Fedoséiev, El materialismo dialéctico, metodología general del conocimiento científico (original) (raw)
Pedro Fedoséiev · Dialéctica de la época contemporánea · traducción de Augusto Vidal Roget
Parte tercera. Problemas filosóficos del conocimiento científico
Ciencia y concepción del mundo
El materialismo dialéctico, metodología general del conocimiento científico
En nuestra época, época de la edificación del comunismo, se ha elevado excepcionalmente el papel de la ciencia en la resolución de los problemas técnicos y económicos -que son grandiosos-, pues ésta se va convirtiendo cada vez más en una fuerza productiva directa. Las ciencias sociales aparecen como la base científica en que el hombre se apoya para orientar el desarrollo de la sociedad, para dirigir la edificación económica y cultural. Al mismo tiempo, el progreso de la ciencia reafirma con éxito creciente los fundamentos de la concepción científica, materialista dialéctica, del mundo.
Cuando la vida social sufre, como está sufriendo, cambios radicales, que señalan el tránsito del capitalismo al comunismo, y las ciencias sociales experimentan una revolución cada día más honda, que conduce a nuevos descubrimientos científicos fundamentales, es de extraordinario valor comprender teóricamente todos esos procesos, elaborar con espíritu creador las cuestiones ideológicas que surgen y que se hallan vinculadas al desarrollo de las relaciones sociales y de todas las ramas del saber de nuestro tiempo.
Con la formación del materialismo dialéctico, se creó una situación inédita hasta entonces: por primera vez en la historia, el hombre dispuso de un método científico general, que se desarrolla y abarca tanto la naturaleza como la sociedad y el conocimiento humano, el pensar. Ninguna dirección filosófica había expuesto, en el pasado, un método tan semejante. [348]
El viejo materialismo mecanicista no pudo elaborar un método único, aplicable al estudio de la naturaleza y de la sociedad. Sus figuras más notables explicaban la sociedad de manera totalmente distinta a cómo explicaban la naturaleza. Concebían con un criterio materialista los fenómenos de esta última, pero en las teorías sociales imperaban concepciones idealistas. Desde su punto de vista, la naturaleza, aun hallándose en constante movimiento, se mueve en círculo, de modo que se repite eternamente un mismo y único ciclo.
Los idealistas tampoco pudieron presentar una concepción del mundo y un método científicos e íntegros, aplicables a la sociedad, a la naturaleza y al pensamiento. Hegel llevó a cabo una tentativa grandiosa para crear semejante método universal. Mas, como idealista, dio tan sólo una visión artificiosa del desarrollo del mundo como movimiento progresivo de la idea absoluta, movimiento expresado en el cambio, lógicamente consecutivo, de los conceptos. El método de Hegel plasmó en sí la idea de desarrollo, pero en una forma tan tergiversada que no pudo convertirse en método del conocimiento científico. La naturaleza. en su concepción, no es más que el ser-otro de la idea; no se desarrolla en el tiempo, sino que únicamente despliega su diversidad en el espacio. En la historia de la sociedad. Hegel aplicó la idea de desarrollo tan sólo al pasado, pero no al futuro. Según Hegel, la historia universal en cierto modo llegó a su culminación en la época en que vivió él, después de haber encarnado la idea absoluta.
Tan sólo el materialismo dialéctico creó un método general que refleja de manera adecuada el proceso de desarrollo de la naturaleza, de la sociedad y del pensamiento. Huelga decir que este método se ha de seguir elaborando, lo cual constituye una condición importantísima para que la ciencia alcance nuevos éxitos y se eleve su papel en la resolución de los problemas cale plantea la edificación comunista. Relacionar la ciencia con la vida, la teoría con la práctica y con la lucha por la transformación del mundo, es una exigencia cardinal del materialismo dialéctico, exigencia que ya formuló Marx en sus famosas tesis sobre Feuerbach. El marxismo incluyó la práctica en la teoría del conocimiento, la proclamó fundamento y fin de la cognición científica.
La importancia de las cuestiones metodológicas está condicionada por el progreso mismo de la ciencia. En efecto, durante el último tiempo, han aparecido numerosos descubrimientos que, aun siendo debidos a las ciencias especiales, tienen un valor metodológico general para todas las ciencias, tanto naturales como sociales. Ahora la visión dialéctica se abre paso con rasgos cada vez más nítidos tanto en el campo de las ciencias naturales como en la esfera de la vida social.
