Iván Vélez, Un Chueca Goitia menos castizo, El Catoblepas 140:9, 2013 (original) (raw)

El Catoblepas, número 140, octubre 2013
El Catoblepasnúmero 140 • octubre 2013 • página 9
Artículos

Iván Vélez

Activismo de Fernando Chueca Goitia (Madrid 1911-Madrid 2004)

al servicio de los intereses de Washington

Chueca durante la reunión celebrada en su palacio de Toledo, 26-28 noviembre 1965
Chueca durante la reunión celebrada en su palacio de Toledo, 26-28 noviembre 1965

En el otoño de 1996, el Museo Español de Arte Contemporáneo (MEAC), hoy del Traje, sirvió para que un amplio grupo de arquitectos mostrara al público sus propuestas de ampliación del Museo del Prado. Entre los escogidos se hallaba alguien que ya había intervenido en la pinacoteca: Fernando Chueca Goitia. El proyecto, visiblemente continuista de la obra de Villanueva, destacaba también por presentarse bajo unas formas algo arcaicas para los sistemas de representación que se estilaban en los estertores del siglo XX. Conocida es la trayectoria como historiador y arquitecto de don Fernando, por ello, en adelante, trataremos de ocuparnos de otros aspectos menos conocidos de su dilatada vida.

Fernando Chueca Goitia (Madrid 1911-2004) comienza a hacerse visible públicamente en la Universidad, al integrarse en la Federación Universitaria Escolar (FUE), y participar en 1934 en una reunión celebrada en París. Un año antes había conocido a Julián Marías durante el Crucero Universitario por el Mediterráneo organizado por la Facultad de Filosofía y Letras de Madrid, a cuya cabeza se situaba Manuel García Morente.

En 1936, terminada la carrera de Arquitectura, el estallido de la Guerra Civil le pilla en Santander, donde se halla becado. Inmediatamente se trasladará a San Sebastián, pasando a Francia antes de regresar a Madrid. Durante la guerra, en la que alcanza el grado de capitán adscrito a la Comandancia de Fortificaciones, vive en el nº 9 de la calle Ventura Rodríguez, interviniendo en el salvamento de los archivos del Palacio de Liria.

Tras la guerra, junto a su hermano y su padre{1} se instala en un piso situado en el número 10 de la calle Alfonso XII, vía en la que se ubicará la sede de la revista Escorial, fundada en 1940 por Ridruejo y Pedro Laín, con quienes años más tarde estrechará relaciones. Ese mismo año obtiene el primer premio de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando por su trabajo sobre Juan de Villanueva.

Dos años más tarde es sujeto a depuración, quedando inhabilitado para el ejercicio profesional como arquitecto durante cuatro años{2}, si bien se presentará a diversos concursos, sin grandes éxitos, enviando los trabajos sin firma o con la de algún colega. En 1944 recibe el Premio Nacional de Arquitectura por su proyecto para la terminación de la Catedral de la Almudena, en compañía de Carlos Sidro, obras que se pondrán en marcha en 1949.

Asiduo de los ambientes burgueses de Madrid y San Sebastián, conocerá a Camilo José Cela, Luis Martín Santos, Maravall, Laín, Zubiri…

Es sin duda en el terreno de la historiografía donde Chueca comienza a adquirir relevancia. Discípulo de Manuel Gómez Moreno y Leopoldo Torres Balbás, publica en diferentes revistas de arte. En 1944 se enrola en las orteguianas «Misiones de Arte» de la mano de Pablo Gutiérrez Moreno. En 1947 publica su exitosa obra Invariantes castizos de la arquitectura española, y es nombrado Conservador del Museo Nacional de Arquitectura. También se casa con Goya Aguinaga Goiri.

El ascenso académico de Chueca prosiguió imparable. Entre mayo de 1951 y abril de 1952 cursa Urbanismo y Sociología en la Universidad de Columbia pensionado por la Fundación Conde de Cartagena. Profesor en 1952 de Historia del Urbanismo en los Institutos de Estudios de Administración Local y de Estudios Políticos, publica en 1953 el libro Arquitectura española del siglo XVI, el mismo año en que es nombrado Arquitecto del Servicio de Defensa del Patrimonio Nacional. En 1954 es profesor auxiliar de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid. En 1958 dirige el Museo Nacional de Arte Contemporáneo. En 1965, año en el que forma parte de la Junta de Valoración y Exportación de Obras de Arte, aparece su Historia de la arquitectura española. Edad antigua y media. Más adelante obtiene por oposición la Cátedra de Historia de las Artes Plásticas. En 1966 ingresa como académico de número en la Real Academia de la Historia y en 1973 en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. En 1977 es nombrado cronista oficial de la Villa de Madrid. Paralelamente, como ateneísta madrileño, alcanzará la presidencia de esta institución…

Tras esta morosa semblanza, momento es de ahondar en otros aspectos biográficos.

