Roc�o Silva Santisteban: Se necesita muchacha (III) (original) (raw)
Se necesita muchacha (III)
Roc�o Silva Santisteban
La Insignia. Per�, julio del 2007.
Fotograf�as de Giancarlo Tejeda
Las trabajadoras del hogar son las primeras marginadas por el machismo en Piura, una de las peores lacras sociales, que ni siquiera se considera un problema p�blico. Los chifles, los algarrobos y los piajenos son parte de un paisaje que esconde conflictos como la trata de blancas, violencia contra la mujer y el maltrato de un grupo que, felizmente, cada vez se organiza con mayor eficacia y perseverancia.
Todas est�n sonriendo. Para la foto, las asociadas de la recientemente bautizada Red de Autoorganizaci�n de Trabajadoras del Hogar La Nueva Jerusal�n ponen su mejor cara, sus sonrisas, sus ganas de seguir organizadas despu�s de tres a�os de reunirse en un aula del colegio San Vicente de Pa�l. "Yo quer�a que se llamara Micaela Bastidas" me dice una de ellas, "pero perd� por dos votos". La democracia funciona a la perfecci�n dentro de este peque�o grupo de mujeres. Acaban de asistir a una reuni�n organizada por el Ministerio de Trabajo y por Betty Zu�iga, de la Casa Refugio de la Mujer Maltratada, en el hospital psiqui�trico de Piura. Durante toda la ma�ana han escuchado, entre otros, al abogado Lesly Zapata, quien explic� la ley y sus derechos, y a pesar de que en la realidad piurana el sueldo m�s alto es de 200 soles, las explicaciones para pensiones, CTS, seguro m�dico y fondo de jubilaci�n tienen como pauta los 500 soles del sueldo m�nimo. "Todo lo que est� en el papel es precioso, pero s�lo ah� se queda" interviene una de las asociadas de la otra Asociaci�n para Trabajadoras del Hogar de Piura, "a nosotras nos gustar�a ir con ese papel a nuestras empleadoras, pero nadie nos va a contratar. Ellos siempre dicen: si te conviene, te quedas� y sino, chau". La realidad es rotunda como una patada.
Antes de llegar a la reuni�n del hospital, estuvimos en el local de la Asociaci�n para Trabajadoras, que depende del CANAT y que est� muy vinculada con Manitos Creciendo, una ONG de protecci�n de los adolescentes trabajadores. Gabriela Renter�a, nuestra cicerone por este dram�tico panorama piurano, y Aura Yarlequ�, son los motores de este proyecto que, a la fecha, ya han podido comprar una casa de tres pisos en el Jir�n Tacna. "De hecho trabajar con los ni�os nos llev� a pensar en el problema de sus madres, la mayor�a mujeres abandonadas que laboran como trabajadoras del hogar".
En el �ltimo piso pudimos encontrarnos con veinticinco mujeres que, en su d�a de descanso, prefieren llegar a esta casa donde tienen talleres, charlas, discuten, realizan labores y sobre todo conversan de sus problemas laborales. "Las 24 horas estamos como empleadas. Y nosotras hacemos el papel de todo: de mam�, de cocinera, de lavandera, es como si asumi�ramos el rol de la esposa en la casa, �verdad?" dice una de ellas y todas asienten. Es un grupo animado, risue�o, todas hablan al mismo tiempo, pero cuando les coment� que voy a grabar entonces se ordenan: "Yo trabajo hasta las 6 de la tarde y de ah� con la se�ora veo la novela. Pero hay muchas chicas que no las dejan ni ver televisi�n. A veces quieren contratar a chicas de Ayabaca, porque dicen que son serranitas, as�, conozco a una se�ora que tienen un colegio de tres pisos, y la hace trabajar en el colegio, r�pido, r�pido, ella dice 'maquinita, maquinita' y le paga 180 soles". Otra me cuenta que su cuarto es chiquito, pero que tiene de todo: lamparita, velador, y hasta un espejo. Cundo pregunto en voz alta si las otras tienen espejo en el cuarto, todas se matan de la risa a carcajadas. "C�mo va a ser, pues�"
En Piura seg�n el �ltimo censo del INEI existen 5.015 trabajadoras del hogar censadas, cuyas edades fluct�an entre los 6 a�os (se han censado 54 en todo el departamento) hasta la edad de 80 a�os (10 personas), y con la media m�s alta en los 18 a�os (300 personas). No obstante, seg�n datos de la SUNAT las trabajadoras inscritas en sus registros en Piura (1) s�lo llegan a 933 en total. Tomando en consideraci�n que las cifras del INEI son muy discretas, en el sentido que la labor de empleada dom�stica se esconde bajo m�ltiples formas -tanto as� que el rubro "Trabajadores del Hogar" en el censo se encuentra dentro de la variable "relaci�n de parentesco"- y que es muy probable que estas cifras se tripliquen en la realidad, de todas maneras tenemos s�lo un promedio de 18,6% de trabajadoras con derechos laborales, es decir, un 81,2% sin derechos de ning�n tipo.
