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EL RETORNO DEL AMADO Al caer la noche el enemigo huyó con cortes de espada y heridas de lanza gra... more EL RETORNO DEL AMADO Al caer la noche el enemigo huyó con cortes de espada y heridas de lanza grabados en su espalda. Nuestros héroes hicieron ondear banderas de triunfo y entonaron cantos de victoria al ritmo de los cascos de sus caballos, que resonaban en; las piedras del valle. La luna ya se había levantado de atrás de Fam El Mizab. Las rocas, enormes y elevadas, parecían alzarse con el espíritu del pueblo, y el bosque de cedros semejaba una medalla de honor en el pecho del Líbano. Continuaron su marcha, y la luna brilló por encima de sus armas. Las lejanas cavernas resonaron repitiendo sus cánticos de alabanza y victoria hasta que, al pie de una cuesta, los detuvo el relincho de un caballo que se erguía entre las rocas grises como esculpido en ellas. En las cercanías del caballo encontraron un cuerpo, cuya sangre había manchado la tierra en que yacía. .Mostradme su espada y os diré quién es su dueño-gritó el jefe del escuadrón. Algunos soldados desmontaron y rodearon al muerto. Uno de ellos dijo al jefe:-Sus dedos cogen la empuñadura con toda su fuerza. Sería afrentoso quitarle la espada. Otro dijo:-La espada está cubierta por la sangre de la vida que huía y que ahora oculta su metal. Un tercero agregó:-La sangre coaguló tanto sobre la mano como sobre la empuñadura, e hizo de ellas una sola pieza. El jefe, entonces, desmontó y caminó hacia el cuerpo.-Levantad su cabeza-dijo-, y dejad que la luna ilumine su rostro, de modo que podamos saber quién es. Los hombres hicieron lo ordenado y el rostro del muerto apareció detrás del Velo de la Muerte, con signos de valor y nobleza. Era el rostro de un poderoso caballero y trasuntaba virilidad. Era el rostro de alguien que había chocado valientemente contra el enemigo y se enfrentaba a la muerte sonriendo. El rostro de un héroe libanés que, ese día, había dado testimonio del triunfo pero no había vivido para marchar y cantar y celebrar la victoria con sus camaradas. Cuando sacaron el paño de seda de su pálido rostro y le limpiaron el polvo de la batalla, el jefe, como en agonía, gritó:-¡Es el hijo de Assaaby! ¡Qué terrible pérdida! Y los hombres repitieron ese nombre, suspirando. El silencio, entonces, los cubrió, y sus corazones, embriagados por el néctar de la victoria, recuperaron la sobriedad, porque habían visto algo más grande que la gloria del triunfo en la pérdida de un héroe. En esa escena de espanto se erguían como estatuas de mármol, y sus lenguas, tiesas, se encontraban mudas y sin voz. Esto es lo que la muerte hace con las almas de los héroes: llorar y lamentarse es cosa de mujeres, quejarse y gritar es propio de niños. Para el dolor de los hombres de armas lo único digno es el silencio, que atenaza el corazón con tanta fuerza como las garras del águila la garganta de su presa. Es ese silencio que se eleva por encima de las lágrimas y gemidos el que, en su majestad, agrega pavor y angustia a la desgracia, ese silencio que hace que el alma descienda de la cima de la montaña al abismo. Ese silencio que anuncia la llegada de la tempestad. Y cuando la tempestad no se hace presente es porque el silencio resulta más fuerte que ella. Quitaron entonces la ropa al joven héroe para ver dónde había clavado la muerte sus aceradas garras y en, su pecho aparecieron las heridas, como labios que hablaban en la sere nidad de la noche proclamando la valentía de los hombres. El jefe se acercó al cuerpo y cayó de rodillas. Mirando mejor al guerrero muerto encontró un pañuelo bordado cofa hilos de oro atado en torno a su brazo y reconoció la mano que había hilado la seda, y los dedos que habían tejido su hebra. Lo guardó debajo de sus ropas y se apartó lentamente, ocultando con mano temblorosa su rostro agobiado. Hasta entonces esa mano había arrancado, con su

Research paper thumbnail of Gibran Khalil Gibran - Los Secretos del Corazon

L L LI I IB B BR R RO O Od d do o ot t t.. .c c co o om m m GIBRÁN KHALIL GIBRÁN LOS SECRETOS DEL... more L L LI I IB B BR R RO O Od d do o ot t t.. .c c co o om m m GIBRÁN KHALIL GIBRÁN LOS SECRETOS DEL CORAZON (1931) Revisado por Carlos J.J. La majestuosa mansión se encontraba bajo las alas de la noche silente, como la Vida bajo la envoltura de la Muerte. En su interior, una doncella sentada ante un escritorio de marfil, reclinada su bella cabeza sobre suave mano, como una lila marchita sobre sus pétalos. Miraba, alrededor de sí y se sentía una miserable prisionera que lucha por atravesar los muros del calabozo para contemplar a la Vida, marchando en el cortejo de la Libertad. Las horas pasaban como los espectros de la noche, como una procesión entonando el fúnebre canto de su pena, y la doncella se sentía segura derramando sus lágrimas en angustiosa soledad. Cuando no pudo resistir más su sufrimiento y se sintió en plena posesión de los secretos de su corazón, tomó la pluma y, mezclando lágrimas y tinta sobre el pergamino, escribió: Amada hermana: Cuando en el corazón se apiñan los secretos, y arden los ojos por las quemantes lágrimas, y las costillas parecen estallar con el creciente confinamiento del corazón, no se puede hallar otra expresión de ese laberinto salvo una oleada de liberación como ésta. Las personas melancólicas gozan lamentándose, y los amantes hallan alivio y condolencia en sus sueños, y los oprimidos se deleitan cuando causan conmiseración. Te escribo porque me siento como un poeta que imagina la belleza de las cosas y compone en versos sus impresiones, presa de un poder divino... Soy como el niño del hambriento que llora por su alimento, haciendo caso omiso de la condición de su pobre y piadosa madre y de su fracaso en la vida. Escucha mi dolorosa historia, querida hermana, y llora conmigo, pues sollozar es como una plegaria y las lágrimas de piedad son caridad porque surgen de un alma buena y sensible y no se derraman en vano. Fue la voluntad de mi padre que me casara con un hombre noble y rico. Mi padre era como la mayoría de los hombres ricos que, por temor a la pobreza, sólo gozan de la vida cuando pueden acrecentar su riqueza y agregar más oro a sus cofres, para ganar con su esplendor el favor de la nobleza, anticipándose así a los ataques de los días aciagos... Y ahora descubro que soy, con todo mi amor y mis sueños, una víctima sobre un altar de oro que odio, y dueña de un honor heredado que desprecio. Respeto a mi esposo porque es amable y generoso con todos; trata de hacerme feliz y gasta su oro para complacer mi corazón, pero he descubierto que todas estas cosas no valen lo que un momento de verdadero y divino amor. No te burle s de mí, hermana, pues ahora soy una persona muy instruida acerca de los anhelos del corazón de una mujer-ese palpitante corazón como un pájaro en el vasto cielo del amor-, como una copa vuelta a colmar con el vino de los tiempos, añejado para las almas sedientas... como un libro en cuyas páginas se leen capítulos de felicidad y desventura, regocijo y dolor, alegría y pesar. Nadie puede leer este libro, excepto el verdadero compañero que es la otra mitad de la mujer, y que ha sido creado para ella desde el principio del mundo. Sí, me he convertido en la más sabia de las mujeres en lo que atañe al objeto del alma y el sentido del corazón, porque he descubierto que mis magníficos corceles y carruajes y relucientes cofres de oro y sublime nobleza no valen lo que una mirada de ese pobre joven que espera pacientemente, sufriendo los tormentos de la aflicción y la desventura... Ese joven oprimido por la cruel voluntad de mi padre, prisionero en la estrecha y melancólica celda de la Vida... Por favor, querida mía, no urdas nada para consolarme, pues la calamidad por medio de la cual he descubierto el poder de mi amor es mi gran consuelo. Ahora miro hacia adelante a través de mis lágrimas, y

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L L LI I IB B BR R RO O Od d do o ot t t.. .c c co o om m m GIBRÁN KHALIL GIBRÁN NINFAS DEL VALLE... more L L LI I IB B BR R RO O Od d do o ot t t.. .c c co o om m m GIBRÁN KHALIL GIBRÁN NINFAS DEL VALLE (1948) MARTA I El padre de la niña murió cuando Marta estaba todavía en la cuna y su madre falleció antes de que la niña cumpliera diez años de edad. Fue a vivir sus años de orfandad en la casa de un pobre vecino, que con su mujer y sus hijos, vivía de los frutos de la tierra en una pequeña y. aislada aldea, en uno de los hermosos valles del Líbano. Al morir el padre de Marta, por toda herencia le dejó su nombre y una pobre cabaña que se alzaba entre nogales y álamos. De su madre sólo había hererado lágrimas de dolor y su orfandad total. Vivió como una extranjera en la tierra que la había visto nacer, sola entre árboles frondosos y altas rocas. Cada mañana, la niña caminaba descalza, vestida de harapos, e iba a ordeñar a las vacas a una región del valle donde el pasto era rico, y allí se sentaba la niña a la sombra de un árbol. Canta con los pajarillos y lloraba. con el arroyo, mientras enviciaba a las vacas por disponer de abundante comida. Contemplaba las flores y el revoloteo de las mariposas. Al hundirse el sol en el horizonte el hambre se apoderaba, de ella, y volvía a la cabaña, a sentarse junto a la hija de su tutor , y a comer una escasa ración de pan de maíz, con un poco de truta seca y frijoles humedecidos en vinagre y aceite de oliva. Después de la frugal cena, extendía pa. a seca en el: suelo, en un rincón, y se acostaba, reposando la cabeza en sus brazos. Luego se dormía y suspiraba, y deseaba que lavidà fuera un sueño largo y profundo, sin ensueños y sin despertar. Cerca del alba, su tutor la despertaba bruscamente para que lo sirviera, y la niña despertaba temblando de miedo por la dureza y la ira de su tutor. Así pasaron varios años en la vida de Marta, la desventurada, entre aque.llas distantes colinas y apartados valles. Pronto comenzó a sentir la niña en su corazón el despertar de emociones que hasta entonces no había tenido; era como estar conciente del perfume del corazón de una flor. Extraños sueños y pensamientos se arremolinaban en ella, como un rebaño que cruzara un río. Despertaba en ella la mujer y parecía tierra fresca y virgen preparada para recibir la semilla del conocimiento, y para sentir las huellas de la experiencia. Era una muchacha retraída y pura, a la que un decreto inescrutable del destino había exiliado en aquella granja apartada, cuya vida se regía en todas sus fases con las estaciones del año. Era como una sombra de un dios desconocido, que residiera entre la tierra y el sol. Los que hemos pasado la mayor parte de nuestra existencia en ciudades llenas de gente sabemos muy poco de la vida de quienes habitan en los pueblos y en las aldeas apartadas del Líbano. Nos arrastra la corriente de la civilización moderna. Hemos olvidado-o por l o menos así lo pensamosla filosofía de esa vida hermosa y simple, llena de pureza y de candor espiritual. Pero si volviéramos la mirada hacia esa-vida, la veríamos sonreír en lá primavera, la veríamos durmiendo la siesta al sol del verano; la veríamos cosechar en el otoño, y reposar en el invierno, y la consideraríamos como a nuestra madre naturaleza en todos sus estados de ánimo. Somos más ricos en bienes materiales que aquellos aldeanos; pero el espíritu del campesino es más noble que el nuestro. Nosotros sembramos mucho, y no cosechamos nada; en cambio, todo lo que ellos siembran lo cosechan. Nosotros, los que vivimos en la ciudad, somos esclavos de nuestros apetitos; ellos, son los hijos de la alegría simple. Nosotros bebemos en la copa de la vida un líquido enturbiado con amargura,, desesperación, temores y hastío. Ellos beben el claro vino de la vida sencilla. Marta llegó a la edad de dieciséis años. Su alma era un reluciente espejo que reflejaba toda la hermosura de los campos, y su corazón era como los anchos valles, que repetía, como el eco, los sonidos dula. Naturaleza. Un día de otoño, en que el campo parecía lleno de tristeza, la muchacha se sentó junto a un arroyo, sintiendo que su alma estaba libre de la prisión terrenal, como los pensamientos de la imaginación de un poeta, y contempla ba la danza de las hojas amarillas conforme iban cayendo de los árboles. Veía cómo el

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L L LI I IB B BR R RO O Od d do o ot t t.. .c c co o om m m GIBRÁN KHALIL GIBRÁN LOS DIOSES DE LA... more L L LI I IB B BR R RO O Od d do o ot t t.. .c c co o om m m GIBRÁN KHALIL GIBRÁN LOS DIOSES DE LA TIERRA (1931) Revisado por Carlos J.J. Al llegar la oscuridad de la duodécima era El silencio absorbió, pleamar de la noche Las montañas todas. En ese momento hicieron su aparición sobre las cimas, Las tres deidades nacidas de la Tierra, Amos y padres de la Vida. Las corrientes de agua pasaron a sus pies Y oleadas de niebla Sobre sus pechos se agolparon En tanto sus cabezas permanecieron erguidas Majestuosamente sobre el Mundo. Y después dialogaron. Retorciéndose sus voces, Con el retumbar distante del trueno En el profundo valle. EL PRIMER DIOS Hacia el Este el viento encamina su Soplo. Es mi deseo dirigir hacia el Sur mi rostro, Pues el Viento trae a mi olfato El aroma a cosas ya muertas. EL SEGUNDO DIOS Es el aroma a cuerpos quemados, Puro y bueno. Aspirarlo es mi deseo. EL PRIMER DIOS El aroma de la Muerte misma es, Consumida en su lenta flama, Que satura el aire. Perturba y asquea a mis sentidos, Cual me produce aversión las miasmas del Abismo. Es mi deseo, entonces, voltear mi rostro en dirección al Norte que no está impregnado de malos olores. EL SEGUNDO DIOS Es la fragancia encendida De la vida insatisfecha.

