Ismael Carvallo Robledo, Los nuevos cargos concretos, El Catoblepas 49:4, 2006 (original) (raw)

El Catoblepas, número 49, marzo 2006
El Catoblepasnúmero 49 • marzo 2006 • página 4
Los días terrenales

Ismael Carvallo Robledo

Desde varias perspectivas, suele considerarse hoy al señor Carlos Salinas de Gortari, poderoso e influyente expresidente de México, como una edición renovada de Plutarco Elías Calles, figura decisiva en la constitución política del régimen del PRI y quien se erigió en Jefe Máximo de la Revolución, aún fuera de la presidencia (período conocido como el «maximato»); en este trabajo, como contrapunto y en consonancia con la crítica de Luis Cabrera, el autor sostiene la tesis según la cual Salinas, al tiempo de evocar a Calles, por cuanto a la estructura de su poder político, evoca también, por cuanto a la economía política de su agenda, a José Ives Limantour, ministro de Hacienda de Porfirio Díaz y poderoso e influyente líder del grupo de «los científicos»

Carlos Salinas de Gortari, poderoso e influyente líder de los tecnócratasJosé Ives Limantour, poderoso e influyente líder de los científicos

I

En fecha reciente, el expresidente de México, señor Carlos Salinas de Gortari, participó en el IX Foro sobre América Latina en el Instituto Tecnológico de Massachussets, en la ciudad de Boston, Estados Unidos, (IX Latin Conference, MIT Sloan). El foro fue organizado por la Escuela de Negocios Sloan de la misma universidad, con el patrocinio de las siguientes instituciones y corporaciones: Latin Business Club MIT Sloan (Club latino de negocios), Shell Technology Ventures (Proyectos tecnológicos de Shell), Lehman Brothers (banco de inversión/consultora financiera), Goldman Sachs (banco de inversión/ consultora financiera), y Booz Allen Hamilton (consultora de negocios).

En la convocatoria de la conferencia (consultada en internet), la perspectiva general de los debates se plantea en función de las siguientes consideraciones:

«Altos líderes de gobierno y de negocios latinoamericanos debaten el futuro de la región en la Escuela Sloan de Negocios del MIT.
Con nueve elecciones presidenciales en el calendario, ¿habrá de ser este un año de cambio para América Latina? ¿Habrá de continuar la reciente ola de izquierda en la región? ¿Por qué se está moviendo América Latina hacia la izquierda y deben preocuparse o congratularse los estadounidenses al respecto? El incremento de los precios del petróleo hace destacar también el papel de América Latina como proveedor clave de petróleo crudo para los Estados Unidos y puede también desencadenar tensiones políticas.
«Un futuro prometedor» sugiere la idea de una región que está convirtiéndose en una tierra de oportunidades y competitividad pero que tiene todavía que trabajar en la resolución de cuestiones como la inestabilidad política y el crecimiento sustentable.
El objetivo de la conferencia es reunir en el MIT Sloan (se refieren a la Escuela de Negocios) a los altos líderes de América Latina para discutir sobre las tendencias más importantes en la región y los retos que encara en una economía global. Es también nuestro objetivo promover al MIT Sloan como líder en los asuntos de América Latina, en donde éstos sean discutidos y debatidos por líderes actuales y futuros. Adicionalmente, la Conferencia Latina (sic) del MIT se propone mejorar el conocimiento público a través de información de primera mano proveniente de distinguidos líderes actuales de la región.
La Conferencia Latina MIT Sloan es un evento organizado anualmente por estudiantes que reúne a los más influyentes líderes del sector de negocios, del gobierno, de la academia y de la sociedad de América Latina. Comparten ellos sus puntos de vista sobre las oportunidades y los retos para la región con una audiencia de más de quinientas personas del área de Boston, incluyendo a empresarios, estudiantes y profesores del MIT y de otras importantes universidades.»{1}

La organización del foro, llevado a cabo los días 10 y 11 de Marzo de este año, fue como sigue:

