Zeferino González, Foxo Morcillo (original) (raw)
Foxo Morcillo (Sebastián) merece figurar entre los más ilustres representantes de la Filosofía española durante el siglo XVI. Nació en Sevilla, año de 1528, y después de haber hecho los primeros estudios en España, pasó a completarlos en la universidad de Lovaina, una de las más florecientes y afamadas por aquel tiempo. No tardó en llegar a oídos de Felipe II la justa fama del saber y virtudes de Morcillo, y este gran monarca, que se complacía en honrar y ensalzar a los hombres de verdadero mérito, puso en él los ojos desde luego y le llamó a España, para confiarle el cargo de preceptor del príncipe D. Carlos su hijo. Desgraciadamente el filósofo sevillano no pudo tomar posesión de tan importante cargo, pues pereció en la mar, por haberse ido a pique la nave que le conducía a su patria desde los Países Bajos.
Foxo Morcillo, que apenas contaba treinta años de vida cuando naufragó, había escrito ya numerosas y excelentes obras,{1} las cuales son testimonio auténtico de su grande fecundidad científica. [72]
Para formar idea del pensamiento doctrinal de Foxo Morcillo, conviene distinguir y considerar en él al filósofo independiente, al filósofo del Renacimiento y al filósofo cristiano.
En el primer concepto, el filósofo sevillano se manifiesta desde luego partidario de la libertad de filosofar, haciendo alarde de marchar con independencia de Aristóteles, de Platón y de otro cualquiera,{2} buscando la verdad y la probabilidad doquiera se encuentren, y anteponiendo la investigación propia de la verdad y sus resultados a la opinión autoritaria y sin discernimiento: anteponendum est studium veritatis opinioni de alterius auctoritate temere sumptae.
En conformidad con esta dirección ecléctica e independiente, y como resultado de la misma, Morcillo
a) Se esfuerza y procura conciliar la Filosofía de Platón y la de Aristóteles, aproximando sus soluciones, para lo cual interpreta su doctrina en un sentido amplio y comprensivo, aunque no siempre fundado y exacto. Tal sucede principalmente con la teoría [73] platónica de las ideas, pues Foxo Morcillo no se contenta con suponer que para Platón las ideas existen sólo en la inteligencia divina y no fuera de ésta, suposición que dista mucho de ser incontestable, sino que pretende identificar, o poco menos, las ideas platónicas con las formas substanciales de Aristóteles. En este concepto, el filósofo español preludia a ciertos modernos, especialmente entre los alemanes, que tuvieron y tienen el mismo empeño por fundir y conciliar la teoría de Platón con la de Aristóteles. En nuestro sentir, ni el primero ni los últimos consiguieron su objeto, porque a ello se oponen las diferencias profundas, por no decir antitéticas, que separan las dos teorías aludidas. La natura secunda que Foxo atribuye al filósofo de Estagira para compararla e identificarla en cierto modo con la mundi anima de Platón, carece de sólido fundamento.
Si no son siempre acertadas y exactas las aproximaciones y afinidades que Foxo Morcillo establece entre Platón y Aristóteles, tampoco lo son siempre las diferencias que indica o supone entre los mismos en orden a determinadas cuestiones. Así, por ejemplo, aunque es cierto que Platón y Aristóteles convienen en considerar la materia como sujeto (qua in re hoc convenit Platoni cum Aristotele, quod materiam veluti subjectum posuerit), y aun esto, si se sobreentiende la materia prima, no lo es que se diferencien entre sí, porque Aristóteles enseña que la forma substancial es causa eficiente y principio primero (differt tamen, quod Aristoteles formam velut causam efficientem ac principium primum cesserint esse) y activo de la substancia. Para el filósofo de Estagira, la forma, el primer acto, [74] actus primus, es la causa formal, y en el concepto de tal, es la raíz de los actos segundos, pero no es la causa eficiente de la cosa o substancia: una cosa es el agente o movente que educit ex potentia materiae la forma substancial, y otra cosa es la misma forma.
