y los Congresos. No hay en ellos ni propaganda ni contrapropaganda, sino un deseo básico de defender y contribuir a desarrollar el pensamiento libre sojuzgado o amenazado en vastísimas porciones del mundo actual. El Congreso de fundación lo presidió Ernesto Reuter, el heroico burgomaestre socialista de Berlín. El próximo Congreso, que inaugurará el alcalde socialista de Milán, girará en torno al porvenir de la libertad. Yo creo sinceramente que la pluma de Indalecio Prieto debería ejercitarse en la defensa de nuestra obra y no en asaetarla. Con ello saldría ganando lo que nos es común a todos los hombres libres del mundo.