Conferencias de apertura: señor Rafael Reif (Venezuela), ingeniero eléctrico por la Universidad de Carabobo, Valencia, Venezuela y maestría y doctorado en ingeniería eléctrica en la Universidad de Stanford, California. Director de los Laboratorios de Tecnología de Microsistemas del MIT y Director del Departamento de Ingeniería Eléctrica y Ciencias de la Computación en la misma universidad; señor Richard L. Shmalensee, Profesor de Dirección de Empresas y Economía del MIT.
Conferencias especiales: señor Moisés Naim (Venezuela), con maestría y doctorado en el Massachussets Institute of Technology. Editor en Jefe de la revista Foreign Policy (Política Exterior) y Director del Grupo de los 50, organización de los Directores Ejecutivos de las corporaciones más grandes de América Latina; señor Carlos Salinas de Gortari (México), economista de la UNAM con maestría y doctorado en economía política y gobierno en la Universidad de Harvard. Expresidente de México (1988-1994); señor Luis Alberto Moreno, presidente del Banco Interamericano de Desarrollo de Colombia.
Panel 1: nuevos gobiernos, nuevas políticas
Conferencistas: señor Vinod Thomas (India), con maestría y doctorado en economía en la Universidad de Chicago y con maestría en economía en la Western Michigan University. Director General del Banco Interamericano de Desarrollo de Brasil; Señor Charles Collyns (Inglaterra), doctor en economía por la Universidad de Oxford. Director del Departamento del Hemisferio Oeste del Fondo Monetario Internacional del Reino Unido.
Panel 2: Washington y el mercado petrolero de América Latina
Conferencistas: señor Isaac Yanovich, Presidente de Ecopetrol, Colombia; señor Luis Giusti (Venezuela), ingeniero petrolero de la Universidad de Zulia, Venezuela y maestro en ingeniería petrolera por la Universidad de Tulsa, Oklahoma. Consultor del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales; señor Ricardo Rodríguez, con maestría en administración de negocios (MBA) por la Universidad de Chicago y un grado en ingeniería minera por la Escuela de Minas de Colorado.
Panel 3: retos corporativos actuales en América Latina
Conferencistas: señor Nelson Silva (Brasil), ingeniero naval por la Universidad de Sao Paulo y con posgrados en la Universidad de Stanford, California y el MIT. Director Comercial de la Compañía Vale do Rio Doce, Brasil; señor Plinio Musetti (Brasil), con grados en ingeniería civil y administración de empresas de la Universidad Mackensie de Sao Paulo y con posgrado en la Harvard Business School. Director Ejecutivo de Vitopel do Brasil, filial financiera de JP Morgan Partners; señor Gustavo Roosen (Venezuela), antiguo director de Petróleos de Venezuela y actual Director Ejecutivo de CANTV, Venezuela.
Panel 4: proyectos exitosos en América Latina
Conferencistas: señor Guilherme Leal (Brasil), presidente de la empresa de cosméticos Natura; señor Marcos Troyjo (Brasil), con doctorado en sociología de las relaciones internacionales de la Universidad de Sao Paulo y profesor en el programa MBA en la misma universidad y miembro del programa «Liderzazo para el siglo XXI» de el Escuela Kennedy de Gobierno de la Universidad de Harvard. Presidente Internacional de la Gazeta Mercantil, periódico de economía y negocios líder en Brasil.

II

Durante su intervención, el señor Salinas de Gortari hizo una serie de comentarios relativos a la coyuntura política latinoamericana desde una perspectiva que tenía centrada la atención en la circunstancia en virtud de la cual las corrientes de izquierda en el poder, o con posibilidades de llegar a él, se nos ofrece como la tendencia política dominante. En ese tenor, y con la mediación correspondiente hecha por las agencias de noticias que llevaron a las primeras planas del domingo 12 de marzo el titular que reza «AMLO, riesgo para la democracia de Latinoamérica, asevera Salinas», sus expresiones suscitaron la respuesta que López Obrador hizo en un par de congregaciones del mismo día y que fueron luego publicitadas en los medios electrónicos.

Según Salinas, sin mencionar por su nombre al candidato presidencial del PRD, las democracias de América Latina se verán amenazadas si triunfa en México la izquierda en las elecciones presidenciales de julio próximo, es decir, si gana AMLO. Entre algunos de sus comentarios, la prensa destacó lo siguiente: «no veo que quede mucha izquierda en Latinoamérica, al menos en el gobierno»; «la retórica se inclina más hacia el lado de la demagogia, y eso puede ser riesgoso para las democracias en la zona»’; «hemos visto muchas veces en América Latina cómo las instituciones democráticas han sido debilitadas por los nuevos líderes políticos del siglo XXI... eso puede ser riesgoso, pues el desafío más grande al proceso democrático es el aspecto institucional o el imperio de la ley»; «hemos visto muchas veces en América Latina que las instituciones democráticas han sido debilitadas por ciertos nuevos dirigentes políticos del siglo XXI, para no dar nombre alguno».{2}

Esta nueva aparición pública de Salinas, en la que interviene en la dialéctica política de México –una versión ampliamente difundida afirma que ha sido él uno de los principales estrategas de toda la campaña en contra de AMLO, desafuero incluido–, no es en modo alguno gratuita ni casual, sino que, muy al contrario, tiene implicaciones que no solamente quedan circunscritas ya al «ámbito nacional» sino que, de hecho, tienen el más genuino rango geopolítico.