Decía Lenin que la realidad de nuestro tiempo proporciona en extraordinaria abundancia magníficos ejemplos de dialéctica. [349]
Lo subrayaba tanto al decir que la ciencia natural engendra el materialismo dialéctico como al analizar la época moderna. A la luz de estas indicaciones de Lenin, adquiere cada vez mayor trascendencia la elaboración de estos problemas metodológicos de la ciencia.
Las ventajas de la concepción materialista dialéctica del mundo resultan sobre todo patentes cuando la confrontamos con la actual filosofía burguesa, en la que se está produciendo un desmenuzamiento espantoso de la problemática y, cabe decir, una degeneración de los principios metodológicos. Si en el pasado la filosofía burguesa aún aspiraba a realizar alguna síntesis centrada en la concepción del mundo, ahora sus cultivadores se dedican al estudio de cuestiones particulares, sumamente especiales, dejando de lado los problemas de la concepción global del mundo y las tentativas de crear un método general.
Desde luego, el positivismo no puede proporcionar nada más, y conduce a una ulterior degradación de la filosofía burguesa. Se ha llegado a una situación en que la burguesía opone cada vez más, a la visión materialista del mundo, la filosofía teológica, la cual -a su entender- abarca los procesos que se dan en todas las esferas de la vida, en la naturaleza, en la sociedad y en el conocimiento. La filosofía religiosa se ensalza como concepción íntegra del mundo, capaz de competir con el materialismo dialéctico. En cuanto a sus tareas propias, los filósofos burgueses estiman que han de elaborar sólo los problemas particulares de la lógica, de la semántica y de cuestiones aisladas de la gnoseología. Todo ello constituye un exponente del proceso de degeneración que sufre la filosofía burguesa.
La elaboración de los problemas metodológicos de la ciencia es de suma importancia para la lucha contra toda clase de concepciones antileninistas, contra el revisionismo, contra el dogmatismo y el nacionalismo. Sabido es que los reformistas y los revisionistas siempre han mantenido una posición negativa respecto a la dialéctica revolucionaria. Entre los dogmáticos predomina una visión primitiva, esquemática y estereotipada de la dialéctica. Y cuando la aplican a la política y a la táctica, lo que hacen en realidad es sustituir la dialéctica por la sofistería, por el eclecticismo. Su denominada dialéctica es un juego a la dialéctica. Así, por ejemplo, han formulado la siguiente tesis “dialéctica”: a la paz, sigue la guerra; a la guerra, sigue la paz; hay que ir, pues, a la pez perpetua a través de la guerra. En realidad esta tesis es antidialéctica. Aplicándola a la estrategia, a la resolución de los problemas políticos, los dogmáticos tergiversan la concepción leninista del actual desarrollo del mundo.
Es necesario subrayar, sobre todo, que la elaboración de las cuestiones de metodología se halla estrechamente relacionada con los problemas concernientes a la visión del mundo y a los de la educación. Es imposible lograr que el hombre soviético se [350] forme una concepción científica del mundo si no sintetizamos, partiendo de un método único, todos los conocimientos alcanzados por las ciencias particulares. La enseñanza de las disciplinas especiales no puede influir activamente sobre la formación ideológica de la juventud si elude las cuestiones metodológicas cardinales de la ciencia.
Diremos, sobre este particular, que nuestra escuela no siempre arma todavía a los estudiantes con sólidos conocimientos ideológicos. Nos encontramos, por ejemplo, con hechos como el de que no sólo personas que terminaron sus estudios hace veinte o treinta años, sino incluso otras recién salidas de la escuela resultan incapaces de oponer con la debida fuerza convincente, concepciones científicas a los prejuicios religiosos y a las supersticiones, ni pueden llevar a cabo una eficiente propaganda del ateísmo. Esto nos dice que, en muchos casos, nuestra escuela media e incluso la superior dedican menos atención de la que debieran al aspecto ideológico del proceso de la enseñanza. Por consiguiente, ésta es ya una cuestión que concierne a nuestros manuales y al sistema de trabajo en las instituciones docentes. También atañe al modo en que nuestra ciencia influye sobre la preparación del material de enseñanza y sobre la formación del proceso educativo.
Los defectos en este terreno reflejan ciertas debilidades de nuestra labor de investigación en lo tocante al estudio de los problemas metodológicos de las ciencias naturales y sociales.
