José María Laso Prieto, Las contradicciones de la administración Bush, El Catoblepas 6:6, 2002 (original) (raw)

El Catoblepas
El Catoblepasnúmero 6 • agosto 2002 • página 6
Desde mi atalaya

José María Laso Prieto

Resulta difícil comprender las contradicciones de la versión oficial
norteamericana sobre los atentados del once de septiembre

El edificio federal de Oklahoma el 19 de abril de 1995Resulta difícil comprender las múltiples contradicciones en que ha incurrido la versión oficial de Estados Unidos de Norteramérica acerca de los atentados del 11 de septiembre. Sobre tal versión se pueden elaborar otras interpretaciones alternativas, acerca de lo sucedido realmente en tan graves sucesos históricos. Una de ellas, es la de que los atentados del 11 de septiembre de 2001 fuesen realizados por la extrema derecha norteamericana. Parece inconcebible tal atrocidad, pero existen precedentes que, hasta cierto punto, la hacen verosímil. La extrema derecha yanqui viene luchando desde hace tiempo contra el Gobierno Federal de EE.UU., poniendo como pretexto que los derechos individuales de los ciudadanos están siendo aplastados por ese poder estatal. Con esa justificación, tales antiestatalistas han realizado ya varios atentados, incluyendo los del denominado Unabomber, y el más grave de los cuales fue el de la Torre Federal de Oklahoma (Alfred P. Murrah Federal Building) que ocasionó 168 víctimas. Fue, hasta el 11 de septiembre de 2001, el atentado más grave cometido en los EE.UU. Debemos recordar que su realización se atribuyó a los fundamentalistas islámicos, hasta que se descubrió que lo había llevado a cabo la extrema derecha.

Timothy McVeigh (23 abril 1968-11 junio 2001)El autor material del crimen, Timothy McVeigh, fue ejecutado, pero no se detuvo a sus numerosos cómplices. Otra hipótesis, que está adquiriendo creciente auge, es la de que el sector más belicista y agresivo del Ejército de los EE.UU. fue el que realizó los atentados del once de septiembre, para obligar a la Administración Bush a renunciar a la política aislacionista que pretendía –cubierta con el invulnerable escudo antimisiles– e iniciar así una política de control del Asia Central, para hacerse con sus reservas petrolíferas y situarse estratégicamente entre Rusia y China. En todo caso, parece probado que ya existía el proyecto de ocupar Afganistán dos años antes del 11 de septiembre de 2001. Según tal hipótesis, la ejecución de los atentados cometidos en esa fecha, obligó a Bush a negociar con el ala belicista de los EE.UU., y a ello se deben las múltiples contradicciones de la versión oficial USA. En consecuencia, conviene profundizar más en tales contradicciones

Mohamed Atta (septiembre 1968-11 septiembre 2001?)Uno de los temas que así se plantea es: ¿cómo fueron identificados los terroristas? En unas declaraciones a la prensa, realizadas por el príncipe Saud al-Faisal, ministro saudí de Asuntos Exteriores, se precisó: «Cinco de las personas nombradas en la lista del FBI no tienen relación alguna con lo que pasó.» Mientras que el príncipe Nayef, ministro saudí del Interior, declaró a una delegación oficial norteamericana: «Hasta ahora no existe ninguna prueba de que los quince ciudadanos saudíes acusados por el FBI estuvieran relacionados con el 11 de septiembre. No hemos recibido ningún datos de los Estados Unidos sobre el tema.» Hay que plantearse: ¿cómo se identificó a los terroristas? Si se hace referencia a las listas de víctimas publicadas por las compañías aéreas el 13 de septiembre, sorprende que no figuren en éstas los nombres de los piratas aéreos. Es como si los criminales hubiesen sido retirados de las listas, para dejar sólo a las «víctimas inocentes» y al personal de la tripulación. Si se cuentan los nombres, aparecen 78 víctimas inocentes en el vuelo 11 de American Airlines (el que se estrelló contra la torre norte del WTC), 46 en el vuelo 175 (que se estrelló contra la torre sur), 51 en el vuelo 77 de American Airlines (supuestamente estrellado contra el Pentágono); 36 en el vuelo 93 de United Airlines (que se estrelló en Pensilvania). Estas listas estaban incompletas, ya que varios pasajeros no han sido identificados todavía. Si se hace referencia a los comunicados de las compañías aéreas del 11 de septiembre, puede verse que el vuelo 11 transportaba 81 pasajeros; el vuelo 175 cincuenta y seis: el vuelo 77 transportaba 58 pasajeros y el vuelo 93 llevaba 38. Era, por lo tanto, materialmente imposible que el vuelo 11 transportara a más de tres terroristas y el vuelo 93, a más de dos. La ausencia de los nombres de los piratas aéreos en las listas de pasajeros no significa, por consiguiente, que se hubieran retirado para que éstas fueran «políticamente correctas», sino, simplemente, que no se encontraban entre los pasajeros. Adiós a la identificación de Atta por un azafato gracias a su número de asiento, 8 D.

En resumen, el FBI inventó una lista de piratas aéreos a partir de la cual elaboró un retrato robot de los enemigos de Occidente. Se nos pide que creamos que esos piratas eran fundamentalistas islámicos, y que actuaban como kamikazes. Se acabó la pista interna estadounidense. En realidad, no sabemos nada de los terroristas ni de su modo de operar. Todas las hipótesis siguen abiertas. Por ello Meyssan, tras su sistemática crítica de la versión oficial USA, plantea: «Como en todo los asuntos criminales, la primera pregunta que uno debe plantearse es ¿a quién beneficia el crimen?»

En cuanto a los posibles beneficiarios, además del plano político, existe el plano financiero. Así, al día siguiente de los atentados se comprobó que las maniobras características de los «delitos de iniciados» fueron realizadas en los seis días precedentes al ataque. Es el caso de las compañías aéreas, implicadas en los sucesos. Así las acciones de la United Airlines cayeron artificialmente un 42%; las de American Airlines cayeron un 39%. Ninguna compañía aérea del mundo ha sido objeto de maniobras comparables, salvo la KLM. Así se puede deducir que un avión de la compañía holandesa habría sido escogido para ser objeto de un quinto desvío. Idénticas actuaciones fueron constatadas en las opciones de venta de valores de Morgan Stanley Dean Witter & Co, que se habían multiplicado por doce en la semana anterior a los atentados. Ahora bien, esta empresa ocupaba veintidós pisos del World Trade Center. Sucedió lo mismo con las opciones de venta de acciones del primer corredor de venta del mundo, Merrill Linch & Co, cuya sede social está en un edificio vecino que amenaza con derrumbarse, que se multiplicaron por veinticinco. Y, sobre todo, con las opciones de venta de los aseguradores implicados: Munich Re, Swiss Re y Axa. Por extraño que parezca, el FBI renunció a explorar esta pista y la IOSCO (Organización Internacional de Comisiones de Valores) cerró sus investigaciones sin resolver el asunto. Sin embargo, es fácil «rastrear» los movimientos de capitales, ya que todas las transacciones interbancarias son archivadas por dos organismos de clearing. Se podría admitir que, teniendo en cuenta la importancia de las transacciones, fue posible forzar el secreto bancario y encontrar a los felices beneficiarios de los atentados del once de septiembre, pero no fue así.

¿Cabe descartar de responsabilidad a los fundamentalistas islámicos? Tampoco. Empero no olvidemos que la CIA los promovió como antisoviéticos y que Bin Laden fue uno de sus agentes.

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