Los dolores del trabajo dom�stico
Cuando termino de hacer la entrevista, Leydis me regala un dibujo que ha hecho en la p�gina de un cuaderno rayado. Es una versi�n naif y a l�piz de un afiche de la Virgen del Perpetuo Socorro que por esos d�as recorre Piura. Ella ha sido violada por el due�o de la casa donde trabajaba, en realidad un hotel en el centro de la ciudad, y ahora tiene un embarazo de siete meses y 16 a�os.: "Yo no quiero contar de mi embarazo. Vine a aqu� por mis pap�s, a la DEMUNA me llevaron primero, de ah� al psic�logo porque estaba un poco nerviosa, fui a dos sesiones, pero ya no quise regresar� porque ten�a un poco de verg�enza contarle mis cosas. Yo s� que a veces se saca cosas afuera, pero luego vuelve� no s� si me quita un peso de encima pensar en eso".
En la Casa Refugio la directora Sandra Valdivieso me comenta que Leydis se quedar� ah� hasta que la Corte determine lo que se debe hacer con ella. Su madre la apoya, pero en la Casa Refugio est� lejos del peligro del hombre que la viol� y ahora est� perseguido por la justicia. Leydis tiene un aspecto saludable, lleva su barriga con orgullo a pesar de lo ocurrido, pero dentro de su timidez confiesa que lo �nico que quer�a, cuando empez� a trabajar como empleada era escapar de su casa, "en el 2005 empec� a trabajar en casas, precisamente para salir de mi casa, que es como un calvario� Pero aqu� en la Casa Refugio me han hecho sentir como mi familia, con la ayuda de ellos y de Mary, que es como mi hermana, ella tambi�n es trabajadora del hogar. Pero yo no puedo salir de ac�, es como estar en la c�rcel�" termina de decirme, antes de perderse con su juventud y su futuro precario por los cuartos de la antigua f�brica de medicamentos convertida en refugio para mujeres violentadas.
