El amargo fruto de la palma aceitera (original) (raw)
"El amargo fruto de la palma aceitera"
Palma aceitera: la expansi�n de otro monocultivo destructivo por Ricardo Carrere
Durante las �ltimas d�cadas, el cultivo de la palma aceitera -tambi�n llamada palma africana- se ha venido expandiendo en forma acelerada en un n�mero creciente de pa�ses del Sur. Estas plantaciones est�n causando graves problemas para las poblaciones y el medio ambiente locales, llegando en muchos casos a desembocar en conflictos sociales y violaciones de los derechos humanos. A pesar de ello, un n�mero de actores nacionales e internacionales contin�an promoviendo activamente este cultivo, bajo un trasfondo de creciente oposici�n a nivel local.
Datos b�sicos sobre la palma aceitera
La palma aceitera (Elaeis guineensis) es originaria de Africa Occidental, donde las poblaciones locales la utilizaron para los m�s diversos usos, desde los alimenticios a los medicinales, incluyendo tambi�n el uso de sus fibras, as� como de su savia para la fabricaci�n de vino de palma. Sin embargo, la promoci�n de los actuales cultivos a gran escala tiene por objetivo central la extracci�n del aceite de palma (a partir de la parte carnosa de su fruto) y del aceite de palmiste (obtenido de la semilla).
Las plantaciones de palma comienzan a producir frutos a los 4-5 a�os de implantadas -mediante el uso de variedades seleccionadas y clonadas- y alcanzan su mayor producci�n entre los 20 y 30 a�os. Los racimos, que pesan unos 15-25 kilos, est�n conformados por unos 1000 a 4000 frutos de forma ovalada, de 3 a 5 cms. de largo.
Una vez cosechados, la parte carnosa de los frutos es transformada mediante diversos procesos en aceite, en tanto que de la nuez se extrae el aceite de palmiste. El procesamiento del aceite crudo resulta en dos productos diferentes: 1) La estearina de palma y 2) La ole�na de palma. La estearina (s�lida a temperatura ambiente) es destinada casi exclusivamente a usos industriales, tales como cosm�ticos, jabones, detergentes, velas, grasas lubricantes), en tanto que la ole�na (l�quida a temperatura ambiente), es utilizada exclusivamente como comestible (aceite para cocinar, margarinas, cremas, confiter�a).
Plantaciones de palma en el mundo
Las plantaciones de palma aceitera se est�n implantando principalmente en las regiones tropicales, donde en 1997 ocupaban 6,5 millones de hect�reas, en las que se produc�an 17,5 millones de toneladas de aceite de palma y 2,1 millones de toneladas de aceite de palmiste.
En Asia descollan Malasia e Indonesia, que se han constituido en los principales productores de aceite de palma, contando ambos con m�s de dos millones de hect�reas de plantaciones de palma. Malasia genera el 50% de la producci�n mundial (siendo el 85% exportado), en tanto que Indonesia le sigue con casi el 30% (exportando el 40%). Sin embargo, otros pa�ses se est�n sumado a la producci�n a gran escala de esta oleaginosa y entre ellos se destacan Tailandia (con m�s de 200.000 hect�reas) y Pap�a Nueva Guinea, que se ha constituido en el tercer mayor exportador mundial de aceite de palma. Tambi�n existen ambiciosos planes de promoci�n de este cultivo en Filipinas, Camboya y la India, as� como en las Islas Salom�n.
En Africa resulta dif�cil obtener cifras precisas acerca del �rea ocupada por plantaciones industriales, debido a que esta palma es nativa de muchos pa�ses del Africa Occidental. Por ejemplo, la producci�n de Nigeria es obtenida de un �rea de tres millones de hect�reas de palma aceitera, entre las que se cuentan unas 360.000 hect�reas de plantaciones industriales. Otros pa�ses tambi�n poseen amplias �reas cubiertas por palma aceitera, tales como Guinea (310.000 h�s) y Rep�blica Democr�tica de Congo (ex Zaire) (220.000), con importantes �reas de plantaciones industriales en Costa de Marfil (190.000), Ghana (125.000), Camer�n (80.000), Sierra Leona (29.000) y �reas m�s peque�as en Benin, Burundi, Rep�blica Centroafricana, Rep�blica de Congo, Gab�n, Gambia, Guinea Bissau, Guinea Ecuatorial, Liberia, Senegal, Tanzania, Togo y Uganda.
