Zeferino González, Ocasionalismo cartesiano. Geulincx (original) (raw)
El dualismo absoluto proclamado por la Filosofía cartesiana, especialmente en el orden cosmológico y en el antropológico, llevaba en su seno la teoría ocasionalista, teoría que no tardó en presentarse a cara descubierta bajo la pluma de Geulincx y de Malebranche.
El primero de éstos (Arnaldo Geulincx), que nació [245] en Amberes en 1625, después de haber enseñado la Filosofía cartesiana en Lovaina por espacio de algunos años, fijó su residencia en Alemania, donde escribió la mayor parte de sus obras, y donde falleció cuando apenas contaba cuarenta y cinco años de edad.
En sus diferentes escritos{1} Geulincx se muestra enemigo de la Filosofía escolástica, a la vez que amigo y patrocinador de la cartesiana, cuyas tendencias y aficiones racionalistas afirma y desenvuelve, mostrándose partidario y defensor de la Filosofía de Descartes en todas sus partes, hasta el punto que sus escritos pueden considerarse como una especie de comentario de aquélla.
Hállanse, sin embargo, en Geulincx algunas ideas relativamente originales, entre las cuales puede citarse su doctrina acerca del fin que debe proponerse el hombre en sus actos; pues, según este filósofo, debemos prescindir por completo de la felicidad o premio, y obrar únicamente con el fin de cumplir la obligación (ad felicitatem nostram nihil, ad obligationem omnia referre) o deber, el cual consiste en hacer lo que Diosnos manda, precisa y puramente porque lo manda. Propter beatitudinem consequendam nihil facere vel omittere debemus, sed facere debemus quod jubet Deus, mere quia jubet, et omittere quod vetat Deus, mere quia vetat.
Esta doctrina del filósofo cartesiano puede considerarse como el antecedente histórico de les modernas [246] teorías ético-panteístas y de esos imperativos categóricos, expresión genuina del principio racionalista aplicado a la ciencia moral. Ni es este el único lazo que une al cartesiano Geulincx con el racionalismo de la Filosofía novísima; pues, preludiando al filósofo de Königsberg, afirma que muchas de las cosas que atribuimos a los objetos, no son más que formas o modos de nuestro pensamiento: intellectus noster modos suarum cogitationum rebus a se cogitatis tribuit.
Pero lo que caracteriza a Geulincx como filósofo es la teoría ocasionalista, para la cual le bastó sacar las consecuencias naturales y lógicas de la doctrina de Descartes acerca de la naturaleza del alma y del cuerpo y de su unión en el hombre. Si el alma y el cuerpo son dos substancias, no solamente distintas, sino antitéticas bajo todos conceptos; si el cuerpo no es más que extensión y el alma pensamiento, y, sobre todo, si son de tal naturaleza que no pueden unirse substancialmente (in ratione formae substantialis), o sea en unidad substancial de esencia específica y de persona; si son, en fin, dos cosas completamente independientes y contradictorias en su ser y funciones, será preciso reconocer que ni el cuerpo obra sobre el alma, ni ésta sobre aquél. Luego la causalidad entre los dos es sólo aparente y ocasional. Así es que los movimientos del cuerpo son a lo más una ocasión instrumental (occasio aliqua instrumentalis) de los actos del alma o del yo; porque sabido es que, para los cartesianos, el alma es todo el hombre o la persona humana, y los actos de la voluntad son meras ocasiones respecto de los movimientos del cuerpo; de suerte que éstos y aquéllos se verifican sin que entre ellos [247] intervenga ningún influjo ni causalidad (sine ulla alterius in alterum causalitate vel influxu) verdadera, a la manera de dos relojes que marchan en armonía en fuerza de la acción y dirección previa del artífice: sicut duobus horologiis rite inter se et ad solis diurnum cursum quadratis propter meram dependentiam qua utrumque ab eadem arte et simili industria constitutum est.
Ya queda indicado que Malebranche enseñó también el ocasionalismo, sistema que no es más que una transformación o evolución de la teoría metafísico-psicológica de Descartes. Sólo que Mallebrauche, como veremos, generalizó más que Geulincx la teoría ocasionalista, llegando hasta negar toda causalidad eficiente a las cosas creadas.
Así es que en la idea ocasionalista, incubada por la Filosofía de Descartes, pueden distinguirse o señalarse tres fases en progresión ascendente. En la primera, representada por el médico La Forge, arriba citado, la teoría ocasionalista se limita a indicar la posibilidad de que la dependencia que observamos entre ciertos actos del alma y los del cuerpo, proceda de una voluntad independiente del alma humana y superior a la misma:Sive illius causa dependentiae veniat a voluntate ipsa mentis, quae est unita, sive procedat ab aliqua alia voluntate, quae ipsa superior est.
La segunda fase del principio ocasionalista se halla representada por Geulincx, que rechaza y suprime la relación causal y efectiva entre el alma racional y el cuerpo, pero sin extender y, aplicar esto a las demás substancias creadas. La cual extensión o aplicación constituye la tercera fase y como la última evolución [248] del principio ocasionalista, y cuya representación genuina corresponde de justicia al autor de la Investigación de la verdad, de quien vamos a tratar.
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{1} Las más importantes de sus obras son las siguientes: Logica fundamentis suis, a quibus hactenus collapsa erat, restituta.–Metaphysica vera et ad mentem peripateticam.–Compendium physicae.– Annotata majora in principia philosophiae Renati Descartes.