A mediados de la década de los 50, Chueca comienza su actividad política al entrar en contacto con el grupo encabezado por Dionisio Ridruejo. Pronto, este conjunto se situará en el punto de mira de Julián Gorkin, Ignacio Iglesias y Pierre Emmanuel, a quien Julián Marías, al que tanta lealtad profesó Chueca, había conocido en Harvard en 1952{3}. En el origen de estos movimientos se sitúa la fundación, en 1956, del Partido Social de Acción Democrática (PSAD), a cargo de Ridruejo, y en el cual militaban figuras como Fernando Baeza, Vicente Ventura, Ignacio Sotelo o Pablo Martí Zaro, quien años después se convertirá en agente liberado por el Congreso por la Libertad de la Cultura (CLC), uno de los instrumentos de la CIA en Europa, que contaría con un Comité Español en el que el propio Chueca se integró. Los citados, en mayor o menor medida, orbitaron alrededor del citado Comité, ya sea incorporados en él, ya recibiendo becas, como es el caso de Sotelo. La sede del PSAD, con el que Tierno Galván tuvo contactos por medio de Fernando Morán{4}, se situará en la madrileña calle de San Lucas, nº 21, lugar en el que tuvo su sede el propio Comité español del Congreso por la Libertad de la Cultura y la editorial Seminarios y Ediciones, creada en 1965 con 250.000 pesetas aportadas por el CLC.

El 22 de febrero de 1959, Chueca participa en el homenaje a Machado organizado en Collioure con motivo de los 20 años de su muerte. El acto se presentó como una ceremonia de reconciliación de los dos bandos enfrentados en la Guerra Civil y se recogió en el nº 36 de Cuadernos. A pesar de que Chueca afirma que participó como firmante, Vicente Girbau lo incluye en la visita junto a Castellet, Barral o los Goytisolo{5}. La siguiente década será de una gran actividad.

En 1961 es uno de los ciento cincuenta firmantes que, aclarando que lo hacen desde distintas convicciones ideológicas, se dirigen al Secretariado de la Conferencia de Europa Occidental solicitando la Amnistía de los presos y exiliados políticos españoles. La lista se publica el 1º de abril en Mundo Obrero.

Un año más tarde no asiste al IV Congreso del Movimiento Europeo, Múnich 5-8 junio 1962, al impedírselo sus obligaciones profesionales. Es profesor de la ETSAM y las fechas de aquella reunión, también llamada Contubernio, coinciden con los exámenes. No obstante, a finales de ese año, Chueca se incorpora al Comité español del CLC que comienza a operar dirigido desde París.

En octubre de 1963 forma parte del jurado que otorga el primer Premio de los Escritores Europeos, instituido por ediciones Ínsula y por el «Comité d'ecrivains et d'editeurs pour une entraide Europ�enne» para premiar el mejor ensayo de autor español del año anterior. El premiado, 15.000 pesetas, será José Ferrater Mora, a quien el CLC había prestado atención ya en 1951, por su libro El Ser y la Muerte, editado por Aguilar en 1962. La presencia de Chueca en este jurado se mantendrá hasta 1965, año en que el premio desaparece. En las dos últimas ediciones figura como presidente del jurado.

El 10 de diciembre de 1963 se reúne con Aranguren, Marías, Cano, Brú y Martí Zaro, en ausencia de la facción catalana, para deliberar sobre la estrategia que se quiere poner en marcha. En particular trataron en relación con la revista Cuadernos Españoles –2000 ejemplares a 50 pesetas como precio de venta y una subvención de 180.000 para los cuatro números anuales– y de los autores contactados para colaborar en los mismos. Chueca se dedicará a supervisar la confección de la cubierta.

Siete meses después, el 9 de julio de 1964, tras la dimisión de Pedro Laín, Chueca se convierte en nuevo presidente del Comité español del Congreso por la Libertad de la Cultura. Ya en el cargo, debe terciar en la pequeña crisis desatada por Tierno a causa de la cancelación de una visita que el viejo profesor quería hacer a París.

