Rosa Navarro - Academia.edu (original) (raw)
Papers by Rosa Navarro
ehumanista Journal of Iberian Studies, Mar 15, 2015
Toda gran obra literaria tiene en su texto elementos de otras creaciones anteriores que su autor ... more Toda gran obra literaria tiene en su texto elementos de otras creaciones anteriores que su autor ha leído, y al mismo tiempo se convierte en materia de imitación para los escritores que la leen, que a veces reconocen también hilos literarios de esa estofa que la forma. La imprenta va a favorecer y a ampliar esa corriente creativa porque la difusión de la obra literaria se multiplica y también lo hace la misma creación. En ese momento fundacional de los géneros literarios que es el siglo XVI, en el que deberían incluirse los últimos años del XV-y lo es precisamente por el auge de ese sistema revolucionario de difusión-, se van a escribir unas obras geniales, como La Celestina o La vida de Lazarillo de Tormes, que enseguida se van a convertir en textos a imitar, en lugares de irradiación de formas narrativas, de ideas, de palabras. Mi propósito es señalar en esas dos grandes creaciones y en la poesía de dos poetas extraordinarios de la segunda mitad del XVI, fray Luis de León y san Juan de la Cruz, enlaces con obras anteriores y apuntar en algún caso alguna estela que dejaron. No es tanto un análisis de fuentes (salvo en algún caso), sino un esbozo de la presencia de las huellas de lectura que pueden verse en los textos porque sus autores quisieron mostrarlas. Así se irá tejiendo la buena literatura, no solo con fuentes clásicas que prestigiaban al escritor dándole el sello indispensable de culto, sino con lecturas de textos contemporáneos que llamaron la atención de esos grandes creadores. 1. Versos en el texto de La Celestina Pleberio habla en un momento de su emotivo lamento final en La Celestina con alguna palabra de Evandro, el padre de Palante (Eneida, XI); así el apóstrofe a la esposa, porque tiene la suerte de no sufrir lo que él, puede enlazarse con el que dirige el rey a la suya ya difunta, en donde está también formulada la idea del trastorno del orden natural de la muerte: Tuque, o sanctissima coniunx, / felix morte tua neque in hunc seruata dolorem! / contra ego uiuendo uici mea fata, superstes / restarem ut genitor: "¡Feliz tú, venerada esposa mía, pues te ha ahorrado la muerte este dolor! / Yo, en cambio, he superado viviendo mi destino / solo para lograr sobrevivir a mi hijo", vv. 159-161. El padre de Melibea se dirige a su mujer, que se ha desmayado: ¡Oh mujer mía, levántate de sobre ella, y si alguna vida te queda, gástala conmigo en tristes gemidos, en quebrantamiento y sospirar! Y si por caso tu espíritu reposa con el suyo, si ya has dejado esta vida de dolor, ¿por qué quesiste que lo pase yo todo? En esto tenés ventaja las hembras a los varones, que puede un gran dolor sacaros del mundo sin lo sentir, o a lo menos perdéis el sentido, que es parte de descanso. (Rojas 338) Antes había dicho a su hija muerta: "Más dignos eran mis sesenta años de la sepultura que tus veinte. Turbose la orden del morir con la tristeza que te aquejaba" (Rojas 338). Pero el dios enemigo es distinto al que tuvo Palante: no es Marte, sino el Amor. Juan de Mena ya había puesto en las coplas CCV-CCVI de su Laberinto de Fortuna en boca de la madre de Lorenzo Dávalos un planto con el deseo de haber muerto en su lugar: ¡Oh matador de mi fijo crüel!
