Un argumento contra el especismo (original) (raw)
¿Qué quiere decir «ética más allá de la especie»? Quiere decir que no hay razones para respetar solo a quienes pertenecen a una cierta especie, sea la nuestra o cualquier otra.
Así surge la cuestión central cuando hablamos de la ética y los animales. Es esta: ¿solo debemos respetar plenamente a los seres humanos? ¿Hay alguna razón para que, incluso aunque respetemos algo a los animales de otras especies, no los respetemos tanto como a los seres humanos? ¿Hay alguna razón para que, aunque tengamos en cuenta el sufrimiento y disfrute de los animales no humanos, no lo hagamos tanto como en el caso de los seres humanos?
La mayoría de la gente cree que efectivamente sí hay razones para no respetar a los animales no humanos como sí hay que respetar a los seres humanos. Muchas veces lo creen sin pararse a pensar por qué debe ser así. Lo dan por obvio. Los problemas comienzan cuando se intenta explicar por qué es así. Aquí vamos a ver esto, y en particular vamos a ver un argumento que rebate esa idea de que solo debemos tener en cuenta a los seres humanos.
¿Por qué respetar solo a los seres humanos?
En muchas ocasiones se dice que el motivo para favorecer a los humanos en perjuicio de los demás animales consiste en que solo estos últimos tienen ciertas capacidades intelectuales. Solo ellos pueden concebir pensamientos muy abstractos, usar un lenguaje, resolver problemas complejos, entender la posesión de responsabilidades, etc. Y se piensa que solo hemos de tener totalmente en cuenta a quienes poseen estas capacidades. Esto excluye a los demás animales.
En otros casos, se afirma que solo debemos dar pleno respeto a aquellos con quienes mantenemos ciertas relaciones especiales de solidaridad, afecto, simpatía, etc. Y se sostiene que tenemos tales relaciones con los demás seres humanos, pero no con el resto de los animales. O bien se dice que tenemos una cierta relación de poder que nos pone en una situación superior a los animales no humanos, mientras que entre seres humanos nuestras relaciones de fuerza están más parejas. Esto se afirma sobre la base de que tal situación justifica que solo respetemos a estos últimos. Se cree, así, que es legítimo oprimir al más débil, simplemente porque es más débil.
¿Son justas y relevantes estas razones para no respetar a los animales no humanos?
Hay varias razones por las que estos argumentos no tienen éxito. En primer lugar, podemos decir que no se basan en un criterio justo. El motivo es que no lo aceptaríamos si estuviésemos en el lugar de estos animales. Supongamos que supiésemos que nosotros mismos fuésemos a vernos, por algún motivo, privados o privadas de nuestras capacidades intelectuales. O que nos fuésemos a ver privados de la simpatía de los demás. O que fuésemos a estar en una situación de debilidad ante otros. ¿Aceptaríamos, en tal situación, que no nos diesen pleno respeto? ¿Y que nos hiciesen, por tanto todo aquello que hoy se hace a los animales no humanos?
Es evidente que no. Y si ello es así, es que estamos siguiendo un doble rasero a la hora de considerar a los demás animales. No estamos actuando de modo imparcial. Y podemos considerar que esta es una forma de actuar injusta.
Por otra parte, podemos preguntarnos: ¿tener ciertas capacidades intelectuales, o ciertas relaciones de simpatía o poder, es lo que debería realmente importar? Para responder a esto, debemos tener en cuenta qué quiere decir respetar. Respetar a alguien es tener en cuenta cómo nuestras acciones pueden causarle un daño o un beneficio. Y quienes pueden ser dañados o perjudicados son aquellos y aquellas que pueden sufrir o disfrutar. Por ello, tenemos motivos para considerar que deberíamos respetar a quienes pueden sufrir o disfrutar. Esto es así tengan o no ciertas capacidades intelectuales o relaciones de simpatía o poder.
No hay ninguna forma de justificar una barrera entre humanos y otros animales
Estas razones que acabamos de ver cuestionan los argumentos a favor de que solo se respete a los seres humanos. Pero además de estas razones, hay un motivo por el que tales argumentos no funcionan: que no sirven para levantar una barrera que distinga a seres humanos por una parte y a los otros animales por otro.