En efecto, Manuel Camacho, en su artículo del 13 de marzo que aparece en el periódico El Universal,{3} hace una symploké política en la que traba tres componentes en cuya dialéctica queda cifrado el sentido de la aparición de Salinas. Por un lado, alude a la nota que el periódico La Crónica –periódico que no goza de un privilegio ciertamente estimable; Camacho, de hecho, se refiere a su directorio político, en el que está Salinas– difundió esta semana en la que se dan a conocer los resultados de una supuesta investigación periodística en la que salía a la luz el hecho de que el PRD estaba recibiendo apoyos clandestinos del presidente Hugo Chávez. Según la investigación: «grupos violentos y organizaciones afines al PRD que simpatizan con AMLO han sido infiltradas por células bolivarianas financiadas por el gobierno de Venezuela.»

Por otro lado, Camacho se refiere a la aparición de Salinas en la conferencia del MIT hacia el final de la misma semana: «si la izquierda triunfa en México, las democracias latinoamericanas estarán en riesgo.» Y por último, inscribe estos dos eventos en el contexto del Foro Mundial del Agua a llevarse a efecto en la Ciudad de México en unos cuantos días, y en el que, como bien se sabe, participarán grupos altermundistas o antiglobalización (¿acaso miembros de alguna plataforma bolivariana de la UNAM?) que tendrán interés en confrontarse con la policía.

A juicio de Camacho, la estrategia se ofrece tan simple como burda:

«No es casual ni la secuencia ni el momento con que aparece la información [de La Crónica para crear el ambiente]. Luego Carlos Salinas lo generaliza y le da significado político en una conferencia en Estados Unidos. La operación se hace en las semanas definitorias de marzo [...]
[Pero] cualquiera que conozca la política en México conoce que la información de La Crónica es un montaje policiaco de la peor calidad. El método es el mismo que, en su época, utilizaba la Dirección Federal de Seguridad de la Secretaría de Gobernación para denunciar supuestas infiltraciones y apoyos internacionales a luchadores sociales y líderes de izquierda[.] El método era –y es– tan burdo que nadie, con información política, compraba esas supuestas investigaciones. Se sabía que eran fabricadas y que su propósito era unificar a empresarios y clases medias en contra de los opositores políticos del régimen, para así justificar acciones de fuerza. La 'información' que dio a conocer La Crónica tiene un propósito equivalente: espantar a los empresarios y a las clases medias sobre una posible asociación clandestina del PRD con el movimiento bolivariano venezolano. De paso, dar elementos a la extrema derecha estadounidense para desconfiar de López Obrador.»{4}

Pero al margen de esta interpretación, acaso más interesante que aquellas que se limitan a afirmar que «toda alusión a AMLO, sea negativa o positiva, tiene un efecto que va en su propio beneficio –toda publicidad, aún la negativa, es publicidad al fin–», interpretación esta que no va más allá del «jaloneo mediático electoral» –sin perjuicio de considerar por otro lado que ese «jaloneo», si bien no agota la dialéctica política, no deja de ser decisivo–, nosotros queremos implantar nuestra interpretación en otras coordenadas, unas coordenadas en donde puede ofrecérsenos –así nos parece– las claves de configuración de una tipología o forma de poder político en cuya estructura está cifrada una dialéctica política objetiva que de hecho antecede a la formación misma del régimen del PRI (Partido Nacional Revolucionario, formado en 1929 por Plutarco Elías Calles) y que también, así, lo desborda.

Nos serviremos para nuestra crítica de la obra de Luis Cabrera (1876-1954), figura decisiva de la revolución mexicana: teórico de la misma; promotor de la Ley del 6 de enero de 1915, germen del artículo 27 de la Constitución de 1917; uno de los críticos más audaces y valientes, y el ideólogo más importante de Venustiano Carranza, lo que, por otro lado, le valió la ruptura con Vasconcelos, aunque éste lo consideró siempre como uno de los políticos más lúcidos de su tiempo y al que en todo momento, en el fondo, respetó.