Madrid, 28 de Octubre de 1964

Sr. D. Enrique Tierno Galvan
Ferraz, 81
Madrid

Mi querido amigo:

Su carta del día 23 del corriente me ha llenado estupor, pues no acierto a comprender cómo se ha producido el equívoco que en ella se plantea. No siendo presidente del Comité español del Congreso por la Libertad de la Cultura durante el lapso de tiempo a que esta situación se refiere, sólo podré contestarle como uno más de los miembros de dicho Comité, testigo por consiguiente de todo aquello que en su seno se ha tratado. Puedo decirle que el Comité en cuanto tal no ha tratado nunca de su viaje a París para pronunciar conferencias y por consiguiente mal podía censurar algo que desconocía. Es más, me atrevo a considerar que el Comité hubiera visto siempre el proyecto con los mejores ojos y por su parte lo hubiera favorecido.

La última reunión del Comité fue el 13 de Julio y entonces se trató de su incorporación a las tareas del mismo, siendo unánime la opinión de que esta incorporación debía realizarse lo más rápidamente posible. Desde esa fecha no ha existido reunión alguna y por consiguiente el Comité no podía producirse ni en un sentido ni en otro. Cualquier otra cosa que se diga carece en absoluto de base.

Ahora bien el jueves próximo, día 29, volverá a reunirse el Comité y a partir de ese día ejerceré las funciones de Presidente. Desde este puesto seré el primer interesado en velar por el prestigio del Comité y plantearé el caso ante todos con el ánimo de esclarecerlo. Nada me sería más grato que el hecho de que Vd. estuviera entre nosotros como miembro que es del Comité designado en pleno derecho por unanimidad. Pero también quiero decirle que desde ese momento y como Presidente propondré dentro del Comité que éste exija una explicación a aquellos que consciente o inconscientemente han propalado lo que por lo menos es una flagrante falsedad. Sólo con pruebas puede sostenerse que el Comité ha elevado tal o cual moción de censura, sea por carta, sea verbalmente. Como tales pruebas no pueden existir, lo más leal y lo más franco es que se produzca la oportuna rectificación. De esta manera quedará a salvo su situación ante el Comité y el diáfano proceder de éste. Así liquidaremos este enojoso asunto y despejadas estas suspicacias podremos contar con su valiosa colaboración, que es lo que todos deseamos y esperamos y lo que reclama la defensa de nuestros ideales comunes.

Un saludo muy cordial de
Fernando Chueca Goitia

La cordialidad mostrada en la carta, contrasta con lo que Chueca escribiría años más tarde en su libro Liberalismo :

«Por cierto que a poco de hacerme cargo de la Presidencia del Comité Español, recibí una carta extraña e impertinente, del profesor Tierno Galván, en el que venía a decir que yo ponía obstáculos, mediante turbias maniobras, para impedir que él entrar a formar parte de la directiva del Comité. Le contesté de una manera bastante lacónica […]. Le comenté el caso a Dionisio y me dijo que no me preocupara que la mente del profesor era bastante retorcida y complicada y que enseguida veía fantasmas inexistentes. De todas maneras, Dionisio no tenía mayor aprecio por este personaje, ni por su manera de ser ni por sus ideas que consideraba nacidas de un fanatismo de izquierdas tan peligroso como el contrario. Hoy Tierno Galván se ha convertido en un mito donde solo lo positivo, la benevolencia, la condescendencia, el humanitarismo, la generosidad y filantropía tienen asiento. Pero una cosa es el mito y otra la realidad de una persona un tanto obtusa e intransigente.” (pp. 340-341.)

En febrero de 1965 se producen los incidentes universitarios que conducen a la expulsión, entre otros, de Aranguren y Tierno. El 27 de ese mismo mes, el Comité español del CLC se reúne con carácter de urgencia. Asisten Pedro Laín, Ridruejo, Chueca, Pablo Martí Zaro y Jean Bloch-Michel, desplazado con rapidez a España con el objeto de analizar los hechos y establecer una estrategia{6}. Una cita posterior, que tiene lugar el día 1 de marzo, se saldará con un documento de adhesión a los catedráticos sancionados.

Sin duda, un momento de gran importancia para el Comité fue la reunión que se celebra en el palacete toledano de Chueca desde el viernes 26 al domingo 28 de noviembre de 1965. La estructura de la reunión planteaba, como en las mantenidas anteriormente, un encuentro entre el bloque catalán y el castellano, de ahí que, entre los temas tratados, destacaran cuestiones hoy tan de actualidad como la balanza comercial y fiscal entre Cataluña y el resto de España, y la situación de la lengua catalana, amenazada en la castellanizada Barcelona.

