Iris Etcheverry | Universdad Nacional de Tres de Febrero (original) (raw)

Papers by Iris Etcheverry

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Entre 1750 y 1850 se producen una serie de transformaciones conceptuales en la sociedad occidenta... more Entre 1750 y 1850 se producen una serie de transformaciones conceptuales en la sociedad occidental europea donde se forma la idea del hombre moderno. Por primera vez en el mundo occidental el centro del sentido lo ocupa el hombre, la idea del hombre moderno y del mundo que surge frente al antiguo régimen. Ese mundo está sustentado en ésta racionalidad desencantada y encuentra su filosofo en Kant con sus obras: "Crítica de la razón pura " que va a mostrar cómo es posible la ciencia, "Crítica de la razón práctica "que va a mostrar un comportamiento ético y "Critica del juicio" en la cual intenta explicar cómo es posible el juicio del gusto, enunciar algo como bello o sublime áun a sabiendas que sobre gustos no hay nada escrito. Reinhart Kosellec en su primera gran obra "Crítica y Crisis del Mundo Burgués" que corresponde a su tesis doctoral, publicada en 1959, fija ya los lineamientos fundamentales de su proyecto historiográfico orientado a comprender el origen y el sentido de la modernidad y la relación dialéctica que, según afirma, se establece entre los procesos de surgimiento de las filosofías modernas de la historia y de la crisis del sistema absolutista que acompaña la progresiva afirmación del mundo burgués. Esta dialéctica, es a la vez, una secuencia interrelacionada de fenómenos "el absolutismo-dice-condiciona la génesis de la Ilustración. La Ilustración condiciona la génesis de la Revolución" lo que nos indica su visión del proceso de emergencia del mundo moderno, donde la Ilustración misma aportaría los elementos esenciales que llevarían a la crisis y disolución del Estado

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Rafael de la Vega y Jorge Pérez de Tudela Trotta, Madrid 288 pp. 19 € Como el ángel de la Histori... more Rafael de la Vega y Jorge Pérez de Tudela Trotta, Madrid 288 pp. 19 € Como el ángel de la Historia de Walter Benjamin, obligado a mirar hacia «una sola catástrofe, que acumula sin tregua ruina sobre ruina», también nosotros, testigos amedrentados de un nuevo milenio que promete escenarios desconocidos y pavorosos, permanecemos inmóviles al fijar hacia atrás un passé que ne passe pas . Este pasado que no consigue pasar y sobre el que tenemos fijada constantemente la mirada es la tragedia ideológica del siglo XX: el encuentro titánico del Rojo y el Negro[2] marca y fija la identidad del pasado siglo, convirtiéndolo en la época de los extremos[3], un nuevo siglo de hierro, una suerte de remake en grande de la Guerra de los Treinta Años, una inédita guerra civil europea . Es cierto que hemos dejado de estar seguros de que la tempestad que instiga el ángel de la Historia hacia el futuro, el conocido como progreso, sople desde el paraíso; y más bien sospechamos que el Dios cartesiano, un Dios hipotéticamente burlón, nos ha gastado una broma, y que aquélla sopla desde el infierno. Sobre todo, albergamos dudas a la hora de encontrar razones históricas del horror totalitario, de ese dérapage ideológico que, según François Furet, nace y muere en la ilusión . Y como si de la boca abierta de par en par del ángel de la Historia, contado por Benjamin y luego pintado por Paul Klee, no salieran más palabras adecuadas para narrar el drama o, como suele decirse hoy, el trauma[6] del siglo pasado; sólo la Memoria sería capaz de ofrecer, si no una explicación, sí al menos un rito purificador, un alivio colectivo, un recomponerse parcialmente del dolor. Así, en los periódicos, en los medios de comunicación, en la opinión pública, es difícil encontrar un camino de comprensión que no sea el de la identificación. Y, sin embargo, dado que la historia -como ha reconocido también Francis Fukuyamano ha concluido del todo[7], y dado que los conflictos y los conflictos violentos del futuro serán seguramente diferentes (aunque no por ello menos espantosos) de los anteriores, orientarse en el siglo XXI significa ineluctablemente tomar distancia respecto del siglo XX, hacerlo «pasar» finalmente y, por tanto, comprenderlo. De entre las grandes interpretaciones de la tragedia del siglo XX, Kritik und Krise, el primer libro (1959) del historiador y filósofo alemán Reinhart Koselleck, fallecido en 2006, sigue siendo uno de los más penetrantes y sugerentes. Derivado de una tesis guiada por Carl Schmitt, el libro es una meditación sufrida y dolorosa y, al mismo tiempo, una poderosa construcción intelectual. En pocas palabras, un clásico. Ha hecho bien, por tanto, la editorial Trotta en recuperarlo, con una nueva edición excelentemente preparada y con un brillante prólogo de Julio Pardos; una edición, además, que cuenta con el plus de incluir a modo de apéndice la voz «Crisis» escrita por Koselleck para su famoso Léxico de conceptos históricos fundamentales, la obra que le llevó toda una vida. Y como sucede con todos los clásicos de la historiografía, la importancia de este Página 1 de 4

