500 años de redacción del El Príncipe de Maquiavelo, Lunes 25 de Noviembre 2013, Seminario de Cultura Mexicana Mazaryk 526 Polanco México DF (original) (raw)

Seminario Permanente

El Seminario de Cultura Mexicana y la FIM José Revueltas presentan
Problemas y aspectos del mundo contemporáneo
Seminario Permanente

Lunes 25 de Noviembre 2013

de 19:30 a 22:00 horas

Mesa de discusión

Participan: Manuel Camacho Solís (Senador de la República), Lucía Laura Muñoz Corona (Dir. Gral. Colegio de Ciencias y Humanidades, UNAM), Alfonso Vázquez (FFyL, UNAM) y Ángel Octavio Álvarez Solís (CIDE)
Presenta: Ismael Carvallo Robledo

Seminario de Cultura Mexicana
mazaryk 526. polanco. méxico df

Cuota de recuperación: 50 pesos.
(para gastos de producción a cargo de la FIM José Revueltas)

Nicoláas Maquiavelo
�Fuerza y prudencia son el nervio de cuanto Estado hubo y habrá.�
Nicolás Maquiavelo. 1469-1527

AUNQUE DE ÉL SE HAYA ESCRITO Y HABLADO TANTO por las plumas y los talentos más refinados de la tradición filosófico-política occidental, desde Gramsci hasta Leo Strauss o Maurice Joly, desde Meinecke hasta Croce o Chabod, de Mansfield o Bobbio a Pocock y Althusser, de Lefort y Viroli a T.S. Elliot, Schmitt o Hegel, desde Espinosa y Skinner a Feijoo o el profesor Gustavo Bueno; aunque todos ellos hayan desarrollado elaboraciones teóricas de una manera sutil y penetrante, fascinante al tiempo que compleja y densa: criticado o encumbrado, nunca ignorado; recorriendo desde uno u otro ángulo, desde esta arista o desde aquella otra de más allá el complejo universo histórico, biográfico y político de Nicolás Maquiavelo; aunque tanta tinta y tantas palabras hayan sido regadas a lo largo de quinientos dilatados años, la triste fama de este condottiero florentino parece mantenerse intacta en el sentido común de un ciudadano cualquiera, ajustándose más o menos a lo que Rafael del Águila describe con claridad cristalina y de manera cruda y despiadada en Sócrates furioso. El pensador y la ciudad (Anagrama, Barcelona, 2004), cuando, al comparar al mentor de Platón con nuestro querido e irónico florentino, y señalando críticamente con el dedo el mito del intelectual apolítico, moralmente impecable y crítico del poder, preso de lo que él llama la falacia socrática, afirma lo siguiente: «si Sócrates es en nuestra tradición un santo sin mácula, nuestro santo patrón, Maquiavelo es el diablo, nuestro canalla. Si alguien es "socrático"; es porque es reflexivo, dialogante, irónico. Si alguien resulta un "maquiavélico" es porque es sencillamente un cerdo sin escrúpulos. Si uno estudia a Sócrates es que quiere aprender y ser un sabio; si lee a Maquiavelo es un ambicioso que sueña con hacerse con el poder absoluto o un bruto o un sádico».

De acuerdo, diría Leo Strauss, pero si Maquiavelo es el diablo, no olvidemos entonces que, en la tradición teológica, el diablo es un «ángel caído». De acuerdo, diría Gramsci, Maquiavelo será el diablo, pero no olvidemos que la característica fundamental de El Príncipe es la de no ser otro tratado frío y sistemático más: es un libro vivo, en el que la ideología política y la ciencia política se fusionan en la forma dramática del mito, configurando de una manera más concreta, «encarnada», a la pasión política. De acuerdo, diría Espinosa, si Maquiavelo es el diablo no perdamos de vista el hecho de que lo que él ha querido mostrarnos es el grado de imprudencia del que da muestras la masa cuando suprime a un tirano sin poder al mismo tiempo suprimir las causas que hacen que un príncipe se convierta en tirano. De acuerdo, nos diría también Chabod, si Maquiavelo es el diablo no olvidemos entonces que, en una época —única en la historia del mundo cristiano— en la que se estaban creando, dentro de los escombros del ordenamiento social y político del medievo, los estados unitarios, no fue otro sino él quien afirmó con claridad la libertad y la grandeza y la virtud de la acción política, la fuerza y la autoridad trágica del poder central. De acuerdo, nos diría acaso Althusser, pero no olvidemos que lo verdaderamente extraordinario del El Príncipe de Maquiavelo es que el lugar donde sitúa su punto de vista no es en realidad el del gobernante, sino el del pueblo, toda vez que, como muy bien señalara él en la dedicatoria de nuestro libro en cuestión, «para conocer bien la naturaleza de los pueblos hay que ser Príncipe, y para conocer bien la de los Príncipes, hay que ser del pueblo».

De acuerdo, en fin, nos dirá quizá también el profesor Gustavo Bueno, convengamos en que Maquiavelo es el diablo, siempre que no se nos escape el hecho de que la concepción de la política asociada a la nueva idea de la razón de Estado, en términos, por ejemplo, maquiavelianos, restaura en cierto modo la idea aristotélica, sólo que desvinculando las posibilidades de la prudencia o el arte políticos de las leyes morales, y centrando la atención en la tecnicidad del Estado y en la necesidad estratégica de lograr que el régimen en cuestión pueda dar cada día «un paso más en el tiempo».