Meses después del bilateral «encuentro intercultural», en marzo de 1966, el castizo Chueca, junto a los habituales, no duda en firmar un documento titulado «Homenaje a Catalunya», dirigido «Al pueblo catalán representado por sus estudiantes, intelectuales y artistas», que dice:

«España, en su pluralidad, desea testimoniar su admiración sin reservas ante la actitud de Cataluña en pro de nuestra lucha por la libertad. Una vez más, en circunstancias decisivas para el país, Cataluña está dando excepcional ejemplo de valor cívico ante la necesidad de vencer los obstáculos que obstinadamente se oponen a la incorporación de la comunidad hispánica a la vida política y cultural propia de una auténtica democracia.»

Cataluña ha hablado y luchado otra vez en nombre de la solidaridad democrática de España, que sólo en la libertad logrará realizar el común ideal de convivencia a que todos aspiramos.

La carta al pueblo catalán venía motivada por la visita que el abad Gabriel Brasó había realizado a Juan XXIII, al que transmitió la necesidad de instituir una Conferencia Episcopal Catalana. Sobre el fondo de los acontecimientos barceloneses se recortaba la figura del Abad de Montserrat, Aurelio Escarré, furibundo catalanista que había vertido su ideario en unas declaraciones publicadas a tres columnas en la primera página del diario Le Monde el 14 de noviembre de 1963. El entrevistador fue el corresponsal en España de tal diario, José Antonio Novais (1925-1993) –quien según Raúl Morodo bautizó a Pablo Martí Zaro como _Pablo Martí y Cía_– y la entrevista se hizo a instancias de Josep Benet y Albert Manent, hijo de Mari�. También corresponsal del periódico brasileño, O Estado de S�o Paulo, Novais la publicó también en sus páginas. En la entrevista el abad, sostiene que el régimen franquista –el nacionalcatolicismo al que se refieren los rigoristas de la memoria histórica– no obedecía a los principios básicos del cristianismo. La lengua catalana en la enseñanza –al cabo la representación del pueblo catalán estaba, al parecer, en manos de estudiantes, intelectuales y artistas– era una de sus principales reivindicaciones, pues, no en vano, el tonsurado advertía de que «cuando se pierde la lengua, la religión también tiende a perderse». La polémica, al rebufo del Concilio Vaticano II, reapareció en 1966 a través de la campaña –impulsada entre otros por Josep Benet y Jordi Pujol– «¡Queremos obispos catalanes!», con motivo de la sucesión del arzobispo de Barcelona, Gregorio Modrego y Casaus, en la persona del vallisoletano Marcelo González Martín, estrecho colaborador de Tarancón, quien prometió aprender catalán al tomar el cargo.

La primavera de 1966 será de gran importancia para el grupo presidido por Chueca, pues el día 27 de abril envían una carta a John Clinton Hunt, agente de la CIA asignado al CLC en París, en la que se pone de relieve la sorpresa y el disgusto que el grupo ha experimentado al conocer el dato hecho público en la prensa norteamericana de que tras la dispensa de los dineros se situaba la CIA. Abierta una crisis{7} que en absoluto disolvió al grupo, con la excepción del abandono de Buero Vallejo, el flujo epistolar aumentará considerablemente, siendo Chueca uno de los principales receptores de cartas en las que se da cuenta de las transformaciones estructurales a las que se da inicio para superar la crisis. Entre ellas podemos citar las que, subrayando la futura exclusividad en materia de patrocinio de la Fundación Ford y el traslado a Suiza, le envían Pierre Emmanuel y Jelenski, que reproducimos a continuación:

Pierre Emmanuel
61, rue de Varenne
PARIS (7 �me)

Paris le 28 Mars 1967

Monsieur Fernando CHUECA
Alfonso XII, 10
MADRID
-Espagne-

Monsieur le President et cher ami,

J'ai l'honneur de vous informer que le Comité des Ecrivains et des Editeurs pour une Entr�aide Européenne, auquel est rattaché votre Comité espagnol, élargit ses activites � l'ensemble de l'Europe et au Maghreb, et que pour répondre aux urgences de ses activites nouvelles, il a été décidé qu'il porterait désormais le nom de "Fondation pour une Entraide intellectuelle Européenne.

Le Président de cette Fondation demeure le Dr. Hans Oprecht, ancien conseiller fédéral de la Confédération Helvétique, ancien president de la Radio Fédérale Suisse, un homme d'une intégrité et d'un courage universellement respectés; le Vice-Président est le Professeur Jean Craven de l'Universite de Gene�ve et j'en suis moi-meme le Secrétaire Général.

Je vous transmets une photocopie de la lettre du Dr. Hans Oprecht certifiant que tous les fonds de la Fondation pour une Entraide Intellectuelle Européenne viennent de la Fondation Ford.