Escapar de la casa de los padres, debido al maltrato es una de las razones m�s comunes para entrar a trabajar "en casas". Esa es la historia de Edith P�ucar, de Ayabaca, un resentimiento nubla la franqueza de su mirada cuando recuerda a su padre. "A los 13 a�os me fui con una t�a a Lima, estuve trabajando por Miraflores, limpiaba, cuidaba a los ni�os, los llevaba al colegio. Mi t�a me dec�a mejor qu�date ac�, porque no es vida lo que est�s pasando all�, tu pap� te aborrece, no te quiere, te trata mal. Mi pap� quer�a m�s a los hijos de su casa. Como mi abuelita me hab�a criado a m� desde un a�o, entonces� no me quer�a. Y hasta ahora es as�. En Lima me pagaban 100 soles. Mi pap� lleg� a enterarse qui�n me hab�a llevado, y a pesar de que me botaba de su casa, amenaz� a mi t�a de que la iba a denunciar, porque yo era menor de edad. Yo estaba en primer a�o de secundaria. A mi t�a le hab�a dicho que ya me hab�a hecho matricular en el colegio, pero era mentira. Nunca termin�"
Mientras Edith me cuenta la historia de su vida, entra a su casa de cart�n del Asentamiento Humano Ram�n Castilla el peque�o Juan, risue�o y cari�oso. Juan es hijo de su segundo compromiso, del primero nacieron William (16) y Denitza (14). Precisamente ella es la que, en estos momentos, le produce mayores problemas a su madre: ha abandonado el colegio, asiste a Manitos Creciendo, pero no obstante por las noches se escapa de la casa para ir a los bares de la zona. Al parecer en los bares contratan a las adolescentes para que "atiendan" a los clientes. Converso con Denitza apachurradas en la parte posterior de un taxi, salimos de la casa de su madre hacia el centro de la ciudad. Le pregunt� por su abuelo, el hombre al que su madre recuerda con rencor; pero en su memoria s�lo hay buenos momentos en Ayabaca, y sobre todo, cuando en Las Lomas la nombraron reina del carnaval. La miro a los ojos y veo que en sus p�rpados lleva como manchas casi imperceptibles sombras verdes. Se ha puesto una blusa descotada de color rojo y pantal�n a la cadera. Me dicen que una vez un hombre lleg� a su casa y le tir� a su madre unas monedas, "esto es lo que le debo a tu hija". Era un sol y cincuenta centavos.
Machismo de pura cepa
"Eso es mentira, qui�n te ha enga�ado, aqu� el que manda soy yo' me dec�a mi marido cuando yo regresaba de las reuniones del Vaso de Leche. Es que yo le dec�a, entre el hombre y la mujer no hay diferencia, porque los dos somos seres humanos y tenemos los mismos sentidos. El dec�a 'eso es mentira'. Eso es falso, le contestaba yo, porque no s�lo el hombre puede mandar. Yo tengo poderes de mandar" cuenta Violeta mientras acomoda su largo pelo negro. Se le ve coqueta y empoderada: digna heredera de las mujeres de la cultura Tall�n, famosas por ser guerreras y amazonas. Violeta escap� de los maltratos del marido y huy� a Lima, donde estuvo trabajando como empleada en una casa por varios meses, hasta que la llam� la asistenta social: no pod�a dejar a sus cinco hijos con un hombre muy violento.
No es la �nica que se queja de la mentalidad machista tradicional piurana; de la idea que son las ni�as las que deben de abandonar el colegio, que los padres tienen el derecho de botarlas cuando salen embarazadas, de los gritos en la casa y las exigencias sexuales a la hora de dormir. Pero la marginaci�n que reciben estas mujeres no viene s�lo de los esposos o de los patrones: "una vez me llevaron aqu� a Los Portales, la se�ora me dijo, anda cambi�te, ponte tu ropa de ba�o para que entres a la piscina. Yo quise entrar, pero los guachimanes me dijeron que no pod�a. Que era s�lo para los se�ores. Pero los se�ores le dijeron, qu� pasa, ella tiene derecho, si a las finales yo voy a pagar. Yo me sent� marginada, pero �qu� podemos hacer?", recuerda Sof�a Chamorro.
A pesar de que las cosas han cambiado mucho, a�n se sigue tratando a las trabajadoras del hogar como si fueran parte del mobiliario, y otras tantas, con gestos asistencialistas no hacen sino humillarlas m�s. Eso recuerdan varias mientras est�n reunidas en el tercer piso de la Asociaci�n: "A veces te regalan un polito [risas]� y algunas [empleadoras] dicen 'con todo lo que yo te he ense�ado, m�s bien deber�as pagarme a m�'. Y esos d�as de fiesta nos explotan, nos hacen trabajar hasta las 11 de la noche, nos dejan cuidando al perro en Navidad�"
"En el Per� es una desgracia ser bonita y pobre"
Teresa Flores Cruz trabaja como empleada dom�stica desde que era ni�a. A sus 38 a�os ha podido sacar adelante a sus tres hijos y construir una casa de adobe. Pero desde febrero sufre el peor de los dolores: su hija Paola, de 15 a�os, ha sido secuestrada por unos pandilleros y, al parecer, es v�ctima de la trata de blancas y se encuentra retenida en uno de los burdeles del norte.