En Am�rica Latina, Ecuador (150.000 h�s) y Colombia (130.000 h�s) han experimentado una ocupaci�n creciente de su territorio por esta palma, que se extiende a numerosos pa�ses como Honduras (50.000 h�s), Brasil (39.000), Per� (33.000),Venezuela (30.000), Costa Rica (30.000), Guatemala (15.000), Rep�blica Dominicana (9.000), Nicaragua (4000), M�xico (4.000), as� como Panam�, Surinam y Guyana.
Los impactos socioambientales
A medida que el �rea plantada aumenta, se incrementan en igual medida los impactos ambientales y sociales que el cultivo provoca. Es que, al igual que en el caso de los monocultivos forestales de pinos y eucaliptos, el problema no es el �rbol, sino el modelo en el que se lo implanta.
Pese a la constataci�n de impactos, sus promotores insisten en presentarlo como la soluci�n al problema del desempleo y hasta intentan mostrarlo como beneficioso para el ambiente. Es as� que la Federaci�n Colombiana de Palmicultores dice que "los cultivos de palma de aceite son bosques protectores de los ecosistemas". A su vez, un director de la Corporaci�n Financiera Internacional (el brazo de pr�stamos al sector privado del Banco Mundial), sostuvo que la plantaci�n de palma aceitera en Costa de Marfil -financiada por la CFI- "dar�a lugar a mayor empleo y superiores niveles de vida y que promover�a exportaciones generadoras de divisas, al mismo tiempo que apoyar�a la producci�n agr�cola con el m�ximo de cuidado hacia el medio ambiente" (Africa News Online). Un ministro de Malasia lleg� a afirmar que las plantaciones de palma son m�s eficientes como sumideros de carbono que los pinos de los pa�ses desarrollados (Lohmann 1999).
Sin embargo, como se ver� m�s detalladamente en los casos de Indonesia, Ecuador y Camer�n desarrollados m�s adelante, el cultivo de esta palma conlleva una serie de impactos negativos, que afectan a la gente y al ambiente donde se instalan.
Uno de los principales impactos es la apropiaci�n de amplias �reas de tierras hasta entonces en posesi�n de poblaciones ind�genas o campesinas, que de ellas obten�an sus medios de vida. Es com�n que �sto genere procesos de resistencia ante ese despojo, normalmente enfrentados a trav�s del aparato represivo del estado y de las propias empresas palmicultoras. A la violaci�n del derecho a la tierra se suma entonces la violaci�n de una larga cadena de derechos humanos, inclusive el del derecho a la vida.
En un mundo crecientemente preocupado por la r�pida desaparici�n de los bosques tropicales, es de destacar que en casi todos los casos los monocultivos industriales de palma aceitera se instalan en �reas boscosas. Detr�s de los gigantescos incendios en Indonesia que conmovieron al mundo en 1997 estaban las grandes empresas plantadoras de palma, que hallaron m�s barato "limpiar" el �rea a ser plantada mediante el uso del fuego. Pero sin llegar a ese extremo, se puede generalizar que detr�s de toda plantaci�n industrial de palma aceitera hay un proceso de deforestaci�n m�s o menos importante.
Esos bosques tropicales eliminados por este cultivo son a su vez el h�bitat de una enorme biodiversidad. Estudios de caso en Malasia e Indonesia han demostrado que el 80-100% de las especies de la fauna que habitan los bosques tropicales no pueden sobrevivir en monocultivos de palma (Wakker 2000). Sin embargo, algunas pocas especies logran adaptarse y se convierten en "plagas", dado que, al no encontrar suficiente alimento por la desaparici�n de su h�bitat natural, pasan a alimentarse de las plantas j�venes de palma, provocando graves da�os a las plantaciones. Esto a su vez resulta en la aplicaci�n de m�todos de "control", que incluyen plaguicidas qu�micos que afectan a�n m�s a la biodiversidad, as� como a las aguas, suelos y salud de las poblaciones locales.
Adem�s, estos monocultivos generan procesos erosivos a consecuencia del desbroce del terreno antes ocupado por bosques, que deja el suelo desnudo y expuesto a las fuertes lluvias tropicales. Estos procesos erosivos a su vez afectan a los cursos de agua provocando contaminaci�n y sedimentaci�n, lo cual tiene adem�s consecuencias sobre las especies acu�ticas que all� habitan y por ende sobre las poblaciones locales que se abastecen de agua y alimentos de la misma.
