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El encuentro fortuito que da un vuelco completo a tu vida, la placa de hielo traicionera, la resp... more El encuentro fortuito que da un vuelco completo a tu vida, la placa de hielo traicionera, la respuesta que se pronuncia sin pensar… Las cosas decisivas ocurren en menos de una décima de segundo. Por ejemplo, ese chiquillo de ocho años. Si da un simple paso en falso puede cambiarlo todo, irreversiblemente. Su madre fue a que le echaran las cartas, y le predijeron que sería viuda antes de que terminase el año. Se lo contó a su hijo entre lágrimas, con los puños contra el pecho, la voz entrecortada por los sollozos. Necesitaba hablarlo con alguien, ¿entiendes? Pero él nunca había sido capaz de imaginar siquiera la muerte de su padre, que le parecía indestructible. Y ahora vive atemorizado. Es que hay cada madre… La suy a tiene treinta años, pero la madurez de una adolescente. Hace tiempo que olvidó aquella predicción (aparte de un poco inconsciente, es bastante olvidadiza, y pasa de un pensamiento a otro con una velocidad pasmosa). Evidentemente, para su hijo es harina de otro costal. Su imaginario quedó marcado por completo por esa historia de brujas, de la que no habla con nadie a pesar de que le desata numerosas pesadillas. Algunos días, la idea de la muerte de su padre le invade hasta el punto de ponerle enfermo, para después desaparecer durante semanas como por arte de magia. Pero al regresar lo hace con una fuerza redoblada, provoca que le flaqueen las piernas, literalmente, y tiene que apoy arse en algún sitio, o sentarse. Cuando la amenaza aparece de nuevo él lleva a cabo toda clase de conjuros, convencido de que, si su padre muere, será culpa suy a. Hoy, por ejemplo, piensa: « Si no piso ninguna junta de la acera, mi padre no morirá». Y empieza a contar a partir de la panadería. Camina conteniendo la respiración desde casa hasta la escuela de música, y eso que el tray ecto es largo. Algo le dice que esta vez no lo conseguirá, pero no encuentra nada, ningún pretexto, ninguna excepción que pueda servirle de excusa para renunciar. Una calle, dos calles, puede ver y a el bulevar, pero la angustia aumenta y tiene la impresión de que cuanto más se acerca a la meta, más se aproxima a la catástrofe. Va con la mirada clavada en la acera, y el estuche de su clarinete balanceándose apenas en su mano. Suda. Está a doscientos metros de la escuela de música. Vete a saber por qué-quizás un presentimiento-, mientras avanza levanta los ojos y ve aparecer de repente a su padre, que se acerca en sentido contrario. A esa altura de la calle, un andamio obliga a dar un rodeo, hay que cruzar sobre una pasarela de madera que invade la calzada. El paso es estrecho. Su padre camina decidido, con los hombros hacia delante. Cuando anda de esa forma, se diría que nada puede detenerlo. El chico se sorprende, porque no es normal verlo llegar tan pronto.

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repentinamente jovial-: Te debo algunos miles de desayunos, Linda. ¿Puedo invitarte una vez yo? M... more repentinamente jovial-: Te debo algunos miles de desayunos, Linda. ¿Puedo invitarte una vez yo? Miró el reverso del papel pero no decía nada más, y entonces volvió a leer la nota un par de veces. Después, con un suspiro, la puso de nuevo en el bolsillo de la chaqueta, metió todo en el bolso y lo arrojó violentamente contra la pared. Los perros ladraron largo rato.