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L L LI I IB B BR R RO O Od d do o ot t t.. .c c co o om m m GIBRÁN KHALIL GIBRÁN LAZARO Y SU AMAD... more L L LI I IB B BR R RO O Od d do o ot t t.. .c c co o om m m GIBRÁN KHALIL GIBRÁN LAZARO Y SU AMADA (1925) Revisado por Carlos J.J. "¿No te dije yo que si creías verías la gloria de Dios?" Entonces retiraron la piedra. Jesús, elevando los ojos, dijo: Padre, gracias, te doy por haberme escuchado. Yo sabía que siempre me escuchas, pero hablé así a causa de esta multitud que me rodea, a fin de que ellos sepan que Tú me enviaste." Habiendo así hablado, clamó en alta voz: "Lázaro, sal fuera." Salió aquel que estaba muerto, atados los pies y las manos con fajas, y envuelto su rostro con una sábana. Y entonces díjoles Jesús: "Desatadlo y dejadlo partir." San Juan, IX, 40-41 Personajes LÁZARO MARÍA, su hermana MARTA, su hermana LA MADRE de Lázaro FILIPPO, un discípulo EL LOCO Escenario Jardín frente a la casa de Lázaro, su madre y sus hermanas, en Betania. Época Fin de la tarde del lunes, un día después de la resurrección de Jesús de Nazareth en su sepulcro. Al levantarse el telón, MARÍA está a la derecha, mirando hacia las montañas. MARTA está sentada con su telar cerca de la puerta, a la izquierda. El LOCO está sentado en un rincón de la casa, a la izquierda, recostado contra la pared. MARTA (volviéndose hacia María): No estás trabajando. No has trabajado mucho estos últimos días. MARÍA: No estás pensando en mi trabajo. Mi indolencia te hace pensar en lo que dijo nuestro Maestro, ¡el amado Maestro! LOCO: Día vendrá en que no habrá tejedores y nadie usará ropas. Todos nosotros estaremos desnudos bajo el sol. (Se produce un largo silencio. Las mujeres parecen no haber escuchado lo que dijo el Loco. Nunca lo oyen) MARÍA : Se está haciendo tarde. MARTA: Sí, ya losé. Se está haciendo tarde. (Entra la Madre, saliendo de la puerta de la casa). MADRE: ¿Él aún no volvió? MARÍA-No, madre, él aún no regresó. (Las tres mujeres miran hacia las montañas.) LOCO: Él nunca volverá. Lo que podrán ver será solamente una respiración dentro de un cuerpo. MARÍA: Tengo la impresión de que él aún no volvió del otro mundo. MADRE: La muerte de nuestro Maestro lo amargó profundamente. Durante estos últimos días, casi no comió nada y yo sé que pasa las noches sin dormir.: Debe haber sido la muerte de nuestro Amigo. MARTA: No, madre. Hay alguna otra cosa, algo que yo no comprendo.

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L L LI I IB B BR R RO O Od d do o ot t t.. .c c co o om m m GIBRÁN KHALIL GIBRÁN LAGRIMAS Y SONRI... more L L LI I IB B BR R RO O Od d do o ot t t.. .c c co o om m m GIBRÁN KHALIL GIBRÁN LAGRIMAS Y SONRISAS (1914) Revisado por: Carlos J.J. PALABRAS PRELIMINARES En ningún caso cambiaría las risas de mi corazón por las riquezas de las multitudes; ni me contentaría con convertir en quietud a las lágrimas de mi agonía interior. Es mi ferviente deseo que toda mi vida en esta tierra sea por siempre de lágrimas y sonrisas. Las lágrimas que purifican mi corazón y me revelan el secreto de la vida y sus misterios, La risa que me acerca a mis prójimos; Las lágrimas que me unen a los desdichados, La risa que simboliza la dicha de mi propio ser. Prefiero mil veces la muerte feliz antes que una vida vana e inútil. Un ansia eterna de amor y belleza es mi deseo; ahora se que los favorecidos no son sino desdichados, pero para mi espíritu los suspiros de los amantes son más reconfortantes que la melodía de una lira. La flor envuelve sus pétalos al oscurecer y el Amor la arrulla, y al amanecer abre los labios para recibir los besos del Sol anunciados por fugaces cúmulos de nubes que llegan y se van. La vida de las flores es esperanza y logros y paz; es de lágrimas y risas. Se evaporan las aguas y ascienden hasta convertirse en nubes que se arraciman en los picos y los valles; y al enfrentar la brisa, cae sobre los campos y se confunde con los arroyos que corren dichosos hacia el mar. La vida de las nubes es una vida de reuniones y despedidas; de lágrimas y sonrisas. Así el alma se separa del cuerpo y se dirige hacia el mundo material, transitando como una nube por los valles de tristeza y las.. montañas de felicidad, hasta que enfrenta a la brisa de la muerte y retorna a su lugar de origen, ese océano infinito de amor y belleza que es Dios. LA CREACIÓN El Dios desprendió un hálito de Sí mismo y de él creó a la belleza. Derramó sobre ella su bendición y la dotó de gracia y bondad. Le dio la copa de la felicidad y le dijo:-No bebas de esta copa hasta que hayas olvidado el pasado y el futuro, porque-la felicidad no es nada más que un momento pasajero. Y Él también le dio la copa de la tristeza y le dijo:-Bebe de esta copa y comprenderás el significado de los fugaces instantes de dicha en la vida, porque la tristeza está siempre presente. Y el Dios la dotó de un amor que la abandonaría para siempre en el momento en que ella experimentara por primera vez la alegría terrena, y de una dulzura que se desvanecería cuando conociera por primera vez la adulación. Y Él la colmó de sabiduría celestial para que la llevara por el recto sendero, y colocó en lo profundo de su corazón un ojo que distinguiera lo oculto, y la creó afectuosa y bondadosa para con todas las cosas. La atavió con vestiduras de esperanza bordadas por los ángeles del cielo can las hebras del arco iris. Y Él evitó que cayera en las sombras de la confusión, que es el alba de la vida y la luz. Entonces el Dios tomó el fuego exiguo de la hoguera de la ira, y el viento arrasador de los desiertos de la ignorancia, y las filosas arenas de las playas del egoísmo, y la tosca tierra pisoteada por los siglos, y a todos los me zcló y modeló al Hombre. Dotó al Hombre del ciego poder que lo enfurece y lo

Research paper thumbnail of Gibran Khalil Gibran La Voz del Maestro20191128 83905 s5eua

L L LI I IB B BR R RO O Od d do o ot t t.. .c c co o om m m GIBRÁN KHALIL GIBRÁN LA VOZ DEL MAEST... more L L LI I IB B BR R RO O Od d do o ot t t.. .c c co o om m m GIBRÁN KHALIL GIBRÁN LA VOZ DEL MAESTRO (1959) I EL MAESTRO Y EL DISCÍPULO 1. VIAJE DEL MAESTRO A VENECIA Y sucedió que el Discípulo vio al Maestro pasear en silencio arriba y abajo del jardín, y en su pálido semblante mostrá banse señales de profunda. tristeza. El Discípulo saludó al Maestro en nombre de Alá y le preguntó cuál era la causa de su dolor. El Maestro hizo un ademán con el báculo y rogó al Discípulo que se sentase en la piedra junto al estanque de los peces. Así lo hizo el Discípulo, preparándose a escuchar la voz del Maestro. Y éste dijo: Quieres que te relate la tragedia que mi Memoria repite cada día y cada noche en el escenario de mi corazón. Estás cansado ya de mi prolongado silencio y del secreto que no te revelo, y te atribulas ante mis suspiros y-lamentaciones. Te dices a tí mismo: "Si el Maestro no me admite en el templo de sus tristezas, ¿cómo voy a poder penetrar jamás en la morada de sus afectos?" Escucha mi historia... Préstame oído, pero no me compa dezcas, porque la piedad es parados débiles, y yo estoy fuerte todavía en medio de mi aflicción. Desde los días de mi juventud me ha venido persiguiendo en el sueño y en la vigilia el fantasma de una extraña mujer. La veo cuando estoy a solas por la noche, sentada junto a mi lecho. En el silencio de la medianoche escucho, su dulce voz. Muchas veces, al cerrar los ojos, siento el tacto de sus suaves dedos en mis labios; y cuando abro los ojos, el miedo me invade y repentinamente empiezo a escuchar el susurro de los ecos de la Nada... Frecuentemente me siento desorientado y me digo: "¿No será mi fantasía la que me hace dar vueltas hasta parecer que me pierdo entre las nubes? ¿No habré forjado yo desde lo más hondo de mis sueños una nueva divinidad de voz melo diosa y manos tibias? ¿He perdido acaso los sentidos y, en medio de mi locura, he creado esta cara y amada compañera? ¿Me he retirado de la sociedad de los hombres y del bullicio de la ciudad para poder estar a solas con el objeto de mi adoración? ¿Habré cerrado los ojos y los oídos a las formas y rumores de la Vida, para poder admirarla mejor y escuchar su melodiosa voz? Me pregunto a mí mismo muchas veces: "¿Soy un loco a quien le place estar solo, y que de los fantasmas de su soledad modela una compañera y esposa para su alma?" Te hablo de una Esposa y te asombra el oír esta palabra. Pero, ¿cuántas veces nos desconcertamos ante una experiencia extraña que rechazamos como imposible, aunque su realidad no puede borrarse de nuestra mente por mucho que lo intentemos? Esta mujer de mis visiones ha sido en realidad mi esposa, y ha compartido conmigo los gozos y sinsabores de la vida. Cuando me despierto por la mañana, la veo reclinada sobre mi almohada, mirándome con ojos rutilantes de bondad y amor maternal. Está conmigo cuando planeo cualquier empresa y me ayuda a realizarla. Cuando me siento a comer, ella toma asiento junto a mí e intercambiamos ideas y pala bras. Al anochecer, está conmigo de nuevo y me dice:-Llevamos mucho tiempo encerrados en este lugar. Salgamos a caminar por los campos y las praderas. Entonces dejo mi trabajo y la sigo por el campo, nos sentamos en una piedra elevada y contemplo el horizonte distante. Ella me señala la nube dorada y me hace notar la canción que gorjean los pájaros antes de retirars e a pasar la noche, agradeciendo al Señor por la dádiva de su libertad y de su paz.

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L L LI I IB B BR R RO O Od d do o ot t t.. .c c co o om m m GIBRÁN KHALIL GIBRÁN LA TEMPESTAD (19... more L L LI I IB B BR R RO O Od d do o ot t t.. .c c co o om m m GIBRÁN KHALIL GIBRÁN LA TEMPESTAD (1920) SATANAS El Padre Samaan era profundo conocedor de temas espirituales y teológicos, versado en los secretos del pecado venial y mortal, y una autoridad en los misterios del Paraíso, el infierno y el Purgatorio. Su tarea era recorrer las aldeas del Norte del Líbano, predicando al pueblo, curando a las almas del mal y previniendo a los hombres contra las acechanzas de Satán, a quien el Padre Samaan, día y noche, combatía sin descanso. Los campesinos lo respetaban y reverenciaban, y estaban siempre dispuestos a pagar sus consejos y oraciones con monedas de oro y plata. Y en toda colecta, aportaban los mejores frutos de su trabajo. En una noche de otoño, cuando el Padre Samaan se dirigía hacia su solitaria aldea, atravesando un sitio desolado en medio de valles y colinas, oyó un grito angustioso prove niente del costado del camino. Se detuvo, miro'en dirección al lugar de donde provino el llamado y vio un hombre desnudo, tendido sobre el suelo. La sangre brotaba de las profundas heridas de su cabeza y de su pecho mientras gemía e imploraba socorro:-¡Salvadme! ¡Socorredme! ¡Tened piedad de mí, me estoy muriendo! El Padre Samaan miró, perplejo, hacia el caído diciéndose: "Este hombre debe ser un ladrón... Seguramente trató de asaltar a un viajero y fracasó; está ágonizando y, si muriera en mis brazos, me responsabilizarán de su muerte. Así pensando, siguió su camino; mas el moribundo detuvo sus pasos gritando:-¡No me abandones! ¡No me abandones! ¡Me conoces y te conozco y moriré si no me socorres! El Padre, entonces, se detuvo y empalideció al pensar que estaba negando un auxilio, y con labios trémulos se dijo: "El ha de ser, sin duda, uno de los locos del bosque. El as pecto de sus heridas hace tembla r mi corazón; ¿qué haré? ¿En que puedo ayudarlo? Un médico de almas no cura cuerpos" Y el Padre se alejó; mas, cuando había dado unos pocos pasos, el moribundo lanzó un gemido que conmovería el corazón más duro. El Padre se detuvo nuevamente y oyó al herido que decía, con un jadeo:-Acércate. Acércate, pues somos amigos desde hace mucho tiempo... Tú eres el Padre Samaan, el Buen Pastor, y yo no soy ni un loco ni un ladrón. Ven a mi lado y te diré quién soy. El Padre Samaan se acercó al hombre, se inclinó y lo contempló atentamente. Mas tan sólo vio un rostro extraño; un rostro lleno de contrastes; vio inteligencia y maldad; fealdad y belleza; perversidad y ternura... Erguiéndose, retrocedió de un salto exclamando:-¿Quién eres? ¡Nunca te vi en mi vida! Y el moribundo, con voz débil, dijo:-No tengas recelo de mí, Padre, que hace tiempo que somos amigos. Levántame y llévame hasta el arroyo y lava mis heridas.-¿Quién eres tú? Dímelo, pues no te reconozco ni recuerdo haberte visto. Y el hombre respondió con vo z agonizante:-Me conoces muy bien. Me has visto ya mil veces, hablas de mí todo el día y te soy más querido que tu propia vida. Pero el Padre Samaan, sin reconocerlo, le respondió, enojado-¡Eres un impostor y un mentiroso! Un moribundo debiera decir la verdad... Jamás vi tu rostro malvado en toda mi vida. Dime quién eres o te dejaré morir... Y el herido, moviéndose trabajosamente, miró a los ojos del sacerdote y con una significativa sonrisa en sus labio, le dijo con voz tranquila, profunda y suave:-Soy Satanás. Al escuchar la terrible palabra, el Padre Samaan dio un grito tan fuerte que sacudió los rincones más lejanos del valle, y, con los ojos llenos de espanto, miró nuevamente al herido reconoció que su figura y sus heridas, coincidían con la figura y las heridas de Satán pintadas en una tela que colgaba de la pared de una iglesia de la aldea, re presentando el juicio Final. Entonces, exclamó trémulo:

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Este mundo no es sino una taberna Y el Tiempo es su Amo y su Señor que sólo sirve a aquellos que ... more Este mundo no es sino una taberna Y el Tiempo es su Amo y su Señor que sólo sirve a aquellos que se abisman en sueños sin nexo ni rima.