Es preciso. consignar que tampoco las instituciones soviéticas de instrucción pública prestan siempre la debida atención a los problemas ideológicos en la labor de nuestras escuelas y centros de enseñanza superior. Por ejemplo, cuando se examina el trabajo educativo de una institución docente, se ve, por lo común, cómo se enseña la historia del Partido, luego la filosofía y la economía política. Pero no siempre se tiene en cuenta de qué modo contribuyen a formar la concepción del mundo de los educandos la física, la matemática, la biología, la química y otras ciencias especiales. Y todo ello es de extraordinaria importancia para forjar dicha concepción.
El Programa del Partido destacó en primer plano, en el trabajo general encaminado a educar al hombre de la nueva sociedad, la tarea de formar una concepción científica del mundo. Y forzosamente hemos de relacionar este hecho con las indicaciones del Programa en el sentido de que adquiere una actualidad cada día mayor la elaboración de los problemas filosóficos de las modernas ciencias naturales y, en conjunto, del materialismo dialéctico e histórico como ciencias que tratan de las leyes más generales del desarrollo de la naturaleza, de la sociedad y del pensamiento. [351]
El materialismo dialéctico, que expresa la unidad de las ciencias naturales y sociales, constituye la metodología universal del conocimiento científico moderno. La ciencia va adquiriendo un carácter sintético cada día mayor. Ello hace que se incremente en gran medida el papel de la problemática filosófica en el desarrollo de las ciencias naturales. En la zona de contacto de la filosofía y las ciencias naturales, surgen complejos problemas metodológicos que únicamente pueden resolverse si trabajan de consumo filósofos y naturalistas. Pertenecen a dichas cuestiones: la estructura de las teorías científicas, los procedimientos empleados en su formación, la naturaleza de los conceptos fundamentales de dichas teorías, las leyes y la lógica del desarrollo de la ciencia, la interacción de los métodos de las ciencias naturales modernas.
Éstas no pueden prescindir de una seria investigación de tales cuestiones metodológicas. Y no es casual que, durante los últimos años, dichas cuestiones atraigan la atención de un número cada vez mayor de naturalistas y filósofos soviéticos, quienes las resuelven aplicando el método dialéctico marxista.
Las investigaciones acerca de los problemas metodológicos de las ciencias naturales tienen ahora un carácter más concreto. Los esfuerzos conjugados de filósofos y naturalistas se han orientado hacia la solución constructiva, positiva, de problemas realmente actuales. Se ha incrementado sensiblemente la cantidad. de publicaciones en torno a la metodología de las ciencias naturales contemporáneas.
La aplicación de la metodología del materialismo dialéctico a la resolución de los problemas cruciales de las ciencias naturales ejerce, sin duda alguna, una fructífera influencia. Por otra parte, no ha de olvidarse de ningún modo que el materialismo dialéctico no es un dogma, sino una doctrina. viva, que se desarrolla con creador empuje y que se apoya en los resultados más recientes de la ciencia. Ahora se nos plantea, muy acuciante, el problema de seguir desenvolviendo el método dialéctico marxista partiendo de los datos que proporcionan, actualmente, las ciencias naturales.
Hoy en día, los sociólogos, cualquiera que sea la esfera de sus investigaciones, han de dedicar extraordinaria atención a la metodología de las ciencias sociales.
Se dice a veces que estas ciencias –la economía, la historia, el derecho, &c.– ya constituyen una metodología, y se pregunta qué otros problemas puede haber en esta esfera y para qué se necesitan los seminarios sobre esa cuestión. Semejante criterio es erróneo. El estudio de las cuestiones metodológicas de las ciencias sociales no es menos actual que el correspondiente estudio en el campo de las ciencias naturales. Una de las deficiencias más graves de las ciencias sociales radica, precisamente, en que existe cierto desfase entre las ciencias especiales y nuestro fundamento metodológico general: el materialismo dialéctico e histórico. [352]
Así, en nombre de la crítica del "sociologismo", en realidad se desechaba la elaboración de las cuestiones metodológicas de la historia. La tendencia a la descripción y al empirismo pesa todavía en muchos trabajos de carácter histórico como una de las consecuencias de semejante "crítica".
La metodología de la historia no está formada por construcciones abstractas; es una concepción del mundo, y entra por entero en la esfera de la lucha ideológica. Es, asimismo, un problema que trata también de las leyes y de las fuerzas matrices del desarrollo histórico, de la correlación entre los elementos de clase y los factores nacionales a través de los tiempos.
Entre las cuestiones metodológicas más importantes de la historia figuran problemas como el del concepto de época histórica y su relación con el concepto más amplio, de formación económico-social. Ver con acierto la relación entre los dos conceptos citados, proporciona la clave para elucidar muchas facetas de la evolución histórica, incluidas las del actual desarrolla del mundo.