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El encuentro fortuito que da un vuelco completo a tu vida, la placa de hielo traicionera, la resp... more El encuentro fortuito que da un vuelco completo a tu vida, la placa de hielo traicionera, la respuesta que se pronuncia sin pensar… Las cosas decisivas ocurren en menos de una décima de segundo. Por ejemplo, ese chiquillo de ocho años. Si da un simple paso en falso puede cambiarlo todo, irreversiblemente. Su madre fue a que le echaran las cartas, y le predijeron que sería viuda antes de que terminase el año. Se lo contó a su hijo entre lágrimas, con los puños contra el pecho, la voz entrecortada por los sollozos. Necesitaba hablarlo con alguien, ¿entiendes? Pero él nunca había sido capaz de imaginar siquiera la muerte de su padre, que le parecía indestructible. Y ahora vive atemorizado. Es que hay cada madre… La suy a tiene treinta años, pero la madurez de una adolescente. Hace tiempo que olvidó aquella predicción (aparte de un poco inconsciente, es bastante olvidadiza, y pasa de un pensamiento a otro con una velocidad pasmosa). Evidentemente, para su hijo es harina de otro costal. Su imaginario quedó marcado por completo por esa historia de brujas, de la que no habla con nadie a pesar de que le desata numerosas pesadillas. Algunos días, la idea de la muerte de su padre le invade hasta el punto de ponerle enfermo, para después desaparecer durante semanas como por arte de magia. Pero al regresar lo hace con una fuerza redoblada, provoca que le flaqueen las piernas, literalmente, y tiene que apoy arse en algún sitio, o sentarse. Cuando la amenaza aparece de nuevo él lleva a cabo toda clase de conjuros, convencido de que, si su padre muere, será culpa suy a. Hoy, por ejemplo, piensa: « Si no piso ninguna junta de la acera, mi padre no morirá». Y empieza a contar a partir de la panadería. Camina conteniendo la respiración desde casa hasta la escuela de música, y eso que el tray ecto es largo. Algo le dice que esta vez no lo conseguirá, pero no encuentra nada, ningún pretexto, ninguna excepción que pueda servirle de excusa para renunciar. Una calle, dos calles, puede ver y a el bulevar, pero la angustia aumenta y tiene la impresión de que cuanto más se acerca a la meta, más se aproxima a la catástrofe. Va con la mirada clavada en la acera, y el estuche de su clarinete balanceándose apenas en su mano. Suda. Está a doscientos metros de la escuela de música. Vete a saber por qué-quizás un presentimiento-, mientras avanza levanta los ojos y ve aparecer de repente a su padre, que se acerca en sentido contrario. A esa altura de la calle, un andamio obliga a dar un rodeo, hay que cruzar sobre una pasarela de madera que invade la calzada. El paso es estrecho. Su padre camina decidido, con los hombros hacia delante. Cuando anda de esa forma, se diría que nada puede detenerlo. El chico se sorprende, porque no es normal verlo llegar tan pronto.

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Sus compañeros les exigen a los médicos que le salven la vida, mientras se atrincheran esperando ... more Sus compañeros les exigen a los médicos que le salven la vida, mientras se atrincheran esperando la llegada de la policía. En medio de las negociaciones y antes del inminente tiroteo, el doctor que atiende a Nafta Súper descubre que no se trata de un hombre común.

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9 de octubre de 1946 Querida señora Crosby: Trabajaba en una fábrica de marcos de cuadros Y bebía... more 9 de octubre de 1946 Querida señora Crosby: Trabajaba en una fábrica de marcos de cuadros Y bebía cuando aceptaste uno de mis relatos. En la carta dijiste que era «desconcertante y profundo». Perdí el trabajo. Mi padre me compró un traje nuevo y me mandó a Filadelfia. Cobraba el paro y tenía demasiado tiempo para pensar y beber. No dejaba de pensar en Portfolio. Escribí varias notas insultantes con términos en francés que sacaba del diccionario. Quería un ejemplar de Portfolio con mi relato. Estaba deprimido, tenía ganas de suicidarme y delirios alcohólicos. Necesitaba un empujón espiritual, me propasaba en mis exigencias. Tras varios intercambios, recibí un ejemplar. Ahora trabajo en un almacén de herramientas. Y bebo. Pero sigo sin saber qué fue de los relatos y viñetas que le envié en marzo de 1946. ¿Estará enfadada? ¿Se estará vengando? ¿Habrá quemado mis escritos? ¿Habrá hecho barquitos de papel con ellos para jugar en la bañera? ¿O acaso Henry Miller los habrá guardado debajo del colchón? No pienso esperar más. Si no obtengo respuesta, la tendré a mi manera. Atentamente, Charles Bukowski [A Caresse Crosby] Noviembre de 1946 Te escribo de nuevo para decirte lo mucho que me gustó recibir la foto de Roma y la nota. En cuanto a los manuscritos que se han perdido, al diablo con ellos, tampoco eran gran cosa, salvo quizá algunas viñetas repletas de violencia que hice cuando vivía de gorra en casa de mis padres en Los Ángeles. Pero basta de tonterías: soy poeta, et al. Sigo débil por culpa de la bebida y ya no tengo máquina de escribir. Escribo a mano, qué remedio, ja ja. Matrix, una «pequeña revista» bastante tradicional de Filadelfia, ha aceptado tres relatos míos pasables y cuatro poemas que no estaban muy allá. No sería capaz de ir a Washington a dedo para verte, soy demasiado nervioso. Llegaría hecho una piltrafa. Gracias de todos modos. Muy amable de tu parte. Tal vez te envíe algo pronto, pero no de momento. No sé si me entiendes. 1955 [A Whit Burnett] 27 de febrero de 1955 Gracias por devolverme los cuentos y la nota adjunta. Estoy algo mejor, aunque casi fallecí en el ala para pobres del hospital general. Son expertos en pifiarla y si has oído algo malo sobre ellos, seguramente es cierto. Estuve 9 días ingresado y me cobraron 14,24 dólares al día. Vaya ala para pobres. Escribí un cuento sobre la experiencia titulado «Cerveza, vino, vodka, whisky; vino, vino, vino» y lo envié a Accent. Lo rechazaron y me dijeron: «… una auténtica sangría. Tal vez algún día el gusto de los lectores se pondrá al día.» Por Dios, espero que no. […] Por cierto, en la nota decías que nunca me habías publicado. ¿Tienes un ejemplar del número de marzo-abril de 1944 de Story? Ya tengo 34 años. Si no triunfo antes de los 60, me daré un plazo de 10 años. AGRADECIMIENTOS El editor quisiera dar las gracias a los propietarios de las cartas reproducidas en este libro, en especial a las siguientes instituciones:

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Nota del traductor Como todo el mundo sabe, cuanto más breve es un texto, más complicada puede re... more Nota del traductor Como todo el mundo sabe, cuanto más breve es un texto, más complicada puede resultar, en ocasiones, su traducción. Si se trata de un sustantivo, sin otro contexto que el artículo, como en el caso de The Reivers, título original de la novela de Faulkner que el lector tiene entre las manos, la tarea puede resultar casi imposible. En su primera encarnación en castellano, hace y a unos cuantos años, The Reivers llevaba por título Los rateros. Según la definición del diccionario, ratero es « el ladrón que hurta con maña y cautela cosas de poco valor». Lo que roban los protagonistas de esta novela no es, desde luego, una cosa de poco valor. Aunque, en realidad, tampoco roban nada: más bien lo piden prestado, y utilizo la palabra en un sentido bastante más literal que Huckleberry Finn en sus famosas aventuras. Reiver es una palabra poco utilizada en inglés. El vocablo corriente al que más se parece es raider, que viene de to raid, « hacer una incursión» , « atacar por sorpresa». Raider suele traducirse por « invasor» y también por « ladrón». Raid, por « correría» , « incursión» , « ataque». Me doy cuenta de que se me puede criticar por atreverme a cambiar un título consagrado, si no por otra cosa, al menos por los años que lleva vigente. Lo hago porque me parece que Los rateros da al lector una idea falsa. También se me puede criticar por haberme liado la manta a la cabeza y elegir un nuevo título que no es una traducción del original. Lo que tiene a su favor, creo y o, es que informa, hasta cierto punto, del contenido del libro, sin desinformar, como sucedía con Los rateros. Como los traductores somos (quizá porque no nos queda otro remedio) muy aficionados al diccionario (o a los diccionarios) añadiré que utilizo escapada en la acepción número dos del de la Academia: « Abandono temporal de las ocupaciones habituales, generalmente con objeto de divertirse o distraerse». Sólo me queda por añadir que confío en que, de todos modos, el nuevo título no sea un obstáculo para que esta bildungroman, o novela de formación y aprendizaje, encuentre nuevos lectores « apasionados y regocijados» en el centenario del nacimiento de William Faulkner.