Nos amis Ridruejo et Marti Zaro vous auront expliqué certainement la discussion qui a eu lieu � Paris: je suis persuadé qu�elle répondra a vos désirs.

Je vous prie de croire, Monsieur le Président et cher ami, � l'assurance de mes sentiments tres cordialement dévoués.

Dictée par Pierre Emmanuel
Et signé en son absence.

P.S. Vous recevrez dans quelques jours une lettre certifiant que tout le financement du Comité des Ecrivains et des Editeurs en Espagne vient de la Fondation Ford.

P.J. Une photocopie de le leitre du Dr. Oprecht

* * *

COMITÉ D'ÉCRIVAINS ET D'ÉDITEURS POUR UNE ENTR'AIDE EUROPÉENNE
Association sans but lucratif
(Art. 60 et ss. du Code Civil Suisse)
Paris, le 30 Mars 1967

Monsieur Fernando Chueca
Alfonso XII, 10
Madrid

Monsieur le Président et cher ami,

J'ai l'honneur de vous informer, ayant été secrétaire du Comité d'Ecrivains et d'Editeurs pour une Entr'Aide Européenne depuis sa fondation en 1958, jusqu'� sa dissolution en Novembre 1966, que tous les fonds du Comité (et par conséquent tout le financement des activités de votre Comité espagnol) ont été, depuis le début jusqu'� la fin, enti�rement et uniquement assurés par la Fondation Ford. Etant donné que ces fonds nous venaient par le truchement du Congr�s pour la Liberté de la Culture, je joins une attestation signée par le Secrétaire Exécutif du Congr�s portant sur l'origine des fonds qui nous étaient transférés. Cette mesure était d'ailleurs prise d'une fa�on tout � fait consciente d�s le début: le Comité ayant des activités dans les pays d'Europe de l'Est et en Espagne, nous avons tenu � avoir exclusi-vement des fonds d'une fondation qui était reconnue et acceptée par les autorités de ces pays, et qui y fonctionnait déj� sous d'autres formes.

Je vous prie d'agréer, Monsieur le Président et cher ami, � l'assurance de mes sentiments les meilleurs et dévoués.

K. A. Jelenski

P.S. J'utilise, exceptionnellement, le papier du Comité dissous pour vous donner cette assurance.
KAJ/TC
cc M. Pierre Emmanuel

Un año más tarde, el grupo enviará una carta más elaborada, dirigida a Pierre Emmanuel, en la que se mantiene el estupor, lo que no impide que a finales de ese mismo año la crisis se supere al anunciarse que la Asociación Internacional por la Libertad de la Cultura sustituye al Congreso por la Libertad de la Cultura, subrayándose el patrocinio de la Fundación Ford.

El año 1966 se cerrará con la reunión celebrada en Aix-en-Provence entre los días 26 y 29 septiembre con el título «La pensée rénovatrice et les sociétés stagnantes». La cita, controlada por las más altas instancias del CLC, reunió a gentes del Comité español –Bru, Castellet, Chueca, García Sabell, Gomis, Manent, Ridruejo, Martí Zaro– y a una nutrida representación portuguesa entre los que destacan Antonio Al�ada Baptista y José Cardoso.

El activismo antifranquista de Chueca no pasó inadvertido para Sergio Vilar, hombre a sueldo de los dineros yanquis del CLC, quien lo incluyó en su libro de entrevistas: Protagonistas de la España democrática. La oposición a la dictadura 1939-1969 (Ediciones Sociales, París 1968, 746 pp).

Un año más tarde, Chueca, intensifica sus contactos con el grupo monárquico de Satrústegui, y entra en contacto con don Juan de Borbón por medio del ingeniero de minas Félix Cifuentes (1904-1987), amigo de Ortega y colaborador en los inicios de Revista de Occidente, de la que el propio Chueca, quien mantiene una apreciable actividad libresca –en ese año participa, junto a Aranguren, Blanco Aguinaga, Cordón, Enterría, Fernández Casado, Garragorri, Jiménez de Parga, Lafuente Ferrari, Laín Entralgo, Lapesa, Maravall, Marías, Prados Arrate, Sampedro y Terán, en el libro La Universidad (Editorial Ciencia Nueva, Madrid, 1969)–, fue miembro del Consejo de Redacción. Cifuentes propone un envío de cartas al monarca exiliado en Portugal, entre ellas la de Chueca, fechada el 14 de febrero de 1969. Pese a que, como Marías, se apresura a mantener las distancias con la monarquía, Chueca se dirige al Conde de Barcelona en los siguientes términos:

«[…] Soy de los que creen que S.A. no podrá acceder al trono de España, a ese trono sin mácula que todos deseamos, aunque no seamos monárquicos, ni de la mano del Régimen actual, ni contra el Régimen actual. Y cuando digo Régimen no me refiero al estricto equipo de los gobernantes, sino a ese otro escalón mucho más difuso que lo soporta, aunque temáticamente no lo declare. Por eso creo en la virtud de la táctica posibilista, bien entendido, sin que esto exima de la acción permanente. […] Milito desde hace algunos años en un modesto grupo democrático que encabeza Dionisio Ridruejo. Y para mí no existe otra legitimidad en este caso más que la del mantenimiento de la línea dinástica. […] ¿Podremos en un futuro próximo reconocerle en esta forma como Rey de todos y para todos?»{8}

La epístola de Chueca recibió regia respuesta y dio comienzo al estrechamiento de lazos entre ambas partes. En 1973 visita a don Juan acompañando a Ridruejo. También lo hará en julio de 1974, junto a, por ejemplo, Raúl Morodo, y participará en la cena homenaje a Don Juan celebrada en el Hotel Estoril el día 24 de junio de 1975.

1970 será un año importante, por cuanto la firma de Chueca, acompañada de las de sus compañeros de viaje –Tierno, Benet, Laín, Marías, Martí Zaro…– dentro del CLC, se estampa al pie de un documento que se vio refrendado por gentes que llegarían a ser relevantes en el partido triunfante en la llamada Transición: el PSOE renovado. El documento{9}, que reproducimos por su interés, deja clara la inclinación atlantista de este heterodoxo grupo de abajofirmantes, quienes, ansiosos por formar parte de una democracia que no fuera la orgánica, ya fuera por convicción ya por conseguir que sus organizaciones cristalizaran en la legalidad, no dejaban de subrayar la necesidad de incorporar a la misma a las célebres «comunidades diferenciadas»:

«A Mr. William C. Rogers, Secretario de Estado de los Estados Unidos de América, y al Sr. Gregorio López-Bravo, Ministro de Asuntos Exteriores de España.
1ª.- Muy calificados y representativos sectores de la opinión pública española no están de acuerdo con que, en el supuesto de que las bases americanas en España fueran indispensables para la defensa de Occidente, los pactos sobre las mismas sean renovados –de una forma o de otra, con este o aquel nombre- sin el consenso del pueblo español –condición ineludible para que la concesión de las bases sea a nuestro juicio, legítima y tenga legalidad permanente- y sin que los Estados Unidos se obliguen de modo efectivo, con intervención del Senado, a repeler automáticamente toda agresión que cualquier país o bloque de países pudiera realizar contra el nuestro por razón de la existencia de esas bases.
2ª.- Si España formara parte de la NATO, como las naciones de Europa occidental en las que existen bases americanas, esa obligación de defensa automática por parte de los Estados unidos y los Ejércitos de la Alianza Atlántica –en los que estaría integrado, a todos los niveles el español– no ofrecería dudas; pero la dificultad para ingresar en aquella Organización radica en que, como ocurre en el Mercado Común, las Instituciones políticas de nuestro país tendrían que reunir las siguientes condiciones:
a) Implantación de garantías efectivas de los derechos individuales y colectivos, incluyendo los de las comunidades diferenciadas y en consecuencia el otorgamiento de una amplia amnistía para los detenidos y presos de carácter político.
b) Establecimiento del sufragio universal –libre, directo y secreto– a nivel municipal, regional y nacional.
c) Reconocimiento de partidos políticos, que canalicen las diferencias ideológicas, dentro de las limitaciones impuestas por la Ley.
d) Existencia de una Parlamento libremente elegido por el país, que legisle de acuerdo con la opinión pública y fiscalice la labor del Gobierno.
e) Libertad de asociación sindical para que patronos y obreros puedan defender libremente sus respectivos intereses.
3ª.- Los actuales gobernantes han reconocido reiterada y públicamente que las circunstancias del mundo y de España, así como la estrategia de las grandes potencias, han variado sustancialmente desde 1953. Ante esta evidencia, la oposición democrática identificada con el país en sus deseos de que España deje de estar en una situación de inferioridad para nuestra seguridad nacional, no encuentra excusa que pueda justificar el retraso de la evolución de sentido democrático que, además de sus bienes intrínsecos nos proporcionaría –colocándonos al nivel de las Instituciones políticas occidentales-, el bien fundamental de no participar en pactos o acuerdos que por su naturaleza puedan ensombrecer nuestro prestigio y aumentar el riesgo de ser atacados sin que queden cubiertas adecuadamente las necesidades de la defensa nacional. Madrid, mayo de 1970.»