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Entre 1750 y 1850 se producen una serie de transformaciones conceptuales en la sociedad occidenta... more Entre 1750 y 1850 se producen una serie de transformaciones conceptuales en la sociedad occidental europea donde se forma la idea del hombre moderno. Por primera vez en el mundo occidental el centro del sentido lo ocupa el hombre, la idea del hombre moderno y del mundo que surge frente al antiguo régimen. Ese mundo está sustentado en ésta racionalidad desencantada y encuentra su filosofo en Kant con sus obras: "Crítica de la razón pura " que va a mostrar cómo es posible la ciencia, "Crítica de la razón práctica "que va a mostrar un comportamiento ético y "Critica del juicio" en la cual intenta explicar cómo es posible el juicio del gusto, enunciar algo como bello o sublime áun a sabiendas que sobre gustos no hay nada escrito. Reinhart Kosellec en su primera gran obra "Crítica y Crisis del Mundo Burgués" que corresponde a su tesis doctoral, publicada en 1959, fija ya los lineamientos fundamentales de su proyecto historiográfico orientado a comprender el origen y el sentido de la modernidad y la relación dialéctica que, según afirma, se establece entre los procesos de surgimiento de las filosofías modernas de la historia y de la crisis del sistema absolutista que acompaña la progresiva afirmación del mundo burgués. Esta dialéctica, es a la vez, una secuencia interrelacionada de fenómenos "el absolutismo-dice-condiciona la génesis de la Ilustración. La Ilustración condiciona la génesis de la Revolución" lo que nos indica su visión del proceso de emergencia del mundo moderno, donde la Ilustración misma aportaría los elementos esenciales que llevarían a la crisis y disolución del Estado

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Rafael de la Vega y Jorge Pérez de Tudela Trotta, Madrid 288 pp. 19 € Como el ángel de la Histori... more Rafael de la Vega y Jorge Pérez de Tudela Trotta, Madrid 288 pp. 19 € Como el ángel de la Historia de Walter Benjamin, obligado a mirar hacia «una sola catástrofe, que acumula sin tregua ruina sobre ruina», también nosotros, testigos amedrentados de un nuevo milenio que promete escenarios desconocidos y pavorosos, permanecemos inmóviles al fijar hacia atrás un passé que ne passe pas . Este pasado que no consigue pasar y sobre el que tenemos fijada constantemente la mirada es la tragedia ideológica del siglo XX: el encuentro titánico del Rojo y el Negro[2] marca y fija la identidad del pasado siglo, convirtiéndolo en la época de los extremos[3], un nuevo siglo de hierro, una suerte de remake en grande de la Guerra de los Treinta Años, una inédita guerra civil europea . Es cierto que hemos dejado de estar seguros de que la tempestad que instiga el ángel de la Historia hacia el futuro, el conocido como progreso, sople desde el paraíso; y más bien sospechamos que el Dios cartesiano, un Dios hipotéticamente burlón, nos ha gastado una broma, y que aquélla sopla desde el infierno. Sobre todo, albergamos dudas a la hora de encontrar razones históricas del horror totalitario, de ese dérapage ideológico que, según François Furet, nace y muere en la ilusión . Y como si de la boca abierta de par en par del ángel de la Historia, contado por Benjamin y luego pintado por Paul Klee, no salieran más palabras adecuadas para narrar el drama o, como suele decirse hoy, el trauma[6] del siglo pasado; sólo la Memoria sería capaz de ofrecer, si no una explicación, sí al menos un rito purificador, un alivio colectivo, un recomponerse parcialmente del dolor. Así, en los periódicos, en los medios de comunicación, en la opinión pública, es difícil encontrar un camino de comprensión que no sea el de la identificación. Y, sin embargo, dado que la historia -como ha reconocido también Francis Fukuyamano ha concluido del todo[7], y dado que los conflictos y los conflictos violentos del futuro serán seguramente diferentes (aunque no por ello menos espantosos) de los anteriores, orientarse en el siglo XXI significa ineluctablemente tomar distancia respecto del siglo XX, hacerlo «pasar» finalmente y, por tanto, comprenderlo. De entre las grandes interpretaciones de la tragedia del siglo XX, Kritik und Krise, el primer libro (1959) del historiador y filósofo alemán Reinhart Koselleck, fallecido en 2006, sigue siendo uno de los más penetrantes y sugerentes. Derivado de una tesis guiada por Carl Schmitt, el libro es una meditación sufrida y dolorosa y, al mismo tiempo, una poderosa construcción intelectual. En pocas palabras, un clásico. Ha hecho bien, por tanto, la editorial Trotta en recuperarlo, con una nueva edición excelentemente preparada y con un brillante prólogo de Julio Pardos; una edición, además, que cuenta con el plus de incluir a modo de apéndice la voz «Crisis» escrita por Koselleck para su famoso Léxico de conceptos históricos fundamentales, la obra que le llevó toda una vida. Y como sucede con todos los clásicos de la historiografía, la importancia de este Página 1 de 4