Estas cuestiones no pueden resolverse sin la participación de los filósofos, además de la de los historiadores. Ello no obstante, todavía no se ha superado por completo el alejamiento en que los primeros se mantenían, respecto a la generalización teórica de la experiencia histórica, durante el período del culto a la personalidad. Por subestimar la investigación de los hechos históricos concretos, el materialismo histórico pudo convertirse en un esquema sociológico. Este defecto todavía hoy se nota en la manera de tratar los problemas relativos a las formaciones económico-sociales, a la base y a la superestructura, en la manera de comprender el papel del individuo y en el examen de otras cuestiones filosóficas.
No debemos olvidar que la teoría marxista-leninista del desarrollo social surgió de un profundo estudio de acontecimientos históricos concretos. Los clásicos del marxismo-leninismo apoyaban las generalizaciones teóricas del desarrollo social en el cuidadoso estudio de una enorme cantidad de datos reales. Y para aplicar realmente los principios de la metodología marxista a las investigaciones históricas es indispensable aclarar las particularidades y el mecanismo de acción de las leyes sociales en condiciones concretas, en una determinada circunstancia histórica.
Tornemos, a continuación, los problemas metodológicos de la ciencia económica. Hubo un tiempo en que también se establecían separaciones entre los principios metodológicos generales y el estudio concreto de los procesos económicos. Como consecuencia, surgió por una parte una tendencia económica rigurosamente abstracta, que se denomina, a veces, tendencia verbal, y por otra parte las ramas fundamentales de la economía concreta tomaron un carácter exclusivamente empírico. La separación entre las denominadas economías específicas (por ramas) y los principios metodológicos generales resultó funesta para el progreso de la [353]
ciencia económica. Verdad es que durante los últimos años se ha dado un gran paso para liquidar esa separación, para aproximar la economía política a los procesos de la realidad concreta, a la vida auténtica. En todo caso, no obstante, sigue aún muy candente ese problema metodológico: el de combinar las conclusiones teóricas de principio con el estudio de los hechos, con la práctica de la edificación económica.
Es necesario superar por completo semejante situación, en la que, por una parte, la teoría aparece como una suma de categorías abstractas, y por otra las ramas concretas de la economía como ciencia, desvinculadas de la teoría, adolecen de un empirismo estrecho. En semejante situación surgen incluso concepciones que, en ciertos casos, concuerdan con algunos elementos del "empresarismo" y de la teoría tecnocrática. Para dirigir la sociedad hay que conocer las leyes económicas en su interacción, en su diaria plasmación concreta, en su desarrollo. De ahí que para los economistas, las cuestiones de metodología sean cuestiones muy importantes de la teoría y del hacer práctico.
No es posible contraponer la elaboración de las recomendaciones prácticas a las investigaciones teóricas generales, y viceversa. Sin amplias generalizaciones teóricas y sin un análisis metodológico, las proposiciones sobre las cuestiones económicas pueden resultar empíricas, y sin el conocimiento del hacer práctico y concreto de la economía del país, los trabajos de metodología general resultan abstractos y escolásticos.
Procesos análogos acerca de la correlación entre la metodología y los hechos concretos se dieron, asimismo, en la lingüística. Como resultado de la conocida discusión lingüística de 1954 –la cual tuvo, naturalmente, sus frutos positivos– las cuestiones metodológicas se tomaron en cierto modo con conocida discusión lingüística de 1954 –la cual tuvo, naturalmente, sus frutos positivos– las cuestiones metodológicas se tomaron en cierto modo con recelo. Empezó a descuidarse a todas luces la investigación de los problemas metodológicos concernientes a las leyes del desarrollo del lenguaje en función de las leyes y particularidades del desarrollo social, se debilitó la atención que se prestaba a esos temas. Se escribieron, preferentemente, trabajos científicos de carácter descriptivo. Aparecieron asimismo teorías en que se intentaba reducir los problemas del lenguaje a cuestiones técnicas, excluyendo, así, de la lingüística la investigación de las leyes del desarrollo del lenguaje en relación con el desarrollo de la sociedad y del pensamiento humano. La investigación del lenguaje desde el punto de vista de cómo se reflejan en él la historia de las relaciones sociales y los procesos del pensar, constituye una tarea importante y urgente:
En derecho, las insuficiencias de orden metodológico aparecen ante todo en la orientación abstracta de las investigaciones. Ello hace que se estudie débilmente la evolución del orden jurídico y de la democracia socialistas, y que los nuevos principios jurídicos no se investiguen en su desarrollo, en su cambio. De ahí que sudan muchas discusiones generales –que no dejan de tener su valor– [354] sobre términos aislados de esta esfera de conocimientos; mas el simple polemizar en torno a definiciones no puede hacer avanzar esa ciencia. A menudo, el miedo a introducir el menor cambia en los esquemas y fórmulas establecidos conduce a la ciencia jurídica al simple comentario, a la descripción de la ley vigente, con lo que se infringe la exigencia fundamental del método materialista dialéctico de investigación: la de estudiar las instituciones estatales y jurídicas no como algo dado de una vez para siempre, sino teniendo en cuenta su nacimiento y evolución, la lucha de lo nuevo con lo viejo, la unidad de contenido y forma, el enlace de la generalización teórica con el análisis social concreto de los datos reales. La elaboración multilateral de los problemas metodológicos de la ciencia jurídica ayuda a relacionarla mejor con la vida, a descubrir más profundamente los procesos básicos en el desarrollo de la superestructura política y jurídica de la sociedad socialista.