Tal afirmación puede chocar a primera vista, pero en realidad resulta evidente una vez examinamos el asunto con un mínimo detenimiento.
Pensemos, por ejemplo, en el caso de las capacidades intelectuales. Hay muchísimos seres humanos que, por haber sufrido algún daño cerebral por algún accidente o alguna enfermedad, no poseen tales capacidades. De hecho, cualquiera de nosotros y nosotras puede llegar a encontrarnos en tal situación en algún momento, pues cualquiera puede sufrir un accidente que le prive de dichas facultades. Por otra parte, en el caso de muchos seres humanos esto sucede de nacimiento, debido a enfermedades de tipo congénito. Y no solo esto, el hecho es que todos los seres humanos carecen de esas capacidades al menos en algún momento de sus vidas. Ello sucede cuando son bebés o niños de corta edad. Más aún, no es solo que estos seres humanos no posean las capacidades mencionadas, sino que las facultades cognitivas que poseen muchos seres humanos son claramente inferiores a las de animales como perros, cerdos y otros.
Esto supone que, si aceptamos que solo hemos de dar total respeto a quienes tienen las citadas capacidades, privaremos de ese respeto a muchos seres humanos. Solo podemos garantizar que se dé respeto pleno a todos los seres humanos si se rechaza de plano la idea de que tales capacidades son necesarias para merecer respeto.
Y algo parecido sucede en el caso de los otros argumentos que hemos visto, los que se basan en relaciones. El hecho es que hay muchos seres humanos con quienes nadie mantiene ninguna relación de solidaridad, simpatía o afecto. Más aún, los conflictos y las guerras son algo generalizado en el mundo. Todo esto desmiente la idea de que todos los seres humanos mantienen entre sí las citadas relaciones de solidaridad y afecto. Y si de lo que hablamos es de relaciones de poder sucede algo semejante. La situación en la que los seres humanos nos encontramos ante estas son muy diversas. Hay seres humanos poderosos, y también hay seres humanos que se ven claramente desfavorecidos por estos. Hay seres humanos oprimidos, esclavizados, sufriendo todo tipo de explotación, de vejaciones, etc.
De manera que, como sucede en el caso de las capacidades, tampoco cuando hablamos de relaciones podemos levantar una barrera entre los humanos y los demás animales. Si aceptamos que solo debemos respetar a aquellos que poseen las capacidades citadas, habrá muchos seres humanos a los que no habrá que respetar.
Una exposición gráfica del argumento
Podemos ver este argumento gráficamente del modo siguiente. Quienes rechazan la consideración de los animales levantan, por así decirlo, un cerco. Trazan un perímetro y dicen “solo hay que respetar a quienes se encuentren dentro”. Y sostienen que dentro de él solo van a entrar quienes cumplan una cierta condición. ¿Cuál? La de poseer las capacidades o relaciones que ya hemos visto. Esto puede representarse como se ve en esta imagen:
Pues bien, quienes piensan así lo que asumen es que los seres humanos van a entrar en el círculo que podemos ver en el gráfico. Pero que, en cambio, los demás animales se quedarán fuera. ¿Por qué? Porque piensan que solo los seres humanos van a poseer las citadas capacidades o relaciones. Así, el esquema de las cosas que resulta es el siguiente:
Ahora bien, lo que sucede con esto es que, como hemos visto más arriba, este gráfico no es correcto. Hemos visto que hay muchos seres humanos que no poseen estas capacidades o relaciones. Por lo tanto, el esquema real de las cosas es, más bien, el siguiente, en el que muchos humanos caen fuera del círculo:
Lo que esto supone es que quienes crean que todos los seres humanos deben ser realmente respetados tienen que oponerse esta visión de las cosas. Y, para hacerlo, tendrán que rechazar que para ser respetado haya que poseer las capacidades o relaciones en cuestión. Si quieren dotar de respeto a todos los seres humanos que puedan verse perjudicados o beneficiados por nuestras acciones tendrán que aceptar un criterio distinto. Tendrán que defender que sean respetados todos aquellos que puedan ser beneficiados o perjudicados. Y estos son todos aquellos que puedan sufrir o disfrutar.