Anales de Literatura Española, 1985
Garoza: revista de la Sociedad Española de …, 2007
Anagnórisis: Revista de invertigación teatral, 2011
Castilla: Estudios de literatura, 1985
Tk, 2006
N adie discute la importancia de las obras clásicas, pero pocos tienen acceso a ellas. Sus nombre... more N adie discute la importancia de las obras clásicas, pero pocos tienen acceso a ellas. Sus nombres, sus autores forman el cuerpo de la historia de la literatura; son, pues, materia de estudio. Honran calles, plazas; visten centenarios, premios; arropan con su excelencia la historia del país, incluso dibujan rutas turísticas, en las que se contemplan esculturas de sus personajes y placas alusivas, y, sin embargo, la mayoría de los ciudadanos de esas ciudades y pueblos, y la gran parte de los transeúntes de esos caminos no han leído las obras literarias cuyos nombres conocen tan bien. Y lo que es peor, sus hijos y sus nietos no sólo no las van a leer, sino que no pueden leerlas. No estoy hablando de un extraño pueblo cuyos habitantes sufren una terrible maldición, no; estoy hablando de nuestro país y de nuestros clásicos, tal vez-eso sí-exagerando un poco. Los clásicos como un tesoro escondido A menudo, el ser humano, cuando descubre un tesoro, en vez de mostrarlo y compartirlo, prefiere esconderlo y guardárselo para su sola contemplación y gozo, aunque no pueda resistir la tentación de hablar de esa maravilla que tiene escondida. No hay más que ver lo que hace el general Menón de La hija del aire de Calderón cuando descubre la belleza extraordinaria de Semíramis: se la lleva a una finca en el campo para que nadie la vea, pero en seguida hablará al rey Nino de esa mujer bellísima que quiere convertir en su esposa. Y, como es de esperar, la va a perder, porque despertará en el rey el ansia por ver esa hermosura; y cuando la vea, por poseerla. La posesión del tesoro lleva a no quererlo compartir, pero también a que los demás se enteren de que se goza de tal privilegio. Con los libros nos sucede algo semejante, cosa que indica que los consideramos un "tesoro". No hay más que recordar ese día en que quisimos consultar un libro en algún espacio cerrado, controlado, y una persona nos lo impidió: no teníamos el permiso correspondiente, no podíamos todavía acceder a ese espacio reservado "a los que saben". Y tuvimos que ir a la búsqueda de esa firma mágica que abría el lugar vedado que guardaba el tesoro escondido: los libros. TK 18 zk. 2006ko abendua 17
Celestinesca
En la Tragicomedia de Lisandro y Roselia, Oligides, criado de Lisandro, desmiente la supuesta res... more En la Tragicomedia de Lisandro y Roselia, Oligides, criado de Lisandro, desmiente la supuesta resurrección de Celestina, que había reaparecido en la Segunda Celestina y en la Tercera parte, y demuestra que era otra alcahueta. Elicia, que es la que desempeña el oficio de su tía en esta cuarta obra, niega ser casamentera, como lo fue la alcahueta en la Tercera. Sancho de Muñón sigue, pues, en su obra la estela de sus antecesoras, pero escoge otros caminos; por ejemplo, introduce el habla de los juristas y no la de negros, un pastor o un vizcaíno, personajes de las otras dos. No mantiene la pareja secundaria de los criados; en cambio, le da a Roselia un hermano, Beliseno, guardián de la honra familiar; de la mano de este llega el terrible desenlace trágico de la obra porque matará con sus flechas a Lisandro y Roselia en el jardín.
El Ciervo Revista Mensual De Pensamiento Y Cultura, 2014
Las obras clasicas ensenan y deleitan, y no pueden quedar reducidas a ser lecturas de una minoria... more Las obras clasicas ensenan y deleitan, y no pueden quedar reducidas a ser lecturas de una minoria culta por la dificultad que a veces tienen sus textos. La cultura de un pais se asienta en la correcta educacion de los ninos y los jovenes; por tanto, hay que buscar caminos para abrirles las paginas de los clasicos: son las adaptaciones, que tienen que ser siempre fieles al original. Un elemento tan cotidiano como la lluvia, presente en el Lazarillo y el Quijote, permite ver la perfecta construccion de un pasaje en ambas obras; y otros dos del Lazarillo recreados en el Quijote nos llevan a ver la presencia de las lecturas del escritor en sus creaciones. Son dos ensenanzas entre las muchas que nos ofrecen los clasicos: la organizacion del texto, que no puede descabalarse, y la demostracion de como todo buen escritor atesora lecturas. La primera indica como debe realizarse la adaptacion, respetando la unidad del texto; y la otra confirma lo dicho al comienzo: la absoluta necesidad de le...