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L L LI I IB B BR R RO O Od d do o ot t t.. .c c co o om m m GIBRÁN KHALIL GIBRÁN JESÚS, EL HIJO D... more L L LI I IB B BR R RO O Od d do o ot t t.. .c c co o om m m GIBRÁN KHALIL GIBRÁN JESÚS, EL HIJO DEL HOMBRE (1928) Revisado por: CARLOS J.J. SANTIAGO, HIJO DE ZEBEDEO El reinado de la Tierra Era un día primaveral el día en que Jesús llegó a un parque de Jerusalén, y comenzó a dialogar con la multitud sobre el Reinado del Cielo. Graves acusaciones en contra de fariseos y escribas que colocaban trampas y cavaban pozos en el sendero de quienes buscaban el Reino Celestial, apostrofándolos y recriminándolos con acritud. Entre la multitud se hallaban personas que defendían a los escribas y fariseos, y planearon. arrestar a Jesús, y a nosotros con él. Pero Jesús logró burlar sus ardides y escapar por el portal de la ciudad que mira hacia el Norte. Allí nos contempló y dijo:-Todavía no ha llegado la hora en que me prendan. Aún tengo mucho de que hablaros, y mucho es también lo que tengo que hacer entre vosotros antes de pensar en entregarme- .-Y después añadió, su voz teñida de felicidad:-Vayamos hacia el Norte, hacia la primavera. Subid conmigo a los montes, pues el invierno ha terminado y la nieve del Líbano está cayendo hacia los valles, agregando su preludio a las sinfonías de los arroyos. Las llanuras y las viñas han alejado todo sueño, y han despertado para recibir al Sol con lujuriosos higos y frescas uvas. Estaba siempre a la. cabeza de la columna que conformaban los suyos, todo ese día y también el siguiente. En el atardecer del tercero habíamos escalado la cima del monte Hermón. En lo alto de una meseta se detuvo a observar las aldeas esparcidas por el llano. Se le iluminó la cara, que en ese instante parecía oro bruñido. Nos tendió las manos.-Ved cómo el suelo se ha vestido con sus verdes vestiduras-dijo-y de qué manera los arroyos han bordado sus faldas con brillante hilo de plata. La Tierra es hermosa, verdad, y todo lo que es y existe encima de ella es encantador; pero, atrás de todo lo que veis se encuentra un Reino del cual yo seré monarca y gobernante. Si podéis amar y encariñaros con el corazón iréis conmigo a ese Reino, a gobernar a mi lado. En ese lugar vuestro rostro y el mío no estarán velados; no llevarán vuestras diestras puñales ni cetros. Nuestros gobernados vivirán en la tranquilidad sin sentir hacia nosotros miedo u horror. De esa forma habló Jesús, pero yo estaba ciego y no podía ver el Reino de esta Tierra, ni las grandiosas ciudades fortificadas y amuralladas. No moraba en mi espíritu más que una sola ansia: ir junto al Maestro hasta aquel otro Reino. En ese instante había llegado Judas Iscariote, que se puso junto a Jesús y le dijo:-Los reinados de los seres humanos son muchos y extensos; las huestes de Salomón y de David vencerán al fin a los romanos. Si es tu deseo llegar a ser rey de los judíos, nuestras lanzas y puñales estarán a tu servicio para expulsar a los extranjeros y triunfar sobre ellos. Al escuchar esto Jesús, su faz se indignó, y le respondió con voz estentórea y resonante:-¡Fuera de aquí, demonio! ¡Podrás creer, por azar, que mi llegada entre las legiones de los milenios es para gobernar, un solo día, sobre un hormiguero de personas. Mi trono no llegará a tu poca inteligencia, pues quien trata de abarcar la Tierra con sus alas, no tratará de buscar un lugar de refugio en un nido abandonado y destruido! ¿Se siente honrada o enaltecida, quizás, una aldea porque sus moradores visten mortajas? Mi Reino no es de este mundo y mi trono no se erguirá sobre las calaveras de vuestros ancestros. Si anheláis un reino que no sea el Reino del Alma, más os valiera abandonarme aquí y emprender el descenso a las cuevas de vuestros muertos, donde, desde tiempos remotos, los seres de testa coronada llaman a conciliábulo en sus sepulcros, para glorificar la osamenta de vuestros antepasados. ¡Cómo te atreves a tentarme con un trono de infecta materia, cuando mi frente ansía la corona de los astros o vuestras espinas! Pero, de no ser por un sueño de un pueblo casi olvidado, no hubiera permitido que vuestro sol

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L L LI I IB B BR R RO O Od d do o ot t t.. .c c co o om m m GIBRÁN KHALIL GIBRÁN ESPÍRITUS REBELD... more L L LI I IB B BR R RO O Od d do o ot t t.. .c c co o om m m GIBRÁN KHALIL GIBRÁN ESPÍRITUS REBELDES (1908) KAHLIL EL HEREJE Revisado por: Carlos J. J. I Sheik Abbas era considerado un príncipe por los habitantes de una aldea solitaria del norte del Líbano. Su mansión, situada en medio de las pobres chozas de los aldeanos, parecía un saludable gigante rebosante de vida en medio de débiles enanos. El Sheik vivía rodeado de lujo, mientras sus vecinos soportaban una penosa existencia. Lo obedecían y se inclinaban respetuosamente ante él cuando se dirigía a ellos. Parecía como si el poder de la mente lo hubiera designado su portavoz e intérprete oficial. Su cólera los hacía estremecer y dispersarse como las hojas barridas por el fuerte viento del otoño. Si abofeteaba a alguien, era una herejía por parte del individuo el moverse o levantar el rostro o evidenciar cualquier intento de descubrir el porqué de tamaña ira. Si sonreía a alguien, éste era considerado por los aldeanos como la persona más honrada y afortunada. El temor y el sometimiento de la gente no era consecuencia de la debilidad: la pobreza y necesidad habían provocado este estado de perpetua humillación. Hasta las chozas en que vivían y los campos que cultivaban pertenecían a Sheik Abbas, quien las había heredado de sus antepasados. La labranza de la tierra, la siembra de semillas y la cosecha del cereal, todo era realizado bajo la supervisión del Sheik, quien, a cambio del esfuerzo realizado, recompensaba a los labriegos con una pequeña porción de trigo que apenas les alcanzaba para no morirse de hambre. Con frecuencia, muchos de ellos necesitaban pan antes de finalizar la cosecha e iban a pedirle al Sheik con lágrimas en los ojos que les adelantara algunas piastras o un poco de trigo; el Sheik accedía gustoso, pues sabía que pagarían sus deudas con creces cuando llegara el tiempo de la cosecha. Así, aquellos hombres permanecían endeudados toda la vida, dejando un legado de deudas a sus hijos, y se sometían a su amo, cuya cólera habían temido desde siempre y cuya amistad y estima habían permanentemente tratado, en vano, de ganar. II Llegó el invierno, y con. él la pesada nieve y el viento cruel; los valles y los campos quedaron desnudos salvo por los árboles sin hojas que se erguían como espectros de muerte sobre las desiertas planicies. Después de haber guardado en los graneros del Sheik los productos de la tierra, y de haber llenado sus copas con el vino de sus viñedos, los aldeanos se retiraron a sus chozas para pasar una parte de sus vidas holgazaneando junto al fuego, y recordando la gloria de épocas pasadas, y relatándose unos a otros las historias de cansadores días y largas noches. El viejo año había exhalado su último suspiro en el cielo ceniciento. Era la noche en la cual el Año Nuevo sería coronado y colocado en el trono del Universo. Comenzó a nevar pesadamente, y los vientos ululantes descendían de las encumbradas montañas hacia el abismo, y arrastrando la nieve formaban montículos que se acumulaban en los valles. Los árboles se balanceaban a causa de las fuertes tormentas,, y los campos y lomas estaban cubiertos con un blanco manto sobre el que la Muerte escribía borrosos trazos que luego borraba. La nevada parecía separar unas de otras las dispersas aldeas emplazadas junto a los valles. La parpadeante luz de las lámparas de aquellas miserables chozas, apenas discernible a través de las ventanas, se desvanecía tras el espeso velo de la Naturaleza enfurecida. El miedo había hecho presa de los corazones de los fellaínes y los animales se habían guarecido en los establos, mientras los perros se escondían en los rincones. Podía escucharse el ulular de los vientos y el tronar de las tormentas retumbando en lo profundo de los valles. Parecía como si la Naturaleza se

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L L LI I IB B BR R RO O Od d do o ot t t.. .c c co o om m m GIBRÁN KHALIL GIBRÁN EL VAGABUNDO (19... more L L LI I IB B BR R RO O Od d do o ot t t.. .c c co o om m m GIBRÁN KHALIL GIBRÁN EL VAGABUNDO (1932) Revisado por: Carlos J.J, Lo encontré en la encrucijada de dos caminos. El hombre con apenas un bastón. Cubría sus ropas con una capa y su rostro con un velo de tristeza. Nos saludamos el uno al ot ro y yo le dije:-Ven a mi casa y sé mi huésped. Y él, vino. Mi mujer y mis hijos nos espetaban en la puerta de la casa y el les sonrió y ellos estuvieron contentos de su llegada. Después nos sentamos a la mesa. Y todos nos sentimos felices, con el hombre y con el halo de silencio y de misterio que lo envolvía. Y, luego de cenar, nos reunimos frente al fuego y yo lo interrogué acerca de sus peregrinaciones. Y nos contó muchas historias durante aquella noche. Y también al día siguiente. Las historias, que yo he registrado aquí, son fruto de la amargura de sus días, aunque él nunca se mostró amargado. Y están escritas con el polvo del camino. Cuando nos dejó, tres días después, no lo sentíamos ya como un huésped que había partido sino, más bien, como uno de nosotros, que estaba en el jardín y que aún no había entrado. VESTIDURAS Cierto día Belleza y Fealdad se encontraron a orillas del mar. Y se dijeron:-Bañémonos en el mar. Entonces se desvistieron y nadaron en las aguas. Instantes más tarde Fealdad regresó a la costa y se vistió con las ropas de Belleza, y luego partió. Belleza también salió del mar, pero no halló sus vestiduras, y era demasiado tímida para quedarse desnuda, así que se vistió con las ropas de Fealdad. Y Belleza también siguió su camino. Y hasta hoy día hombres y mujeres confunden una con la otra. Sin embargo, algunos hay que contemplan el rostro de Belleza y saben que no lleva sus vestiduras. Y algunos otros que conocen el rostro de Fealdad, y sus ropas, no lo ocultan a sus ojos. CANCIÓN DE AMOR Cierta vez, un poeta, escribió una hermosa canción de amor. E hizo muchas copias y las envió a sus amigos y conocidos; hombres y mujeres y, también, a una joven que había visto, tan sólo una vez y que vivía más allá de las montañas. Y, cuando pasaron dos o tres días, vino un mensajero de parte de la joven, trayendo una carta. Y la carta decía: "Déjame decirte que estoy profundamente conmovida por la canción de amor que escribiste para mí. Ven pronto y habla con mis padres para tratar los preparativos de la boda". Y el poeta respondió, diciendo en su carta: "Amiga mía, la canción que le envié no era sino una canción de amor brotada del corazón de un poeta, cantada por todo hombre y a toda cualquier mujer. Y ella le escribió a su vez, diciendo: "¡Hipócrita y mentiroso! ¡Desde hoy, hasta el día en que me entierren, odiaré a todos los poetas por su causa! LAGRIMAS Y RISAS Una noche, a orillas del Nilo, una hiena se encontró con un cocodrilo. Ambos se detuvieron y se saludaron. La hiena dijo:

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Almustafá, el elegido y bienamado, el que era un amanecer en su propio día, había esperado doce a... more Almustafá, el elegido y bienamado, el que era un amanecer en su propio día, había esperado doce años en la ciudad de orfalese la vuelta del barco que debía devolverlo a su isla natal. A los doce años, en el séptimo día de Yeleol, el mes de las cosechas, subió a la colina, más allá de los muros de la ciudad, y contempló él mar. Y vio su barco llegando con la bruma. Se abrieron, entonces, de par en par las puertas de su corazón y su alegría voló sobre el océano. Cerró los ojos y oró en los silencios de su alma. Sin embargo, al descender de la colina, cayó sobre él una profunda tristeza, y pensó así, en su corazón. ¿Cómo podría partir en paz y sin pena? No; no abandonaré esta ciudad sin una herida en el alma. Largos fueron los días de dolor que pasé entre sus muros y largas fueron las noches de soledad y, ¿quién puede separarse sin pena de su soledad y su dolor? Demasiados fragmentos de mi espíritu he esparcido por estas calles y son muchos los h ijos de mi anhelo que marchan desnudos entre las colinas. No puedo abandonarlos sin aflic ción y sin pena. No es una túnica la que me quito hoy, sino mi propia piel, que desgarro con mis propias manos. Y no es un pensamiento el que dejo, sino un corazón, endulzado por el hambre y la sed. Pero, no puedo detenerme más. El mar, que llama todas las cosas a su seno, me llama y debo embarcarme. Porque el quedarse, aunque las horas ardan en la noche, es congelarse y cristalizarse y ser ceñido por un molde. Desearía llevar conmigo todo lo de aquí, pero, ¿cómo lo haré? Una voz no puede llevarse la lengua y los labios que le dieron alas. Sola debe buscar el éter. Y sola, sin su nido, volará el águila cruzando el sol. Entonces, cuando llegó al pie de la colina, miró al mar otra vez y vio a su barco acercándose al puerto y, sobre la proa, los marineros, los hombres de su propia tierra. Y su alma los llamó, diciendo: Hijos de mi anciana madre, jinetes de las mareas; ¡cuántas veces habéis surcado mis sueños! Y ahora llegáis en mi vigilia, que es mi sueño más profundo. Estoy listo a partir y mis ansias, con las velas desplegadas,, esperan el viento. Respiraré otra vez más este aire calmo, contemplaré otra vez tan sólo hacia atrás, amorosamente. Y luego estaré con vosotros, marino entre marinos. Y tú, inmenso mar, madre sin sueño. Tú que eres la paz y la libertad para el río y el arroyo. Permite un rodeo más a esta corriente, un murmullo más a esta cañada. Y luego iré hacia ti, como gota sin límites a un océano sin límites. Y, caminando, vio a lo lejos cómo hombres abandonaban sus campos y sus viñas y se encaminaban apresuradamente hacia las puertas de la ciudad. Y oyó sus voces llamando su nombre y gritando de lugar a lugar, contándose el uno al otro de la llegada de su barco. Y se dijo a sí mismo: ¿Será el día de la partida el día del encuentro? ¿Y será mi crepúsculo, realmente, mi amanecer? ¿Y, qué daré a aquel que dejó su arado en la mitad del surco, o a aquel que ha detenido la rueda de su lagar? ¿Se convertirá mi corazón en un árbol cargado de frutos que yo recoja para entregárselos? ¿Fluirán mis deseos como una fuente para llenar sus copas? ¿Será un arpa bajo los dedos del Poderoso o una flauta a través de la cual pase su aliento? Buscador de silencios soy ¿qué tesoros he hallado en ellos que pueda ofrecer confiadamente? Si es este mi día de cosecha ¿en qué campos sembré la semilla y en qué estaciones, sin memoria?