Para nuestros estudios de literatura y arte, el problema del método y, en particular, la manera de comprender e interpretar el método del realismo socialista constituye un problema capital, el problema de los problemas. Y hemos de reconocer que, en este terreno, las investigaciones no brillan por sus resultados. En nuestros trabajos de investigación sobre literatura y arte se manifiestan aún tendencias hacia temas nimios y de pocos vuelos. Los problemas concernientes a la relación entre el arte y la realidad, entre lo artístico y lo real, no han atraído aún la debida atención de los investigadores. Es insuficiente el nexo entre la investigación y la crítica literarias por una parte y la elaboración de las grandes cuestiones de la visión del mundo y del método por otra.
Desde luego, durante los últimos años en las ciencias sociales se ha realizado un gran número de nuevas e importantes investigaciones. En el XIII Congreso Internacional de Filosofía que se celebró en México (setiembre de 1963) encontramos enemigos del marxismo especializados en criticar nuestra filosofía, quienes reconocieron que se les hacía más difícil luchar con nosotros: son muchos los nuevos libros que, sobre ciencias sociales, han empezado a publicarse en la U.R.S.S. Uno de los filósofos aludidos, el católico Gustav Wetter, declaró: "Antes yo solo me bastaba para leer todos los libros soviéticos de filosofía. Ahora tengo decenas de alumnos, y no conseguimos mantenernos al corriente de las publicaciones filosóficas de ustedes".
Sin duda alguna, en todas las ciencias sociales se observa un gran dinamismo científico, y son muchas las publicaciones que ven la luz. Ello no obstante, elaborar los problemas de metodología científica y de la concepción del mundo en íntima relación con la vida exige imperiosamente un gran esfuerzo creador de los sociólogos. [355]
En nuestra época, el progreso de la ciencia va revelando, cada vez con mayor claridad y plenitud, la magna fuerza de la concepción del mundo que se desarrolla con creador impulso: el materialismo dialéctico e histórico. En la interconexión orgánica de la filosofía marxista-leninista con todas las ramas concretas del saber radica la enorme ventaja de la ciencia de vanguardia, la fuente de sus nuevos éxitos.
La U.R.S.S. se ha situado en los límites avanzados de las tendencias principales en lo tocante al progreso científico y técnico. Esos éxitos han encontrado su manifestación más completa y admirable en las victorias sin par que nuestra patria ha alcanzado en la conquista del cosmos. Las naves cósmicas soviéticas son una demostración tanto de los logros de nuestra técnica como de la gran ventaja del socialismo, son un exponente del triunfo de la ideología marxista-leninista.
A medida que nuestro país avanza hacia el comunismo, se incrementan –con el rigor de los hechos sujetos a ley– el papel y la importancia de las investigaciones dedicadas a la vida espiritual de la sociedad y al trabajo ideológico.
Ello está relacionado, ante todo, con el hecho de que la formación del nuevo hombre –junto con la creación de la base material y técnica del comunismo y de las relaciones sociales comunistas– constituye una tarea importantísima y una condición insoslayable de la edificación de la sociedad comunista.
El interés por las cuestiones ideológicas se debe asimismo a que cada día es más enconada la lucha que en el mundo sostienen las dos ideologías contrarias: la comunista y la burguesa.