Insula Revista De Letras Y Ciencias Humanas, 1997
Revista de filología de la Universidad de La …, 1982
Aunque ya Elías Zerolo dijo que "ni Cairasco inventó los versos esdrújulos, ni los introdujo en l... more Aunque ya Elías Zerolo dijo que "ni Cairasco inventó los versos esdrújulos, ni los introdujo en la rítmica castellana" 1 , y John T. Reid aporta suficientes testimonios 2 , sin embargo, también es cierto, como dice este mismo autor, Que "he certainly was the most tenacious addict of the novelty" 3. Si no fuera archisabido, el ms. 3.857 de la Biblioteca del C.S.I.C. de Madrid (Fondo Rodríguez Marín) sería un ejemplo de ello. En este volumen facticio sevillano, de principios del XVII, se copian seis conocidas canciones en esdrújulos del poeta canario y una inédita. Las cinco primeras están reproducidas también en el ms. del British Muscum, Add. 20792, n" 12-16, Ibis. 70 v.-85 v., registrado por Gayangos 4 , quien señala pertenecería a los siglos XVIII y XIX; es el volumen 5 de una colección titulada "Bellas Letras" y contiene muchos textos del siglo XVIII. El orden en que aparecen en ambos códices coincide, y tienen además éstos otra composición común: "La sátira apologética en defensa del divino Dueñas" del Canónigo Pacheco, que sigue a las obras de Cairasco en el ms. del Musco Británico y que está, en cambio, muy alejada de ellas en nuestro códice 5. Son los únicos poemas del XVI que contiene el códice reseñado por dayangos. Las canciones son: "Llegó, señor Morales, vuestra epístola", con el epígrafe de "Carta del canónigo Cayrasco de la Canarias a Morales. Repuesta de otra suya"; "En tanto que los árabes", atribuida falsarnente 6 en el códice a "Pacheco poeta hético", que figura en muchos ms., al igual que la siguiente, "Ha sido vuestra física", "repuesta del
Belleza Escrita En Femenino 1998 Isbn 84 605 7918 2 Pags 79 86, 1998
Clarin Revista De Nueva Literatura, Feb 1, 2013
Clarín: Revista de Nueva Literatura, 2008
Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid, Base de datos de artículos de revistas, ...
ehumanista Journal of Iberian Studies, Mar 15, 2015
Toda gran obra literaria tiene en su texto elementos de otras creaciones anteriores que su autor ... more Toda gran obra literaria tiene en su texto elementos de otras creaciones anteriores que su autor ha leído, y al mismo tiempo se convierte en materia de imitación para los escritores que la leen, que a veces reconocen también hilos literarios de esa estofa que la forma. La imprenta va a favorecer y a ampliar esa corriente creativa porque la difusión de la obra literaria se multiplica y también lo hace la misma creación. En ese momento fundacional de los géneros literarios que es el siglo XVI, en el que deberían incluirse los últimos años del XV-y lo es precisamente por el auge de ese sistema revolucionario de difusión-, se van a escribir unas obras geniales, como La Celestina o La vida de Lazarillo de Tormes, que enseguida se van a convertir en textos a imitar, en lugares de irradiación de formas narrativas, de ideas, de palabras. Mi propósito es señalar en esas dos grandes creaciones y en la poesía de dos poetas extraordinarios de la segunda mitad del XVI, fray Luis de León y san Juan de la Cruz, enlaces con obras anteriores y apuntar en algún caso alguna estela que dejaron. No es tanto un análisis de fuentes (salvo en algún caso), sino un esbozo de la presencia de las huellas de lectura que pueden verse en los textos porque sus autores quisieron mostrarlas. Así se irá tejiendo la buena literatura, no solo con fuentes clásicas que prestigiaban al escritor dándole el sello indispensable de culto, sino con lecturas de textos contemporáneos que llamaron la atención de esos grandes creadores. 1. Versos en el texto de La Celestina Pleberio habla en un momento de su emotivo lamento final en La Celestina con alguna palabra de Evandro, el padre de Palante (Eneida, XI); así el apóstrofe a la esposa, porque tiene la suerte de no sufrir lo que él, puede enlazarse con el que dirige el rey a la suya ya difunta, en donde está también formulada la idea del trastorno del orden natural de la muerte: Tuque, o sanctissima coniunx, / felix morte tua neque in hunc seruata dolorem! / contra ego uiuendo uici mea fata, superstes / restarem ut genitor: "¡Feliz tú, venerada esposa mía, pues te ha ahorrado la muerte este dolor! / Yo, en cambio, he superado viviendo mi destino / solo para lograr