La tesis que queremos defender es la siguiente: Carlos Salinas de Gortari y «los tecnócratas» en el poder (asentados en la plataforma filosófica del neopositivismo y la filosofía analítica), representan para México lo que en tiempos de Cabrera representaron José Ives Limantour{5}, a la sazón Ministro de Hacienda de Porfirio Díaz, y «los científicos» en el poder (asentados en la plataforma filosófica del positivismo). Salinas, al tiempo de evocar a Calles, evoca también a Limantour. El salinismo es entonces una síntesis de callismo y limantourismo.

El mismo Manuel Camacho, en su artículo del 12 de septiembre de 2005, «Jéfe máximo», que apareció en El Universal, y siguiendo la crítica del periodista Raymundo Riva Palacio que apareció, en el mismo periódico, el 9 de septiembre bajo el rótulo «El jefe vergonzoso», desarrolla su tesis desde un perspectiva parcialmente similar –ambos sólo hacen alusión a la evocación de Calles por Salinas, sin considerar en ningún momento a Limantour–: «¿Alguien enterado podría alegar que hoy en día Carlos Salinas no es el jefe máximo político del PRI? Claro que no [...] El ex presidente Carlos Salinas supo aprovechar la debilidad del presidente Vicente Fox y la fragilidad del PRI para colocarse en el centro de la sucesión presidencial [...] Carlos Salinas es un político confiable para los poderes fácticos. Su presidencia los fortaleció, pero los mantenía bajo control. El debilitamiento actual de la Presidencia ha dejado libre el espacio para que, ahora, se vuelvan a atrincherar,» sostiene Camacho.

Por otro lado, Riva Palacio sostiene que «si bien Salinas estuvo ausente durante una larga temporada, en realidad nunca se fue. Su reaparición política es consecuencia lógica de la actividad política que no cesó en todos estos años... La presencia de Salinas entre las élites fue permanente. Durante todo este tiempo de autoexilio los empresarios lo siguieron cortejando... Los principales empresarios mexicanos siempre estuvieron cerca de él.»{6}

IV

Pues bien, analizando las cosas desde la perspectiva propuesta, nos encontramos con la tesis de Cabrera desde la que afirmaba que el verdadero problema, la verdadera amenaza, en los albores mismos de la revolución maderista, no era ya tanto Porfirio Díaz, el régimen porfirista, cuanto Limantour y los científicos: el cientificismo, es decir, el criterio en virtud del cual es a través de la aplicación de la ciencia como se llega a la resolución de los problemas políticos (lo que hoy, en boca de los tecnócratas, no es otra cosa que abordar las cuestiones políticas desde una perspectiva «técnica», neutral) que devino después en «el acaparamiento comercial y financiero y la competencia ventajosa que ejercen los grandes negocios sobre los pequeños, como consecuencia de la protección oficial y de la influencia política que sus directores pueden poner al servicio de aquéllos»{7}. Esto lo afirmaba Cabrera en 1909: ¿acaso hoy, a casi cien años de distancia, no nos suena de todo punto conocido? ¿Pero qué ha pasado aquí?

Toda su crítica estuvo vertida en una serie de artículos de periódico que suscitó (fundamentalmente durante 1909, pero que duró hasta 1912) una polémica pública abierta entre el propio Limantour y Cabrera. Negando la existencia de tal grupo –con la misma soltura y simpatía con la que los miembros del grupo Atlacomulco niegan la existencia del grupo Atlacomulco–, Limantour exigía después que su crítico hiciese públicos los «cargos concretos» de todos aquellos que, según él, habrían de ser los beneficiarios del grupo que supuestamente dirigía. Cabrera respondió con los artículos en virtud de cuyo nombre toma este ensayo el propio: los cargos concretos.{8}

Según Cabrera, el régimen porfirista se dividió políticamente en dos períodos: de 1876 a 1892, período de asenso al poder y de consolidación de las fuerzas de Díaz:

«[en este período] la fuerza desempeñó el papel principal en la tarea de lograr la sumisión de los disidentes, y en el cual los favores oficiales se utilizaron, pero con tan poca atingencia que no podían servir eficazmente para el fin que se les destinaba.»

