José María Laso Prieto, Carta abierta al camarada Gaspar Llamazares, El Catoblepas 79:6, 2008 (original) (raw)

El Catoblepas, número 79, septiembre 2008
El Catoblepasnúmero 79 • septiembre 2008 • página 6
Desde mi atalaya

Carta abierta al camarada

Gaspar Llamazares

Publicada en La Nueva España, de Oviedo,

el sábado 20 de septiembre de 2008, pág. 79

José María Laso Prieto, Carta abierta al camarada Gaspar Llamazares

Querido amigo: al utilizar esta curiosa expresión, dudo mucho de su empleo contigo, ya que para mí tiene un significado mucho más amplio y profundo del que puede tener para ti. No obstante, la mantengo, aunque por razones de mera cortesía. Desde que renunciaste al cargo de secretario general del PCA y de coordinador de Izquierda Unida en Asturias comenzó lo que se puede calificar de persecución en contra mía. Y no me lo explico, ya que hasta entonces fui un militante sumamente disciplinado. Como recordarás, cuando asumiste la presidencia de la Fundación Horacio Fernández Inguanzo en Asturias me nombraste para desempeñar la presidencia efectiva, debido a que por tus muchas obligaciones no estabas en condición de desempeñarla tú. Así transcurrieron dos años sin que hubiese el menor conflicto. No obstante, a tu marcha, fui cesado en el desempeño de dicha presidencia sin que se me diese la menor explicación de mi destitución. Con ello comenzó un proceso en el que gradualmente se me fue sustituyendo en el desempeño de mis cargos, siendo sustituido por el camarada conocido como El Polesu, sin que en el desempeño de mis cargos por su parte hubiese la menor mejora, sino que por el contrario todo empeoró, como lo reconoció la propia dirección del PCE. Luego siguió dicho proceso, donde a pesar de desempeñar funciones en su comité de dirección, en lo sucesivo apenas fui convocado a sus reuniones.

Es de destacar que la camarada viuda de Horacio Fernández Inguanzo, aún estando de acuerdo con la creación de la nueva Fundación que llevaba la denominación de su marido, reconocía que sus trabajos debían llevarse a cabo sin detrimento de la Fundación Isidoro Acevedo, pues había que aceptar que Isidoro Acevedo había sido el principal cuadro político creado por el movimiento obrero de Asturias.

Todo este proceso de degradación de mis cargos teóricos en el PCA culminó con el intento de suprimirme la remuneración de 300 euros mensuales que tú habías fijado como pago al desempeño de mis funciones como presidente de la mencionada entidad de la Fundación Isidoro Acevedo y en compensación por mi donativo de una biblioteca de unos 20.000 volúmenes, valorada en muchos millones de euros. Al final de esta maniobra, en la que se distinguieron los camaradas Orviz y Vallina, en una reunión especial del comité, la mayoría de los miembros de Oviedo de ese comité se manifestó en contra y no pudo ser aprobada la resolución de suprimirme los 300 euros mensuales que había decidido la dirección del PCA, aunque ello me supuso un enfrentamiento con la camarada Elena, que trataba a toda costa de mantener tan insólita pretensión.

Todo el proceso descrito puede producir la impresión de que a ello se debe el viraje que he realizado en mi posición política. Pero en realidad no es así. La causa fundamental de este viraje político, se debe, a que en última instancia, en esta última fase de su historia, el PCA ha evolucionado hacia un nacionalismo falso y banal y estrecho, totalmente en contra del internacionalismo que nos ha caracterizado a los comunistas.

Cuando el 13 de marzo de 1947 accedí a ingresar en el partido, no lo hice nunca en el partido vasco, o en el asturiano sino en el glorioso Partido Comunista de España. Con ello queda suficientemente clarificada mi posición. Desconozco qué posición adoptarías cuando se tomó el acuerdo de borrarme del censo de Izquierda Unida. En todo caso, me consta, por una filtración telefónica, que el camarada Rubén Fernández se opuso a ello, llegando a calificar de estúpida tal decisión, ya que por conseguir un solo voto electoral se sacrificó toda una vida de lucha. Y tú ¿qué hiciste? Supongo que tu reacción habrá sido la misma que la de Rubén. Ello plantea otra cuestión. Es la de la posibilidad de llegar a un acuerdo final entre las dos partes fraccionadas del PCE.

Mucho me gustaría, pero lo dudo mucho teniendo en cuenta la posición extremadamente nacionalista en que ha caído el PCA. Ello hace prácticamente imposible tal tipo de solución. Por otra parte, en un plano estrictamente humano es inadmisible que entre nosotros se haya roto cualquier clase de relación. A pesar de mi enfermedad no he recibido la visita de ningún miembro de la dirección del PCA, si se exceptúa la de Juan Fernández Ania, íntimo amigo más allá de nuestras diferencias circunstanciales. Lo más granado de la intelectualidad asturiana también me visitó e incluso algunos camaradas modestos que hace tiempo que no militan en el partido y otros qué sí lo hacen, como Alfredo García o el independiente Celasio Polo-Abril.

En fin, allá cada uno con su conciencia. Yo he preferido mantenerme firme en mis convicciones, mientras que tú has optado por las estructuras tradicionales.

Un saludo cordial.


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