sobrevivir a mi hijo", vv. 159-161. El padre de Melibea se dirige a su mujer, que se ha desmayado: ¡Oh mujer mía, levántate de sobre ella, y si alguna vida te queda, gástala conmigo en tristes gemidos, en quebrantamiento y sospirar! Y si por caso tu espíritu reposa con el suyo, si ya has dejado esta vida de dolor, ¿por qué quesiste que lo pase yo todo? En esto tenés ventaja las hembras a los varones, que puede un gran dolor sacaros del mundo sin lo sentir, o a lo menos perdéis el sentido, que es parte de descanso. (Rojas 338) Antes había dicho a su hija muerta: "Más dignos eran mis sesenta años de la sepultura que tus veinte. Turbose la orden del morir con la tristeza que te aquejaba" (Rojas 338). Pero el dios enemigo es distinto al que tuvo Palante: no es Marte, sino el Amor. Juan de Mena ya había puesto en las coplas CCV-CCVI de su Laberinto de Fortuna en boca de la madre de Lorenzo Dávalos un planto con el deseo de haber muerto en su lugar: ¡Oh matador de mi fijo crüel!
Anales de Literatura Española, 1985
Garoza: revista de la Sociedad Española de …, 2007
Anagnórisis: Revista de invertigación teatral, 2011
Castilla: Estudios de literatura, 1985
Tk, 2006
N adie discute la importancia de las obras clásicas, pero pocos tienen acceso a ellas. Sus nombre... more N adie discute la importancia de las obras clásicas, pero pocos tienen acceso a ellas. Sus nombres, sus autores forman el cuerpo de la historia de la literatura; son, pues, materia de estudio. Honran calles, plazas; visten centenarios, premios; arropan con su excelencia la historia del país, incluso dibujan rutas turísticas, en las que se contemplan esculturas de sus personajes y placas alusivas, y, sin embargo, la mayoría de los ciudadanos de esas ciudades y pueblos, y la gran parte de los transeúntes de esos caminos no han leído las obras literarias cuyos nombres conocen tan bien. Y lo que es peor, sus hijos y sus nietos no sólo no las van a leer, sino que no pueden leerlas. No estoy hablando de un extraño pueblo cuyos habitantes sufren una terrible maldición, no; estoy hablando de nuestro país y de nuestros clásicos, tal vez-eso sí-exagerando un poco. Los clásicos como un tesoro escondido A menudo, el ser humano, cuando descubre un tesoro, en vez de mostrarlo y compartirlo, prefiere esconderlo y guardárselo para su sola contemplación y gozo, aunque no pueda resistir la tentación de hablar de esa maravilla que tiene escondida. No hay más que ver lo que hace el general Menón de La hija del aire de Calderón cuando descubre la belleza extraordinaria de Semíramis: se la lleva a una finca en el campo para que nadie la vea, pero en seguida hablará al rey Nino de esa mujer bellísima que quiere convertir en su esposa. Y, como es de esperar, la va a perder, porque despertará en el rey el ansia por ver esa hermosura; y cuando la vea, por poseerla. La posesión del tesoro lleva a no quererlo compartir, pero también a que los demás se enteren de que se goza de tal privilegio. Con los libros nos sucede algo semejante, cosa que indica que los consideramos un "tesoro". No hay más que recordar ese día en que quisimos consultar un libro en algún espacio cerrado, controlado, y una persona nos lo impidió: no teníamos el permiso correspondiente, no podíamos todavía acceder a ese espacio reservado "a los que saben". Y tuvimos que ir a la búsqueda de esa firma mágica que abría el lugar vedado que guardaba el tesoro escondido: los libros. TK 18 zk. 2006ko abendua 17
Celestinesca
En la Tragicomedia de Lisandro y Roselia, Oligides, criado de Lisandro, desmiente la supuesta res... more En la Tragicomedia de Lisandro y Roselia, Oligides, criado de Lisandro, desmiente la supuesta resurrección de Celestina, que había reaparecido en la Segunda Celestina y en la Tercera parte, y demuestra que era otra alcahueta. Elicia, que es la que desempeña el oficio de su tía en esta cuarta obra, niega ser casamentera, como lo fue la alcahueta en la Tercera. Sancho de Muñón sigue, pues, en su obra la estela de sus antecesoras, pero escoge otros caminos; por ejemplo, introduce el habla de los juristas y no la de negros, un pastor o un vizcaíno, personajes de las otras dos. No mantiene la pareja secundaria de los criados; en cambio, le da a Roselia un hermano, Beliseno, guardián de la honra familiar; de la mano de este llega el terrible desenlace trágico de la obra porque matará con sus flechas a Lisandro y Roselia en el jardín.