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L L LI I IB B BR R RO O Od d do o ot t t.. .c c co o om m m GIBRÁN KHALIL GIBRÁN EL PRECURSOR (19... more L L LI I IB B BR R RO O Od d do o ot t t.. .c c co o om m m GIBRÁN KHALIL GIBRÁN EL PRECURSOR (1920) EL PRECURSOR Tú eres el precursor de ti mismo, amigo mío, y las torres y ciudadelas erigidas en tu vida no son más que cimiento para la esencia soberbia que a su vez será cimiento para la otra. Yo soy como tú, precursor de mí mismo, porque la sombra desplegada ante mí, a la salida del sol, eclipasará bajo mis pies al mediodía. Amanecerá nuevamente y otra sombra se bosquejará; también ésta se esfumará, otra vez, bajo mis pies, al otro día. Somos desde el principio precursores de nosotros mismos, y así seremos hasta la eternidad. Todo lo que acumulamos en nuestra vida no es más que una semilla que preparamos para un erial. Somos el erial y los sembradores; somos la fruta y los cosechadores. Cuando eras, amigo mío, un pensamiento perdido en la tiniebla, yo era, como tú, otro pensamiento extraviado. Te llamé y acudiste a mi llamado. De nuestros afanes nacieron los sueños. Los sueños eran tiempo sin cadena, y los tiempos fueron espacio sin fin. Eras una palabra muda entre los temblorosos labios de la vida; también era yo, como tú, otra palabra muda, y no bien nos pronunció la vida cuando asomamos al mundo con cora zones vibrantes por el recuerdo del pasado y con el afán para el mañana. Y el pasado no es más que la muerte expulsada; y el mañana es el nacimiento buscado. Ahora estamos en manos de Dios. Tú eres un sol radiante en su derecha y yo una tierra iluminada en su izquierda. Tu poder en la iluminación no es superior al mío en reflejar tu luz. Y nosotros no somos el sol ni la tierra sino el comienzo de un sol más grande y de una tierra más gigantesca. Así seremos hasta el fin de los siglos. Tú eres el predecesor de ti mismo, ¡oh, extraño!, tú, que franqueas el umbral de mi jardín; yo soy, como tú, precursor de mí mismo, no obstante vivir bajo la sombra de mis árboles, reposado y tranquilo. EL AMOR Se cuenta que el zorro bebe junto al león de una misma fuente. Y se dice que el águila y el milano devoran juntos la carroña sin disputas y en total armonía. ¡Oh, justo amor! Tú que has refrenado el capricho de mis pasiones con poderosa mano, y has convertido mi hambre y mi sed en altivez y magnanimidad, no permitas al fuerte soberbio que habita en mí comer el pan ni beber el vino que cautivan mi débil ser. Hazme recordar mejor y habré muerto de hambre. Deja mi corazón inflamarse de sed. Será mejor morir y extinguirse que tomar en la mano una copa que tú no has llenado, ni un vaso de licor que tú no has bendecido. LAS CUATRO RANAS El saber y el medio saber Estaban cuatro ranas sentadas sobre _un grueso tronco de leña que flotaba a la orilla de un anchuroso río. Una ola fu riosa arrastró al tronco hasta la mitad del río, donde la corriente lo condujo con el curso del agua. Alborozáronse las ranas por el encanto de su expedición y comenzaron a saltar sobre el tronco porque jamás se vieron navegar mar adentro. Pasado un momento de silencio la primera rana gritó:-¡Qué tronco más curioso y extraño! Mirad, compañeras, cómo viaja igual que los seres vivientes. Jamás he visto ni oído hablar de cosa tan parecida.

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L L LI I IB B BR R RO O Od d do o ot t t.. .c c co o om m m GIBRÁN KHALIL GIBRÁN Revisado por: Ca... more L L LI I IB B BR R RO O Od d do o ot t t.. .c c co o om m m GIBRÁN KHALIL GIBRÁN Revisado por: Carlos J.J. EL LOCO (1918) Me preguntáis como me volví loco. Así sucedió: Un día, mucho antes de que nacieran los dioses, desperté de un profundo sueño y descubrí que me habían robado todas mis máscaras-si; las siete máscaras que yo mismo me había confeccionado, y que llevé en siete vidas distintas-; corrí sin máscara por las calles atestadas de gente, gritando:-¡Ladrones! ¡Ladrones! ¡Malditos ladrones! Hombres y mujeres se reían de mí, y al verme, varias personas, llenas de espanto, corrieron a refugiarse en sus casas. Y cuando llegué a la plaza del mercado, un joven, de pie en la azotea de su casa, señalándome gritó:-Miren! ¡Es un loco! Alcé la cabeza para ver quién gritaba, y por vez primera el sol be só mi desnudo rostro, y mi alma se inflamó de amor al sol, y ya no quise tener máscaras. Y como si fuera presa de un trance, grité:-¡Benditos! ¡Benditos sean los ladrones que me robaron mis máscaras! Así fue que me convertí en un loco. Y en mi locura he hallado libertad y seguridad; la libertad de la soledad y la seguridad de no ser comprendido, pues quienes nos comprenden esclavizan una parte de nuestro ser. Pero no dejéis que me enorgullezca demasiado de mi seguridad; ni siquiera el ladrón encarcelado está a salvo de otro ladrón. DIOS En los días de mi más remota antigüedad, cuando el temblor primero del habla llegó a mis labios, subí a la montaña santa y hablé a Dios, diciéndole:-Amo, soy tu esclavo. Tu oculta voluntades mi ley, y te obedeceré por siempre jamás. Pero Dios no me contestó, y pasó de largo como una potente borrasca. Y mil años después volví a subir a la montaña santa, y volví a hablar a Dios, diciéndole:-Creador mío, soy tu criatura. Me hiciste de barro, y te debo todo cuanto soy. Y Dios no contestó; pasó de largo como mil alas en presuroso vuelo. Y mil años después volví a escalar la montaña santa, y hablé a Dios nuevamente, diciéndole:-Padre, soy tu hijo. Tu piedad y tu amor me dieron vida, y mediante el amor y la adoración a ti heredaré tu Reino. Pero Dios no me contestó; pasó de largo como la niebla que tiende un velo sobre las distantes montañas. Y mil años después volví a escalar la sagrada montaña, y volví a invocar a Dios, diciéndole:-¡Dios mío!, mi supremo anhelo y mi plenitud, soy tu ayer y eres mi mañana. Soy tu raíz en la tierra y tú eres mi flor en el cielo; junto creceremos ante la faz del sol. Y Dios se inclinó hacia mí, y me susurró al oído dulces palabras. Y como el mar, que abraza al arroyo que corre hasta él, Dios me abrazó. Y cuando bajé a las planicies, y a los valles vi que Dios también estaba allí. AMIGO MÍO Amigo mío... yo no soy lo que parezco. Mi aspecto exterior no es sino un traje que llevo puesto; un traje hecho cuidadosamente, que me protege de tus preguntas , y a ti, de mi negligencia.

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L L LI I IB B BR R RO O Od d do o ot t t.. .c c co o om m m GIBRÁN KHALIL GIBRÁN EL JARDÍN DEL PR... more L L LI I IB B BR R RO O Od d do o ot t t.. .c c co o om m m GIBRÁN KHALIL GIBRÁN EL JARDÍN DEL PROFETA (1933) El regreso del Profeta Almustafá, el elegido y bieñamado, el que era amanecer de su propio día, volvió a su isla natal, en el mes de Ticrén, el mes del recuerdo. Y su barca se acercó al puerto,. mientras él permanecía en pie, en la proa, rodeado de su tripulación. Y tenía una sensación de bienvenida en su corazón. Habló, y el mar resonó en su voz, y dijo: Mirad, es la isla que me vio nacer. Desde allí me lancé al mundo, con una canción y un acertijo; una canción para los cielos, y una pregunta para la tierra. Y, ¿qué hay entre el cielo y la tierra que lleve la canción y conteste la pregunta, excepto nuestra propia pasión? El mar me arroja una vez más a estas playas. No somos .sirio una ola m ás de sus olas. Nos empuja para que seamos su voz. Pero, ¿cómo serlo, a menos que rompamos la simetría de nuestro corazón en la roca y en la arena? Porque esta es la ley de los marineros y del mar: si quieres ser libre, tienes qué ser como la niebla. Lo informe busca desde' siempre la forma, como las incontables nebulosas tienden a convertirse en soles y lunas; y nosotros, que hemos buscado tenazmente, volvemos ahora a ésta isla. Hemos de convertirnos una vez más en niebla, y tenemos que aprender el principio-de todas las cosas. ¿Para nacer; para vivir hay que romper y fragmentar un mundo? Para siempre estaremos en busca de playas, para poder cantar, y que nos oigan. Pero, ¿qué decir de la ola que se rompe donde nadie puede oírla? Lo que no escuchamos en nos otros es lo que alimenta nuestro dolor más hondo. Sin embargo, también lo no escuchado, lo insólito, es lo que forma nuestra: alma, para hacer nuestro destino. Entonces, uno de sus marineros dio un paso adelante, y le dijo: Maestro, has capitaneado nuestras ansias de llegar a este puerto, y mira: ya hemosàrribado. Sin embargo, hablas de dolor y de corazones que se han de romper. Y el profeta respondió, diciendo: ¿No os he hablado de la libertad, y de la niebla, que es nuestra mayor libertad? Sin embargo, no sin pena hago este peregrinaje a la isla. en que nací, como un fantasma decapitado que nuevamente volviera a arrodillarse ante quienes lo decapitaron. Y otro marinero habló, y dijo: Mira a la multitud en la rada. En su silencio ha predicho el día y l a hora de tu llegada, y acuden, abandonando sus tierras y viñedos, acuciados por su amorosa necesidad, para venir a esperarte. Y Almustafá miró a lo lejos, hacia la muchedumbre, y su corazón sintió aquella ansiosa espera, y guardó silencio. Luego, surgió un grito de la gente reunida, y fue un grito de afecto y súplica. Y el profeta miró a sus marineros, y dijo: ¿Y qué les daré? Fui cazador, en una tierra lejana. Con destreza y fuerza he lanzado las flechas de oro que me dieron, pero no he traido ninguna pieza de caza. No seguí el curso de las flechas. Acaso estén ahora brillando al sol en las plumas de águilas heridas que no caerán a tierra. Y acaso estas puntas de flechas hayan caído en las manos de aquellos que las necesitan para conseguir pan y vino. No sé dónde ha terminado el vuelo de estas flechas pero una cosa sí sé: han descrito su órbita en el cielo. Y aun así, is mano del amor pesa todavía sobre mí, y vosotros, mis marineros, todavía lleváis en vuestras velas mi visión, y no seré mudo. Gritaré cuando la mano de las estaciones esté sobre mi garganta, y cantaré mis melodías cuando mis labios estén abrasados por las llamas.

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L L LI I IB B BR R RO O Od d do o ot t t.. .c c co o om m m GIBRÁN KHALIL GIBRÁN ARENA Y ESPUMA (... more L L LI I IB B BR R RO O Od d do o ot t t.. .c c co o om m m GIBRÁN KHALIL GIBRÁN ARENA Y ESPUMA (1926) Revisado por Carlos J.J. Siempre estoy vagando en esta playa Entre la arena y la espuma. La marea borrará las huellas de mis pies Y el viento esparcirá la espuma. Pero el mar y la playa continuarán por siempre jamás. Un día encerré en mi mano un poco de niebla. Y al abrir el puño, ¡ay!, la niebla Se había convertido en gusano. Volvía cerrar y abrir el puño, y ¡Albricias!, En mi palma había un pájaro. Nuevamente cerré y abrí el puño, y Vi q ue en mi palma había un hombre, De pie, de rostro triste, que me observaba. Y volví a cerrar el puño; al abrirlo, No había más que niebla. Pero escuché un canto de inenarrable dulzura. Apenas ayer me sentía una partícula Oscilando sin ritmo en la espera de la vida. Ahora sé que soy la espera, y toda La vida palpita en rítmicos fragmentos En mi interior. Me dicen, en su vigilia: "Tú y el mundo en que vives no sois Más que un grano de arena en la Infinita playa de un mar infinito". Y yo les digo, en mi sueño: "Soy El mar infinito, y todas las palabras No son más que granos de arena En mi playa". Sólo una vez me quedé sin palabras. Fue cuando un hombre me preguntó: "¿Quién eres?"

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L L LI I IB B BR R RO O Od d do o ot t t.. .c c co o om m m GIBRÁN KHALIL GIBRÁN ALAS ROTAS (1912... more L L LI I IB B BR R RO O Od d do o ot t t.. .c c co o om m m GIBRÁN KHALIL GIBRÁN ALAS ROTAS (1912) Revisado por: Carlos J. J. PREFACIO Tenía yo dieciocho años de edad cuando el amor me abrió los ojos con sus mágicos rayos y tocó mi espíritu por vez primera con sus dedos de hada, y Selma Karamy fu e la primera mujer que despertó mi espíritu con su belleza y me llevó al jardín de su hondo afecto, donde los días pasan como sueños y las noches como bodas. Selma Karamy fue la que me enseñó a rendir culto a la belleza con el ejemplo de su propia hermosura y la que, con su cariño, me reveló el secreto del amor; fue ella la que cantó por vez primera, para mí, la poesía de la vida verdadera. Todo joven recuerda su primer amor y trata de volver a poseer esa extraña hora, cuyo recuerdo transforma sus más hondos sentimientos y le da tan inefable felicidad, a pesar de toda la amargura de su misterio. En la vida de todo joven hay una "Selma", que súbitamente se le aparece en la primavera de la vida, que transforma su soledad en momentos felices, y que llena el silencio de sus noches con música. Por aquella época estaba yo absorto en profundos pensamientos y contemplaciones, y trataba de entender el significado de la naturaleza y la revelación de los libros y de las Escrituras, cuando oí al Amor susurrando en mis oí dos a través de los labios de Selma. Mi vida era un estado de coma, vacía como la de Adán en el Paraíso, cuando vi a Selma en pie, ante mí, como una columna. de luz. Era la Eva de mi corazón, que lo llenó de secretos y maravillas, y que me hizo comprender el significado de la vida. La primera Eva, por su propia voluntad, hizo que Adán saliera del Paraíso, mientras que Selma, involuntariamente, me hizo entrar en el Paraíso del amor puro y de la virtud, con su dulzura y su amor; pero lo que ocurrió al primer hombre también me sucedió a mí, y. la espada de fuego que expulsó a Adán del Paraíso fue la misma que atemorizó con su filo resplandeciente y me obligó a apartarme del paraíso de mi amor, sin haber desobedecido ningún mandato, y sin haber probado el fruto del árbol prohibido. Hoy, después de haber transcurrido muchos años, no me queda de aquel hermoso sueño sino un cúmulo de dolorosos recuerdos que aletean con alas invisibles en torno mío, que llenan de tristeza las profundidades de mi corazón, y que llevan lágrimas a mis ojos; y mi bien amada, la hermosa Selma, ha muerto, y nada queda de ella para preservar su memoria, sino mi roto corazón, y una tumba rodeada de cipreses. Esa tumba y este corazón son todo lo que ha quedado para dar testimonio de Selma. El silencio que custodia la tumba no revela el secreto de Dios, oculto en la oscuridad del ataúd, y el crujido de las ramas cuyas raíces absorben los elementos del cuerpo no des cifran los misterios de la tumba, pero los suspiros de dolor de mi corazón anuncian a los vivientes el drama que han representado el amor, la belleza y la muerte. ¡Oh amigos de mi juventud, que estáis dispersos en la ciudad de Beirut!: cuando paséis por ese cementerio, junto al bosque de pinos, entrad en él silenciosamente, y caminad despacio, para que el ruido de vuestros pasos no, turbe el tranquilo sueño de los muertos, y deteneos humildemente ante la tumba de Selma; reverenciad la tierra que cubre su cuerpo y decid mi nombre en un hondo suspiro, al tiempo que decís internamente estas palabras: "Aquí, todas las esperanzas de Gibrán, que vive como prisionero del amor más allá de los mares; todas sus esperanzas, fueron enterradas. En este sitio perdió Gibrán su felicidad, vertió todas sus lágrimas, y olvidó su sonrisa.

