Magu Duarte | Universidad Rey Juan Carlos (original) (raw)
Papers by Magu Duarte
En muy poco tiempo, el uso de todo tipo de tecnologías digitales se ha generalizado entre la pobl... more En muy poco tiempo, el uso de todo tipo de tecnologías digitales se ha generalizado entre la población de los países occidentales (y no sólo occidentales), particularmente entre los jóvenes. La diversificación de estas tecnologías, y su capacidad para abarcar cada vez más aspectos de nuestras vidas —como pronosticó, hace ya mucho tiempo, McLuhan (1996)— es un factor crucial para entender los cambios que se están
produciendo, muy aceleradamente, en la composición y características de la opinión pública, así como en la propia estructuración del sistema mediático y el proceso de difusión de informaciones y opiniones.
Dicho proceso estaba tradicionalmente articulado por una minoría de actores (partidos políticos y medios de comunicación) que se dirigía a una mayoría pasiva de espectadores (el público). Se trataba de un proceso fundamentalmente unidireccional, en el que el emisor de los mensajes, y sobre todo el intermediario encargado de canalizarlos, ostentaba casi todo el protagonismo.
Sin embargo, en los últimos años ha comenzado a observarse un debilitamiento cada vez más perceptible de este paradigma de investigación, derivado de diversos factores.
Entre ellos destaca la crisis, particularmente profunda, del sector de la comunicación. Una crisis que a su vez proviene, al menos en parte, de un cambio tecnológico (Castells, 2009; Jenkins, 2008), y de los subsiguientes cambios provocados en el consumo de medios de comunicación por parte del público. Se está produciendo una reordenación de la esfera pública (Dahlgren, 2005; Innerarity, 2006) en la que, si bien los medios
de comunicación continúan ocupando el centro del sistema, la capacidad del público para hacerse visible, y para influir activamente en la agenda pública y en el proceso de formación de opiniones, es significativamente mayor (Castells, 2009). Estos cambios pueden observarse con particular claridad cuando asistimos a movilizaciones sociales con repercusión inmediata en el espacio público (tanto en los medios de comunicación como en las calles). En estos casos, en los que el público parece irrumpir súbitamente en el escenario, a menudo cogiendo por sorpresa tanto a los dirigentes políticos como a los gestores de los medios de comunicación, nos encontramos ante la condensación de un proceso de formación de la opinión pública en el que las nuevas tecnologías, y sobre todo el papel activo del público, son
protagonistas en un grado particularmente elevado.
En muy poco tiempo, el uso de todo tipo de tecnologías digitales se ha generalizado entre la pobl... more En muy poco tiempo, el uso de todo tipo de tecnologías digitales se ha generalizado entre la población de los países occidentales (y no sólo occidentales), particularmente entre los jóvenes. La diversificación de estas tecnologías, y su capacidad para abarcar cada vez más aspectos de nuestras vidas —como pronosticó, hace ya mucho tiempo, McLuhan (1996)— es un factor crucial para entender los cambios que se están
produciendo, muy aceleradamente, en la composición y características de la opinión pública, así como en la propia estructuración del sistema mediático y el proceso de difusión de informaciones y opiniones.
Dicho proceso estaba tradicionalmente articulado por una minoría de actores (partidos políticos y medios de comunicación) que se dirigía a una mayoría pasiva de espectadores (el público). Se trataba de un proceso fundamentalmente unidireccional, en el que el emisor de los mensajes, y sobre todo el intermediario encargado de canalizarlos, ostentaba casi todo el protagonismo.
Sin embargo, en los últimos años ha comenzado a observarse un debilitamiento cada vez más perceptible de este paradigma de investigación, derivado de diversos factores.
Entre ellos destaca la crisis, particularmente profunda, del sector de la comunicación. Una crisis que a su vez proviene, al menos en parte, de un cambio tecnológico (Castells, 2009; Jenkins, 2008), y de los subsiguientes cambios provocados en el consumo de medios de comunicación por parte del público. Se está produciendo una reordenación de la esfera pública (Dahlgren, 2005; Innerarity, 2006) en la que, si bien los medios
de comunicación continúan ocupando el centro del sistema, la capacidad del público para hacerse visible, y para influir activamente en la agenda pública y en el proceso de formación de opiniones, es significativamente mayor (Castells, 2009). Estos cambios pueden observarse con particular claridad cuando asistimos a movilizaciones sociales con repercusión inmediata en el espacio público (tanto en los medios de comunicación como en las calles). En estos casos, en los que el público parece irrumpir súbitamente en el escenario, a menudo cogiendo por sorpresa tanto a los dirigentes políticos como a los gestores de los medios de comunicación, nos encontramos ante la condensación de un proceso de formación de la opinión pública en el que las nuevas tecnologías, y sobre todo el papel activo del público, son
protagonistas en un grado particularmente elevado.