El segundo período se cuenta desde 1893 «a la fecha» (1909):

«en él no ha cambiado el sistema, pero la sumisión por la fuerza ha quedado reducida a su mínimo: (huelguistas y periodistas honrados); mientras que los favores públicos, más hábil y hasta más 'científicamente' manejados, han desempeñado el principal papel.»{9}

La clave del punto de inflexión es la sustitución de don Matías Romero, «el más grande de los estadistas que ha tenido México», según Cabrera, por José Ives Limantour como Ministro de Hacienda. Así, a partir de 1893 comenzó a formarse poco a poco alrededor de Limantour «un grupo de hombres inteligentes y hábiles, que han sabido convertir en su provecho la bonancible situación del país y de las rentas públicas, partiendo siempre del mejor conocimiento de los negocios y de un principio de favorecimiento oficial. Este es el grupo 'científico', compuesto en su mayoría por descendientes de extranjeros y de los extranjeros mismos».

Respetando siempre las apariencias y las formas legales –el estado de derecho, como se diría hoy– los científicos fueron sacando provecho a expensas de las gestiones financieras del señor Limantour por cualquiera de las formas que Cabrera enlista:

«1. Obteniendo dinero de los fondos públicos para provecho personal, con o sin pretexto de un fin de utilidad general. Subvenciones, pensiones, etc.
2. Obteniendo puestos o empleos públicos que, por su número o por la liberalidad de sus dotaciones, constituyen lo que se llama canonjías.
3. Contratando con el gobierno, por precios y en condiciones totalmente favorables al contratista y perjudiciales a la hacienda pública.
4. Aprovechando un puesto público, la influencia oficial o las relaciones con el gobierno, en provecho de intereses o negocios particulares.»{10}

Por cuanto a la sociología política del grupo, en su artículo El partido científico. Qué ha sido, qué es, qué será, para qué sirve la «ciencia», del 24 de julio de 1909, don Luis, mostrando primero en términos generales los rasgos de una tipología ideológico política de cualquier estado, según la cual

«en política nunca ha habido más que dos partidos propiamente tales: el que cree que el engrandecimiento de la Patria sólo se logrará por la conservación de los antiguos moldes, de las antiguas costumbres o de los antiguos sistemas, y el que cree que es necesaria la reforma de las ideas y de los sistemas existentes y la adopción de otros nuevos. El primero se ha llamado siempre partido conservador [...] el segundo debe llamarse partido _reformador_»,

define luego a un «tercer grupo», a un grupo que «en todos los pueblos, en todos los países y épocas, es casi siempre más inteligente y el de intereses más aleatorios, y que, hipócritamente, toma una actitud neutral y se instala entre medio del conservador y del reformador», asumiendo posiciones de «conservador avanzado» o «conservador ilustrado», en caso de decantarse ligeramente hacia la derecha, o de «liberal moderado» o «reformista moderado» para el caso de coincidir con lo que denominaríamos hoy como una posición de izquierda. Para Cabrera, este grupo es el de los prudentes, los tibios, los eclécticos, los influyentes, los cobardes y los desleales; es el grupo que al principio de todo movimiento se declara como apolítico pero para luego tomar partido en función del vencedor de las contiendas verdaderas sin haber arriesgado nada; este grupo es, también,

«el de los financieros; el de los que no ven en el dinero el modo de salvar a la Patria, sino en la Patria un modo de salvar los dineros [...] Este grupo es el de los que se reservan la reclamación diplomática o la expatriación como último recurso de salvar sus intereses, y el de los que, en los días aciagos y en los momentos de extremo peligro para la Patria, no vacilarán en nacionalizarse extranjeros. Éste es el verdadero Mefistófeles de cuyo cerebro han nacido las intervenciones extranjeras llevadas a cabo más tarde por uno u otro de los partidos.»{11}

En definitiva, remata Cabrera, entre el partido conservador o neo-conservador y el partido reformador o republicano, estaba el «Grupo Científico». Un grupo que, en política internacional, «son partidarios del imperialismo yanqui; admiran la 'sabia' interpretación dada por Roosevelt a la doctrina Monroe –Cabrera está escribiendo en 1909– y consideran como un rasgo de genio el descarado escamoteo de Panamá. Asisten para ostentar su ciencia a todos los Congresos internacionales, pendientes de la conducta del representante americano; son los autores de nuestras condescendencias diplomáticas con cláusula de reciprocidad utópica»; por otro lado, los científicos han estudiado la ciencia de la economía política, y, según Cabrera, «de sus profundos estudios han deducido que la alta capitalización que es como llaman hipócritamente al monopolio, es un sistema de producción superior a la libertad de comercio, y en la práctica han procedido a buscar los medios de implantar los monopolios y trust por caminos estudiadamente constitucionales», pero eso sí:

