Lange, Historia del materialismo, Sócrates, Platón y Aristóteles (original) (raw)
Primera parte. El materialismo en la antigüedad. Capítulo III:
La reacción contra el materialismo y el sensualismo.
Sócrates, Platón y Aristóteles
Federico Alberto Lange, Historia del materialismo, Madrid 1903, tomo 1, páginas 77-116
Retroceso indudable y progreso dudoso de la escuela ateniense opuesta al materialismo. – El tránsito de la individualidad la generalidad le preparan los sofistas. – Las causas del desarrollo de los sistemas opuestos y la simultaneidad de grandes progresos aliado de elementos reaccionarios. – Estado de los espíritus en Atenas. – Sócrates reformador religioso. – Conjunto y tendencia de su filosofía. – Platón: tendencia y desenvolvimiento de sus ideas. – Su concepción de la generalidad. – Las ideas y el mito al servicio de la especulación. – Aristóteles no es empírico, sino sistemático. – Su teleología. – Su teoría de la substancia; la palabra y la cosa. – Su método. – Ensayo crítico acerca de la filosofía aristotélica.
Si no viéramos más que una reacción contra el materialismo y el sensualismo en las obras de la especulación helénica que habitualmente se miran como las más sublimes y perfectas, correríamos el peligro de despreciarlas y criticarlas con el mismo tono acre que de ordinario se emplea al tratar del materialismo. En efecto: a poco que olvidásemos los otros aspectos de esta gran crisis filosófica, nos encontraríamos en presencia de la más deplorable reacción frente a una escuela filosófica que, teniendo conciencia de su derrota y de la superioridad intelectual de sus adversarios, se levanta pretendiendo la victoria y queriendo substituir las ideas más exactas, que lo iluminaban todo, con opiniones sólo reproducidas bajo una forma nueva y con una magnificencia y un vigor hasta entonces desconocidos, pero también con su carácter primitivo y pernicioso, los viejos errores del pensamiento antifilosófico.
El materialismo deducía los fenómenos naturales de leyes invariables y absolutas; la reacción le opone una razón antropomórfica que no sin repugnancia concede a la necesidad la parte que la corresponde, quebrantando la base de todo estudio de la naturaleza que reemplaza con el instrumento elástico del capricho y de la fantasía.
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