José María Laso, Mi intervención en los Encuentros de Gijón, El Catoblepas 30:6, 2004 (original) (raw)
El Catoblepas • número 30 • agosto 2004 • página 6
José María Laso Prieto
Del 7 al 9 de julio de 2004 se celebraron
los IX Encuentros de Filosofía en Gijón, dedicados este año a Kant
Del 7 al 9 de julio de 2004 se han celebrado en la Colegiata del Palacio de Revillagigedo de Gijón, organizados por la Fundación Gustavo Bueno, los IX Encuentros de Filosofía en Gijón. Asistieron en torno a un centenar de alumnos y profesores de filosofía y una treintena de comunicantes. Entre los ponentes, descolló la participación del profesor Gustavo Bueno y no sólo por su siempre interesante intervención en los debates, sino por su brillante conferencia final que suscitó una gran expectación. Su título fue «Confrontación de 12 tesis del Idealismo transcendental con las correspondientes tesis del Materialismo filosófico». Los nutridos e intensos aplausos que recibió al final, mostraron que se mantiene plenamente vigente el vigoroso magisterio de don Gustavo Bueno.
Mi comunicación la dediqué a Kant, por conmemorarse el bicentenario del fallecimiento de tan insigne filósofo. Utilicé el título de «¿Por qué leer a Kant?» y se puede sintetizar así:
Por supuesto que no nos referimos a una lectura simplemente impulsada por la curiosidad intelectual. La lectura de Kant –como la de todos los grandes filósofos– es intrínsecamente útil y gratificante. Con nuestra pregunta nos referimos a una lectura en profundidad, destinada a deducir de ella otro tipo de utilidad. La que pueda contribuir a desarrollar nuestra propia concepción del mundo y, sobre todo, la que pueda orientar nuestra acción en la confusa situación actual.
Ello sería coherente con la posición de Kant, cuando sostenía que él no pretendía enseñar una determinada filosofía sino que se aprendiese a filosofar. No parece ser ésta la época más apropiada para una lectura en profundidad de Kant. El auge de la ideología de la posmodernidad, hace prevalecer actitudes de frivolidad intelectual que están en los antípodas de la que se requeriría para leer con provecho a Kant. No olvidemos que para sus interesados definidores, la condición posmoderna se caracteriza por la incredulidad respecto a los Grandes Relatos. Entendiendo por tales, la dialéctica hegeliana, la teoría de la lucha de clases de Marx... y la razón kantiana. Además, esa condición posmoderna supone la total asunción de los Pequeños Relatos que constituyen la forma que adopta la invención imaginativa. Ello significa aceptar la noción de que estamos viviendo en la época de la discontinuidad, y que lo social, lo político y lo cultural e, incluso, lo histórico, no obedecen ya a las viejas leyes de la causalidad y que, por consiguiente, nos encontramos en el fin del proyecto ilustrado, del orden lineal, y del progreso continuo. En definitiva, la perspectiva ideológica posmodernista es incompatible no sólo con el núcleo racional del pensamiento de Kant, sino con todo intento serio de efectuar su lectura en profundidad.
Por ello hay que valorar positivamente el trabajo realizado por el profesor Luis Martínez de Velasco, para penetrar en el núcleo racional del pensamiento Kantiano y de deducir de ello, tanto de su ontología, como de su ética, toda una inmanencia (materialista) frente a todo tipo de ilusión, igualmente transcendental, base reflexiva del idealismo antropocéntrico. Tal tarea la lleva a cabo, como peculiarmente precisaría Gustavo Bueno, desde la única perspectiva adecuada: la filosofía políticamente implantada, alimentada por su propia conciencia filosófica (implantación urbano-política de la filosofía) implantada en estratos más racionales en forma de racionalidad prefilosófica. Coherentemente, es esa conciencia filosófica políticamente implantada, la que impulsa al profesor Martínez de Velasco a dedicar el libro que prologamos, a la memoria de don Enrique Tierno Galván y a la de todos los que dieron su vida e inteligencia para la consecución de una sociedad más justa y humana.
