El colapso de Occidente (original) (raw)
Ismael Carvallo Robledo
Presentación del número dos de la revista El Obstinado Rigor, cuyas palabras adquieren inquietante actualidad ante el atentado reciente en Bélgica y los que seguramente seguirán.
[Ilustración de portada por Juan José Méndez Iglesias]
Ha sido Carlos Marx el que lo dijo: el preámbulo de la decadencia de toda formación histórica no se manifiesta como tragedia, lo hace como comedia. Es algo cómico, ridículo, obtuso, porque la crítica no se dirige ya al enemigo, sino a la espina dorsal de la estructura sobre la que se erige la formación en cuestión pero de cuya existencia no se tiene ya consciencia. Cuando las culpas de todos los males se atribuyen a uno mismo, a tu propio país, a tu propia cultura, a tu propia plataforma histórica -que por ignorancia voluntaria se desprecia-, el colapso, o la podredumbre, es lo que sigue.
Así es como vemos hoy a Occidente, es decir, a las sociedades herederas del racionalismo judeo-cristiano y greco-helenístico, embridadas por la estructura jurídico-universal del imperioromano y cuya decadencia fue anunciada hace más o menos un siglo por Spengler poco antes dela Segunda Guerra Mundial, y en un ambiente a punto de quedar colmado por el destilado irracional del extremismo nazi. Son las sociedades que hoy hablan español, francés, inglés, alemán o italiano, y en cuyas facultades deDerecho se explica, como su fundamento histórico, el derecho romano, escrito durante siglos en latín, el idioma de la Iglesia.
Pero no es nuestro deseo, en este número dos de El Obstinado Rigor, mostrar un rostro catastrofista, sobre todo porque ningún colapso es definitivo. Lo que queremos es advertir, pues ni la risa ni la ironía nos satisfacen. Y el autodesprecio no es opción.
El mundo de hoy no es el de la Guerra Fría, cuando la Unión Soviética era una alternativa real para los críticos occidentales de Occidente, que militaban en los partidos comunistas y que leían a Marx o a Lenin, herederos genuinos, a través de Hegel, del sistema filosófico griego y germánico. Caída esa opción,el mundo no podía seguir siendo ya el mismo.
Pero en Occidente algo fue lo que ocurrió, y son muchos los que siguen pensando que el enemigo lo llevamos dentro. Y mientras China, el mundo islámico o Rusia, que con Putin actualiza la beligerancia soviéticay el decoro occidental, se frotan las manos para tragarse al mundo desde el punto de vista económico, militar, demográfico o religioso, nosotros, atormentados estúpidamente por nuestras culpas, nos seguimos desgastando en debates sobre la defensa de los animales o sobre el extremismo feminista, o por las minorías étnicas, la desestructuración de la familia monógama o postulando un pacifismo pánfilo y armonista, propio de Alicia en el País de las Maravillas, que se presenta como la solución mágica para todos los males dentro de un esquematismo infantil y maniqueo, de buenos y malos.
Juan José Méndez Iglesias ha ilustrado este escenario para nuestra portada, disponiendo el tono general dentro del que se despliega la nómina de nuestros colaboradores, que, acompañados por la pintura taurina de Diego Ramos, presentamos al lector de El Obstinado Rigor como dispositivo de contraste. No se trata ni de un balance exhaustivo ni de un diagnóstico general, sino de poner en duda y a título de advertencia crítica, tal es el papel de la filosofía, algo de lo que para muchos, hoy, se mantiene con el estatuto categórico, y peligroso, por tanto,de la obviedad.