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La Canción del Verdugo, obra galardonada con el Premio Pulitzer, cuenta la historia de Gary Gilmo... more La Canción del Verdugo, obra galardonada con el Premio Pulitzer, cuenta la historia de Gary Gilmore, el hombre que saltó a los titulares de la prensa con motivo de su ajusticiamiento, en la Penitenciaría Estatal de Utah. Porque, aunque hubiese podido prestarse al largo forcejeo de las apelaciones y demás subterfugios legales para aplazar su ejecución, Gilmore prefirió la muerte a la angustiosa espera en el corredor de la muerte. El magistral relato de Mailer, basado en cientos de entrevistas, se centra en los nueve meses que empiezan el día en que Gary Gilmore sale en libertad condicional, sigue con los dos absurdos asesinatos que cometió muy pronto y termina con este nuevo «héroe americano» ante el pelotón de fusilamiento. Junto a Gilmore, poco a poco va emergiendo otro protagonista, Nicole, su amante, una joven que se enfrenta a un mundo casi tan sucio y corrupto como el de Gary. La historia de amor de estos dos marginados emergerá finalmente con una insólita pureza en medio de la sordidez circundante. «Salvo Norman Mailer, nadie se habría atrevido a escribir esta novela. Una obra absolutamente asombrosa» (Joan Didion, The New York Times Review of Books). «La novela más convincente y magistral de Norman Mailer. El certero impacto de la obra maestra que nos prometió hace veinte años» (Larry McMurtry, New West).

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Buenos Aires, helado invierno de 1939, la empresa CHADOPYF está construyendo el ramal D del subte... more Buenos Aires, helado invierno de 1939, la empresa CHADOPYF está construyendo el ramal D del subterráneo. Un ciruja que duerme en los túneles ve morir a un amigo en un confuso episodio. No será el único crimen. También aparecerán otros muertos. Con una potente, original y vertiginosa voz narrativa, con una recreación de época inmejorable y con personajes de gran carnadura, la novela transcurre en pos de develar los misterios que se van suscitando.

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El PDF de este libro fue liberado por su propio autor y lo descargaste de internet sin cometer ni... more El PDF de este libro fue liberado por su propio autor y lo descargaste de internet sin cometer ningún delito. Si su lectura te hace sonreír o emocionar, pensá que podría ser un buen regalo para alguien (y queda feo regalar un PDF para un cumpleaños). Podés comprar este libro en papel desde hernancasciari.com y el autor te lo enviará a la dirección que indiques, dedicado con fingido cariño.

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El encuentro fortuito que da un vuelco completo a tu vida, la placa de hielo traicionera, la resp... more El encuentro fortuito que da un vuelco completo a tu vida, la placa de hielo traicionera, la respuesta que se pronuncia sin pensar… Las cosas decisivas ocurren en menos de una décima de segundo. Por ejemplo, ese chiquillo de ocho años. Si da un simple paso en falso puede cambiarlo todo, irreversiblemente. Su madre fue a que le echaran las cartas, y le predijeron que sería viuda antes de que terminase el año. Se lo contó a su hijo entre lágrimas, con los puños contra el pecho, la voz entrecortada por los sollozos. Necesitaba hablarlo con alguien, ¿entiendes? Pero él nunca había sido capaz de imaginar siquiera la muerte de su padre, que le parecía indestructible. Y ahora vive atemorizado. Es que hay cada madre… La suy a tiene treinta años, pero la madurez de una adolescente. Hace tiempo que olvidó aquella predicción (aparte de un poco inconsciente, es bastante olvidadiza, y pasa de un pensamiento a otro con una velocidad pasmosa). Evidentemente, para su hijo es harina de otro costal. Su imaginario quedó marcado por completo por esa historia de brujas, de la que no habla con nadie a pesar de que le desata numerosas pesadillas. Algunos días, la idea de la muerte de su padre le invade hasta el punto de ponerle enfermo, para después desaparecer durante semanas como por arte de magia. Pero al regresar lo hace con una fuerza redoblada, provoca que le flaqueen las piernas, literalmente, y tiene que apoy arse en algún sitio, o sentarse. Cuando la amenaza aparece de nuevo él lleva a cabo toda clase de conjuros, convencido de que, si su padre muere, será culpa suy a. Hoy, por ejemplo, piensa: « Si no piso ninguna junta de la acera, mi padre no morirá». Y empieza a contar a partir de la panadería. Camina conteniendo la respiración desde casa hasta la escuela de música, y eso que el tray ecto es largo. Algo le dice que esta vez no lo conseguirá, pero no encuentra nada, ningún pretexto, ninguna excepción que pueda servirle de excusa para renunciar. Una calle, dos calles, puede ver y a el bulevar, pero la angustia aumenta y tiene la impresión de que cuanto más se acerca a la meta, más se aproxima a la catástrofe. Va con la mirada clavada en la acera, y el estuche de su clarinete balanceándose apenas en su mano. Suda. Está a doscientos metros de la escuela de música. Vete a saber por qué-quizás un presentimiento-, mientras avanza levanta los ojos y ve aparecer de repente a su padre, que se acerca en sentido contrario. A esa altura de la calle, un andamio obliga a dar un rodeo, hay que cruzar sobre una pasarela de madera que invade la calzada. El paso es estrecho. Su padre camina decidido, con los hombros hacia delante. Cuando anda de esa forma, se diría que nada puede detenerlo. El chico se sorprende, porque no es normal verlo llegar tan pronto.