Tenemos a la vista, así, una variada y rica multitud de tratados y teorías, de biografías e interpretaciones, realizadas desde las más diversas latitudes, escuelas y tradiciones filosóficas o teóricas, que se nos ofrecen como fondo donde se dibujan los perfiles de una figura indiscutiblemente fascinante, encarnación del mal y del misterio, de la intriga y la pasión, del realismo y la ironía, del hombre político y del estadista por antonomasia pero que, digámoslo una vez más, contrastan de manera quizá grosera con la imagen que de él se tiene en el foro, y que ha pasado a ser, acaso como ninguna otra figura en la historia, inequívoca seña o atributo constitutivo de una personalidad: sin necesidad de haberlo siquiera leído, no hay nadie que no sepa que, ante una persona «maquiavélica», lo más prudente es tomar la mayor distancia posible o retirarle de inmediato la confianza.

¿Cómo analizar fenómeno histórico-social, ideológico y cultural semejante a 500 años de haberse redactado libro de tanta fama como la de El Príncipe? ¿Tiene sentido volver a leer a un autor que escribió en los albores del Antiguo Régimen? ¿Y cuál podría ser, de entre las diversas plataformas y coordenadas de interpretación, la más adecuada para entender a Maquiavelo en nuestro tiempo, marcado por el prestigio de mitos ideológicos tan potentes aunque oscuros como los de la democracia, la libertad individual, la felicidad, el relativismo cultural, la tolerancia y los derechos humanos? ¿Puede un «demócrata» ser también «maquiavélico»? ¿Era Maquiavelo mismo un demócrata, o más bien quizá un tirano en potencia? ¿Tiene sentido plantearse pregunta semejante? ¿Cómo es posible que, en los tiempos del humanismo renacentista, apareciera solitario el pensador implacable de la necesidad de encarar y ejercer el mal en política? ¿Es dable querer interpretar a Maquiavelo desde la dicotomía izquierda-derecha, siendo que esta distinción no aparece sino hasta el siglo XIX? ¿Y quiénes serían los Savonarolas o los Maquiavelos de hoy en día? ¿Se podrá concluir quizá que, ante el triunfo y predominio de la democracia liberal como única forma política posible, la herencia de Maquiavelo se ha desvanecido por completo? ¿O no será que son precisamente esos mitos impecables —democracia, diálogo, tolerancia, armonía, felicidad— los que nos confirman que Maquiavelo está más presente que nunca, por aquello de que, como decía Tucídides en dirección similar a la señalada por Maquiavelo, «no se puede gobernar una ciudad sin mentirle»? ¿Y si Tucídides ya lo dijo, en que habrá consistido entonces la clave de la novedad «moderna» de Maquiavelo?

Dispuestas como detonador polémico del debate y el intercambio, ofrecemos estas consideraciones como cifrado armónico de nuestra última MESA DE DISCUSIÓN, con la que concluimos el año académico 2013 de nuestro seminario sobre PROBLEMAS Y ASPECTOS DEL MUNDO CONTEMPORÁNEO.

Bibliografía recomendada

Libros

Althusser, Louis, Maquiavelo y nosotros, Akal, Madrid, 2004.

Bobbio, Norberto, La teoría de las formas de gobierno en la historia del pensamiento político, FCE, México DF, 2001 (primera edición de 1987).

Bueno, Gustavo, Primer ensayo sobre las categorías de las �ciencias políticas�, Biblioteca Riojana, Logroño, 1991.

Chabod, Federico, Escritos sobre Maquiavelo, FCE, México, 1984.

Del Águila, Rafael, La República de Maquiavelo, Tecnos, Madrid, 2006.

—, Sócrates furioso. El pensador y la ciudad, Anagrama, Barcelona, 2004.

—, La senda del mal: política y razón de Estado, Taurus, Madrid, 2000.

Feijoo, Benito Jerónimo, Maquiavelismo de los antiguos, en Teatro Crítico Universal, Tomo quinto, Discurso Cuarto, disponible en Proyecto Filosofía en español,

Gramsci, Antonio, Notas breves sobre la política de Maquiavelo, en Cuadernos de la Cárcel, ERA-BUAP, México, 1999, Cuaderno 5.

Lefort, Claude, Maquiavelo. Lecturas de lo político, Trotta, Madrid, 2010.

Maquiavelo, Nicolás, Obras, Vergara, Barcelona, 1961.

Mansfield, Harvey C. Jr., Maquiavelo y los principios de la política moderna. Un estudio de los discursos sobre Tito Livio, FCE, México, 1983.

Pocock, John, El momento maquiavélico: el pensamiento político florentino y la tradición republicana atlántica, Tecnos, Madrid, 2008.

Skinner, Quentin, Los fundamentos del pensamiento político moderno, II Tomos, FCE, México, 1985.

Strauss, Leo, Thoughts on Machiavelli, University of Chicago Press, Chicago, EEUU, 1995.

—, Historia de la filosofía política, FCE, México, 1996 (múltiples ediciones).

Villari, Pasquale, Maquiavelo. Su vida y su tiempo, Gandesa, Barcelona-México, 1965.

Viroli, Maurizio, La Sonrisa de Maquiavelo, Biografía, Tusquets, México, 2000.

—, De la política a la razón de Estado. La adquisición y transformación del lenguaje político (1250-1600), Akal, Madrid, 2009.

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