Vicente Palermo: Carta abierta a (todos) los firmantes de la carta abierta del 19 de abril del 2008 (original) (raw)

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21 de mayo del 2008

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Argentina

Carta abierta a (todos) los firmantes

de la carta abierta del 19 de abril del 2008

Vicente Palermo

La Insignia. Argentina, mayo del 2008.

Deber�a ser obvio; escribo esta carta porque los respeto. Porque considero valioso y pol�ticamente promisorio discutir con ustedes. No me interesa discutir con Mariano Grondona. No me atrae hacer la vivisecci�n de Alfredo De �ngelis, a quien conozco de naranjo por haber seguido sus pasos no menos desatinados que los que da ahora como protestador rural, cuando era uno de los principales activistas de la Asamblea Ciudadana Ambiental de Gualeguaych�, asamblea que el gobierno nacional respald� sin cortapisas en sus objetivos absurdos, diagn�sticos tremendistas y metodolog�as "iliberales" (cr�a cuervos que te sacar�n los ojos). Y no los respeto a ustedes solamente por las trayectorias en parte comunes que tengo con muchos de ustedes. Tambi�n los respeto porque convocan a la discusi�n, del mismo modo en que lo estamos haciendo unos cuantos otros en estos mismos y amargos d�as. Quien convoca necesita y se supone que quien convoca (como ustedes lo hacen) a la pol�tica plural y al debate necesita debatir. Quien escribe y dice lo que quiere ha de leer y escuchar quiz�s lo que no quiere.

Ustedes dicen que desde el 2003 la pol�tica ha vuelto a ocupar un lugar central en la Argentina. Personalmente creo que hay aqu� un aspecto importante con el que coincido. Pero quiero precisar. No coincido con las visiones que sostienen que la pol�tica se allan�, en Am�rica del Sur en general, y hasta la nueva ola de gobiernos que ustedes mencionan, a la voluntad de los "discursos hegem�nicos", el "pensamiento �nico" y el poder de los mercados. Por ejemplo, en modo alguno se podr�a ver al gobierno de Menem bajo esta �ptica. Tampoco a muchos de los gobiernos de la regi�n en los 90, que ustedes parecen colocar (al menos impl�citamente) en la misma bolsa os cura del pasado "neoliberal". No creo que esas simplificaciones sirvan para comprender muchas de las experiencias de nuestra regi�n, como, por caso, el gobierno de FHC en Brasil. Creo que, emblem�ticamente, la experiencia que se podr�a leer en la Argentina como la defecci�n tr�gica de la pol�tica es el gobierno de la Alianza. Puedo darles de barato que as� haya sido, lo que de paso me facilita las cosas para una primera cr�tica a mis propias posiciones pasadas, ya que acompa�� al Frepaso y a la Alianza mucho m�s que la mayor�a de ustedes. Y en ese sentido a ustedes no les falta raz�n: en efecto la gesti�n K (aunque, vaya uno a saber por qu�, omiten ustedes a otros protagonistas de este mismo cambio, como Duhalde y el ento nces ministro Lavagna) representa una cierta restituci�n del lugar de lo pol�tico. Y no solamente en pol�tica econ�mica, Kirchner tom� la pol�tica en sus propias manos (como, me permito decirles, y si lo encuentran escandaloso ser�a bueno que argumentaran para explicar por qu� no fue as�, lo hizo tambi�n otro peronista de intachables credenciales, Carlos Menem). Observaci�n esta que me permite una segunda (y �ltima, por esta vez) cr�tica a mi mismo (no utilizo el vocablo "autocr�tica" porque me evoca cosas sumamente desagradables, supongo que las mismas o bastante parecidas que las que les evoca a ustedes, o al menos a algunos): tras la debacle de la convertibilidad y el derrumbe econ�mico, social y pol�tico, yo me encontraba tan abrumado por el fracaso de las experiencia de la Alianza que mi diagn�stico acerca de lo posible no inclu�a algunas de las decisiones m�s importantes que en materia pol&iacu te;tico-econ�mica tomaron Duhalde/Lavagna y Kirchner/Lavagna. Hubo en esas decisiones pol�tica, y pol�tica acertada (por m�s cierto que sea que, luego del colapso, se hab�an ampliado enormemente los grados de libertad para los gobiernos, si comparados con los preexistentes, cuando la bomba de tiempo de la convertibilidad no hab�a estallado a�n). �ste es un m�rito conspicuo y hay que reconocerlo.