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EL RETORNO DEL AMADO Al caer la noche el enemigo huyó con cortes de espada y heridas de lanza gra... more EL RETORNO DEL AMADO Al caer la noche el enemigo huyó con cortes de espada y heridas de lanza grabados en su espalda. Nuestros héroes hicieron ondear banderas de triunfo y entonaron cantos de victoria al ritmo de los cascos de sus caballos, que resonaban en; las piedras del valle. La luna ya se había levantado de atrás de Fam El Mizab. Las rocas, enormes y elevadas, parecían alzarse con el espíritu del pueblo, y el bosque de cedros semejaba una medalla de honor en el pecho del Líbano. Continuaron su marcha, y la luna brilló por encima de sus armas. Las lejanas cavernas resonaron repitiendo sus cánticos de alabanza y victoria hasta que, al pie de una cuesta, los detuvo el relincho de un caballo que se erguía entre las rocas grises como esculpido en ellas. En las cercanías del caballo encontraron un cuerpo, cuya sangre había manchado la tierra en que yacía. .Mostradme su espada y os diré quién es su dueño-gritó el jefe del escuadrón. Algunos soldados desmontaron y rodearon al muerto. Uno de ellos dijo al jefe:-Sus dedos cogen la empuñadura con toda su fuerza. Sería afrentoso quitarle la espada. Otro dijo:-La espada está cubierta por la sangre de la vida que huía y que ahora oculta su metal. Un tercero agregó:-La sangre coaguló tanto sobre la mano como sobre la empuñadura, e hizo de ellas una sola pieza. El jefe, entonces, desmontó y caminó hacia el cuerpo.-Levantad su cabeza-dijo-, y dejad que la luna ilumine su rostro, de modo que podamos saber quién es. Los hombres hicieron lo ordenado y el rostro del muerto apareció detrás del Velo de la Muerte, con signos de valor y nobleza. Era el rostro de un poderoso caballero y trasuntaba virilidad. Era el rostro de alguien que había chocado valientemente contra el enemigo y se enfrentaba a la muerte sonriendo. El rostro de un héroe libanés que, ese día, había dado testimonio del triunfo pero no había vivido para marchar y cantar y celebrar la victoria con sus camaradas. Cuando sacaron el paño de seda de su pálido rostro y le limpiaron el polvo de la batalla, el jefe, como en agonía, gritó:-¡Es el hijo de Assaaby! ¡Qué terrible pérdida! Y los hombres repitieron ese nombre, suspirando. El silencio, entonces, los cubrió, y sus corazones, embriagados por el néctar de la victoria, recuperaron la sobriedad, porque habían visto algo más grande que la gloria del triunfo en la pérdida de un héroe. En esa escena de espanto se erguían como estatuas de mármol, y sus lenguas, tiesas, se encontraban mudas y sin voz. Esto es lo que la muerte hace con las almas de los héroes: llorar y lamentarse es cosa de mujeres, quejarse y gritar es propio de niños. Para el dolor de los hombres de armas lo único digno es el silencio, que atenaza el corazón con tanta fuerza como las garras del águila la garganta de su presa. Es ese silencio que se eleva por encima de las lágrimas y gemidos el que, en su majestad, agrega pavor y angustia a la desgracia, ese silencio que hace que el alma descienda de la cima de la montaña al abismo. Ese silencio que anuncia la llegada de la tempestad. Y cuando la tempestad no se hace presente es porque el silencio resulta más fuerte que ella. Quitaron entonces la ropa al joven héroe para ver dónde había clavado la muerte sus aceradas garras y en, su pecho aparecieron las heridas, como labios que hablaban en la sere nidad de la noche proclamando la valentía de los hombres. El jefe se acercó al cuerpo y cayó de rodillas. Mirando mejor al guerrero muerto encontró un pañuelo bordado cofa hilos de oro atado en torno a su brazo y reconoció la mano que había hilado la seda, y los dedos que habían tejido su hebra. Lo guardó debajo de sus ropas y se apartó lentamente, ocultando con mano temblorosa su rostro agobiado. Hasta entonces esa mano había arrancado, con su

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L L LI I IB B BR R RO O Od d do o ot t t.. .c c co o om m m GIBRÁN KHALIL GIBRÁN LOS SECRETOS DEL... more L L LI I IB B BR R RO O Od d do o ot t t.. .c c co o om m m GIBRÁN KHALIL GIBRÁN LOS SECRETOS DEL CORAZON (1931) Revisado por Carlos J.J. La majestuosa mansión se encontraba bajo las alas de la noche silente, como la Vida bajo la envoltura de la Muerte. En su interior, una doncella sentada ante un escritorio de marfil, reclinada su bella cabeza sobre suave mano, como una lila marchita sobre sus pétalos. Miraba, alrededor de sí y se sentía una miserable prisionera que lucha por atravesar los muros del calabozo para contemplar a la Vida, marchando en el cortejo de la Libertad. Las horas pasaban como los espectros de la noche, como una procesión entonando el fúnebre canto de su pena, y la doncella se sentía segura derramando sus lágrimas en angustiosa soledad. Cuando no pudo resistir más su sufrimiento y se sintió en plena posesión de los secretos de su corazón, tomó la pluma y, mezclando lágrimas y tinta sobre el pergamino, escribió: Amada hermana: Cuando en el corazón se apiñan los secretos, y arden los ojos por las quemantes lágrimas, y las costillas parecen estallar con el creciente confinamiento del corazón, no se puede hallar otra expresión de ese laberinto salvo una oleada de liberación como ésta. Las personas melancólicas gozan lamentándose, y los amantes hallan alivio y condolencia en sus sueños, y los oprimidos se deleitan cuando causan conmiseración. Te escribo porque me siento como un poeta que imagina la belleza de las cosas y compone en versos sus impresiones, presa de un poder divino... Soy como el niño del hambriento que llora por su alimento, haciendo caso omiso de la condición de su pobre y piadosa madre y de su fracaso en la vida. Escucha mi dolorosa historia, querida hermana, y llora conmigo, pues sollozar es como una plegaria y las lágrimas de piedad son caridad porque surgen de un alma buena y sensible y no se derraman en vano. Fue la voluntad de mi padre que me casara con un hombre noble y rico. Mi padre era como la mayoría de los hombres ricos que, por temor a la pobreza, sólo gozan de la vida cuando pueden acrecentar su riqueza y agregar más oro a sus cofres, para ganar con su esplendor el favor de la nobleza, anticipándose así a los ataques de los días aciagos... Y ahora descubro que soy, con todo mi amor y mis sueños, una víctima sobre un altar de oro que odio, y dueña de un honor heredado que desprecio. Respeto a mi esposo porque es amable y generoso con todos; trata de hacerme feliz y gasta su oro para complacer mi corazón, pero he descubierto que todas estas cosas no valen lo que un momento de verdadero y divino amor. No te burle s de mí, hermana, pues ahora soy una persona muy instruida acerca de los anhelos del corazón de una mujer-ese palpitante corazón como un pájaro en el vasto cielo del amor-, como una copa vuelta a colmar con el vino de los tiempos, añejado para las almas sedientas... como un libro en cuyas páginas se leen capítulos de felicidad y desventura, regocijo y dolor, alegría y pesar. Nadie puede leer este libro, excepto el verdadero compañero que es la otra mitad de la mujer, y que ha sido creado para ella desde el principio del mundo. Sí, me he convertido en la más sabia de las mujeres en lo que atañe al objeto del alma y el sentido del corazón, porque he descubierto que mis magníficos corceles y carruajes y relucientes cofres de oro y sublime nobleza no valen lo que una mirada de ese pobre joven que espera pacientemente, sufriendo los tormentos de la aflicción y la desventura... Ese joven oprimido por la cruel voluntad de mi padre, prisionero en la estrecha y melancólica celda de la Vida... Por favor, querida mía, no urdas nada para consolarme, pues la calamidad por medio de la cual he descubierto el poder de mi amor es mi gran consuelo. Ahora miro hacia adelante a través de mis lágrimas, y

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L L LI I IB B BR R RO O Od d do o ot t t.. .c c co o om m m GIBRÁN KHALIL GIBRÁN NINFAS DEL VALLE... more L L LI I IB B BR R RO O Od d do o ot t t.. .c c co o om m m GIBRÁN KHALIL GIBRÁN NINFAS DEL VALLE (1948) MARTA I El padre de la niña murió cuando Marta estaba todavía en la cuna y su madre falleció antes de que la niña cumpliera diez años de edad. Fue a vivir sus años de orfandad en la casa de un pobre vecino, que con su mujer y sus hijos, vivía de los frutos de la tierra en una pequeña y. aislada aldea, en uno de los hermosos valles del Líbano. Al morir el padre de Marta, por toda herencia le dejó su nombre y una pobre cabaña que se alzaba entre nogales y álamos. De su madre sólo había hererado lágrimas de dolor y su orfandad total. Vivió como una extranjera en la tierra que la había visto nacer, sola entre árboles frondosos y altas rocas. Cada mañana, la niña caminaba descalza, vestida de harapos, e iba a ordeñar a las vacas a una región del valle donde el pasto era rico, y allí se sentaba la niña a la sombra de un árbol. Canta con los pajarillos y lloraba. con el arroyo, mientras enviciaba a las vacas por disponer de abundante comida. Contemplaba las flores y el revoloteo de las mariposas. Al hundirse el sol en el horizonte el hambre se apoderaba, de ella, y volvía a la cabaña, a sentarse junto a la hija de su tutor , y a comer una escasa ración de pan de maíz, con un poco de truta seca y frijoles humedecidos en vinagre y aceite de oliva. Después de la frugal cena, extendía pa. a seca en el: suelo, en un rincón, y se acostaba, reposando la cabeza en sus brazos. Luego se dormía y suspiraba, y deseaba que lavidà fuera un sueño largo y profundo, sin ensueños y sin despertar. Cerca del alba, su tutor la despertaba bruscamente para que lo sirviera, y la niña despertaba temblando de miedo por la dureza y la ira de su tutor. Así pasaron varios años en la vida de Marta, la desventurada, entre aque.llas distantes colinas y apartados valles. Pronto comenzó a sentir la niña en su corazón el despertar de emociones que hasta entonces no había tenido; era como estar conciente del perfume del corazón de una flor. Extraños sueños y pensamientos se arremolinaban en ella, como un rebaño que cruzara un río. Despertaba en ella la mujer y parecía tierra fresca y virgen preparada para recibir la semilla del conocimiento, y para sentir las huellas de la experiencia. Era una muchacha retraída y pura, a la que un decreto inescrutable del destino había exiliado en aquella granja apartada, cuya vida se regía en todas sus fases con las estaciones del año. Era como una sombra de un dios desconocido, que residiera entre la tierra y el sol. Los que hemos pasado la mayor parte de nuestra existencia en ciudades llenas de gente sabemos muy poco de la vida de quienes habitan en los pueblos y en las aldeas apartadas del Líbano. Nos arrastra la corriente de la civilización moderna. Hemos olvidado-o por l o menos así lo pensamosla filosofía de esa vida hermosa y simple, llena de pureza y de candor espiritual. Pero si volviéramos la mirada hacia esa-vida, la veríamos sonreír en lá primavera, la veríamos durmiendo la siesta al sol del verano; la veríamos cosechar en el otoño, y reposar en el invierno, y la consideraríamos como a nuestra madre naturaleza en todos sus estados de ánimo. Somos más ricos en bienes materiales que aquellos aldeanos; pero el espíritu del campesino es más noble que el nuestro. Nosotros sembramos mucho, y no cosechamos nada; en cambio, todo lo que ellos siembran lo cosechan. Nosotros, los que vivimos en la ciudad, somos esclavos de nuestros apetitos; ellos, son los hijos de la alegría simple. Nosotros bebemos en la copa de la vida un líquido enturbiado con amargura,, desesperación, temores y hastío. Ellos beben el claro vino de la vida sencilla. Marta llegó a la edad de dieciséis años. Su alma era un reluciente espejo que reflejaba toda la hermosura de los campos, y su corazón era como los anchos valles, que repetía, como el eco, los sonidos dula. Naturaleza. Un día de otoño, en que el campo parecía lleno de tristeza, la muchacha se sentó junto a un arroyo, sintiendo que su alma estaba libre de la prisión terrenal, como los pensamientos de la imaginación de un poeta, y contempla ba la danza de las hojas amarillas conforme iban cayendo de los árboles. Veía cómo el

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L L LI I IB B BR R RO O Od d do o ot t t.. .c c co o om m m GIBRÁN KHALIL GIBRÁN LOS DIOSES DE LA... more L L LI I IB B BR R RO O Od d do o ot t t.. .c c co o om m m GIBRÁN KHALIL GIBRÁN LOS DIOSES DE LA TIERRA (1931) Revisado por Carlos J.J. Al llegar la oscuridad de la duodécima era El silencio absorbió, pleamar de la noche Las montañas todas. En ese momento hicieron su aparición sobre las cimas, Las tres deidades nacidas de la Tierra, Amos y padres de la Vida. Las corrientes de agua pasaron a sus pies Y oleadas de niebla Sobre sus pechos se agolparon En tanto sus cabezas permanecieron erguidas Majestuosamente sobre el Mundo. Y después dialogaron. Retorciéndose sus voces, Con el retumbar distante del trueno En el profundo valle. EL PRIMER DIOS Hacia el Este el viento encamina su Soplo. Es mi deseo dirigir hacia el Sur mi rostro, Pues el Viento trae a mi olfato El aroma a cosas ya muertas. EL SEGUNDO DIOS Es el aroma a cuerpos quemados, Puro y bueno. Aspirarlo es mi deseo. EL PRIMER DIOS El aroma de la Muerte misma es, Consumida en su lenta flama, Que satura el aire. Perturba y asquea a mis sentidos, Cual me produce aversión las miasmas del Abismo. Es mi deseo, entonces, voltear mi rostro en dirección al Norte que no está impregnado de malos olores. EL SEGUNDO DIOS Es la fragancia encendida De la vida insatisfecha.