Ahora bien, lo que entonces sucede es que los animales no humanos también van a tener que ser respetados, pues ellos también pueden sufrir y disfrutar. El gráfico lo muestra claramente:
Así, en definitiva, si queremos respetar realmente a todos los seres humanos deberemos aceptar un criterio diferente. Y este incluye a todos los demás animales con la capacidad de sufrir y disfrutar. La pertenencia a una u otra especie no juega aquí ningún papel. Únicamente es relevante el hecho de poder ser perjudicado o beneficiado por las acciones de los demás. Como resultado de esto, el cuadro resultante pasa a ser el siguiente:
El argumento de la superposición de especies
El argumento que acabamos de ver ha sido conocido con el nombre de “argumento de la superposición de especies”. Este nombre refleja lo que demuestra este argumento. Esto es, que no solo los miembros de una cierta especie (la humana) poseen ciertas capacidades o relaciones. Que no se puede levantar una barrera que distinga a los humanos por un lado y a los demás animales por el otro, debido a que posean esas capacidades o relaciones. Por el contrario, hay una superposición: hay ciertas capacidades que poseen ciertos animales no humanos pero no ciertos humanos. Y lo mismo pasa en el caso de ciertas relaciones. No hay ninguna capacidad o relación que posean todos los humanos y solo ellos. Hay algunas que no las tiene ningún animal no humano, pero en esos casos lo que sucede es que hay seres humanos que tampoco las poseen.
A veces se ha llamado a este argumento “argumento de los casos marginales”, pero tenemos motivos para rechazar tal nombre. En primer lugar, da la impresión de que el argumento no es muy importante, esto es, de que considera solamente casos poco relevantes. Pero esto, como hemos visto, no es así. Y tampoco se puede decir que los seres humanos que no tienen ciertas capacidades o relaciones sean “marginales”. El hecho es que son tan humanos como cualquier otro. No se está en los “márgenes” de la especie humana por no tener unas ciertas capacidades o relaciones. Así, el nombre más adecuado para este argumento es, en definitiva, el de “argumento de la superposición de especies”.
Un argumento contra el especismo
El especismo es la discriminación de quienes no pertenecen a una cierta especie. Una discriminación es un trato o consideración desfavorable por motivos injustificados. Y ¿qué demuestra el argumento de la superposición de especies? Demuestra que las razones que se dan para intentar justificar el trato desfavorable de los animales no humanos no tienen justificación. Ante esto, lo que muestra es que quienes defienden esa posición, esto es, quienes niegan dar pleno respeto a los animales no humanos, mantienen una posición especista.
¿Quién respeta?
Finalmente, es interesante tener en cuenta lo siguiente. Hay quien puede pensar que el argumento que estamos examinando puede resultar ofensivo para muchos seres humanos. Se puede creer que el argumento falta al respeto a aquellos humanos que no tienen las capacidades o relaciones que hemos visto. Pero esta reacción es fruto de una completa confusión. Sucede totalmente al revés. Quienes no respetan realmente a estos seres humanos son quienes defienden el especismo. ¿Por qué? Pues por un motivo muy sencillo: porque dicen que para ser respetado hay que cumplir ciertas condiciones. Y estas condiciones, como hemos visto, no pueden ser cumplidas por estos seres humanos. Son ellos, así, quienes defienden una posición que no respeta a estos humanos. De forma que es a ellos a quienes debe criticar quien pida respeto por todos los seres humanos.
Y no solo eso: el hecho es que quienes defienden a los animales no humanos y critican estos argumentos son los únicos que realmente están defendiendo el respeto por estos seres humanos. Todo esto además, obviamente, de que son también los únicos que respetan a los animales no humanos. Lo cual, a la luz de lo que hemos visto, es lo que realmente tenemos razones para hacer.