Hasta aqu� lo que puedo, hoy, acordar con ustedes. El problema es que la voluntad pol�tica, o la restituci�n para la pol�tica del lugar que le corresponde, se ha convertido, casi desde un principio de las gestiones K, en el triunfo de la voluntad. Estoy utilizando, con todo prop�sito, el t�tulo de un documental importante en la historia del siglo XX, como ninguno de ustedes ignora; aunque, por qu� no, la expresi�n podr�a evocar asimismo literatura argentina mucho m�s reciente destinada a consagrar relatos del pasado con los que, ciertamente, discrepo.

El triunfo de la voluntad consiste en una concepci�n de la pol�tica que no puedo compartir y, debo decirles, me parece asombroso que ustedes hagan silencio sobre ella. En extrema concisi�n, dir�a que esa concepci�n define un talante para encarar la pol�tica, consistente en la m�s absurda exaltaci�n de la voluntad y la m�s ciega fe en "nuestra" capacidad de usar de modo virtuoso el poder. Seg�n este talante la voluntad pol�tica es condici�n necesaria y suficiente para todo cuanto importa. Y la virtud se da por descontada. Tengo que recordarles que la historia es un cementerio de experiencias en las que triunfos iniciales de la voluntad son seguidos por derrotas y desastres catastr�ficos. Yo creo que �ste, y no otro, es el n�cl eo duro del as� llamado "setentismo". Y es esto lo que permite entender que sea, al menos veros�mil, que el ex presidente Kirchner haya considerado en estos d�as, cosas tales como que "lo que siempre criticamos del Per�n del 55 es que no fue a fondo frente a la Libertadora, a nosotros no nos va a pasar".

Me pregunto si alguno de ustedes estar�a dispuesto a suscribir semejante disparate, y eso es lo que me preocupa. Con voluntad pol�tica todo se puede: se puede hacer una pol�tica macroecon�mica inconsistente, se puede mantener un comportamiento de compadrito en el contexto internacional, se puede decidir que la Argentina precisa un tren bala, se puede disponer que los agentes econ�micos se avengan a ser desplumados sin chitar. Claro, para todo esto hace falta dinero, pero no solamente, ni principalmente, dinero. Hace falta, por encima de todo, populismo pol�tico. Y la mayor�a de ustedes lo sabe tan bien como yo. Y me resulta curioso leer y releer una carta abierta en la que no puedo evitar tener la impresi�n de que se hacen los distra�dos. Se precisa tanto populismo como el neces ario para cubrir la diferencia entre la voluntad pol�tica triunfal en acci�n y los resultados de esa acci�n. Se precisa tanto populismo como rebeldes sean los precios, los intereses, y otros malvados de la vida. Cuanto m�s rechina y cruje la maquinaria de la voluntad pol�tica en acci�n m�s, mucho m�s populismo es necesario.

Y esto, despu�s de todo, �qu� tiene de inconveniente? Para los K parece que nada; ellos me dan la impresi�n de que no entendieron mal, sino demasiado bien, a Ernesto Laclau. �Qu� tiene de inconveniente que el choque de la voluntad pol�tica triunfante con los malvados de la vida nos obligue a denunciar a los malvados de la vida por oligarcas, golpistas, antidemocr�ticos, desestabilizadores, destituyentes? �se es el tipo de conflicto pol�tico del que el peronismo tarde o temprano no se sabe sustraer: un conflicto moral, entre buenos y malos, pueblo y antipueblo, naci�n y antinaci�n. Y la voluntad pol�tica triunfal en acci�n no es menos torva, en su populismo, a la hora de la "conciliaci�n". La hora de la conciliaci�n, lo sabemos todos, es aquella en la que -_o t�mpora, o mores!_- se denuncian las "falsas o artificiales divisiones en el pueblo" y se recuerda que los enfrentamientos "s�lo han servido para dividir al pueblo y para que nuestro pa�s se llenara de fracasos y frustraciones".