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L L LI I IB B BR R RO O Od d do o ot t t.. .c c co o om m m GIBRÁN KHALIL GIBRÁN LAZARO Y SU AMAD... more L L LI I IB B BR R RO O Od d do o ot t t.. .c c co o om m m GIBRÁN KHALIL GIBRÁN LAZARO Y SU AMADA (1925) Revisado por Carlos J.J. "¿No te dije yo que si creías verías la gloria de Dios?" Entonces retiraron la piedra. Jesús, elevando los ojos, dijo: Padre, gracias, te doy por haberme escuchado. Yo sabía que siempre me escuchas, pero hablé así a causa de esta multitud que me rodea, a fin de que ellos sepan que Tú me enviaste." Habiendo así hablado, clamó en alta voz: "Lázaro, sal fuera." Salió aquel que estaba muerto, atados los pies y las manos con fajas, y envuelto su rostro con una sábana. Y entonces díjoles Jesús: "Desatadlo y dejadlo partir." San Juan, IX, 40-41 Personajes LÁZARO MARÍA, su hermana MARTA, su hermana LA MADRE de Lázaro FILIPPO, un discípulo EL LOCO Escenario Jardín frente a la casa de Lázaro, su madre y sus hermanas, en Betania. Época Fin de la tarde del lunes, un día después de la resurrección de Jesús de Nazareth en su sepulcro. Al levantarse el telón, MARÍA está a la derecha, mirando hacia las montañas. MARTA está sentada con su telar cerca de la puerta, a la izquierda. El LOCO está sentado en un rincón de la casa, a la izquierda, recostado contra la pared. MARTA (volviéndose hacia María): No estás trabajando. No has trabajado mucho estos últimos días. MARÍA: No estás pensando en mi trabajo. Mi indolencia te hace pensar en lo que dijo nuestro Maestro, ¡el amado Maestro! LOCO: Día vendrá en que no habrá tejedores y nadie usará ropas. Todos nosotros estaremos desnudos bajo el sol. (Se produce un largo silencio. Las mujeres parecen no haber escuchado lo que dijo el Loco. Nunca lo oyen) MARÍA : Se está haciendo tarde. MARTA: Sí, ya losé. Se está haciendo tarde. (Entra la Madre, saliendo de la puerta de la casa). MADRE: ¿Él aún no volvió? MARÍA-No, madre, él aún no regresó. (Las tres mujeres miran hacia las montañas.) LOCO: Él nunca volverá. Lo que podrán ver será solamente una respiración dentro de un cuerpo. MARÍA: Tengo la impresión de que él aún no volvió del otro mundo. MADRE: La muerte de nuestro Maestro lo amargó profundamente. Durante estos últimos días, casi no comió nada y yo sé que pasa las noches sin dormir.: Debe haber sido la muerte de nuestro Amigo. MARTA: No, madre. Hay alguna otra cosa, algo que yo no comprendo.

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L L LI I IB B BR R RO O Od d do o ot t t.. .c c co o om m m GIBRÁN KHALIL GIBRÁN LAGRIMAS Y SONRI... more L L LI I IB B BR R RO O Od d do o ot t t.. .c c co o om m m GIBRÁN KHALIL GIBRÁN LAGRIMAS Y SONRISAS (1914) Revisado por: Carlos J.J. PALABRAS PRELIMINARES En ningún caso cambiaría las risas de mi corazón por las riquezas de las multitudes; ni me contentaría con convertir en quietud a las lágrimas de mi agonía interior. Es mi ferviente deseo que toda mi vida en esta tierra sea por siempre de lágrimas y sonrisas. Las lágrimas que purifican mi corazón y me revelan el secreto de la vida y sus misterios, La risa que me acerca a mis prójimos; Las lágrimas que me unen a los desdichados, La risa que simboliza la dicha de mi propio ser. Prefiero mil veces la muerte feliz antes que una vida vana e inútil. Un ansia eterna de amor y belleza es mi deseo; ahora se que los favorecidos no son sino desdichados, pero para mi espíritu los suspiros de los amantes son más reconfortantes que la melodía de una lira. La flor envuelve sus pétalos al oscurecer y el Amor la arrulla, y al amanecer abre los labios para recibir los besos del Sol anunciados por fugaces cúmulos de nubes que llegan y se van. La vida de las flores es esperanza y logros y paz; es de lágrimas y risas. Se evaporan las aguas y ascienden hasta convertirse en nubes que se arraciman en los picos y los valles; y al enfrentar la brisa, cae sobre los campos y se confunde con los arroyos que corren dichosos hacia el mar. La vida de las nubes es una vida de reuniones y despedidas; de lágrimas y sonrisas. Así el alma se separa del cuerpo y se dirige hacia el mundo material, transitando como una nube por los valles de tristeza y las.. montañas de felicidad, hasta que enfrenta a la brisa de la muerte y retorna a su lugar de origen, ese océano infinito de amor y belleza que es Dios. LA CREACIÓN El Dios desprendió un hálito de Sí mismo y de él creó a la belleza. Derramó sobre ella su bendición y la dotó de gracia y bondad. Le dio la copa de la felicidad y le dijo:-No bebas de esta copa hasta que hayas olvidado el pasado y el futuro, porque-la felicidad no es nada más que un momento pasajero. Y Él también le dio la copa de la tristeza y le dijo:-Bebe de esta copa y comprenderás el significado de los fugaces instantes de dicha en la vida, porque la tristeza está siempre presente. Y el Dios la dotó de un amor que la abandonaría para siempre en el momento en que ella experimentara por primera vez la alegría terrena, y de una dulzura que se desvanecería cuando conociera por primera vez la adulación. Y Él la colmó de sabiduría celestial para que la llevara por el recto sendero, y colocó en lo profundo de su corazón un ojo que distinguiera lo oculto, y la creó afectuosa y bondadosa para con todas las cosas. La atavió con vestiduras de esperanza bordadas por los ángeles del cielo can las hebras del arco iris. Y Él evitó que cayera en las sombras de la confusión, que es el alba de la vida y la luz. Entonces el Dios tomó el fuego exiguo de la hoguera de la ira, y el viento arrasador de los desiertos de la ignorancia, y las filosas arenas de las playas del egoísmo, y la tosca tierra pisoteada por los siglos, y a todos los me zcló y modeló al Hombre. Dotó al Hombre del ciego poder que lo enfurece y lo

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L L LI I IB B BR R RO O Od d do o ot t t.. .c c co o om m m GIBRÁN KHALIL GIBRÁN LA VOZ DEL MAEST... more L L LI I IB B BR R RO O Od d do o ot t t.. .c c co o om m m GIBRÁN KHALIL GIBRÁN LA VOZ DEL MAESTRO (1959) I EL MAESTRO Y EL DISCÍPULO 1. VIAJE DEL MAESTRO A VENECIA Y sucedió que el Discípulo vio al Maestro pasear en silencio arriba y abajo del jardín, y en su pálido semblante mostrá banse señales de profunda. tristeza. El Discípulo saludó al Maestro en nombre de Alá y le preguntó cuál era la causa de su dolor. El Maestro hizo un ademán con el báculo y rogó al Discípulo que se sentase en la piedra junto al estanque de los peces. Así lo hizo el Discípulo, preparándose a escuchar la voz del Maestro. Y éste dijo: Quieres que te relate la tragedia que mi Memoria repite cada día y cada noche en el escenario de mi corazón. Estás cansado ya de mi prolongado silencio y del secreto que no te revelo, y te atribulas ante mis suspiros y-lamentaciones. Te dices a tí mismo: "Si el Maestro no me admite en el templo de sus tristezas, ¿cómo voy a poder penetrar jamás en la morada de sus afectos?" Escucha mi historia... Préstame oído, pero no me compa dezcas, porque la piedad es parados débiles, y yo estoy fuerte todavía en medio de mi aflicción. Desde los días de mi juventud me ha venido persiguiendo en el sueño y en la vigilia el fantasma de una extraña mujer. La veo cuando estoy a solas por la noche, sentada junto a mi lecho. En el silencio de la medianoche escucho, su dulce voz. Muchas veces, al cerrar los ojos, siento el tacto de sus suaves dedos en mis labios; y cuando abro los ojos, el miedo me invade y repentinamente empiezo a escuchar el susurro de los ecos de la Nada... Frecuentemente me siento desorientado y me digo: "¿No será mi fantasía la que me hace dar vueltas hasta parecer que me pierdo entre las nubes? ¿No habré forjado yo desde lo más hondo de mis sueños una nueva divinidad de voz melo diosa y manos tibias? ¿He perdido acaso los sentidos y, en medio de mi locura, he creado esta cara y amada compañera? ¿Me he retirado de la sociedad de los hombres y del bullicio de la ciudad para poder estar a solas con el objeto de mi adoración? ¿Habré cerrado los ojos y los oídos a las formas y rumores de la Vida, para poder admirarla mejor y escuchar su melodiosa voz? Me pregunto a mí mismo muchas veces: "¿Soy un loco a quien le place estar solo, y que de los fantasmas de su soledad modela una compañera y esposa para su alma?" Te hablo de una Esposa y te asombra el oír esta palabra. Pero, ¿cuántas veces nos desconcertamos ante una experiencia extraña que rechazamos como imposible, aunque su realidad no puede borrarse de nuestra mente por mucho que lo intentemos? Esta mujer de mis visiones ha sido en realidad mi esposa, y ha compartido conmigo los gozos y sinsabores de la vida. Cuando me despierto por la mañana, la veo reclinada sobre mi almohada, mirándome con ojos rutilantes de bondad y amor maternal. Está conmigo cuando planeo cualquier empresa y me ayuda a realizarla. Cuando me siento a comer, ella toma asiento junto a mí e intercambiamos ideas y pala bras. Al anochecer, está conmigo de nuevo y me dice:-Llevamos mucho tiempo encerrados en este lugar. Salgamos a caminar por los campos y las praderas. Entonces dejo mi trabajo y la sigo por el campo, nos sentamos en una piedra elevada y contemplo el horizonte distante. Ella me señala la nube dorada y me hace notar la canción que gorjean los pájaros antes de retirars e a pasar la noche, agradeciendo al Señor por la dádiva de su libertad y de su paz.

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L L LI I IB B BR R RO O Od d do o ot t t.. .c c co o om m m GIBRÁN KHALIL GIBRÁN LA TEMPESTAD (19... more L L LI I IB B BR R RO O Od d do o ot t t.. .c c co o om m m GIBRÁN KHALIL GIBRÁN LA TEMPESTAD (1920) SATANAS El Padre Samaan era profundo conocedor de temas espirituales y teológicos, versado en los secretos del pecado venial y mortal, y una autoridad en los misterios del Paraíso, el infierno y el Purgatorio. Su tarea era recorrer las aldeas del Norte del Líbano, predicando al pueblo, curando a las almas del mal y previniendo a los hombres contra las acechanzas de Satán, a quien el Padre Samaan, día y noche, combatía sin descanso. Los campesinos lo respetaban y reverenciaban, y estaban siempre dispuestos a pagar sus consejos y oraciones con monedas de oro y plata. Y en toda colecta, aportaban los mejores frutos de su trabajo. En una noche de otoño, cuando el Padre Samaan se dirigía hacia su solitaria aldea, atravesando un sitio desolado en medio de valles y colinas, oyó un grito angustioso prove niente del costado del camino. Se detuvo, miro'en dirección al lugar de donde provino el llamado y vio un hombre desnudo, tendido sobre el suelo. La sangre brotaba de las profundas heridas de su cabeza y de su pecho mientras gemía e imploraba socorro:-¡Salvadme! ¡Socorredme! ¡Tened piedad de mí, me estoy muriendo! El Padre Samaan miró, perplejo, hacia el caído diciéndose: "Este hombre debe ser un ladrón... Seguramente trató de asaltar a un viajero y fracasó; está ágonizando y, si muriera en mis brazos, me responsabilizarán de su muerte. Así pensando, siguió su camino; mas el moribundo detuvo sus pasos gritando:-¡No me abandones! ¡No me abandones! ¡Me conoces y te conozco y moriré si no me socorres! El Padre, entonces, se detuvo y empalideció al pensar que estaba negando un auxilio, y con labios trémulos se dijo: "El ha de ser, sin duda, uno de los locos del bosque. El as pecto de sus heridas hace tembla r mi corazón; ¿qué haré? ¿En que puedo ayudarlo? Un médico de almas no cura cuerpos" Y el Padre se alejó; mas, cuando había dado unos pocos pasos, el moribundo lanzó un gemido que conmovería el corazón más duro. El Padre se detuvo nuevamente y oyó al herido que decía, con un jadeo:-Acércate. Acércate, pues somos amigos desde hace mucho tiempo... Tú eres el Padre Samaan, el Buen Pastor, y yo no soy ni un loco ni un ladrón. Ven a mi lado y te diré quién soy. El Padre Samaan se acercó al hombre, se inclinó y lo contempló atentamente. Mas tan sólo vio un rostro extraño; un rostro lleno de contrastes; vio inteligencia y maldad; fealdad y belleza; perversidad y ternura... Erguiéndose, retrocedió de un salto exclamando:-¿Quién eres? ¡Nunca te vi en mi vida! Y el moribundo, con voz débil, dijo:-No tengas recelo de mí, Padre, que hace tiempo que somos amigos. Levántame y llévame hasta el arroyo y lava mis heridas.-¿Quién eres tú? Dímelo, pues no te reconozco ni recuerdo haberte visto. Y el hombre respondió con vo z agonizante:-Me conoces muy bien. Me has visto ya mil veces, hablas de mí todo el día y te soy más querido que tu propia vida. Pero el Padre Samaan, sin reconocerlo, le respondió, enojado-¡Eres un impostor y un mentiroso! Un moribundo debiera decir la verdad... Jamás vi tu rostro malvado en toda mi vida. Dime quién eres o te dejaré morir... Y el herido, moviéndose trabajosamente, miró a los ojos del sacerdote y con una significativa sonrisa en sus labio, le dijo con voz tranquila, profunda y suave:-Soy Satanás. Al escuchar la terrible palabra, el Padre Samaan dio un grito tan fuerte que sacudió los rincones más lejanos del valle, y, con los ojos llenos de espanto, miró nuevamente al herido reconoció que su figura y sus heridas, coincidían con la figura y las heridas de Satán pintadas en una tela que colgaba de la pared de una iglesia de la aldea, re presentando el juicio Final. Entonces, exclamó trémulo:

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Este mundo no es sino una taberna Y el Tiempo es su Amo y su Señor que sólo sirve a aquellos que ... more Este mundo no es sino una taberna Y el Tiempo es su Amo y su Señor que sólo sirve a aquellos que se abisman en sueños sin nexo ni rima.