El texto, dirigido al Secretario de Estado norteamericano y saldado con un conjunto de multas, vuelve a dejar clara la vocación anticomunista del amplio grupo –117 nombres– que lo suscribe, por cuanto alude a la «agresión que cualquier país o bloque de países pudiera realizar contra el nuestro», un bloque no es otro que el soviético. En él, a pesar de algunos matices, no se observa oposición a la entrada de España en la OTAN, como el tiempo, con la presencia destacada y reivindicativa a favor de la integración de alguno de los firmantes ya instalado en el poder, se encargaría de confirmar.

En 1972 Chueca participa junto a personalidades como Gustavo Bueno, Castellet y Ramón Ceñal S.J., en la obra: Homenaje a Aranguren, libro aparecido dos años más tarde que otro igualmente conmemorativo: Teoría y Sociedad. Homenaje al profesor Aranguren, preparado por licenciados en filosofía becados por el CLC como Francisco Gracia y Javier Muguerza.

En 1974 firma un telegrama expedido en Madrid el 15 de febrero de 1974 y dirigido a Juan María Bordaberry, Presidente del Gobierno de Uruguay. El texto reza así:

«Escritores, universitarios, artistas españoles, con profundo respeto por gloria universal que para Uruguay y países hispanoparlantes representa figura Juan Carlos Onetti, esperan, como respuesta al compromiso de amparo derechos humanos en todo país civilizado, inmediata liberación suya y periodistas uruguayos simultáneamente detenidos.»

Ese mismo año se organiza la Junta Democrática de España {10}. Como reacción a la misma –no olvidemos que en ella estaba integrado el PCE–, se constituye la, ayuna de la palabra España tanto en su título como en sus aspiraciones, vinculadas al Estado español, Plataforma de Convergencia Democrática, liderada por el nuevo PSOE del González post Suresnes. Es precisamente en los preparativos de dicha Plataforma cuando tiene lugar una reunión mantenida el 26 de noviembre de 1974 en las oficinas de Crédito Federal, cuyo copresidente era Antonio García López, del que tanto recelaba Chueca, en la madrileña calle Segre, número 14. A ella acude una fluctuante veintena de personas, número límite para evitar el delito de reunión ilegal{11}. Sus acompañantes son: Ridruejo, Cañellas, Gil Robles, Francisco Javier Casas, Jaime Cortezo, José Pallach, José María Benegas, Juan Ajuriaguerra, Amadeo Cuito, Heriberto Barrera… pero también Álvarez de Miranda y Joaquín Ruiz-Giménez, quienes abandonan el cónclave poco antes de que la policía irrumpiera en el local para proceder a la detención de los 14 presentes. Ruiz-Giménez, no obstante, se personó en la Dirección General de Seguridad hacia las diez de la mañana del día siguiente, acompañado del letrado Gregorio Peces Barba. Los detenidos fueron puestos en libertad.

La Plataforma de Convergencia Democrática, empero, cristalizó y acabó fusionándose con la Junta del opusino Calvo Serer, Trevijano y Carrillo, cabeza visible de un PCE agotado que apostará por el Eurocomunismo tras limar sus aristas en la llamada Platajunta. La muerte de Franco y los Pactos de la Moncloa encauzarán de forma definitiva la elogiada Transición española.

En este contexto, Chueca, siempre fiel a Ridruejo, a quien ilustró su libro Roma, editado por Seminarios y Ediciones en 1968, mantendrá su actividad política sin descuidar otros frentes. Una semana después de fundarse El País{12}, periódico que nace gracias, entre otros, a personas próximas a Chueca, como Vidal Beneyto, impulsor también de la Junta Democrática de España, don Fernando publica su primer artículo, de tono conciliador –«Confusión y propósitos de enmienda»– en dicho diario. En julio hará un homenaje a Julián Marías: «La España real de Julián Marías», para derivar, con el paso de los años, hacia temas relacionados con la Arquitectura, no sin antes cerrar 1976 con el brevísimo «Hispanoamérica», en el que recrimina en vano al diario socialdemócrata el uso del vocablo Latinoamérica. Un año más tarde aparecerá su artículo «Centralismo o pluricentralismo» –martes, 23 de agosto de 1977– donde quien había propiciado los encuentros entre Castilla y Cataluña y acogió la expresión «comunidades diferenciadas», se proclama centralista.