Adicionalmente, las industrias procesadoras impactan sobre la calidad de las aguas por la liberaci�n de grandes cantidades de efluentes -por cada tonelada de aceite se generan 2,5 toneladas de efluentes- que en muchos casos contaminan los cursos de agua por no cumplir con los requisitos legales en cuanto a su tratamiento.
A pesar de todo ello, los propulsores de la implantaci�n del cultivo de palma insisten en presentar este cultivo como la soluci�n a todos los problemas sociales de la regi�n en la que pretenden instalarse, asegurando que generar� empleo, riqueza, infraestructura, educaci�n, etc., con el objetivo de lograr el apoyo de la poblaci�n local.
Las razones de la expansi�n
Pese a todos los impactos constatados, el cultivo de palma aceitera contin�a expandi�ndose en m�s y m�s pa�ses. La raz�n que explica esta aparente sinraz�n, es que, en primer lugar, constituye una inversi�n muy rentable para el sector empresarial -nacional o extranjero- que invierte en esa actividad. La rentabilidad surge de la combinaci�n de mano de obra barata, tierra a bajo precio, inexistencia de controles ambientales efectivos, disponibilidad de financiamiento y apoyos, el corto per�odo que media entre la plantaci�n y el inicio de la cosecha y un mercado en expansi�n, en particular en los pa�ses del Norte. En este �ltimo sentido, cabe se�alar que el aceite de palma es el aceite vegetal m�s comercializado del mundo, ocupando un 40% del comercio global de todos los oleaginosos. Es mucho m�s importante que la soya, que cubre el 22% del comercio global (FAS Online 1998). Se prev� adem�s que contin�e creciendo hasta abarcar el 50% del comercio mundial.
A ello se suma el hecho de que se trata de un cultivo orientado a la exportaci�n, por lo que gobiernos agobiados por el peso de la deuda externa lo ven como una soluci�n a ese problema, mediante el ingreso de divisas provenientes de la exportaci�n. Pero a su vez, existen otros actores externos que lo promueven activamente (tales como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo) o que se benefician econ�micamente, tales como los bancos internacionales que lo financian. En referencia a esto �ltimo, un estudio reciente (Wakker 2000), comprob� que los principales bancos de Holanda (ABN-AMRO Bank, ING Bank, Rabobank y MeesPierson) mantienen estrechos v�nculos financieros con las principales empresas palmicultoras de Indonesia.
Otro actor, menos visible, son las empresas extranjeras que se benefician del comercio internacional del aceite de palma. Su objetivo no es nada novedoso y se ha repetido tantas veces, que ya deber�a ser obvio: la promoci�n masiva del cultivo para lograr la baja mundial de los precios, el incremento del consumo y de las ganancias derivadas de su comercializaci�n y posterior reprocesamiento. En este sentido, un informe de mercado sobre palma aceitera elaborado por ARAB (una instituci�n de investigaci�n y consultor�a de Malasia), se�ala que "los precios del aceite de palma son generalmente m�s bajos que los del aceite de soya, que constituye el aceite dominante y su precio es la referencia para el comercio en aceites vegetales".
El informe contin�a diciendo que la raz�n que explica el m�s bajo precio del aceite de palma es el "gran incremento de la oferta de aceite de palma durante las dos �ltimas d�cadas y la necesidad de los comerciantes de ofrecer ese producto a un precio menor a fin de poder competir con el aceite de soya en los mercados existentes y emergentes". El motivo del incremento en la oferta de aceite de palma es muy sencillo: la palma aceitera est� ahora siendo plantada a gran escala en los tr�picos".
Este proceso ha sido una constante hist�rica y numerosos pa�ses y pueblos del Sur lo han sufrido en carne propia en los casos del caf�, el cacao, el banano, la ca�a de az�car y tantos otros cultivos cuyos precios bajaron tanto que llevaron a la ruina a incontables productores ... para beneficio del comercio y el consumo en los pa�ses industrializados.
