Wilfredo Ardito Vega: Discriminaci�n ambiental (original) (raw)
5 de diciembre del 2007
Reflexiones peruanas
Discriminaci�n ambiental
Wilfredo Ardito Vega
La Insignia. Per�, diciembre del 2007.
Hace unas semanas, los supermercados Vivanda anunciaron que entregar�an bolsas biodegradables, siguiendo una iniciativa que comenzaron las tiendas Wong, donde tambi�n se recolecta vidrio, pilas, botellas de pl�stico y otros productos. La conciencia ecol�gica aumenta lentamente entre los peruanos. Pero todos se sorprenden cuando oyen por primera vez la expresi�n racismo ambiental, muy difundida en Estados Unidos, Brasil y otros pa�ses americanos.
En esos lugares se sostiene que, cuando en una sociedad existen graves desigualdades �tnicas, �stas tambi�n se manifiestan en quienes sufren los peores impactos ambientales de actividades contaminantes o fen�menos naturales. En el caso del Per�, los ejemplos son abundantes: comenzando por la contaminaci�n que soportan los habitantes de La Oroya desde hace ochenta a�os y los padecimientos de los achuares del r�o Corrientes, debido a la Occidental y la Pluspetrol. El racismo ambiental aparece tambi�n en la destrucci�n de la ciudad de Cerro de Pasco y la situaci�n de muchos r�os en Cajamarca, La Libertad o Jun�n, afectados por los relaves mineros.
Para qui�nes analizan el fen�meno, la discriminaci�n �tnica se encuentra muy vinculada a la econ�mica y a la geogr�fica; las v�ctimas son poblaciones pobres, donde los rasgos f�sicos predominantes son diferentes del modelo dominante y que est�n ubicadas en lugares alejados de los centros de poder. La investigadora brasile�a Tania Pacheco se�ala que, actualmente, estas poblaciones no s�lo padecen contaminaci�n, sino la posible p�rdida de sus territorios a manos de grupos de poder econ�mico.
Precisamente, los recientes art�culos del presidente Alan Garc�a parecen una pretensi�n de convertir el racismo ambiental en pol�tica oficial del Estado. La causa de la pobreza del pa�s es el ego�smo de los "perros del hortelano", los campesinos e ind�genas, propietarios de tierras valiosas que, aparentemente, no saben o no quieren aprovechar. No explica Garc�a la pobreza por problemas estructurales, como la falta de redistribuci�n del ingreso o de inversi�n estatal en educaci�n, salud y carreteras hacia los campesinos. Por ello ha presentado el proyecto de ley 1770, para que esta tierra supuestamente desperdiciada pase al Estado y sea subastada para su adquisici�n por empresas privadas.
Hace veinte a�os, en nombre del inter�s general, Garc�a pretendi� despojar a los propietarios de bancos y financieras. Ahora apunta hacia peruanos mucho m�s d�biles en una especie de reforma agraria al rev�s, promoviendo la concentraci�n de la propiedad, como ocurri� en 1824, cuando Bol�var disolvi� las comunidades ind�genas y as� abri� la puerta a los grandes latifundios.
Se trata de una extra�a forma de promover la paz social en el pa�s, pero ser�a injusto, sin embargo, considerar a Garc�a como el �nico representante del racismo ambiental. Lo acompa�an empresarios, periodistas y pol�ticos de diversas bancadas. Cuando era primer ministro, Carlos Ferrero tuvo discursos similares hacia las comunidades campesinas e ind�genas, y en octubre pasado el embajador Antero Flores Araoz lleg� a negar la existencia de los ind�genas en aislamiento.
Para los racistas ambientales, los campesinos son seres sin voluntad propia, manipulados por sacerdotes, periodistas u ONG. Por eso llevan a cabo virulentas campa�as difamatorias contra los "manipuladores", como la sufrida por el arzobispo de Huancayo por enfrentarse a Doe Run o por toda la Red Muqui, calificada el pasado lunes 26 por el Correo de Piura en su primera plana como una entidad conspiradora y "antisistema".
Seg�n Tania Pacheco, se trata de justificar un modelo de desarrollo econ�mico que consigue el beneficio de pocos a costa del malestar de muchos, quienes se convierten en individuos "desechables". De hecho, mientras el 97% de los empresarios encuestados por la Universidad de Lima respalda la pol�tica econ�mica de Garc�a, otros peruanos se ven relegados, en el mejor de los casos, a empleos mal pagados e inestables.
El fen�meno implica estigmatizar a quienes se oponen a los intereses econ�micos, acus�ndolos de terroristas, como ha sucedido recientemente en Chile con varios dirigentes mapuches, o extorsionadores, como ocurre en el Per�, con penas de hasta 25 a�os de prisi�n, seg�n los Decretos Legislativos aprobados el 22 de julio.
Comprender la existencia del racismo ambiental nos ayuda a percibir que la discriminaci�n va m�s all� de la publicidad de Ripley; y la ecolog�a, m�s all� de las bolsas de Vivanda. Ecologistas y antirracistas deber�an trabajar juntos por las personas cuya vida depende del medio ambiente y que sufren amenazas tan graves.