El Ciervo Revista Mensual De Pensamiento Y Cultura, 2014
Las obras clasicas ensenan y deleitan, y no pueden quedar reducidas a ser lecturas de una minoria... more Las obras clasicas ensenan y deleitan, y no pueden quedar reducidas a ser lecturas de una minoria culta por la dificultad que a veces tienen sus textos. La cultura de un pais se asienta en la correcta educacion de los ninos y los jovenes; por tanto, hay que buscar caminos para abrirles las paginas de los clasicos: son las adaptaciones, que tienen que ser siempre fieles al original. Un elemento tan cotidiano como la lluvia, presente en el Lazarillo y el Quijote, permite ver la perfecta construccion de un pasaje en ambas obras; y otros dos del Lazarillo recreados en el Quijote nos llevan a ver la presencia de las lecturas del escritor en sus creaciones. Son dos ensenanzas entre las muchas que nos ofrecen los clasicos: la organizacion del texto, que no puede descabalarse, y la demostracion de como todo buen escritor atesora lecturas. La primera indica como debe realizarse la adaptacion, respetando la unidad del texto; y la otra confirma lo dicho al comienzo: la absoluta necesidad de le...
Insula Revista De Letras Y Ciencias Humanas, 1997
Revista de filología de la Universidad de La …, 1982
Aunque ya Elías Zerolo dijo que "ni Cairasco inventó los versos esdrújulos, ni los introdujo en l... more Aunque ya Elías Zerolo dijo que "ni Cairasco inventó los versos esdrújulos, ni los introdujo en la rítmica castellana" 1 , y John T. Reid aporta suficientes testimonios 2 , sin embargo, también es cierto, como dice este mismo autor, Que "he certainly was the most tenacious addict of the novelty" 3. Si no fuera archisabido, el ms. 3.857 de la Biblioteca del C.S.I.C. de Madrid (Fondo Rodríguez Marín) sería un ejemplo de ello. En este volumen facticio sevillano, de principios del XVII, se copian seis conocidas canciones en esdrújulos del poeta canario y una inédita. Las cinco primeras están reproducidas también en el ms. del British Muscum, Add. 20792, n" 12-16, Ibis. 70 v.-85 v., registrado por Gayangos 4 , quien señala pertenecería a los siglos XVIII y XIX; es el volumen 5 de una colección titulada "Bellas Letras" y contiene muchos textos del siglo XVIII. El orden en que aparecen en ambos códices coincide, y tienen además éstos otra composición común: "La sátira apologética en defensa del divino Dueñas" del Canónigo Pacheco, que sigue a las obras de Cairasco en el ms. del Musco Británico y que está, en cambio, muy alejada de ellas en nuestro códice 5. Son los únicos poemas del XVI que contiene el códice reseñado por dayangos. Las canciones son: "Llegó, señor Morales, vuestra epístola", con el epígrafe de "Carta del canónigo Cayrasco de la Canarias a Morales. Repuesta de otra suya"; "En tanto que los árabes", atribuida falsarnente 6 en el códice a "Pacheco poeta hético", que figura en muchos ms., al igual que la siguiente, "Ha sido vuestra física", "repuesta del
Belleza Escrita En Femenino 1998 Isbn 84 605 7918 2 Pags 79 86, 1998
Clarin Revista De Nueva Literatura, Feb 1, 2013
Clarín: Revista de Nueva Literatura, 2008
Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid, Base de datos de artículos de revistas, ...