En la baja del precio del aceite de palma tambi�n incide el hecho de que en algunos mercados debe competir con aceites de soya, girasol y colza, cuyos precios est�n subsidiados por varios programas de los Estados Unidos y de la Uni�n Europea (ARABIS 1996). Esta desventaja econ�mica se agrava por el hecho de que "el aceite de palma se diferencia de sus principales competidores (soya, girasol y colza) por el hecho de que se obtiene de un cultivo perenne. Ello implica que su producci�n es relativamente estable debido a que los productores continuar�n cosechando sus frutos incluso durante per�odos cortos de ca�da de precios".
Mientras quienes siembran cultivos anuales pueden f�cilmente reducir las hect�reas sembradas frente a una ca�da de precios, a los cultivadores de palma aceitera les resulta muy dif�cil pasarse a otro cultivo. Por otro lado, es poco probable que se puedan beneficiar cuando suben los precios, puesto que ello dar� lugar a un incremento en el �rea sembrada de los cultivos competitivos: soya, girasol y colza. Es decir, que este cultivo se encuentra en la poco envidiable situaci�n de salir siempre perdiendo.
En resumen, mientras las plantaciones de palma aceitera se est�n promoviendo en el Sur, los precios ser�n establecidos por un "libremercado" dominado y subsidiado por el Norte, que de hecho poco tiene de "libre". Los sectores industriales tendr�n la seguridad de un abastecimiento continuo de aceite, en tanto los riesgos econ�micos ser�n asumidos por los productores del Sur.
En definitiva, las razones reales para la expansi�n de este cultivo nada tienen que ver, ni con el mejoramiento de las condiciones de vida en los pa�ses del Sur ni con la protecci�n ambiental. Por el contrario, el auge en las plantaciones de palma sirve los intereses de las elites locales y de las empresas transnacionales con las que se al�an para la obtenci�n de beneficios mutuos. Entre esas empresas se destacan Unilever, Procter & Gamble, Henkel, Cognis y Cargill. Algunas de estas empresas -como en el caso de la anglo-holandesa Unilever- est�n en algunos casos directamente involucradas en la producci�n (en Malasia), o act�an exclusivamente como compradoras de aceite (en Indonesia).
Como se ver� a continuaci�n, en los estudios llevados a cabo en un pa�s africano (Camer�n), uno latinoamericano (Ecuador) y uno asi�tico (Indonesia), a nivel local lo �nico que se constata es el incremento de la injusticia social y la degradaci�n ambiental.
El caso de Camer�n: Las plantaciones de palma aceitera. �Una nueva amenaza para los bosques de Camer�n? por Herv� Sokoudjou
Breve historia
La palma aceitera es una planta originaria de la zona intertropical h�meda de Africa. Durante el per�odo pre-colonial, la palma aceitera se extend�a por toda el Africa tropical del Oeste al Centro (Jacquemard, 1995). Era objeto de una explotaci�n artesanal por parte de las poblaciones locales, que de all� extra�an aceite y vino de palma.
Ese entusiasmo por el cultivo de la palma aceitera se explica en gran medida por los numerosos usos que las poblaciones cameruneses obten�an de esta planta, muchos de cuyos derivados est�n profundamente enraizados en la cultura local.
La pulpa del fruto de la palma sirve para la producci�n de aceite de palma, que en estado bruto es muy rica en caroteno, un pigmento precursor de la vitamina A. La nuez de esta palma permite obtener aceite de palmiste. En estado natural, este �ltimo es utilizado como ung�ento y con fines alimenticios. Tiene propiedades sedantes, cicatrizantes, antimic�ticas y antimicrobianas y ocupa un lugar prominente en la farmacopea tradicional. Es particularmente apreciado como un ingrediente para la elaboraci�n de productos de belleza.
La savia de la palma aceitera constituye la base para la fabricaci�n del vino de palma, muy apreciado por las poblaciones locales que, una vez destilado, se convierte en el "arki" u "odontol", una bebida de fabricaci�n artesanal y de alto tenor alcoh�lico. Los raquis de las hojas de esta palma sirven como le�a y como escobas_._ La fibrade sus hojas a su vez sirve para fabricar escobas y esterasy las fibras de la nuez, al igual que su c�scara, sirven como le�a, en tanto que las tortas de palmiste pueden servir para alimentar el ganado. En cuanto a los troncos de las palmas muertas, constituyen el refugio de larvas de abejorros, muy apreciadas como alimento por los habitantes de las zonas boscosas.
A todo lo anterior se agrega la demanda de los mercados interno e internacional, que ha contribuido grandemente a orientar las decisiones de las poblaciones locales hacia el cultivo de la palma aceitera.
