Lange, Historia del materialismo, tomo 2, El cerebro y el alma (original) (raw)
Tercera parte. Las ciencias de la naturaleza. Capítulo II:
Federico Alberto Lange, Historia del materialismo, Madrid 1903, tomo 2, páginas 346-399
Las dificultades del asunto sólo han aparecido distintamente con los progresos de las ciencias. – Consecuencias nocivas de la psicología universitaria. – La frenología. – Los movimientos reflejos como elementos fundamentales de la actividad psíquica. – Los experimentos de Pflüger. – Errores diversos e interpretaciones defectuosas de experimentos fisiológicos. – El cerebro no produce ninguna abstracción psicológica. – Teorías defectuosas de Carus y de Huschke. – Las ideas psicológicas de las universidades deben ser eliminadas ante todo. – Persistencia del prejuicio de la localización de las facultades intelectuales. – Investigaciones de Meynert relativas al cerebro. – Importancia psicológica de las vías motoras. – Homogeneidad de los fenómenos de excitación en todos los nervios. – Experimentos de Hitzig, Nothnagel y Ferrier. – Su significación. – Aserciones de Wundt acerca de los fenómenos elementales fisiológicos con relación a las funciones psíquicas. – Demostración de la ley de la conservación de la energía por las funciones del cerebro. – El valor intelectual del contenido de la sensación.
Vamos a tocar ahora el viejo y favorito tema del materialismo, con el cual no se juega ya sin duda alguna con tanta facilidad como en el siglo XVIII. La primera embriaguez de los grandes descubrimientos físicos y matemáticos ha pasado; del mismo modo que el mundo después de descifrado un enigma presenta otro nuevo y parece agrandar y dilatarse a nuestros ojos, la vida orgánica reveló también abismos de conexiones desconocidas que apenas se habían sospechado antes; la época que pudo creer muy seriamente que con las obras maestras de un Droz y de un Vaucanson se había llegado a descubrir el secreto de la vida, se hallaba apenas en estado de apreciar las dificultades que a medida que se avanza se acumulan ante la explicación mecánica de los fenómenos psíquicos; aun se podía entonces exponer como hipótesis científica la concepción ingenuamente infantil de que en el cerebro cada idea tenía su fibra determinada y que las vibraciones de estas fibras constituían la conciencia.
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