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repentinamente jovial-: Te debo algunos miles de desayunos, Linda. ¿Puedo invitarte una vez yo? M... more repentinamente jovial-: Te debo algunos miles de desayunos, Linda. ¿Puedo invitarte una vez yo? Miró el reverso del papel pero no decía nada más, y entonces volvió a leer la nota un par de veces. Después, con un suspiro, la puso de nuevo en el bolsillo de la chaqueta, metió todo en el bolso y lo arrojó violentamente contra la pared. Los perros ladraron largo rato.

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El encuentro fortuito que da un vuelco completo a tu vida, la placa de hielo traicionera, la resp... more El encuentro fortuito que da un vuelco completo a tu vida, la placa de hielo traicionera, la respuesta que se pronuncia sin pensar… Las cosas decisivas ocurren en menos de una décima de segundo. Por ejemplo, ese chiquillo de ocho años. Si da un simple paso en falso puede cambiarlo todo, irreversiblemente. Su madre fue a que le echaran las cartas, y le predijeron que sería viuda antes de que terminase el año. Se lo contó a su hijo entre lágrimas, con los puños contra el pecho, la voz entrecortada por los sollozos. Necesitaba hablarlo con alguien, ¿entiendes? Pero él nunca había sido capaz de imaginar siquiera la muerte de su padre, que le parecía indestructible. Y ahora vive atemorizado. Es que hay cada madre… La suy a tiene treinta años, pero la madurez de una adolescente. Hace tiempo que olvidó aquella predicción (aparte de un poco inconsciente, es bastante olvidadiza, y pasa de un pensamiento a otro con una velocidad pasmosa). Evidentemente, para su hijo es harina de otro costal. Su imaginario quedó marcado por completo por esa historia de brujas, de la que no habla con nadie a pesar de que le desata numerosas pesadillas. Algunos días, la idea de la muerte de su padre le invade hasta el punto de ponerle enfermo, para después desaparecer durante semanas como por arte de magia. Pero al regresar lo hace con una fuerza redoblada, provoca que le flaqueen las piernas, literalmente, y tiene que apoy arse en algún sitio, o sentarse. Cuando la amenaza aparece de nuevo él lleva a cabo toda clase de conjuros, convencido de que, si su padre muere, será culpa suy a. Hoy, por ejemplo, piensa: « Si no piso ninguna junta de la acera, mi padre no morirá». Y empieza a contar a partir de la panadería. Camina conteniendo la respiración desde casa hasta la escuela de música, y eso que el tray ecto es largo. Algo le dice que esta vez no lo conseguirá, pero no encuentra nada, ningún pretexto, ninguna excepción que pueda servirle de excusa para renunciar. Una calle, dos calles, puede ver y a el bulevar, pero la angustia aumenta y tiene la impresión de que cuanto más se acerca a la meta, más se aproxima a la catástrofe. Va con la mirada clavada en la acera, y el estuche de su clarinete balanceándose apenas en su mano. Suda. Está a doscientos metros de la escuela de música. Vete a saber por qué-quizás un presentimiento-, mientras avanza levanta los ojos y ve aparecer de repente a su padre, que se acerca en sentido contrario. A esa altura de la calle, un andamio obliga a dar un rodeo, hay que cruzar sobre una pasarela de madera que invade la calzada. El paso es estrecho. Su padre camina decidido, con los hombros hacia delante. Cuando anda de esa forma, se diría que nada puede detenerlo. El chico se sorprende, porque no es normal verlo llegar tan pronto.

