José María Laso Prieto, Haciéndole juego al franquismo, El Catoblepas 87:6, 2009 (original) (raw)
El Catoblepas • número 87 • mayo 2009 • página 6
José María Laso Prieto
Publicado en Aurera. Portavoz del Partido Comunista de Euzkadi,
mayo-junio 1957
Ha llegado a nuestro poder una octavilla firmada por Solidaridad de Trabajadores Vascos que si no nos constase su procedencia de dicha organización, hubiésemos supuesto que la había lanzado la propia policía en un intento de diversión tendente a crear confusionismo entre los trabajadores. En realidad no era para suponer otro origen, tanto por el léxico de su redacción como por el hecho de que su intención manifiesta tenía por objeto sabotear las concentraciones del 1º de Mayo en distintas localidades de Euzkadi.
Sin ánimo de entablar polémica ni la intención de descender a incurrir en la fraseología insultante en que está redactada, vamos a examinar algunos de los puntos que se tratan en la mencionada hoja.
Lo que en primer lugar nos sorprende es que, una organización que pretende representar a un sector del proletariado vasco, conozca tan mal la historia del movimiento obrero que –a estas alturas– pueda caer en el error histórico de negar que la Festividad del 1º de Mayo se inició a partir del Congreso Socialista de París celebrado en 1889. Pues bien, aunque efectivamente, existe el antecedente de los acontecimientos de Chicago y, al promulgarla, entre otros fines, se pretendió honrar a la memoria de los que cayeron en la lucha por la jornada de ocho horas, de lo que no cabe duda es de que, fue en el congreso de París donde se aprobó oficialmente su celebración. Como es sabido en este Congreso se fundó la II Internacional –la I había sido disuelta en 1886– y en este sentido fue un congreso plenamente socialista, independientemente de que se hubiesen constituido o no los partidos que hoy ostentan tal denominación, los cuales por otra parte siempre se han considerado como secciones nacionales de la citada Internacional.
En cuanto a la afirmación de que los comunistas ayudamos a la implantación del franquismo, habiendo surgido en España el pacto ruso-alemán, constituye una verdadera tergiversación de los hechos. Todo el que tenga un cierto conocimiento sobre como se desarrollaron los acontecimientos y una mínima dosis de objetividad, no dejará de reconocer que el Partido Comunista desempeñó un papel importante en la Guerra Nacional Revolucionaria de nuestro pueblo contra la agresión fascista. Ejemplo bien elocuente de ello es la labor de los comunistas en la organización del V Regimiento y las Brigadas Internacionales que salvaron Madrid el 7 de Noviembre de 1939 y, su importante participación en las batallas de Brunete, Belchite, Teruel, paso del Ebro, &c. Incluso en las postimetrías de la guerra, cuando la traición de la Junta de Casado pretendió entregar sin lucha lo que quedaba de la zona republicana, los comunistas demostraron ostensiblemente su voluntad de continuar sin tregua la lucha contra el fascismo. Por lo que se refiere al pacto de no agresión germano-soviético, personalidades de todas las tendencias, que van desde historiadores burgueses hasta políticos conservadores como Sir Edward Griggs, coinciden a que su causa se remonta a la capitulación ante el fascismo que Francia e Inglaterra realizaron en Munich. Con ella sus dirigentes reaccionarios pretendieron lanzar a Hitler contra la Unión Soviética, no quedándole a esta otra alternativa, si no quería ser víctima del cerco capitalista, que llegar a un acuerdo temporal con Alemania que le permitiese preparar la defensa.
En la hoja mencionada se pretende poco más que los comunistas somos unos agentes del franquismo que «nunca hemos hecho otra cosa que enredar». Semejante afirmación resulta tan ridícula que no merece casi la pena de tomarse la molestia de refutarla. Por ello nos limitaremos a indicar que, la sangre derramado en la lucha clandestina contra el franquismo por millares de comunistas, desde Jesús Larrañaga a Ricardo Beneyto –fusilado el pasado Noviembre– pasando por héroes de prestigio internacional como Cristino García, no podrá nunca borrarse con semejante calumnia.