La explotaci�n industrial de la palma aceitera se remonta a 1907, bajo la administraci�n alemana. En efecto, las primeras unidades industriales fueron establecidas en Ed�a, promovidas por colonos alemanes. Esa experiencia fue luego renovada en las llanuras costeras y en los alrededores del Monte Camer�n. El desarrollo de este cultivo se contin�a bajo el mandato y la tutela franco-brit�nica, de tal modo que en los a�os sesenta la producci�n nacional era de 42.500 toneladas de aceite de palma y de 37.200 toneladas de aceite de palmiste. El 70% de esa producci�n era aportado por los palmerales de las aldeas, en tanto que el 30% restante proven�a de las plantaciones industriales de la Cameroon Development Corporation (CDC) y de la Pamol Plantations Limited, empresas controladas mayoritariamente por el Estado.
Hasta el inicio de los a�os 90, las principales plantaciones de palma aceitera estaban localizadas en la zona meridional de Camer�n, sin que se instalaran a expensas de los bosques del pa�s. Sin embargo, en la actualidad, la creaci�n de plantaciones de palma apela crecientemente al desmonte del bosque permanente para sustituirlo por este monocultivo.
La promoci�n del cultivo de la palma aceitera
La pol�tica del Estado y de las empresas p�blicas
Con el objetivo de responder a la fuerte demanda del mercado nacional e internacional -al mismo tiempo que para controlar el precio de este producto y para obtener una ganancia de esta actividad- el gobierno camerun�s ha desempe�ado desde hace mucho tiempo un papel activo en la producci�n nacional de aceite de palma, en particular a trav�s de la participaci�n de empresas paraestatales, tales como la SOCAPALM (Soci�t� Camerounaise de Palmerais). Y tambi�n desde hace mucho tiempo, el cultivo industrial de la palma aceitera ha sido monopolizado por las empresas paraestatales y por algunas pocas empresas del sector agroindustrial privado.
El monopolio de las empresas agroindustriales en este sector no es casual: el cultivo a gran escala de la palma aceitera requiere de importantes recursos financieros, t�cnicos, f�sicos e incluso pol�ticos. La preparaci�n del terreno para una plantaci�n requiere, por ejemplo, de un �rea de bosque primario o de un �rea que haya estado en barbecho por m�s de seis a�os y su obtenci�n implica la existencia de fuertes v�nculos pol�ticos con el gobierno. Una vez elegido el terreno hay que proceder a su preparaci�n, lo que implica la tala de los �rboles debiendo muy a menudo apelar al uso de costosas motosierras. La aplicaci�n de pesticidas y el mantenimiento de la plantaci�n son tambi�n costosos. Adem�s, las plantas deben ser adquiridas de los organismos especializados en la producci�n de las mismas (el Institut de Recherche Agronomique pour le D�veloppement y la PAMOL), o de ONGs tales como el Centre de D�veloppement AutoCentr� (CEDAC) de Sangm�lima. Dichas plantas, especialmente seleccionadas, son de menor talla que las variedades nativas (lo que facilita las labores de mantenimiento y de cosecha de la fruta), maduran m�s r�pidamente y dan mayores rendimientos.
En vista de la demanda incrementada de aceite de palma a nivel nacional e internacional, el gobierno camerun�s decidi� en 1963 fomentar el desarrollo de este recurso, creando en 1968 una nueva empresa p�blica: la Soci�t� Camerounaise de Palmeraies (SOCAPALM). La producci�n de aceite continu� creciendo, de tal forma que en 1975 se estimaba la producci�n nacional de aceite de palma en unas 60.000 toneladas. De ese total, unas 39.000 toneladas proven�an de las plantaciones industriales (FAO 1975). Sin embargo, la producci�n nacional continuaba siendo incapaz de satisfacer la demanda local de aceite de palma.
La promoci�n del cultivo de palma por parte del estado se extendi� a la promoci�n de peque�as plantaciones por parte de aldeas ubicadas en el �rea de empresas plantadoras y procesadores para abastecer de materia prima a �stas. Se trata de plantaciones que tienen la obligaci�n contractual de entregar, a precio de mercado, la totalidad de su producci�n a las plantas procesadoras de aceite de una de las tres agroindustrias del sector p�blico (SOCAPALM, CDC y PAMOL). Obviamente que el "precio de mercado" lo fijan las empresas que, a nivel local, se constituyen en verdaderos monopolios.
