Armando Dubarry, La elección de los Papas (original) (raw)

Armando Dubarry, La elección de los Papas, 1875

La elección de los Papas

[sigue en 93:172]

Revista Europea, Madrid, 28 de noviembre de 1875, año II, tomo VI, nº 92, páginas 148-154.

Durante un millar de años, los laicos tomaron tanta parte en los asuntos eclesiásticos, como los clérigos; intervinieron en los Concilios, y nada se hizo sin su participación. Los miembros de las comunidades cristianas no elegían solamente sus obispos y sus curas, sino que nombraban también los servidores interiores de las parroquias, diáconos, subdiáconos, lectores, acólitos y hasta los ostiarios y porteros. En todo era soberana la Asamblea de fieles, que aceptaba ó rechazaba los neófitos, y el obispo no podía emprender ningún asunto importante sin consultarlo previamente y obtener el consentimiento de la citada Asamblea. Ignacio y Cipriano escriben que, teniendo en cuenta la debilidad humana, debían asesorarse del clero en todas las circunstancias difíciles. La elección de obispo era objeto de especiales precauciones. Generalmente se nombraba obispo ó jefe espiritual de una comunidad cristiana á un hombre venerable por su edad y virtudes, ó famoso por su valor en confesar la fe, por sus talentos ó elocuencia.
En el siglo III, el clero daba el primer paso hacia la supresión del derecho electoral de los laicos en materia de religión; empezó á escoger candidatos para las diferentes funciones eclesiásticas y á proponerlos á la comunidad; sin embargo, hasta el siglo XI, la comunidad conservó casi intactos el privilegio de elegir su obispo y la facultad de rechazar los candidatos oficiales que le proponía el cuerpo del clero.

Facsímil del original impreso de esta parte en formato pdf