Lo que es verdaderamente inconcebible es que, conociendo –como conocen– que el Partido Comunista de Euzkadi formaba en 1947 parte de la Junta de la Resistencia y el Consejo Delegado del Gobierno de Euzkadi, se atrevan a afirmar que con la huelga general del 1º de Mayo de dicho año, no participaron los comunistas. Es muy probable que semejante adulteración de los hechos haya ruborizado a muchos «solidarios» que no pueden olvidar que el factor tan importante que en aquella gesta constituyó la acción del Partido Comunista. No hablemos ya de su aserción pretendida que «los comunistas no han participado nunca en ninguna huelga antifranquista». Manifestaciones de semejante índole solo pueden causar hilaridad –o la indignación, según los casos– de los millares de trabajadores vascos que, por experiencia propia, conocen la labor desarrollada por los comunistas.
No hubiésemos creído tampoco que en estos tiempos se iba a suscitar el viejo tópico desacreditador de que «los comunistas se quedaron con el dinero que en el exterior se recogió para los huelguistas vascos». En la actualidad, de todos es conocido el hecho de que, tan burda calumnia nunca pasó de ser un pretexto útil para romper los lazos de la Resistencia interior como en la emigración los unía a los comunistas. Y todo ello con el propósito, hace tiempo fracasado, de aislar a los comunistas y así hacer posible un acuerdo con los monárquicos que fuese apoyado por los anglosajones.
Con todo lo que de negativo tiene lo que venimos examinando, lo más pernicioso de la postura de S. T. V. se halla en la actitud de «seguidismo» que implica su llamamiento a los trabajadores para que, según su frase textual: «dejen que las cosas sigan su curso, que van mejor de lo que parecen». O sea que se vuelve a la actitud del pasivismo, en espera de que «nos saquen las castañas del fuego», cuando la experiencia de los últimos años ha demostrado con creces, esta posición errónea es la que más ha retrasado la liberación del pueblo español de la Dictadura que lo oprime. Por lo demás, no deja de ser significativo que, habiendo sido en estos últimos tiempos S. T. V. consecuente con la pasividad que predica, solo haya salido de ella para torpedear la acción antifranquista de otros sectores de la oposición.
Por lo demás, nuestros adversarios podrán acusarnos de todo a los comunistas, menos de no ser claros en nuestra postura con respecto a la libertad y la democracia. En nuestro programa, aprobado en el V Congreso, se manifiesta de manera explícita que creemos que España necesita un largo periodo de desarrollo democrático antes de poder pasar a la fase de transformación socialista de su estructura económica. Por ello, aunque no ocultamos –ni ocultaremos jamás– que nuestra meta final está constituida por la sociedad comunista, estamos convencidos de que, con anterioridad a su consecución, podemos coincidir plenamente con otros sectores de la nación en la lucha común por el desarrollo democrático de nuestro país. Incluso es muy posible que en las circunstancias en que mañana, otro día, haya que abordarse la citada transformación, sea posible –con arreglo a las tesis de Kruschef en el XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética– realizarlo por la vía pacífica y parlamentaria.
Nos han llegado también referencias de que, entre vastas capas de las masas nacionalistas vascas, se ha acogido desfavorablemente la posición preconizado por S. T. V. en la octavilla que venimos comentando. Ello no nos sorprende, pues es lógico que entre los militantes honrados de esta tendencia, no pueda satisfacer una postura que ni es de trabajadores ni de antifraquistas y que, objetivamente, sólo puede contribuir a hacerle el juego al franquismo. Por lo tanto, esperamos que el núcleo sano del S. T. V. acabará por imponer a sus dirigentes una política más consecuente con los intereses del desarrollo general de la lucha contra la Dictadura. Hay que luchar contra todo aquello que tienda a desunir a los españoles y a la clase obrera. Solo Franco se beneficia de ello para seguir esclavizándonos.
«Dicen que los comunistas somos muy tenaces. Es verdad, somos tenaces porque somos revolucionarios, porque estamos convencidos de que defendemos una causa justa y sagrada.
Insistimos e insistiremos una y cien veces en nuestras proposiciones de unidad porque sin la unidad en la lucha contra el franquismo, las perspectivas de victoria son más largas y la lucha más penosa y difícil.»
(Del informe de nuestro Secretario General Camarada Dolores Ibarruri en el V Congreso del partido Comunista de España.)