Pero, no se trata de que el conflicto constituido en t�rminos populistas sea artificial, porque ning�n conflicto lo es. Se trata en cambio de que la voluntad pol�tica triunfante precisa inevitablemente (pero con la convicci�n de que precisa de ello para, justamente, acabar por triunfar de una buena vez y para siempre) reconstituir en t�rminos populistas conflictos de intereses que son, como en cualquier pa�s del mundo, hechos malvados de la vida. Y que podr�an ser procesados pol�ticamente de muy diferentes maneras. Es notable la forma con que comienzan ustedes su carta abierta: "asistimos en nuestro pa�s a una dura confrontaci�n entre sectores... hist�ricamente dominantes y un gobierno democr�tico...". No creo abusar del texto si afirmo lo siguiente: la alegr�a se les escapa entrel�neas. "Por fin!", me parece leer all�, "el tipo de conflictos por los que la lucha pol�tica vale la pena". Pero, me pregunto y les pregunto: �"se ha instalado un clima destituyente"? Si se ha instalado (no estoy nada seguro), a qui�n le cabe la principal responsabilidad por ello? �Qui�n hizo todo lo necesario para "dar lugar a alianzas que llegaron a enarbolar la amenaza del hambre... y agitaron cuestionamientos hacia el derecho y el poder pol�tico constitucional..."? Mi respuesta es: el propio gobierno con el que ustedes se al�nean. Y �por qu� lo hizo? �Porque el gobierno "intenta determinadas reformas en la distribuci�n de la! renta y estrategias de intervenci�n en la econom�a"? Creo que cualquier examen serio de los acontecimientos refuta esta interpretaci�n suya palmariamente. Si el gobierno se ve hoy frente a este cuadro, no es en raz�n de sus buenas intenciones redistributivas e intervencionistas sino, o bien por sus graves errores, o bien por decisiones de productividad pol�tica populista que mal podr�an considerarse errores sino resultados de sus convicciones pol�ticas y normativas.

Lo peor de todo esto es que estamos retrocediendo nuevamente, a pasos agigantados, en el camino que nos lleve, para usar sus palabras, "hacia horizontes de m�s justicia y mayor equidad". O sea que otra vez los platos rotos del desastre no los van a pagar los malvados de la vida ni los buenos del triunfo de la voluntad. Agregan ustedes que "en la actual confrontaci�n... juegan un papel fundamental los medios masivos de comunicaci�n m�s concentrados...". No voy a defender a los medios cualquiera sea su grado de concentraci�n, y ciertamente en muchos casos hubo "distorsi�n", "prejuicio", "racismo", etc. Pero parece que ustedes escriben su carta abierta para lectores que no han vivido en la Argentina en estos tiempos, si nos atenemos a lo que todos hemos atestiguado desde que se desat� el conflicto hasta hoy: la explicaci�n de que los medios concentrados han tenido un papel determinante en la configuraci�n de los t�rminos del conflicto (como ustedes lo definen en el primer p�rrafo) es a mi modesto pero leal entender fantasiosa, conspiracionista, y hasta paranoica. No dudo de que la reacci�n de los grandes medios ante la actividad de un Observatorio ser� siempre dura (y el documento del Observatorio universitario tiene a mi entender algunos aciertos muy meritorios); tampoco dudo de que la discusi�n p�blica, abierta, plural, y alejada del oficialismo, del papel de los medios, sea necesaria. Es ciertamente indispensable. Pero la historia de un gobierno que movido por un valiente impulso de llevar a cabo reformas distributivas y mejorar los modos de in tervenci�n estatal en la esfera p�blica (va una chicana: �a qu� se refieren? �Al Indec? �al modo de hacer pol�tica tributaria? �de manejar los recursos fiscales? �a las formas de mimar sectores econ�micos tambi�n muy concentrados, a las pol�ticas de regulaci�n que beneficaron a los grandes medios de comunicaci�n masiva y que ustedes conocen muy bien?), sufre, en virtud de ello, la dura confrontaci�n de los sectores hist�ricamente dominantes, confrontaci�n en la que a su vez juegan un papel fundamental los medios de comunicaci�n m�s concentrados, es un relato que parece extra�do de un vetusto manual de historia del peronismo hist�rico, y no una explicaci�n veros�mil de los acontecimientos.

En todo caso, no parecen ustedes haberse esforzado demasiado en dise�ar o mejorar los fundamentos de una estrategia pol�tica responsable. Quiero decir, una estrategia que permita avanzar hacia "horizontes de m�s justicia y equidad" en lugar de arremeter hacia fracasos tras los cuales ni ustedes ni yo estaremos entre los principales perjudicados, es decir., los pobres y los exclu�dos.