«jamás falta en las mesas directivas de todos los sindicatos monopolizadores, el nombre de algún banquero o funcionario o comerciante o abogado científico, [y esto es así por que] lo que hace honor al grupo científico es que haya sabido ligar tan estrechamente la suerte de sus intereses con los de los extranjeros [...]
Los científicos han estudiado sobre todo la ciencia de las finanzas [y] han hecho de nuestro gobierno un gobierno financiero. Los científicos descubrieron que para equilibrar los presupuestos no hacía falta la honrada economía, sino una hábil gestión financiera, y nos probaron con los números, que nunca engañan, que un emprésito menor se paga con otro mayor y alcanza para otras muchas cosas sin que el país deba ni un centavo más que antes, y que mientras más millones deba una nación, goza de más crédito.»{12}

V

A la luz de esta caracterización, las similitudes se nos ofrecen de manera sorprendente. Del mismo modo en que Cabrera defendía la tesis de que, en los albores de la revolución, el enemigo no era ya tanto Díaz cuanto Limantour y los científicos, podemos reconstruir ahora una interpretación política de los últimos años según la tesis que sigue: en los últimos veinte años, fundamentalmente a partir de 1982, el enemigo político no era ya tanto el PRI cuanto los tecnócratas en el poder: cuando Salinas de Gortari llega a la presidencia en 1988, los días del PRI estaban contados; la transición del año 2000, la luminosa transición a la democracia, fundamentada en la supuesta hegemonía de «70 años del PRI», es un mito oscuro y confuso, por que esa transición política y geoestratégica ya había acaecido.

Si seguimos en esta línea crítica, acogiéndonos a la divisa marxista del 18 Brumario de Luis Bonaparte según la cual «_Hegel dice que todos los grandes hechos de la historia aparecen, como si se dijera, dos veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia y la otra como farsa_», y guardando, claro, todas las proporciones, podríamos deslizar la tesis de que así como Madero solamente le quitó el monopolio del poder político al régimen porfirista, acaso sin tocar a los científicos y sin acometer una transformación económico política más profunda; Vicente Fox, montado en la retórica de la transición democrática «tras los 70 años del PRI en el poder», no hizo más que quitarle el monopolio del poder político al régimen priísta, pero acaso sin haber tocado a los tecnócratas y siguiendo un ortograma político prefigurado ya con antelación por Carlos Salinas y toda una generación de tecnócratas que hoy, ya sea desde el gobierno o desde «instituciones internacionales», y apareciendo en foros y revistas de «líderes del silgo XXI», promueven con fruición, a saber, el ortograma del neoliberalismo democrático.

Recordemos a este respecto dos cartas enviadas al presidente de la República, una de abril de 1911, por Luis Cabrera a Francisco I. Madero, y la otra de abril de 2005, por Porfirio Muñoz Ledo a Vicente Fox; la primera, escrita desde coordenadas genuinamente revolucionarias, fue profética; de la segunda, acaso escrita desde coordenadas en las que se vislumbra un cierto fundamentalismo democrático –en el sentido de Gustavo Bueno– y publicada en plena crisis por el desafuero de López Obrador, no sabemos todavía la magnitud del presagio que en su seno se encierra:

De Luis Cabrera a Francisco I. Madero, abril de 1911 (extracto):

La revolución debe concluir; es necesario que concluya ya pronto, y usted debe ayudar a apagarla; pero a apagarla definitivamente y de modo que no deje rescoldos [...]
Después de haber atendido a las exigencias de la revolución misma, la parte más difícil de la tarea de usted será, sin duda, discernir cuáles son las necesidades del país en lo económico y en lo político y cuál la mejor forma de darles satisfacción para suprimir las causas del malestar social que han dado origen a la revolución.
El catalogar esas necesidades y sus remedios, ya equivale a formular todo un vasto programa de gobierno.
La responsabilidad de usted, en este punto, es tan seria, que si no acierta a percibir con claridad las reformas políticas y económicas que exige el país, correrá usted el riesgo de dejar vivos los gérmenes de futuras perturbaciones de la paz, o de no lograr establecer por completo la tranquilidad en la país.
En otra ocasión he mencionado las reformas que en mi concepto es más urgente implantar y algunos escritores, como Molina Enríquez, han hecho un catálogo completo de las necesidades del país, que usted puede consultar, teniendo cuidado principalmente de discernir que las necesidades políticas y democráticas no son en el fondo más que manifestaciones de las necesidades económicas.