En nuestra época, esta lucha ha adquirido singular tensión y dureza. La actual burguesía imperialista, sin renunciar a sus anteriores métodos –intrigas políticas, chantaje económico, amenazas bélicas y acción subversiva– ha concentrado especiales esfuerzos en el frente ideológico. Cabe decir que, a lo largo de todo el período que ha seguido a la segunda guerra mundial, la burguesía imperialista ha intentado asestar un golpe decisivo a la ideología marxista-leninista, a los fundamentos ideológicos del socialismo. Lanza sus ataques más violentos y furiosos contra el marxismo-leninismo, contra el materialismo dialéctico e histórico, contra el Partido Comunista, contra nuestro Estado socialista soviético y contra los países de democracia popular. Por esta razón en nuestro tiempo es imposible hacer una exposición acertada de una ciencia social cualquiera que sea –y menos aún de la filosofía– sin desenmascarar minuciosamente los infundios de todo género que propagan los ideólogos del imperialismo contemporáneo.
La dialéctica de la vida es tal que la coexistencia pacífica de los estados no sólo no excluye, sino que presupone directamente la lucha ideológica entre capitalismo y socialismo. A los jerarcas de los estados burgueses les desagrada que no admitamos la coexistencia pacífica de las diversas ideologías. Pero ellos realizan [356] una campaña furiosa contra la ideología avanzada, propagan el anticomunismo más escandaloso, divulgan mentiras y calumnias acerca de los países socialistas. La burguesía comprende la fuerza de la ideología comunista e intenta resquebrajar sus pilares. Téngase en cuenta que cuanto más evidente resulta el fracaso de los planes imperialistas para aplastar el socialismo mediante la fuerza de las armas y el bloqueo económico, cuanto mayor es la rapidez con que el capitalismo pierde la partida entablada en la pacífica competición económica, tanto más esperanzas pone en sus maniobras de carácter ideológico.
Mas la historia no trabaja en favor del capitalismo ni en la esfera ideológica. La disposición y correlación de las dos fuerzas ideológicas en pugna han sufrido radicales cambios cualitativos en el plano mundial.
La contienda ideológica es un complicado proceso. La ideología burguesa alucina a las masas en los países capitalistas, penetra en nuestro país, sobre todo en los medios juveniles, y contamina a una parte de nuestros jóvenes. Todo eso representa puntos negativos y debilidades de nuestra labor. Pero las ideas del comunismo poseen una influencia incomparablemente mayor, conquistan países y pueblos enteros, se adueñan de la mente de millones de personas en los países capitalistas.
Tiempos hubo en que la ideología comunista estaba poco elaborada, era joven y carecía de suficiente apoyo material. Mas esos tiempos ya son remotos. La correlación de fuerzas ha cambiado también en el frente ideológico. Nuestra acción, en este terreno, ha de ser ofensiva. Es necesario tener en cuenta los puntos vulnerables de los fundamentos ideológicos del enemigo y golpearlos, hay que batir sistemáticamente esos fundamentos.
El eslabón más débil del ser y de la conciencia burgueses es la falta de perspectivas. No sólo carece de perspectiva el desocupado; en general, los asalariados no tienen seguridad en el mañana. La burguesía dispone de un enorme aparato de propaganda, cuenta con un ejército de agentes pagados. Mas incluso los círculos ideológicos de la sociedad burguesa –economistas, filósofos, sociólogos, escritores y artistas– desconfían, en mayor o menor grado, de la solidez del capitalismo, y muchos se hallan interiormente rotos, quebrantados.
Nuestra labor ideológica está llamada no sólo a paralizar el influjo de la ideología burguesa en las personas soviéticas, en los ciudadanos de los países socialistas, sino, además, a poner en jaque y vencer la ideología burguesa en su propio territorio.
Han pasado ya, para no volver, los tiempos en que la ideología burguesa imperaba en todo el mundo. En varios países, a la vez que se ha hundido el capitalismo, se ha destruido, asimismo, el imperio de sus ideas burguesas. En la Unión Soviética –y ahora también en otros estados socialistas– la ideología que ocupa una situación dominante y desempeña el papel rector es [357] la socialista. En el mundo entero, la ideología revolucionaria de la clase obrera obliga a la ideología reaccionaria de la burguesía, a retroceder cada vez más. El marxismo-leninismo vence por la gran fuerza de la verdad, por la indiscutible autenticidad de sus conclusiones científicas. Los grandiosos acontecimientos revolucionarios de los últimos decenios han confirmado en toda la línea la apreciación marxista-leninista de la época moderna como época del desplome del capitalismo y de la victoria del socialismo.