Sinfónico 07 (original) (raw)
Aunque compuso tres sinfonías más –dejando incompleta una cuarta–, Bruckner no llegó jamás a escuchar su Sinfonía núm. 5, salvo en la interpretación pública de un arreglo a dos pianos llevado a cabo en la Sala Bösendorfer de Viena en abril de 1887. El estreno de la versión original –esto es, orquestal– tuvo lugar siete años después, pero Bruckner no pudo acudir por el precario estado de salud que le postró durante sus últimos años de vida.
La Quinta es apreciada por los aficionados brucknerianos como uno de sus mayores logros artísticos –solo comparable a la Octava–, entre otras razones por la exhibición contrapuntística que corona la obra en el mayestático Finale, cuando el coral y las fugas que formaron anteriormente una amorfa nebulosa comienzan a orbitar ordenadamente en una alegoría de la Creación misma. Pero esta sinfonía es todavía más pues, a diferencia de las últimas –teñidas de apocalípticos augurios–, exhibe una beatitud que alcanza olímpicas proporciones en el parsifaliano Adagio.