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L L LI I IB B BR R RO O Od d do o ot t t.. .c c co o om m m GIBRÁN KHALIL GIBRÁN JESÚS, EL HIJO D... more L L LI I IB B BR R RO O Od d do o ot t t.. .c c co o om m m GIBRÁN KHALIL GIBRÁN JESÚS, EL HIJO DEL HOMBRE (1928) Revisado por: CARLOS J.J. SANTIAGO, HIJO DE ZEBEDEO El reinado de la Tierra Era un día primaveral el día en que Jesús llegó a un parque de Jerusalén, y comenzó a dialogar con la multitud sobre el Reinado del Cielo. Graves acusaciones en contra de fariseos y escribas que colocaban trampas y cavaban pozos en el sendero de quienes buscaban el Reino Celestial, apostrofándolos y recriminándolos con acritud. Entre la multitud se hallaban personas que defendían a los escribas y fariseos, y planearon. arrestar a Jesús, y a nosotros con él. Pero Jesús logró burlar sus ardides y escapar por el portal de la ciudad que mira hacia el Norte. Allí nos contempló y dijo:-Todavía no ha llegado la hora en que me prendan. Aún tengo mucho de que hablaros, y mucho es también lo que tengo que hacer entre vosotros antes de pensar en entregarme- .-Y después añadió, su voz teñida de felicidad:-Vayamos hacia el Norte, hacia la primavera. Subid conmigo a los montes, pues el invierno ha terminado y la nieve del Líbano está cayendo hacia los valles, agregando su preludio a las sinfonías de los arroyos. Las llanuras y las viñas han alejado todo sueño, y han despertado para recibir al Sol con lujuriosos higos y frescas uvas. Estaba siempre a la. cabeza de la columna que conformaban los suyos, todo ese día y también el siguiente. En el atardecer del tercero habíamos escalado la cima del monte Hermón. En lo alto de una meseta se detuvo a observar las aldeas esparcidas por el llano. Se le iluminó la cara, que en ese instante parecía oro bruñido. Nos tendió las manos.-Ved cómo el suelo se ha vestido con sus verdes vestiduras-dijo-y de qué manera los arroyos han bordado sus faldas con brillante hilo de plata. La Tierra es hermosa, verdad, y todo lo que es y existe encima de ella es encantador; pero, atrás de todo lo que veis se encuentra un Reino del cual yo seré monarca y gobernante. Si podéis amar y encariñaros con el corazón iréis conmigo a ese Reino, a gobernar a mi lado. En ese lugar vuestro rostro y el mío no estarán velados; no llevarán vuestras diestras puñales ni cetros. Nuestros gobernados vivirán en la tranquilidad sin sentir hacia nosotros miedo u horror. De esa forma habló Jesús, pero yo estaba ciego y no podía ver el Reino de esta Tierra, ni las grandiosas ciudades fortificadas y amuralladas. No moraba en mi espíritu más que una sola ansia: ir junto al Maestro hasta aquel otro Reino. En ese instante había llegado Judas Iscariote, que se puso junto a Jesús y le dijo:-Los reinados de los seres humanos son muchos y extensos; las huestes de Salomón y de David vencerán al fin a los romanos. Si es tu deseo llegar a ser rey de los judíos, nuestras lanzas y puñales estarán a tu servicio para expulsar a los extranjeros y triunfar sobre ellos. Al escuchar esto Jesús, su faz se indignó, y le respondió con voz estentórea y resonante:-¡Fuera de aquí, demonio! ¡Podrás creer, por azar, que mi llegada entre las legiones de los milenios es para gobernar, un solo día, sobre un hormiguero de personas. Mi trono no llegará a tu poca inteligencia, pues quien trata de abarcar la Tierra con sus alas, no tratará de buscar un lugar de refugio en un nido abandonado y destruido! ¿Se siente honrada o enaltecida, quizás, una aldea porque sus moradores visten mortajas? Mi Reino no es de este mundo y mi trono no se erguirá sobre las calaveras de vuestros ancestros. Si anheláis un reino que no sea el Reino del Alma, más os valiera abandonarme aquí y emprender el descenso a las cuevas de vuestros muertos, donde, desde tiempos remotos, los seres de testa coronada llaman a conciliábulo en sus sepulcros, para glorificar la osamenta de vuestros antepasados. ¡Cómo te atreves a tentarme con un trono de infecta materia, cuando mi frente ansía la corona de los astros o vuestras espinas! Pero, de no ser por un sueño de un pueblo casi olvidado, no hubiera permitido que vuestro sol

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L L LI I IB B BR R RO O Od d do o ot t t.. .c c co o om m m GIBRÁN KHALIL GIBRÁN ESPÍRITUS REBELD... more L L LI I IB B BR R RO O Od d do o ot t t.. .c c co o om m m GIBRÁN KHALIL GIBRÁN ESPÍRITUS REBELDES (1908) KAHLIL EL HEREJE Revisado por: Carlos J. J. I Sheik Abbas era considerado un príncipe por los habitantes de una aldea solitaria del norte del Líbano. Su mansión, situada en medio de las pobres chozas de los aldeanos, parecía un saludable gigante rebosante de vida en medio de débiles enanos. El Sheik vivía rodeado de lujo, mientras sus vecinos soportaban una penosa existencia. Lo obedecían y se inclinaban respetuosamente ante él cuando se dirigía a ellos. Parecía como si el poder de la mente lo hubiera designado su portavoz e intérprete oficial. Su cólera los hacía estremecer y dispersarse como las hojas barridas por el fuerte viento del otoño. Si abofeteaba a alguien, era una herejía por parte del individuo el moverse o levantar el rostro o evidenciar cualquier intento de descubrir el porqué de tamaña ira. Si sonreía a alguien, éste era considerado por los aldeanos como la persona más honrada y afortunada. El temor y el sometimiento de la gente no era consecuencia de la debilidad: la pobreza y necesidad habían provocado este estado de perpetua humillación. Hasta las chozas en que vivían y los campos que cultivaban pertenecían a Sheik Abbas, quien las había heredado de sus antepasados. La labranza de la tierra, la siembra de semillas y la cosecha del cereal, todo era realizado bajo la supervisión del Sheik, quien, a cambio del esfuerzo realizado, recompensaba a los labriegos con una pequeña porción de trigo que apenas les alcanzaba para no morirse de hambre. Con frecuencia, muchos de ellos necesitaban pan antes de finalizar la cosecha e iban a pedirle al Sheik con lágrimas en los ojos que les adelantara algunas piastras o un poco de trigo; el Sheik accedía gustoso, pues sabía que pagarían sus deudas con creces cuando llegara el tiempo de la cosecha. Así, aquellos hombres permanecían endeudados toda la vida, dejando un legado de deudas a sus hijos, y se sometían a su amo, cuya cólera habían temido desde siempre y cuya amistad y estima habían permanentemente tratado, en vano, de ganar. II Llegó el invierno, y con. él la pesada nieve y el viento cruel; los valles y los campos quedaron desnudos salvo por los árboles sin hojas que se erguían como espectros de muerte sobre las desiertas planicies. Después de haber guardado en los graneros del Sheik los productos de la tierra, y de haber llenado sus copas con el vino de sus viñedos, los aldeanos se retiraron a sus chozas para pasar una parte de sus vidas holgazaneando junto al fuego, y recordando la gloria de épocas pasadas, y relatándose unos a otros las historias de cansadores días y largas noches. El viejo año había exhalado su último suspiro en el cielo ceniciento. Era la noche en la cual el Año Nuevo sería coronado y colocado en el trono del Universo. Comenzó a nevar pesadamente, y los vientos ululantes descendían de las encumbradas montañas hacia el abismo, y arrastrando la nieve formaban montículos que se acumulaban en los valles. Los árboles se balanceaban a causa de las fuertes tormentas,, y los campos y lomas estaban cubiertos con un blanco manto sobre el que la Muerte escribía borrosos trazos que luego borraba. La nevada parecía separar unas de otras las dispersas aldeas emplazadas junto a los valles. La parpadeante luz de las lámparas de aquellas miserables chozas, apenas discernible a través de las ventanas, se desvanecía tras el espeso velo de la Naturaleza enfurecida. El miedo había hecho presa de los corazones de los fellaínes y los animales se habían guarecido en los establos, mientras los perros se escondían en los rincones. Podía escucharse el ulular de los vientos y el tronar de las tormentas retumbando en lo profundo de los valles. Parecía como si la Naturaleza se

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L L LI I IB B BR R RO O Od d do o ot t t.. .c c co o om m m GIBRÁN KHALIL GIBRÁN EL VAGABUNDO (19... more L L LI I IB B BR R RO O Od d do o ot t t.. .c c co o om m m GIBRÁN KHALIL GIBRÁN EL VAGABUNDO (1932) Revisado por: Carlos J.J, Lo encontré en la encrucijada de dos caminos. El hombre con apenas un bastón. Cubría sus ropas con una capa y su rostro con un velo de tristeza. Nos saludamos el uno al ot ro y yo le dije:-Ven a mi casa y sé mi huésped. Y él, vino. Mi mujer y mis hijos nos espetaban en la puerta de la casa y el les sonrió y ellos estuvieron contentos de su llegada. Después nos sentamos a la mesa. Y todos nos sentimos felices, con el hombre y con el halo de silencio y de misterio que lo envolvía. Y, luego de cenar, nos reunimos frente al fuego y yo lo interrogué acerca de sus peregrinaciones. Y nos contó muchas historias durante aquella noche. Y también al día siguiente. Las historias, que yo he registrado aquí, son fruto de la amargura de sus días, aunque él nunca se mostró amargado. Y están escritas con el polvo del camino. Cuando nos dejó, tres días después, no lo sentíamos ya como un huésped que había partido sino, más bien, como uno de nosotros, que estaba en el jardín y que aún no había entrado. VESTIDURAS Cierto día Belleza y Fealdad se encontraron a orillas del mar. Y se dijeron:-Bañémonos en el mar. Entonces se desvistieron y nadaron en las aguas. Instantes más tarde Fealdad regresó a la costa y se vistió con las ropas de Belleza, y luego partió. Belleza también salió del mar, pero no halló sus vestiduras, y era demasiado tímida para quedarse desnuda, así que se vistió con las ropas de Fealdad. Y Belleza también siguió su camino. Y hasta hoy día hombres y mujeres confunden una con la otra. Sin embargo, algunos hay que contemplan el rostro de Belleza y saben que no lleva sus vestiduras. Y algunos otros que conocen el rostro de Fealdad, y sus ropas, no lo ocultan a sus ojos. CANCIÓN DE AMOR Cierta vez, un poeta, escribió una hermosa canción de amor. E hizo muchas copias y las envió a sus amigos y conocidos; hombres y mujeres y, también, a una joven que había visto, tan sólo una vez y que vivía más allá de las montañas. Y, cuando pasaron dos o tres días, vino un mensajero de parte de la joven, trayendo una carta. Y la carta decía: "Déjame decirte que estoy profundamente conmovida por la canción de amor que escribiste para mí. Ven pronto y habla con mis padres para tratar los preparativos de la boda". Y el poeta respondió, diciendo en su carta: "Amiga mía, la canción que le envié no era sino una canción de amor brotada del corazón de un poeta, cantada por todo hombre y a toda cualquier mujer. Y ella le escribió a su vez, diciendo: "¡Hipócrita y mentiroso! ¡Desde hoy, hasta el día en que me entierren, odiaré a todos los poetas por su causa! LAGRIMAS Y RISAS Una noche, a orillas del Nilo, una hiena se encontró con un cocodrilo. Ambos se detuvieron y se saludaron. La hiena dijo:

Research paper thumbnail of L L LI I IB B BR R RO O Od d do o ot t t. . .c c co o om m m EL PROFETA (1923

Almustafá, el elegido y bienamado, el que era un amanecer en su propio día, había esperado doce a... more Almustafá, el elegido y bienamado, el que era un amanecer en su propio día, había esperado doce años en la ciudad de orfalese la vuelta del barco que debía devolverlo a su isla natal. A los doce años, en el séptimo día de Yeleol, el mes de las cosechas, subió a la colina, más allá de los muros de la ciudad, y contempló él mar. Y vio su barco llegando con la bruma. Se abrieron, entonces, de par en par las puertas de su corazón y su alegría voló sobre el océano. Cerró los ojos y oró en los silencios de su alma. Sin embargo, al descender de la colina, cayó sobre él una profunda tristeza, y pensó así, en su corazón. ¿Cómo podría partir en paz y sin pena? No; no abandonaré esta ciudad sin una herida en el alma. Largos fueron los días de dolor que pasé entre sus muros y largas fueron las noches de soledad y, ¿quién puede separarse sin pena de su soledad y su dolor? Demasiados fragmentos de mi espíritu he esparcido por estas calles y son muchos los h ijos de mi anhelo que marchan desnudos entre las colinas. No puedo abandonarlos sin aflic ción y sin pena. No es una túnica la que me quito hoy, sino mi propia piel, que desgarro con mis propias manos. Y no es un pensamiento el que dejo, sino un corazón, endulzado por el hambre y la sed. Pero, no puedo detenerme más. El mar, que llama todas las cosas a su seno, me llama y debo embarcarme. Porque el quedarse, aunque las horas ardan en la noche, es congelarse y cristalizarse y ser ceñido por un molde. Desearía llevar conmigo todo lo de aquí, pero, ¿cómo lo haré? Una voz no puede llevarse la lengua y los labios que le dieron alas. Sola debe buscar el éter. Y sola, sin su nido, volará el águila cruzando el sol. Entonces, cuando llegó al pie de la colina, miró al mar otra vez y vio a su barco acercándose al puerto y, sobre la proa, los marineros, los hombres de su propia tierra. Y su alma los llamó, diciendo: Hijos de mi anciana madre, jinetes de las mareas; ¡cuántas veces habéis surcado mis sueños! Y ahora llegáis en mi vigilia, que es mi sueño más profundo. Estoy listo a partir y mis ansias, con las velas desplegadas,, esperan el viento. Respiraré otra vez más este aire calmo, contemplaré otra vez tan sólo hacia atrás, amorosamente. Y luego estaré con vosotros, marino entre marinos. Y tú, inmenso mar, madre sin sueño. Tú que eres la paz y la libertad para el río y el arroyo. Permite un rodeo más a esta corriente, un murmullo más a esta cañada. Y luego iré hacia ti, como gota sin límites a un océano sin límites. Y, caminando, vio a lo lejos cómo hombres abandonaban sus campos y sus viñas y se encaminaban apresuradamente hacia las puertas de la ciudad. Y oyó sus voces llamando su nombre y gritando de lugar a lugar, contándose el uno al otro de la llegada de su barco. Y se dijo a sí mismo: ¿Será el día de la partida el día del encuentro? ¿Y será mi crepúsculo, realmente, mi amanecer? ¿Y, qué daré a aquel que dejó su arado en la mitad del surco, o a aquel que ha detenido la rueda de su lagar? ¿Se convertirá mi corazón en un árbol cargado de frutos que yo recoja para entregárselos? ¿Fluirán mis deseos como una fuente para llenar sus copas? ¿Será un arpa bajo los dedos del Poderoso o una flauta a través de la cual pase su aliento? Buscador de silencios soy ¿qué tesoros he hallado en ellos que pueda ofrecer confiadamente? Si es este mi día de cosecha ¿en qué campos sembré la semilla y en qué estaciones, sin memoria?