En todo caso, ustedes no me parecen esta vez muy coherentes. Dicen que es necesario "discutir y participar en la lenta constituci�n de un nuevo y complejo sujeto pol�tico popular". Muy bien; pero, �ad�nde est�n la lentitud, la perplejidad, la prudencia, la mesura, el temple, necesarios? Yo lo que veo en sus l�neas es otra cosa: es un entusiasmo algo rabioso por el readvenimiento de un tiempo m�s o menos �pico. Es m�s, se trata, para ustedes, de introducir premura: "uno de los puntos d�biles de los gobiernos latinoamericanos, inclu�do el de Cristina Fern�ndez, es que no asumen la urgente tarea de construir una pol�tica a la altura de los desaf�os de esta �poca, que tenga como horizonte lo pol�tico emancipatorio& rdquo;; y "creemos indispensable se�alar los l�mites y retrasos del gobierno en aplicar pol�ticas redistributivas de clara reforma social" (�Ah! Bueno. Me parece que se han hecho un embrollo: ahora ven un gobierno retrasado en aquello que, antes nos dijeron, habr�a sido el disparador de la, seg�n ustedes, m�s gigantesca coalici�n reactiva de la que se tenga memoria en Argentina desde las v�speras del 24 de marzo de 1976).

En todo caso, me tomo las recomendaciones de pol�tica de ustedes en serio, y me imagino en los zapatos de Cristina Fern�ndez, o de Lula, asumiendo esa "urgente tarea" y al menos con esas instrucciones no me veo nada bien equipado. Pero ustedes aclaran (es un decir) de inmediato que no se trata de "proponer un giro de precisi�n acad�mica a los problemas" sino de "pasaje a la pol�tica". Cre�a que, seg�n ustedes, los K ya hab�an "pasado a la pol�tica". Para mi al menos, s� que pasaron; y luego pasaron de largo. En todo caso, critican ustedes "las pol�ticas definidas sin la conveniente y necesaria participaci�n de los ciudadanos". Curioso; el caso del conflicto que nos ocupa ser�a un buen ejemplo, �no les parece? Pero antes hab�an aludido a lo mismo hablando de "derechos y poder pol�tico constitucional para efectivizar sus programas de acci�n" (constitucional... �est�n completamente seguros? Inconstitucional tal vez no sea, pero me parece un pel�n alevoso referirse a la definici�n de una pol�tica tributaria de primer orden nacional, a trav�s de una simple resoluci�n ministerial, posibilitada por el otorgamiento de facultades extraordinariamente extraordinarias al Poder Ejecutivo por el Congreso, en una materia en el que la Constituci�n dice taxativamente que el Ejecutivo no puede legislar ni siquiera bajo aducidos imperativos de necesidad y urgencia).

En todo caso, me pregunto qu� tipo de conflicto o conflictos se habr�an suscitado (porque sin duda se habr�an suscitado) y qu� tipo de actores en conflicto se habr�an constitu�do o reconstitu�do si, en lugar de anunciar el gobierno su resoluci�n ministerial por las retenciones m�viles con su perlita del 95% por encima de... (lo que result�, haciendo m�s n�tido a�n el car�cter pol�tico-simb�lico del enfrentamiento, una exacci�n meramente virtual, ya que los precios no alcanzaron ese nivel), hubiera anunciado (sin remover de inmediato la politica hasta entonces existente, o sea, reteniendo en sus manos las riendas fiscales) su voluntad de enviar al Parlamento un proyecto de ley de renta potencial de la tierra que permitiera reemplazar gradualmente (y no totalmente, estimo) las retenciones, junto a un programa de coparticipaci�n impositiva que estableciera para los sectores productivos medianos y peque�os la esperanza de que una parte importante de los impuestos que pagan contribuya a mejorar la productividad sist�mica de sus regiones y de la econom�a argentina en general.

En todo caso, no ha sido por "instalar tales cuestiones redistributivas como n�cleo de los debates y de la acci�n pol�tica" que los sectores concentrados han logrado el respaldo activo de actores sociales que hasta hace poco resultaba impensable que lograra y que el gobierno ve desfondarse su popularidad.

Cierran su carta abierta con un llamamiento a la creaci�n de un espacio pol�tico plural de debate que reuna y permita actuar colectivamente. Asumo de buena fe que el espacio pol�tico plural en el que est�n pensando incluye la controversia franca y abierta y no (como ha ocurrido tan frecuentemente) el silencio.

Buenos Aires, 15 de mayo de 2008