Hu�rfana de madre
Yo fui hu�rfana, cuando mi mam� muri� me qued� de dos a�os. Mi pap� era muy irresponsable, no me daba nada� y eso hab�a escuchado mi mam� [adoptiva], entonces me pidi�, en lugar de dejarme por ah� abandonada. Mi pap� firm� un papel diciendo que iba a apoyar. Pero desde que me dej� dice mi mam� [adoptiva] que lleg� una sola vez, y no lleg� nunca m�s. Me dieron educaci�n y estudi� en el colegio, me qued� en tercero de secundaria. A los 16 me enter� que no eran mis padres, entonces quise saber de qui�n era mi pap� porque m�s antes me apellidaba Pe�a. Mi mam� me dijo, "tendr�s que conocer a tu pap�". Mi pap� me recibi�, pero no como si yo fuera una hija, sino como cualquiera.
Tuve un fracaso
Donde mi pap� tuve un fracaso. En Copa, cerca de Morrop�n. Ah� conoc� al pap� de mi hijo, yo ten�a 18 a�os. Con el pap� de mi hijo no s� c�mo habr� sido, porque no me nac�a estar con �l, pero ca� en sus manos. Cuando �l lleg� a saber que yo estaba embarazada, se quit� ni lo asent�, ni vino a conocerlo cuando naci�, ni nada. Mi hijo tiene el apellido de su pap� porque yo luch� por eso. Me fui donde mi mam�, y me puse a trabajar en las chacras, comprando ma�z, desyerbando arroz, hasta que naci� mi hijo. Y luego me compromet� con el pap� de mi otro hijo, el segundo. Pero mi mala suerte fue que cuando mi hijo tuvo un a�o de nacido su pap� se quit� tambi�n. Se fue de la casa� Era el mes de diciembre, y no volvi� sino en 15 d�as con un tarro de leche y un par de zapatitos. Yo esa vez reaccion�, me dio pena y c�lera. "No me vas a dejar aqu� como cualquier cosa". Y entonces yo lo calate� a mi hijo: "si te vas, te vas con el hijo". Y ni biber�n se llev�. Al d�a siguiente me fui a la tienda donde su t�a, y recog� a mi hijo.
El padre de mis hijos abus� de m�
Cuando yo estaba separada tres a�os de �l, �l vino y me� ah� naci� mi hija. Hay personas que no resisten, pero yo soy fuerte. Mi mam� incluso me dec�a: "pero si �l dice que no es su hija, dime qui�n es el padre". A lo cual a m� me dol�a bastante. "Es su hija" le dec�a, "voy a ser tan tonta de decir que es su hija, si �l me ha maltratado, me ha pegado, a la medianoche entr�, y me hizo a la fuerza". Pero cuando mi mam� se lo encontraba, �l le dec�a: "d�gale qui�n es el padre". Cuando me encontraba con la paja o con la le�a, cargada de cosas, �l trataba de atacarme. Bastante he sufrido con el pap� de ellos, y con la familia de ellos. Pero yo he luchado bastante.
Mi hija dorm�a en el suelo
Despu�s de tanto sufrimiento me vine a Piura con mis tres hijos. Yo llegu� a la Iglesia de Santa Rosa donde estaba un padre Bernab�. Gracias a Dios que el padre me dio un apoyo. Ah� com�a. Entonces hice amigas, y me empezaron a buscar trabajo. Empec� a lavar ropa, ah� me mud� a San Sebasti�n donde estoy viviendo ahorita, invad� cog� un rancho que estaba abandonado. Luego trabaj� en el centro de Piura cama adentro, y cama afuera, con mi hija chiquita. En esa casa maltrataban mucho a mi hija. Cuando se dorm�a quer�an que yo la ponga en el suelo, en el pasadizo de la cocina. Me qued� dos meses, no aguant� m�s.