Desde la perspectiva materialista de Martínez de Velasco, hay que valorar positivamente, su elección temática. Antes de analizar el pensamiento ético-político kantiano, Martínez de Velasco se enfrentó con los problemas ontológicos y gnoseológicos que plantea tal pensamiento. Para ello partió de dos preguntas medulares: ¿cómo leer a Kant hoy en día? ¿Cómo entresacar su método reflexivo y reconstruir su sistema filosófico liberándolo de toda la negatividad que representa la amplia interpretabilidad que lo caracteriza? Es indudable que un sistema tan complejo y diversificado como el de Kant, puede ser objeto de diversas lecturas. Todo depende de la perspectiva hermenéutica en que el lector se sitúe. En ese sentido, la posición del profesor Martínez de Velasco es muy nítida. A pesar de las innegables ambigüedades y contradicciones presentes en el sistema filosófico de Kant, la aplicación de sus propias premisas metodológicas permite una reconstrucción del núcleo racional de su pensamiento liberado de su ganga idealista. En este sentido, la distinción que Fichte y Schelling realizaron entre el Sistema Kantiano Visible y su Método Invisible, sirvió al profesor Martínez de Velasco para sostener que «la aplicación consecuente y rigurosa del método crítico al sistema kantiano en su conjunto, vendría a modificar a éste último en un sentido de decisiva importancia, pues no pocos de sus elementos conceptuales quedarían profundamente transformados (cuando no anulados) a su contacto con el mencionado método. Este planteamiento de Martínez de Velasco, se desarrolla con gran rigor en una obra anterior, (Luis Martínez de Velasco, Idealismo crítico e inmanencia en el pensamiento kantiano, de la Editorial Orígenes, Madrid 1969) se basa en el «a priori» interpretativo de que la única manera coherente de acceder a Kant, consiste en leer sus textos a la luz crítica de las ideas metodológicas contenidas en ellos. A su vez, la propia aplicación sistemática de este criterio hermenéutico, requiere la utilización de una perspectiva «disolvente» que, actuando sobre la reflexión kantiana, proporcione un doble conjunto de textos: 1) los que han sido generados por el método crítico, o pueden resistir con éxito la aplicación de dicho método; 2) Los que no han sido generados por el método, ni resisten su acción disolvente. Es obvio que al criterio hermenéutico utilizado por el profesor Martínez de Velasco, en su lectura de Kant, se le podrían oponer los utilizados por otras interpretaciones de los textos del filósofo de Koenisberg. Sin embargo, no es menos cierto que Martínez de Velasco aporta pruebas demostrativas de que las exigencias metodológicas citadas, se hallan muchas veces presentes en los textos kantianos, de un modo suficientemente explícito como para concluir –sin violentar el espíritu reflexivo de Kant– como posibilidad de reconstrucción (en sentido estricto) de su sistema, basado en su plena adecuación al método que, en última instancia, lo hace posible.
Habría que precisar suficientemente en qué consiste el método transcendental kantiano, o, utilizando la propia terminología de Kant, la Crítica Transcendental. Para realizar tal tarea, el profesor Martínez de Velasco parte de la comprobación del hecho de que la filosofía kantiana constituye una permanente reflexión crítica acerca de la metafísica. Empero surge la dificultad de la ambigüedad con la que se emplea el término «metafísica» dentro de la reflexión kantiana. Es decir, la posibilidad de que sea interpretada como la crítica de la razón, discurso dogmático o discurso ilusorio. Según Martínez de Velasco, «hasta 1770, el carácter negativo de la reflexión kantiana hacia la metafísica considerada como discurso dogmático se basa a un doble criterio: 1) Un criterio Empírico, por el cual la metafísica no puede constituir un discurso científico, al rebasar los límites de la experiencia; 2) Un criterio Lógico, por el cual la metafísica puede quedar anulada por su correspondiente contratesis, de idéntica naturaleza.