El establecimiento de esas plantaciones, que datan de la �poca del primer plan camerun�s de palma aceitera se llev� a cabo bajo distintos mecanismos. El primero preve�a el establecimiento espont�neo de esas plantaciones por parte de las cooperativas de las aldeas, sin ning�n aporte exterior en materia de subsidios o cr�ditos. Este tipo de esquema se aplic� en las plantaciones aldeanas en la zona de PAMOL. El segundo mecanismo preve�a en cambio el establecimiento de plantaciones de palma por parte de los aldeanos, pero con el apoyo de un socio agroindustrial que les aportar�a un marco t�cnico y asistencia financiera bajo la forma de subvenciones o de cr�ditos a largo plazo. A principio de los a�os 1990, la SOCAPALM ide� un nuevo mecanismo, en el que el plantador recibe directamente los insumos del socio agroindustrial con pago diferido, sin ning�n tipo de cr�dito o subvenci�n. Al 1 de enero de 1999, ese tipo de plantaciones dependientes de empresas mayores estaban localizadas en los sectores de Ndian (1.629 h�s), Lob� (2.508 h�s), Bota (191 h�s), B�no� (508 h�s), Dibombari (3.574 h�s), Es�ka (2.024 h�s) y Ed�a (1.963 h�s). En total ocupaban una superficie de 12.397 h�s.
El cuadro siguiente muestra algunas caracter�sticas de esas plantaciones:
Empresa | Sector | Superficie (en h�s) | Entregas 1997-98 (en toneladas) | N�mero de plantadores |
---|---|---|---|---|
PAMOL | Ndian | 1.629 | 6.642 | 2.000 (?) |
Lob� | 2.508 | |||
CDC | Bota | 191 | 6.171 | 193 |
B�no� | 508 | |||
SOCAPALM | Dibombari | 3.574 | 26.327 | 747 |
Eseka | 2.024 | 7.802 | 711 | |
Ed�a | 1.963 | 5.445 | 800 | |
Total | 12.397 | 52.387 |
Fuente: Hirsch, 1999
La influencia de la situaci�n econ�mica
Dos factores macroecon�micos explican el desarrollo prodigioso del cultivo de la palma aceitera en Camer�n.
El primero de ellos fue la ca�da, ocurrida a partir de mediados de la d�cada de los 80, de los precios de las principales materias primas agr�colas, en particular del cacao, cultivado en la misma zona ecol�gica que la palma aceitera. Esa situaci�n impuls� a los campesinos de la regi�n meridional de Camer�n a diversificar su producci�n agr�cola. La existencia de una fuerte demanda local por la palma aceitera y la disponibilidad de semillas mejoradas contribuyeron a atraer a los peque�os y medianos agricultores hacia el cultivo de esta planta, a la que percibieron como teniendo un buen potencial econ�mico.
Un segundo factor fue la devaluaci�n del franco CFA, ocurrida en enero de 1994, que ocasion� una inflaci�n excepcional de la que no se salv� el sector de la palma aceitera. En el espacio de algunas semanas, el precio del litro de aceite de palma sufri� un alza de alrededor del 100%. Tal situaci�n tuvo como efecto que muchos productores rurales se interesaran en el cultivo de la palma aceitera, cuya rentabilidad aparec�a como muy promisoria. Como consecuencia, el sector agroindustrial vio como se debilitaba seriamente su monopolio en la producci�n nacional de aceite de palma. Es por este entusiasmo de los productores privados por el cultivo de la palma aceitera que hoy se asiste en Camer�n a la creaci�n de m�s y m�s plantaciones de palma, ya no solamente en las provincias del Litoral, Centro y Sudoeste (donde sol�an establecerse anteriormente), sino tambi�n en la provincia del Sur e incluso en la del Este. El resultado es que el cultivo de la palma aceitera se yuxtapone casi exactamente a las �reas boscosas de Camer�n, por lo que su desarrollo constituye una amenaza directa a los bosques del pa�s.
En el transcurso de los a�os se ha observado el ingreso al sector de muchos miembros de la elite administrativa y pol�tica, local o nacional, que desarrollan explotaciones que por su extensi�n (10 a 20 h�s), se ubican entre las empresas industriales y las plantaciones artesanales. Muchos de estos empresarios utilizan su posici�n administrativa y pol�tica para asegurarse derechos territoriales para sus plantaciones, lo que resulta en conflictos con las poblaciones locales.