De Porfirio Muñoz Ledo a Vicente Fox, abril de 2005 (extracto):

Estimado Presidente:
Estoy cierto que el clima de descomposición política que sufre el país es muy grave y que corremos el riesgo de hacer abortar la transición democrática que tantos sacrificios nos costó promover y en la que tantas esperanzas cifraron los ciudadanos [...]
Las causas de lo que ocurre se deben sin duda a numerosos factores y ningún protagonista podría eximirse de la parte que le corresponde en esta degradación. Tú eres sin embargo el principal responsable, tanto por la legitimidad política que el pueblo te otorgó como por ser la cabeza de las instituciones nacionales.
No existe además hoy otra convocatoria que pudiera salvarnos del desastre.
Los escenarios nacionales pueden deteriorarse por una suma de circunstancias adversas y de políticas erróneas, pero no es admisible el retroceso cuando ése se gesta en la mezquindad de la conspiración palaciega y se asienta en decisiones contrarias a los valores que se proclaman [...]
En la coyuntura del cambio, ocupar el gobierno y usufructuarlo sin reformar las reglas de su ejercicio puede conducir a las peores regresiones. Compartir el poder sin abolir las prácticas del pasado suele traducirse en la descentralización del autoritarismo y en la metástasis de la corrupción [...]
La reforma del Estado fue el compromiso de nuestra alianza y continúa siendo la clave del futuro. Ante la inminencia de la crisis parece necesario impulsar al menos las modificaciones más urgentes de cara a las próximas elecciones [...]
Existen energías políticas suficientes en el vasto escenario de la Federación para retomar la ruta del cambio, para crear los espacios del diálogo y para edificar los cauces que conjuren el desbordamiento de las pasiones.
Cuando las marejadas populares rebasan los diques institucionales sólo queda el recurso de la fuerza. No empujemos al país hacia el despeñadero de la tragedia [...]

VI

Pero ¿cuáles son, a final de cuentas, los cargos concretos? Como muestra nos limitamos a mencionar estos botones:

Señor Martin Werner, «Managing Director» en Goldman and Sachs. Subsecretario de Hacienda en el gobierno de Ernesto Zedillo (1994-2000), pieza clave en el bloque del neoliberalismo democrático. Werner fue uno de los gestores del FOBAPROA/IPAB. Cuenta con una licenciatura en economía en el Instituto Tecnológico Autónomo de México y un doctorado en la misma disciplina en la Universidad de Duke, Estados Unidos.

Señor Luis Téllez, «Managing Director» del Carlyle Group–División Norteamérica. Secretario de Energía durante el gobierno de Ernesto Zedillo de 1997 a 2000, después de haber sido su jefe de staff. El señor Téllez cuenta con una licenciatura en economía en el Instituto Autónomo de México y un doctorado en economía por el Instituto Tecnológico de Massachussets, Estados Unidos. Don Luis ha sido nombrado también un «Líder global del mañana» por el Foro Económico Mundial y un «Líder para el Nuevo Milenio» por la revista norteamericana Time.

Señor Ernesto Zedillo Ponce de León, Presidente de México de 1994 a 2000. Actualmente es miembro de los consejos de administración de las corporaciones Procter & Gamble, Union Pacific y ALCOA, y asesor de Daimler-Chrysler y Coca-Cola. Columnista regular en la revista para multimillonarios Forbes, profesor visitante en la London School of Economics y, desde abril de 2002, director del Center for the Study of Globalization de la Universidad de Yale.

