«Edimburgh Review», John Stuart Mill (original) (raw)
John Stuart Mill
(conclusión) [viene de 6:167]
Revista Europea, Madrid, 12 de abril de 1874, año I, tomo I, nº 7, páginas 195-203.
Sterling era en aquella época ferviente cristiano; era por temperamento, como él mismo decía, teopálico. Había abrigado recientemente opiniones algo evangélicas, y se estaba preparando para ser ordenado; paso que dio más adelante, y del cual se arrepintió. Maurice permaneció hasta lo último fiel ministro de la iglesia anglicana, a quien atribuye el mismo Mill capacidades de generalización y de pensamiento superiores a los del mismo Coleridge; y ciertamente ningún hombre ha hecho tanto en nuestros tiempos por reconciliar los más altos resultados de la indagación filosófica con las verdades del cristianismo y los dogmas de la iglesia; resultado que Mill atribuye a timidez de conciencia y sensibilidad de temperamento. A esto puede añadirse que durante esta época de su vida, Mill estaba derivando mucho de Coleridge, Goethe, y otros escritores alemanes; y a la llegada de Carlyle a Londres en 1832,era uno de aquellos que más experimentaron la influencia de aquel hombre extraordinario, a quien los benthamistas miraban como a un místico.
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