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Sus compañeros les exigen a los médicos que le salven la vida, mientras se atrincheran esperando ... more Sus compañeros les exigen a los médicos que le salven la vida, mientras se atrincheran esperando la llegada de la policía. En medio de las negociaciones y antes del inminente tiroteo, el doctor que atiende a Nafta Súper descubre que no se trata de un hombre común.

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9 de octubre de 1946 Querida señora Crosby: Trabajaba en una fábrica de marcos de cuadros Y bebía... more 9 de octubre de 1946 Querida señora Crosby: Trabajaba en una fábrica de marcos de cuadros Y bebía cuando aceptaste uno de mis relatos. En la carta dijiste que era «desconcertante y profundo». Perdí el trabajo. Mi padre me compró un traje nuevo y me mandó a Filadelfia. Cobraba el paro y tenía demasiado tiempo para pensar y beber. No dejaba de pensar en Portfolio. Escribí varias notas insultantes con términos en francés que sacaba del diccionario. Quería un ejemplar de Portfolio con mi relato. Estaba deprimido, tenía ganas de suicidarme y delirios alcohólicos. Necesitaba un empujón espiritual, me propasaba en mis exigencias. Tras varios intercambios, recibí un ejemplar. Ahora trabajo en un almacén de herramientas. Y bebo. Pero sigo sin saber qué fue de los relatos y viñetas que le envié en marzo de 1946. ¿Estará enfadada? ¿Se estará vengando? ¿Habrá quemado mis escritos? ¿Habrá hecho barquitos de papel con ellos para jugar en la bañera? ¿O acaso Henry Miller los habrá guardado debajo del colchón? No pienso esperar más. Si no obtengo respuesta, la tendré a mi manera. Atentamente, Charles Bukowski [A Caresse Crosby] Noviembre de 1946 Te escribo de nuevo para decirte lo mucho que me gustó recibir la foto de Roma y la nota. En cuanto a los manuscritos que se han perdido, al diablo con ellos, tampoco eran gran cosa, salvo quizá algunas viñetas repletas de violencia que hice cuando vivía de gorra en casa de mis padres en Los Ángeles. Pero basta de tonterías: soy poeta, et al. Sigo débil por culpa de la bebida y ya no tengo máquina de escribir. Escribo a mano, qué remedio, ja ja. Matrix, una «pequeña revista» bastante tradicional de Filadelfia, ha aceptado tres relatos míos pasables y cuatro poemas que no estaban muy allá. No sería capaz de ir a Washington a dedo para verte, soy demasiado nervioso. Llegaría hecho una piltrafa. Gracias de todos modos. Muy amable de tu parte. Tal vez te envíe algo pronto, pero no de momento. No sé si me entiendes. 1955 [A Whit Burnett] 27 de febrero de 1955 Gracias por devolverme los cuentos y la nota adjunta. Estoy algo mejor, aunque casi fallecí en el ala para pobres del hospital general. Son expertos en pifiarla y si has oído algo malo sobre ellos, seguramente es cierto. Estuve 9 días ingresado y me cobraron 14,24 dólares al día. Vaya ala para pobres. Escribí un cuento sobre la experiencia titulado «Cerveza, vino, vodka, whisky; vino, vino, vino» y lo envié a Accent. Lo rechazaron y me dijeron: «… una auténtica sangría. Tal vez algún día el gusto de los lectores se pondrá al día.» Por Dios, espero que no. […] Por cierto, en la nota decías que nunca me habías publicado. ¿Tienes un ejemplar del número de marzo-abril de 1944 de Story? Ya tengo 34 años. Si no triunfo antes de los 60, me daré un plazo de 10 años. AGRADECIMIENTOS El editor quisiera dar las gracias a los propietarios de las cartas reproducidas en este libro, en especial a las siguientes instituciones:

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Nota del traductor Como todo el mundo sabe, cuanto más breve es un texto, más complicada puede re... more Nota del traductor Como todo el mundo sabe, cuanto más breve es un texto, más complicada puede resultar, en ocasiones, su traducción. Si se trata de un sustantivo, sin otro contexto que el artículo, como en el caso de The Reivers, título original de la novela de Faulkner que el lector tiene entre las manos, la tarea puede resultar casi imposible. En su primera encarnación en castellano, hace y a unos cuantos años, The Reivers llevaba por título Los rateros. Según la definición del diccionario, ratero es « el ladrón que hurta con maña y cautela cosas de poco valor». Lo que roban los protagonistas de esta novela no es, desde luego, una cosa de poco valor. Aunque, en realidad, tampoco roban nada: más bien lo piden prestado, y utilizo la palabra en un sentido bastante más literal que Huckleberry Finn en sus famosas aventuras. Reiver es una palabra poco utilizada en inglés. El vocablo corriente al que más se parece es raider, que viene de to raid, « hacer una incursión» , « atacar por sorpresa». Raider suele traducirse por « invasor» y también por « ladrón». Raid, por « correría» , « incursión» , « ataque». Me doy cuenta de que se me puede criticar por atreverme a cambiar un título consagrado, si no por otra cosa, al menos por los años que lleva vigente. Lo hago porque me parece que Los rateros da al lector una idea falsa. También se me puede criticar por haberme liado la manta a la cabeza y elegir un nuevo título que no es una traducción del original. Lo que tiene a su favor, creo y o, es que informa, hasta cierto punto, del contenido del libro, sin desinformar, como sucedía con Los rateros. Como los traductores somos (quizá porque no nos queda otro remedio) muy aficionados al diccionario (o a los diccionarios) añadiré que utilizo escapada en la acepción número dos del de la Academia: « Abandono temporal de las ocupaciones habituales, generalmente con objeto de divertirse o distraerse». Sólo me queda por añadir que confío en que, de todos modos, el nuevo título no sea un obstáculo para que esta bildungroman, o novela de formación y aprendizaje, encuentre nuevos lectores « apasionados y regocijados» en el centenario del nacimiento de William Faulkner.

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La Canción del Verdugo, obra galardonada con el Premio Pulitzer, cuenta la historia de Gary Gilmo... more La Canción del Verdugo, obra galardonada con el Premio Pulitzer, cuenta la historia de Gary Gilmore, el hombre que saltó a los titulares de la prensa con motivo de su ajusticiamiento, en la Penitenciaría Estatal de Utah. Porque, aunque hubiese podido prestarse al largo forcejeo de las apelaciones y demás subterfugios legales para aplazar su ejecución, Gilmore prefirió la muerte a la angustiosa espera en el corredor de la muerte. El magistral relato de Mailer, basado en cientos de entrevistas, se centra en los nueve meses que empiezan el día en que Gary Gilmore sale en libertad condicional, sigue con los dos absurdos asesinatos que cometió muy pronto y termina con este nuevo «héroe americano» ante el pelotón de fusilamiento. Junto a Gilmore, poco a poco va emergiendo otro protagonista, Nicole, su amante, una joven que se enfrenta a un mundo casi tan sucio y corrupto como el de Gary. La historia de amor de estos dos marginados emergerá finalmente con una insólita pureza en medio de la sordidez circundante. «Salvo Norman Mailer, nadie se habría atrevido a escribir esta novela. Una obra absolutamente asombrosa» (Joan Didion, The New York Times Review of Books). «La novela más convincente y magistral de Norman Mailer. El certero impacto de la obra maestra que nos prometió hace veinte años» (Larry McMurtry, New West).

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Buenos Aires, helado invierno de 1939, la empresa CHADOPYF está construyendo el ramal D del subte... more Buenos Aires, helado invierno de 1939, la empresa CHADOPYF está construyendo el ramal D del subterráneo. Un ciruja que duerme en los túneles ve morir a un amigo en un confuso episodio. No será el único crimen. También aparecerán otros muertos. Con una potente, original y vertiginosa voz narrativa, con una recreación de época inmejorable y con personajes de gran carnadura, la novela transcurre en pos de develar los misterios que se van suscitando.

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El PDF de este libro fue liberado por su propio autor y lo descargaste de internet sin cometer ni... more El PDF de este libro fue liberado por su propio autor y lo descargaste de internet sin cometer ningún delito. Si su lectura te hace sonreír o emocionar, pensá que podría ser un buen regalo para alguien (y queda feo regalar un PDF para un cumpleaños). Podés comprar este libro en papel desde hernancasciari.com y el autor te lo enviará a la dirección que indiques, dedicado con fingido cariño.

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