La Idea Filosófica de Alma Racional o Espíritu (original) (raw)

José Manuel Rodríguez Pardo

El alma de los brutos en el entorno del Padre Feijoo. Capítulo 9

Análisis de Ideas filósoficas

clave en la polémica feijoniana (I):
la Idea Filosófica de Alma Racional o Espíritu

Biblioteca Filosofía en español, Fundación Gustavo Bueno
Pentalfa Ediciones, Oviedo 2008, páginas 289-317

José Manuel Rodríguez Pardo, El alma de los brutos en el entorno del Padre Feijoo, Oviedo 2008«El Ser del Espíritu no consiste, como el de la piedra, en «estar ahí», sino, por el contrario, en «estar en sí y sobre sí». Esto que Hegel insinúa se advierte muy bien en el hombre, que es, a la par, término de la Naturaleza e iniciación del Espíritu. Realidad fronteriza y oscilante, el hombre es unas veces lo uno, y otras, lo otro. Por eso distinguimos cuando el prójimo «está fuera de sí» –y decimos: “¡Qué animal!”, y cuando “está sobre sí”– y decimos: “¡Qué espíritu!”.» José Ortega y Gasset

1. Contextos mundanos de la Idea filosófica de Espíritu.

«Espíritu» es un término con gran difusión en contextos mundanos, y puede que tanto o más confuso que el término «Alma», que ya hemos comenzado a analizar anteriormente, y continuamos en realidad aquí analizando una de sus vertientes. Sin embargo, y a pesar de toda esa confusión, partimos con una clara ventaja: al haber realizado una clasificación exhaustiva de los términos relacionados con el Alma, siendo uno de ellos el Espíritu, en tanto que alma racional y emparejada con el cuerpo como concepto conjugado –en el ya citado artículo de G. Bueno, «Conceptos conjugados», El Basilisco, 1 (1ª época) (1978), pág. 92–, el camino queda más despejado.
No obstante, en este capítulo hemos de dedicarnos de modo más exhaustivo y no sólo clasificatorio a analizar esta Idea filosófica. Es bien sabido que el Espíritu no puede reducirse a ser simplemente el alma racional, pues éste es sólo un caso particular dentro de sus múltiples acepciones. De hecho, la definición más genérica de Espíritu no es alma racional, sino «sustancia distinta del cuerpo». Estos extremos podemos comprobarlos consultando los diccionarios más comunes, comenzando por el Diccionario de la Real Academia española de 1726, del que sabemos que Feijoo tenía a mano algún ejemplar –ver Agustín Hevia Ballina, «Hacia una reconstrucción de la Librería particular del Padre Feijoo», en Studium Ovetense, IV (1976), pág. 144–. Así, en el propio Diccionario se dice:

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