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L L LI I IB B BR R RO O Od d do o ot t t.. .c c co o om m m GIBRÁN KHALIL GIBRÁN EL PRECURSOR (19... more L L LI I IB B BR R RO O Od d do o ot t t.. .c c co o om m m GIBRÁN KHALIL GIBRÁN EL PRECURSOR (1920) EL PRECURSOR Tú eres el precursor de ti mismo, amigo mío, y las torres y ciudadelas erigidas en tu vida no son más que cimiento para la esencia soberbia que a su vez será cimiento para la otra. Yo soy como tú, precursor de mí mismo, porque la sombra desplegada ante mí, a la salida del sol, eclipasará bajo mis pies al mediodía. Amanecerá nuevamente y otra sombra se bosquejará; también ésta se esfumará, otra vez, bajo mis pies, al otro día. Somos desde el principio precursores de nosotros mismos, y así seremos hasta la eternidad. Todo lo que acumulamos en nuestra vida no es más que una semilla que preparamos para un erial. Somos el erial y los sembradores; somos la fruta y los cosechadores. Cuando eras, amigo mío, un pensamiento perdido en la tiniebla, yo era, como tú, otro pensamiento extraviado. Te llamé y acudiste a mi llamado. De nuestros afanes nacieron los sueños. Los sueños eran tiempo sin cadena, y los tiempos fueron espacio sin fin. Eras una palabra muda entre los temblorosos labios de la vida; también era yo, como tú, otra palabra muda, y no bien nos pronunció la vida cuando asomamos al mundo con cora zones vibrantes por el recuerdo del pasado y con el afán para el mañana. Y el pasado no es más que la muerte expulsada; y el mañana es el nacimiento buscado. Ahora estamos en manos de Dios. Tú eres un sol radiante en su derecha y yo una tierra iluminada en su izquierda. Tu poder en la iluminación no es superior al mío en reflejar tu luz. Y nosotros no somos el sol ni la tierra sino el comienzo de un sol más grande y de una tierra más gigantesca. Así seremos hasta el fin de los siglos. Tú eres el predecesor de ti mismo, ¡oh, extraño!, tú, que franqueas el umbral de mi jardín; yo soy, como tú, precursor de mí mismo, no obstante vivir bajo la sombra de mis árboles, reposado y tranquilo. EL AMOR Se cuenta que el zorro bebe junto al león de una misma fuente. Y se dice que el águila y el milano devoran juntos la carroña sin disputas y en total armonía. ¡Oh, justo amor! Tú que has refrenado el capricho de mis pasiones con poderosa mano, y has convertido mi hambre y mi sed en altivez y magnanimidad, no permitas al fuerte soberbio que habita en mí comer el pan ni beber el vino que cautivan mi débil ser. Hazme recordar mejor y habré muerto de hambre. Deja mi corazón inflamarse de sed. Será mejor morir y extinguirse que tomar en la mano una copa que tú no has llenado, ni un vaso de licor que tú no has bendecido. LAS CUATRO RANAS El saber y el medio saber Estaban cuatro ranas sentadas sobre _un grueso tronco de leña que flotaba a la orilla de un anchuroso río. Una ola fu riosa arrastró al tronco hasta la mitad del río, donde la corriente lo condujo con el curso del agua. Alborozáronse las ranas por el encanto de su expedición y comenzaron a saltar sobre el tronco porque jamás se vieron navegar mar adentro. Pasado un momento de silencio la primera rana gritó:-¡Qué tronco más curioso y extraño! Mirad, compañeras, cómo viaja igual que los seres vivientes. Jamás he visto ni oído hablar de cosa tan parecida.

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L L LI I IB B BR R RO O Od d do o ot t t.. .c c co o om m m GIBRÁN KHALIL GIBRÁN Revisado por: Ca... more L L LI I IB B BR R RO O Od d do o ot t t.. .c c co o om m m GIBRÁN KHALIL GIBRÁN Revisado por: Carlos J.J. EL LOCO (1918) Me preguntáis como me volví loco. Así sucedió: Un día, mucho antes de que nacieran los dioses, desperté de un profundo sueño y descubrí que me habían robado todas mis máscaras-si; las siete máscaras que yo mismo me había confeccionado, y que llevé en siete vidas distintas-; corrí sin máscara por las calles atestadas de gente, gritando:-¡Ladrones! ¡Ladrones! ¡Malditos ladrones! Hombres y mujeres se reían de mí, y al verme, varias personas, llenas de espanto, corrieron a refugiarse en sus casas. Y cuando llegué a la plaza del mercado, un joven, de pie en la azotea de su casa, señalándome gritó:-Miren! ¡Es un loco! Alcé la cabeza para ver quién gritaba, y por vez primera el sol be só mi desnudo rostro, y mi alma se inflamó de amor al sol, y ya no quise tener máscaras. Y como si fuera presa de un trance, grité:-¡Benditos! ¡Benditos sean los ladrones que me robaron mis máscaras! Así fue que me convertí en un loco. Y en mi locura he hallado libertad y seguridad; la libertad de la soledad y la seguridad de no ser comprendido, pues quienes nos comprenden esclavizan una parte de nuestro ser. Pero no dejéis que me enorgullezca demasiado de mi seguridad; ni siquiera el ladrón encarcelado está a salvo de otro ladrón. DIOS En los días de mi más remota antigüedad, cuando el temblor primero del habla llegó a mis labios, subí a la montaña santa y hablé a Dios, diciéndole:-Amo, soy tu esclavo. Tu oculta voluntades mi ley, y te obedeceré por siempre jamás. Pero Dios no me contestó, y pasó de largo como una potente borrasca. Y mil años después volví a subir a la montaña santa, y volví a hablar a Dios, diciéndole:-Creador mío, soy tu criatura. Me hiciste de barro, y te debo todo cuanto soy. Y Dios no contestó; pasó de largo como mil alas en presuroso vuelo. Y mil años después volví a escalar la montaña santa, y hablé a Dios nuevamente, diciéndole:-Padre, soy tu hijo. Tu piedad y tu amor me dieron vida, y mediante el amor y la adoración a ti heredaré tu Reino. Pero Dios no me contestó; pasó de largo como la niebla que tiende un velo sobre las distantes montañas. Y mil años después volví a escalar la sagrada montaña, y volví a invocar a Dios, diciéndole:-¡Dios mío!, mi supremo anhelo y mi plenitud, soy tu ayer y eres mi mañana. Soy tu raíz en la tierra y tú eres mi flor en el cielo; junto creceremos ante la faz del sol. Y Dios se inclinó hacia mí, y me susurró al oído dulces palabras. Y como el mar, que abraza al arroyo que corre hasta él, Dios me abrazó. Y cuando bajé a las planicies, y a los valles vi que Dios también estaba allí. AMIGO MÍO Amigo mío... yo no soy lo que parezco. Mi aspecto exterior no es sino un traje que llevo puesto; un traje hecho cuidadosamente, que me protege de tus preguntas , y a ti, de mi negligencia.

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L L LI I IB B BR R RO O Od d do o ot t t.. .c c co o om m m GIBRÁN KHALIL GIBRÁN EL JARDÍN DEL PR... more L L LI I IB B BR R RO O Od d do o ot t t.. .c c co o om m m GIBRÁN KHALIL GIBRÁN EL JARDÍN DEL PROFETA (1933) El regreso del Profeta Almustafá, el elegido y bieñamado, el que era amanecer de su propio día, volvió a su isla natal, en el mes de Ticrén, el mes del recuerdo. Y su barca se acercó al puerto,. mientras él permanecía en pie, en la proa, rodeado de su tripulación. Y tenía una sensación de bienvenida en su corazón. Habló, y el mar resonó en su voz, y dijo: Mirad, es la isla que me vio nacer. Desde allí me lancé al mundo, con una canción y un acertijo; una canción para los cielos, y una pregunta para la tierra. Y, ¿qué hay entre el cielo y la tierra que lleve la canción y conteste la pregunta, excepto nuestra propia pasión? El mar me arroja una vez más a estas playas. No somos .sirio una ola m ás de sus olas. Nos empuja para que seamos su voz. Pero, ¿cómo serlo, a menos que rompamos la simetría de nuestro corazón en la roca y en la arena? Porque esta es la ley de los marineros y del mar: si quieres ser libre, tienes qué ser como la niebla. Lo informe busca desde' siempre la forma, como las incontables nebulosas tienden a convertirse en soles y lunas; y nosotros, que hemos buscado tenazmente, volvemos ahora a ésta isla. Hemos de convertirnos una vez más en niebla, y tenemos que aprender el principio-de todas las cosas. ¿Para nacer; para vivir hay que romper y fragmentar un mundo? Para siempre estaremos en busca de playas, para poder cantar, y que nos oigan. Pero, ¿qué decir de la ola que se rompe donde nadie puede oírla? Lo que no escuchamos en nos otros es lo que alimenta nuestro dolor más hondo. Sin embargo, también lo no escuchado, lo insólito, es lo que forma nuestra: alma, para hacer nuestro destino. Entonces, uno de sus marineros dio un paso adelante, y le dijo: Maestro, has capitaneado nuestras ansias de llegar a este puerto, y mira: ya hemosàrribado. Sin embargo, hablas de dolor y de corazones que se han de romper. Y el profeta respondió, diciendo: ¿No os he hablado de la libertad, y de la niebla, que es nuestra mayor libertad? Sin embargo, no sin pena hago este peregrinaje a la isla. en que nací, como un fantasma decapitado que nuevamente volviera a arrodillarse ante quienes lo decapitaron. Y otro marinero habló, y dijo: Mira a la multitud en la rada. En su silencio ha predicho el día y l a hora de tu llegada, y acuden, abandonando sus tierras y viñedos, acuciados por su amorosa necesidad, para venir a esperarte. Y Almustafá miró a lo lejos, hacia la muchedumbre, y su corazón sintió aquella ansiosa espera, y guardó silencio. Luego, surgió un grito de la gente reunida, y fue un grito de afecto y súplica. Y el profeta miró a sus marineros, y dijo: ¿Y qué les daré? Fui cazador, en una tierra lejana. Con destreza y fuerza he lanzado las flechas de oro que me dieron, pero no he traido ninguna pieza de caza. No seguí el curso de las flechas. Acaso estén ahora brillando al sol en las plumas de águilas heridas que no caerán a tierra. Y acaso estas puntas de flechas hayan caído en las manos de aquellos que las necesitan para conseguir pan y vino. No sé dónde ha terminado el vuelo de estas flechas pero una cosa sí sé: han descrito su órbita en el cielo. Y aun así, is mano del amor pesa todavía sobre mí, y vosotros, mis marineros, todavía lleváis en vuestras velas mi visión, y no seré mudo. Gritaré cuando la mano de las estaciones esté sobre mi garganta, y cantaré mis melodías cuando mis labios estén abrasados por las llamas.

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L L LI I IB B BR R RO O Od d do o ot t t.. .c c co o om m m GIBRÁN KHALIL GIBRÁN ARENA Y ESPUMA (... more L L LI I IB B BR R RO O Od d do o ot t t.. .c c co o om m m GIBRÁN KHALIL GIBRÁN ARENA Y ESPUMA (1926) Revisado por Carlos J.J. Siempre estoy vagando en esta playa Entre la arena y la espuma. La marea borrará las huellas de mis pies Y el viento esparcirá la espuma. Pero el mar y la playa continuarán por siempre jamás. Un día encerré en mi mano un poco de niebla. Y al abrir el puño, ¡ay!, la niebla Se había convertido en gusano. Volvía cerrar y abrir el puño, y ¡Albricias!, En mi palma había un pájaro. Nuevamente cerré y abrí el puño, y Vi q ue en mi palma había un hombre, De pie, de rostro triste, que me observaba. Y volví a cerrar el puño; al abrirlo, No había más que niebla. Pero escuché un canto de inenarrable dulzura. Apenas ayer me sentía una partícula Oscilando sin ritmo en la espera de la vida. Ahora sé que soy la espera, y toda La vida palpita en rítmicos fragmentos En mi interior. Me dicen, en su vigilia: "Tú y el mundo en que vives no sois Más que un grano de arena en la Infinita playa de un mar infinito". Y yo les digo, en mi sueño: "Soy El mar infinito, y todas las palabras No son más que granos de arena En mi playa". Sólo una vez me quedé sin palabras. Fue cuando un hombre me preguntó: "¿Quién eres?"

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L L LI I IB B BR R RO O Od d do o ot t t.. .c c co o om m m GIBRÁN KHALIL GIBRÁN ALAS ROTAS (1912... more L L LI I IB B BR R RO O Od d do o ot t t.. .c c co o om m m GIBRÁN KHALIL GIBRÁN ALAS ROTAS (1912) Revisado por: Carlos J. J. PREFACIO Tenía yo dieciocho años de edad cuando el amor me abrió los ojos con sus mágicos rayos y tocó mi espíritu por vez primera con sus dedos de hada, y Selma Karamy fu e la primera mujer que despertó mi espíritu con su belleza y me llevó al jardín de su hondo afecto, donde los días pasan como sueños y las noches como bodas. Selma Karamy fue la que me enseñó a rendir culto a la belleza con el ejemplo de su propia hermosura y la que, con su cariño, me reveló el secreto del amor; fue ella la que cantó por vez primera, para mí, la poesía de la vida verdadera. Todo joven recuerda su primer amor y trata de volver a poseer esa extraña hora, cuyo recuerdo transforma sus más hondos sentimientos y le da tan inefable felicidad, a pesar de toda la amargura de su misterio. En la vida de todo joven hay una "Selma", que súbitamente se le aparece en la primavera de la vida, que transforma su soledad en momentos felices, y que llena el silencio de sus noches con música. Por aquella época estaba yo absorto en profundos pensamientos y contemplaciones, y trataba de entender el significado de la naturaleza y la revelación de los libros y de las Escrituras, cuando oí al Amor susurrando en mis oí dos a través de los labios de Selma. Mi vida era un estado de coma, vacía como la de Adán en el Paraíso, cuando vi a Selma en pie, ante mí, como una columna. de luz. Era la Eva de mi corazón, que lo llenó de secretos y maravillas, y que me hizo comprender el significado de la vida. La primera Eva, por su propia voluntad, hizo que Adán saliera del Paraíso, mientras que Selma, involuntariamente, me hizo entrar en el Paraíso del amor puro y de la virtud, con su dulzura y su amor; pero lo que ocurrió al primer hombre también me sucedió a mí, y. la espada de fuego que expulsó a Adán del Paraíso fue la misma que atemorizó con su filo resplandeciente y me obligó a apartarme del paraíso de mi amor, sin haber desobedecido ningún mandato, y sin haber probado el fruto del árbol prohibido. Hoy, después de haber transcurrido muchos años, no me queda de aquel hermoso sueño sino un cúmulo de dolorosos recuerdos que aletean con alas invisibles en torno mío, que llenan de tristeza las profundidades de mi corazón, y que llevan lágrimas a mis ojos; y mi bien amada, la hermosa Selma, ha muerto, y nada queda de ella para preservar su memoria, sino mi roto corazón, y una tumba rodeada de cipreses. Esa tumba y este corazón son todo lo que ha quedado para dar testimonio de Selma. El silencio que custodia la tumba no revela el secreto de Dios, oculto en la oscuridad del ataúd, y el crujido de las ramas cuyas raíces absorben los elementos del cuerpo no des cifran los misterios de la tumba, pero los suspiros de dolor de mi corazón anuncian a los vivientes el drama que han representado el amor, la belleza y la muerte. ¡Oh amigos de mi juventud, que estáis dispersos en la ciudad de Beirut!: cuando paséis por ese cementerio, junto al bosque de pinos, entrad en él silenciosamente, y caminad despacio, para que el ruido de vuestros pasos no, turbe el tranquilo sueño de los muertos, y deteneos humildemente ante la tumba de Selma; reverenciad la tierra que cubre su cuerpo y decid mi nombre en un hondo suspiro, al tiempo que decís internamente estas palabras: "Aquí, todas las esperanzas de Gibrán, que vive como prisionero del amor más allá de los mares; todas sus esperanzas, fueron enterradas. En este sitio perdió Gibrán su felicidad, vertió todas sus lágrimas, y olvidó su sonrisa.