Señor José Ángel Gurría, actual Secretario General de la OCDE. Secretario de Relaciones Exteriores de Ernesto Zedillo de 1994 a 1998 y Secretario de Hacienda, en el mismo gobierno, de 1998 a 2000. Fue él uno de los principales negociadores del Tratado de Libre Comercio con América del Norte. En 1999, el señor Gurría fue nombrado como el «Ministro de Finanzas del año» por la revista Euromoney Magazine y en el 2000 fue electo, siguiendo los mismos criterios estúpidos del tipo del Dream Team de Básquetbol, que sólo en Estados Unidos pueden darse, fue electo como «Ministro de Finanzas del World’s Dream Cabinet (Gabinete mundial de ensueño)» por la revista World Link, editada por el Foro Económico Mundial. Gurría cuenta con una licenciatura en economía por la UNAM y una maestría en economía por la Universidad de Leeds, Inglaterra.

Todos estos «científicos modernos» no necesariamente forman o formaron parte del grupo directo de Carlos Salinas –Ernesto Zedillo, su sucesor presidencial, es, de hecho, uno de sus antagonistas políticos más asiduos–, no obstante, la tesis que mantenemos es que son ellos, entre muchos otros, piezas clave de una generación que, esa así, entra al poder del Estado mexicano, principalmente desde 1982 (en el gobierno de Miguel de la Madrid), pero fundamentalmente desde 1988 (con el gobierno de Salinas de Gortari), y que se dispuso reestructurarlo de modo drástico desde el 82 a la fecha. La verdadera dialéctica política de México encuentra en ese grupo, en ese bloque histórico, a uno de sus polos decisivos.

Notas

{1} www.mitsloanlatinconference.com

{2} Tomado de La Jornada del día 12 de marzo de 2006, en su versión digital, www.jornada.unam.mx

{3} www.el-universal.com.mx

{4} Manuel Camacho Solís, «Felipe y el anzuelo venezolano», en El Universal del 13 e marzo de 2006. www.el-universal.com.mx

{5} José Ives Limantour (Ciudad de México, 1854 – París, 1935), hijo de un emigrado francés. Formado en la doctrina del positivismo en la Escuela Nacional Preparatoria y luego como jurista en la Escuela Nacional de Jurisprudencia. Limantour fue profesor de economía política en la Escuela Superior de Comercio y de derecho internacional en la Escuela Nacional de Jurisprudencia. En 1892 sucede a Matías Romero como Ministro de Hacienda de Díaz.

{6} Véanse las ediciones correspondientes en el sitio www.el-universal.com.mx

{7} Luis Cabrera, Obra política, estudio preliminar y edición de Eugenia Meyer, Ciudad de México, UNAM, 1992, volumen 1, pág. 17.

{8} El contenido de la polémica es de un interés extraordinario y se recomienda ampliamente el conocimiento cabal, tanto de la misma, como de la obra política de Cabrera en su totalidad. Las similitudes históricas son realmente sorprendentes y la extrañeza derivada del hecho de que en el presente son muy pocos, poquísimos, casi nadie, quienes realicen una crítica fundada en los criterios de Cabrera es, al tiempo que igualmente sorprendente, muestra del desconocimiento histórico generalizado –¿amnesia provocada deliberadamente acaso?– que define a buena parte de la clase política mexicana. En virtud de este analfabetismo histórico, no es de extrañarse, entonces, que surjan grupúsculos políticos que se autodefinen como partidos de «izquierda moderna» –¿qué puede significar eso que no sea la tautología política de negar a las «izquierdas tradicionales»?; preguntar qué significa «ser moderno» en términos filosóficos sería pedir ya demasiado– o que buscan referentes ad hoc de otros países y carentes de toda fundamentación que se derive de la propia inmanencia histórica: el caso de Felipe González de España es conocido ya hasta el aburrimiento, aunque también suele citarse hoy a Ricardo Lagos de Chile. Otro caso vergonzoso, por su futilidad política, es el de algunos partidos de jovenzuelos que cifran su posición ideológica, mostrándose como representantes de la juventud, en la necesidad de terminar ya con los viejos «discursos» y buscar ahora «ideas frescas», como si de fruta se tratase cuando se habla de política. Véase, pues, Luis Cabrera, Obra política, estudio preliminar y edición de Eugenia Meyer, Ciudad de México, UNAM, 4 volúmenes, 1992.

{9} Luis Cabrera, «El primer capítulo de los cargos concretos», en op. cit., pág. 137.

{10} Luis Cabrera, ibidem, págs. 138-139.

{11} Luis Cabrera, «El partido científico. Qué ha sido, qué es, qué será, para qué sirve la 'ciencia'», en op. cit., págs. 95 y 96.

{12} Ibidem, págs. 100-102.

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