No es más exacta y fundada la diferencia que entre los dos filósofos establece{3} en orden a la privación como principio de las cosas, porque la verdad es que, para Aristóteles, lo mismo que para Platón, la privación no es un ser o principio positivo, sino la ausencia de la forma, ausencia que en orden de la naturaleza, aunque no de tiempo, es anterior a la introducción de la forma nueva.
b) En la cuestión referente al origen y constitución del conocimiento, adopta también una posición independiente, pues ni admite las ideas innatas, y mucho menos su preexistencia ante unionem animae cum corpore, como Platón, ni tampoco admite, como Aristóteles, que las ideas todas traen su origen de los sentidos y son resultado o elaboraciones de la actividad del entendimiento. Aunque en esta, como en otras varias cuestiones, Morcillo no se expresa con la claridad ni con la fijeza y constancia que fuera de desear, del conjunto de sus explicaciones parece inferirse: 1.º, que consideraba algunas ideas, y con especialidad las del bien y la verdad, como innatas propiamente; 2.º, que consideraba a las demás ideas, o al menos a muchas, como innatas implícitamente, como impresiones [75] espontáneas, como semillas naturales del conocimiento (ad omnia intelligenda et agenda, veluti semina quaedam habemus a natura), de manera que el conocimiento racional y científico depende de los sentidos y de ciertas nociones innatas de la inteligencia,{4} como de causas parciales que integran una causa total y completa.
c) Expresión de las tendencias independientes de Foxo son igualmente algunas otras opiniones más o menos originales, entre las cuales es digna de notarse la que se refiere al origen del alma sensitiva en el hombre, pues parece suponer que es producida por el alma racional: In homine anima rationalis, ex se aliam quasi animam producit, corpori annexam, quam sensitricem apellamus.
Como filósofo del Renacimiento, Morcillo escribe con cierta elegancia, se expresa con dureza, que raya en injusticia, contra los escolásticos; recomienda, o, mejor dicho, exige como necesario para la Filosofía el estudio del griego y de la retórica, y concluye por calificar de obscura y falta de método a la lógica misma de Aristóteles.
Como filósofo cristiano, el fondo de su Filosofía entraña las soluciones de la Filosofía católica en orden a los problemas capitales de la ciencia, y coincide generalmente con la doctrina de Santo Tomás, aun en cuestiones de importancia secundaria, según se echa de [76] ver fácilmente en su doctrina acerca de las ideas divinas, acerca del mundo y de sus relaciones con Dios, acerca de la naturaleza de las facultades del alma, de su número, de sus funciones, y hasta acerca del modo con que permanecen las sensitivas en el alma separada del cuerpo, acerca de la naturaleza y objeto de la ciencia, con otras muchas cuestiones filosóficas.
Antes de concluir, debemos notar que, en medio de sus tendencias y dirección eclécticas, a pesar de su dirección y alardes de independencia y a través de sus ensayos de conciliación, se descubren en el filósofo español cierta predilección y como simpatías marcadas hacia Platón y sus teorías filosóficas. En este concepto, y desde este punto de vista, merece ser considerado como uno de los representantes del platonismo en España.
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{1} Por el testimonio de Nicolás Antonio y de otros bibliógrafos sabemos que nuestro filósofo había escrito ya las siguientes obras: De natura philosophiae, seu de Platonis et Aristotelis consensione.– Compedium ethices philosophiae ex Platone, Aristotele, aliisque philosophis collectum.– In Platonis Timaeum, seu de universo commentarius.– In Phaedonem Platonis, seu de animarum immortalitate.– In Platonis decem libros de Republica, commentarius.– De demonstratione, ejusque necessitate ac vi.– De usu et exercitatione dialecticae.– De studii philosophi ratione.– De styli informandi ratione.
Los ejemplares de estas obras son hoy muy raros, y sería de desear que los bibliófilos españoles y el gobierno mismo promovieran y facilitaran una edición completa de los escritos de este filósofo español, tan notable como olvidado.
{2} «Eam enim semper rationem mire in studiis meis vel scriptis decrevi, ut nullius in verba auctoris jurare velim, sed quae mihi magis probabilia videantur, ea maxime complecti, sive ab Aristotele, sive a Platone, sive a quovis alio dicantur.» De natura philos. sea de Platonis, et Arist. consens., lib. I, cap. I.
{3} «Aristóteles, escribe Morcillo, privationem formae contrariam inter principia naturalia retulit: Plato vero non ut principium, sed ut formae absentiam, in materia nuda posuit.» Comment. in Timaeum Plat.
{4} «Necesse profecto est aliquas mentibus nostris impressas esse a natura rerum formas putatie, non facultate tantum, ut putat Aristoteles, sed actu, eo modo, ut nec sensus sine iisdem notionibus satis ad pariendam scientiam sint, nec sine sensibus ipsae notiones.» De demonstrat. ejusque necessit., cap. III.