En 1977 es elegido senador por Toledo, encuadrado en la UCD, a la que se había incorporado a través del Partido Demócrata Popular, al que llega tras abandonar la USDE. Tras esta experiencia, Chueca emprenderá �un progresivo retiro de la escena política, aunque sin renunciar a su amado liberalismo adhiriéndose a plataformas como la Federación para la Unión Liberal, que dio como fruto el Partido Liberal del que el propio don Fernando fue presidente. El acceso a la presidencia del Instituto de España, en 1978, a propuesta de Julián Marías, será el primer paso de su repliegue en este campo, al que seguirá una intensa actividad en el Ateneo de Madrid.

Al final de su larga vida, aureolado por el añejo aroma del intelectual represaliado{13}, Fernando Chueca Goitia, experimentado conferenciante, todavía desplegaba –quien firma este trabajo fue testigo– su sereno y barroco verbo evocando lejanos y escurialenses recuerdos.

Julián Marías entrevista en TVE a Fernando Chueca Goitia en su casa de Sevilla (18 enero 1982)

Notas

{1} Ángel Cirilo Chueca Sainz (Tarazona 1883, Madrid 1960) fue un ingeniero especializado en estructuras metálicas. Fernando nació de su primer matrimonio con Carmen Goitia Ajuria, hija de Francisco Goitia y Ostolaza (1851-1914), industrial asociado al II Marqués de Urquijo, Juan Manuel Urquijo Urrutia, creador del banco que lleva su apellido. En los años 60, el Congreso por la Libertad de la Cultura, recién instalado en España, mantendrá estrechos vínculos con otro hombre del Urquijo: el nacionalista catalán Ramón Trias Fargas (1922-1989).

{2} «Materia de recuerdos», Revista de Occidente, Madrid 1967.

{3} J. Marías, «Fernando Chueca Goitia, un arquitecto en la Cultura Española», Fundación Antonio Camuñas, Madrid 1992.

{4} Véase Liberalismo, p. 332.

{5} Véase Olga Glondys, La Guerra Fría cultural y el exilio republicano español, CSIC, Madrid 2012, p. 253.

{6} Véase José Luis Cano, «Recuerdos del antifranquismo», El Ateneo, Madrid 1994, 4ª época, nº IV-V, p. 64.

{7} A mayor escala, en relación con el escándalo CLC-CIA, véase el capítulo 25, «Ese sentimiento de hundimiento», del libro de Stonor Saunders, La CIA y la guerra fría cultural, Ed. Debate, Barcelona 2013, pp. 443-459.

{8} La carta se puede leer en Liberalismo, pp. 350 y 351. También es citada por Laureano López Rodó en La larga marcha hacia la Monarquía, �Noguer, Barcelona 1977, p. 300.

{9} Trascribimos el mismo del libro de Raúl Morodo, Atando cabos. Memorias de un conspirador moderado (I), Ed. Taurus, Madrid 2001, pp. 580-581.

{10} Una Junta cuya estructura anticipaba estas palabras de Santiago Carrillo incluidas en su libro «Eurocomunismo» y Estado, Ed. Grijalbo, Barcelona 1977, pp. 132 y 133: «Al mismo tiempo, la estrategia «eurocomunista» se propone realizar una convergencia con los partidos socialistas y socialdemócratas, con las fuerzas cristianas progresistas, con todos los grupos democráticos no enfeudados a la propiedad de tipo monopolista.»

{11} Véase Manuel Penella, Dionisio Ridruejo. Biografía, RBA libros, Barcelona 2013, pp. 469 y 470.

{12} Sobre la importancia del periodismo en la Transición y el actual régimen político español, véase el artículo de Gustavo Bueno: «Sobre las élites de periodistas en la democracia coronada», El Catoblepas, nº 68, octubre 2007, p. 2.

{13} En la revista E-RPH, Revista Electrónica de Patrimonio Histórico, n. 10, junio 2010, p. 37-69, en un artículo de Ascensión Hernández Martínez titulado: «Fernando Chueca Goitia y el arte mudéjar aragonés: arquitectura, historia y restauración. La intervención en la iglesia de San Félix de Torralba de Ribota (1953-1972)», leemos:

«El arquitecto Fernando Chueca Goitia (1911-2004) es una figura decisiva para comprender la conservación del patrimonio monumental español en la segunda mitad del siglo XX. Titulado en la Escuela de Arquitectura de Madrid en 1936, Chueca Goitia como profesional de espíritu liberal e identificado con la República formó parte de la denominada ‘generación perdida’, aquella que perdió la guerra y sufrió el exilio interior.»

El Catoblepas
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