Mario Roberto Morales: Maxim�n ataca de nuevo (original) (raw)
14 de mayo del 2008
Guatemala
Maxim�n ataca de nuevo
Mario Roberto Morales
La Insignia. Guatemala, mayo del 2008.
Hay dos ideas que, a pesar de haber sido de sobra rebatidas y superadas en el curso de los debates de los a�os 90, siguen siendo machacadas por derechistas bienpensantes y por ind�genas culturalistas e izquierdoides. Una, es la idea de que la lucha armada no sirvi� para nada porque la exigua democracia que tenemos pudo haberse logrado poco a poco y sin violencia. Es la l�gica ahist�rica de "lo que pudo haber sido y no fue", la cual pinta a los guerrilleros como seres malignos que trajeron la violencia a un id�lico Estado de derecho, y los coloca fuera de la majestad de la ley olig�rquica como delincuentes. La otra, afirma que al responsabilizar en parte a la guerrilla por las masacres de ind�genas, se exculpa al ej�rcito del genocidio con el que aplast� la lucha armada, entendiendo por genocidio un intento de exterminio de los ind�genas.
La primera se agota en el binarismo deportivo de qui�n gan� y qui�n perdi� el partido, obviando que la historia se mueve gracias a la experiencia asimilada de las masas y por la influencia ideol�gica que sobre ellas ejercen sus propias movilizaciones, sean estas inmediatamente victoriosas o no. Por ejemplo, uno de los varios desenlaces no previstos de la lucha armada fue el autonomismo del movimiento ind�gena.
La segunda apela al binarismo de buenos y malos, olvidando que ni la oligarqu�a ni el ej�rcito pueden darse el lujo de exterminar a los ind�genas porque se quedar�an sin mano de obra barata y sin tropas contrainsurgentes. Si los masacraron fue porque las guerrillas se ubicaron en zonas ind�genas y porque cuando llegaba el ej�rcito �stas abandonaban a su poblaci�n civil de apoyo. Si la guerrilla se hubiera apoyado en ladinos, negros, chinos o jud�os, sobre ellos habr�a perpetrado su genocidio el ej�rcito contrainsurgente.
Quien les da respiraci�n artificial a ideas como estas es la cooperaci�n internacional, que compr� a la izquierda guerrillera en su versi�n URNG (Unidad Revolucionaria No Gubernamental), al movimiento "maya" en su versi�n fundamentalista, y a la derecha pro-olig�rquica en su versi�n Guate�mala. �Para qu�? Pues para neutralizar las reales posibilidades movilizadoras de la izquierda y para turistizar las culturas y "otredades" de los "buenos salvajes", as� percibidos por las malas conciencias extranjeras que administran los financiamientos externos como punta de lanza para facilitar la entrada de los capitales transnacionales, esos que compran a las oligarqu�as como socias minoritarias de sus corporaciones.
Otro de los desenlaces no previstos de la lucha armada es la aparici�n, lenta pero segura, de un sujeto de conciencia con conocimiento cr�tico de su historia y con un criterio capaz de establecer y valorar los componentes de su propio mestizaje cultural conflictivo y diferenciado (no hay mestizajes uniformes ni felices): un "sujeto popular inter�tnico" que est� superando el desgarrador conflicto que a ind�genas y ladinos les provoca no aceptar la parte del "otro" que los conforma, y que los hace padecer "el s�ndrome de Maxim�n" (el santo laico indioladino que se transfigura en su enemigo).
Para hablar de estas y otras cosas, los invito a la presentaci�n de la tercera edici�n aumentada de mi libro La articulaci�n de las diferencias o El s�ndrome de Maxim�n, hoy a las 6:30 de la tarde en la librer�a Sophos. Lo presentan Mario Palomo, Marcela Gereda, Andr�s Zepeda y Mario Casta�eda, en un refrescante cuanto necesario di�logo intergeneracional al que quedan convocados amigos y enemigos.