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Papers by Carolina Etcheverry
El proceso abierto en Buenos Aires en 1821, designado por muchos como la " feliz experiencia riva... more El proceso abierto en Buenos Aires en 1821, designado por muchos como la " feliz experiencia rivadaviana " , es sin dudas muy conocido como lo son también los debates que su valoración ha merecido en la historiografía local. La dimensión siempre destacada ha sido la voluntad de transformación que movilizó a la élite gobernante en su política de reformas y el grado de optimismo que guió sus iniciativas. Aún reconociendo que tal optimismo no siempre tuvo su correlato en el éxito de las experiencias puestas en marcha, la certeza inicial de que era posible cambiar la sociedad a partir de una grilla legislativa aplicada desde la cúspide del Estado generó ciertas mutaciones en algunos aspectos del entramado social, entre los que se destaca la práctica política. Los argumentos tantas veces proclamados por los publicistas del régimen no fueron sólo invocaciones retóricas desvinculadas de la realidad sino que redefinieron a ésta en muchos sentidos, consolidando ciertos principios sobre los cuales no fue posible volver atrás. ¿Sobre qué bases se propuso la elite dirigente iniciar el proceso de transformación anhelado? En primer lugar, se hacía imprescindible volver la mirada sobre el territorio bonaerense y cerrar sus fronteras frente a potenciales ingerencias que pudieran perturbar la marcha hacia el progreso y la felicidad pública. La idea de que Buenos Aires debía desentenderse –al menos por un tiempo-de los lazos que la habían unido al resto del territorio del ex virreinato gozaba de un consenso en el interior de la provincia, extensivo no sólo a los
El proceso abierto en Buenos Aires en 1821, designado por muchos como la " feliz experiencia riva... more El proceso abierto en Buenos Aires en 1821, designado por muchos como la " feliz experiencia rivadaviana " , es sin dudas muy conocido como lo son también los debates que su valoración ha merecido en la historiografía local. La dimensión siempre destacada ha sido la voluntad de transformación que movilizó a la élite gobernante en su política de reformas y el grado de optimismo que guió sus iniciativas. Aún reconociendo que tal optimismo no siempre tuvo su correlato en el éxito de las experiencias puestas en marcha, la certeza inicial de que era posible cambiar la sociedad a partir de una grilla legislativa aplicada desde la cúspide del Estado generó ciertas mutaciones en algunos aspectos del entramado social, entre los que se destaca la práctica política. Los argumentos tantas veces proclamados por los publicistas del régimen no fueron sólo invocaciones retóricas desvinculadas de la realidad sino que redefinieron a ésta en muchos sentidos, consolidando ciertos principios sobre los cuales no fue posible volver atrás. ¿Sobre qué bases se propuso la elite dirigente iniciar el proceso de transformación anhelado? En primer lugar, se hacía imprescindible volver la mirada sobre el territorio bonaerense y cerrar sus fronteras frente a potenciales ingerencias que pudieran perturbar la marcha hacia el progreso y la felicidad pública. La idea de que Buenos Aires debía desentenderse –al menos por un tiempo-de los lazos que la habían unido al resto del territorio del ex virreinato gozaba de un consenso en el interior de la provincia, extensivo no sólo a los