mi corazón tiene dos puertas (original) (raw)

¿Alguna vez estabas leyendo un libro, viendo una película, una serie, y dos personajes se han mirado? No se han mirado, pero se han mirado. Quizá nunca antes se habían cruzado; a lo mejor sí, pero no te habías dado cuenta. Él no tiene nada que hacer con ella y ella, bueno, preferiría besar a la última cucaracha superviviente a un ataque nuclear de la tercera guerra mundial antes que planteárselo. Puede que estemos hablando de dos chicas o dos chicos, ¿qué más da? Las epifanías no entienden de sexo o edad porque el motor que las mueve es el corazón. Y un poco la vena cotilla, eso sí, eso también.

¿Te ha pasado alguna vez, que ese chico y esa chica, esa chica y esa chica, llamémoslos X, han pasado a convertirse en tus chicos? "Qué bien quedan juntos/ ¿has visto cómo se han cogido de la mano en esa escena?/ dios mío, que se casen". ¿Te ha pasado?

A nosotras también. Veinticuatro horas al día siete días a la semana, trescientos sesenta y cinco días y contando. Vivimos en iluminación permanente y enamoramiento patológico, somos románticas hasta la médula pero si nos preguntas, lo más probable es que lo neguemos. Hay que hacerse la dura de vez en cuando, incluso cuando no tienes ninguna reputación que mantener. Así que no sospeches que estamos locas, porque lo estamos. Oh, ya lo creo que lo estamos. No te acerques a escuchar a la puerta, pues es muy posible que los gritos traspasen madera y metal y te echen contra la pared contraria con ojos asustados.

No nos pidas las llaves porque, ¿sabes? Las llaves a nuestro corazón las tiene todo el mundo; buscadores y confesoras, princesas y plebellos, superespías y misiones, vampiros y adictas a los colmillos. Sam y Ruby, a veces.

(casi todo el tiempo)