Ganaba cien soles
En esa �poca no ganaba m�s de cien soles, sesenta o setenta mensuales por cama adentro. Una vez el se�or si se molest� "no puede ser que esta ni�a est� en el piso, se enfr�a y se enferma, no, lev�ntala". Cuando el se�or estaba me trataban bien, pero me qued� dos meses. Luego me fui a trabajar a una f�brica. A veces trabajaba todo el d�a me pon�a a lavar ropa ajena y en las noches en la f�brica, as� que no com�a ni dorm�a, porque me dedicaba a trabajar. Y a veces por las tardes iba a limpiar algunas casas. Total que as� he mantenido a mis hijos, les he dado una educaci�n.
Mis hijos trabajaban conmigo
Ellos a los 7 a�os me ayudaban a vender. Para qu�, s� me han ayudado. Han vendido marcianos, han vencido pan� Hemos comido, y hemos vivido. As� mis hijos quedaron solos los tres en la casa. Ahora he construido de adobe, porque m�s antes era de cart�n, pedazos de tela� despu�s mis hijos han trabajado en el mercado, de limpiar carros, de llevar bultos a las personas, de vender galletas, cigarros, en lo que sea mis dos hijos. Soy yo y mis hijos a la vez. No tengo ayuda de familia, ni del padre de mis hijos. S�lo yo y mis hijos,
Manitos creciendo
Poco a poco, encontramos la organizaci�n Manitos Trabajando y Manitos Creciendo. Mi hijo me dijo: "me he hecho anotar en una instituci�n de Manitos". "Pero c�mo", le dec�a yo, porque soy desconfiada. Entonces a los dos d�as lo segu� y habl� con la se�orita. Y la se�orita Flor, Maritza, y ellos me conocieron. Mi hijo ahora trabaja en carretas, el mayor tiene 22 a�os y el otro tiene 18 a�os. El mayor ha estudiado sastrer�a. Nosotros hemos caminado mucho, no hab�a plata para pasajes, as� que caminando nos regres�bamos a la casa, nos d�bamos fuerza para seguir. Y el otro tambi�n quer�a sastrer�a, pero estudia administraci�n de hoteler�a en la universidad. Ahora trabaja de ma�tre� para qu�, muy bien.
Mi hija ha desaparecido
Mi hija estaba asistiendo a reuniones de Manitos, pero s� iba al colegio. Ella vino a conocer al padre a los 9 a�os. Cuando era peque�a, cuando tuvimos el problema, me dijo el padre, "espero que sea mujer para hacerla m�a". Pero, bueno, lo dec�a de c�lera, pero tampoco le interesan sus hijos. Mi hija era la que se desviv�a por ir a ver a su pap�. Y yo la acompa�aba a la c�rcel. A pesar de que han pasado muchas cosas en mi personalidad, bien dif�ciles, que ha negado a mi hija, que ha tratado de golpearme, yo nunca los puse a mis hijos en contra de �l. Ahora que ya sabe que mi hija se ha perdido no hace nada. Nosotros hemos puesto la denuncia de "fuga de menoresr" pero debimos poner "secuestro", porque uno de los vecinos, que se llama V�ctor Hugo, �se es el que se ha llevado a mi hija. Yo esa noche, toda la santa noche he ido, he buscado, no he dormido� al d�a siguiente igual. Ahorita me voy para Tumbes, me han dicho que est� por ah�. Es que en el Per� es una desgracia ser bonita y pobre.
Notas
(1) El registro de la SUNAT contabiliza a aquellas trabajadoras que est�n en relaci�n de dependencia y que pagan sus derechos previsionales as� como su acceso a los hospitales de ESSALUD.
El proyecto que dio origen a este trabajo fue el ganador de las Becas AVINA de Investigaci�n Period�stica (Per�).