La expansi�n de las plantaciones
El �rea total de plantaciones de palma en Camer�n es estimada en unas 80.000 hect�reas. La superficie de plantaciones industriales de palma -excluyendo a las peque�as y medianas- se elevaba a 58.000 hect�reas, repartidas en 18 plantaciones. Diecis�is de esas plantaciones pertenec�an a empresas p�blicas -antes de la privatizaci�n de SOCAPALM- y representaban el 87% de la superficie plantada. El tama�o de dichas plantaciones oscilaba entre 549 h�s (Ed�a) y 7.459 h�s (Kienk�). Presentan la particularidad de ser de edad muy avanzada, lo que plantea el problema de su renovaci�n y por consiguiente del establecimiento de nuevas plantaciones, lo que acentuar� la amenaza para los bosques.
La SOCAPALM, que luego de su privatizaci�n fue adquirida por un consorcio compuesto por capitales nacionales y una empresa belga, es propietaria de las plantaciones de mayor extensi�n: sus seis plantaciones cubren una superficie total de 25.748 h�s. Dichas plantaciones est�n principalmente ubicadas en las provincias del Centro y del Litoral. El cultivo de palma m�s grande de Camer�n, el de Kienk�, es propiedad de SOCAPALM. Es tambi�n una de las plantaciones m�s j�venes, dado que no tiene m�s que quince a�os.
Las otras dos empresas agroindustriales p�blicas -la CDC y la PAMOL- cuyas plantaciones est�n todas situadas en el Sudoeste, cubren una superficie total de 25.100 h�s. Los siete palmares de la CDC ocupan 15.545 h�s, en tanto que los tres que posee la PAMOL se extienden sobre 9.555 h�s.
Por si solas, esas tres empresas aportan cerca del 80% de la producci�n de aceite bruto del sector agroindustrial. El 20% restante es asegurado por dos empresas privadas: la Soci�t� Anonyme des Fermes Agro-industrielles du Cameroun (SAFACAM) y la Soci�t� des Plantations de la Ferme Suisse (SPFS). La SAFACAM explota 4.316 h�s de plantaciones de palma, en tanto que la SPFS explota 3.138 h�s. Todos esos palmares est�n situados en la provincia del Litoral y est�n controlados por capitales franceses.
A nivel oficial se acepta que para el 2010, el 65% de la superficie existente en 1999 no estar� m�s en explotaci�n, el 32% estar� en la etapa final de su ciclo y s�lo el 2,3% a�n estar� en producci�n. La edad media de esas plantaciones era en 1999 de 19,3 a�os para SOCAPALM, de 20,7 a�os para la CDC, de 14,9 a�os para la PAMOL, de 17,6 a�os para la SAFACAM y de 15,9 a�os para la SPFS (Hirsch, 1999). Los rendimientos de esas plantaciones agroindustriales son adem�s bajos globalmente. Solamente la SPFS, con un rendimiento medio de 14,47 toneladas de aceite de palma por hect�rea (en 1997-98) y la SAFACAM, que obtiene una media de 10,86 por hect�rea (en 1997-98) logran sobresalir del conjunto. La baja producci�n de las tres principales empresas agroindustriales -SOCAPALM, CDC y PAMOL- puede explicarse por el mantenimiento en producci�n de plantaciones viejas (para el caso de la CDC), combinado con la influencia de las enfermedades que afectan a las plantaciones viejas (gadonerma y fusariosis), as� como a las importantes p�rdidas causadas por el robo al momento de la cosecha.
Existe tambi�n un sector "informal" muy din�mico en el cultivo de la palma aceitera. Algunos estudios atribuyen a ese sector informal unas 10.000 hect�reas de plantaciones, establecidas entre 1994 y 1998. De acuerdo con previsiones cre�bles, la contribuci�n de las plantaciones del sector informal a la producci�n nacional continuar� creciendo a un ritmo de alrededor de 5.000 h�s/a�o (Hirsch, 1999). A�n no existen datos fiables que permitan determinar la producci�n de este sector. Sin embargo, todo hace pensar que la misma debe ser cercana a las 9 toneladas por hect�rea como rendimiento medio de una plantaci�n. Finalmente, existen m�s de 12.000 hect�reas de plantaciones de aldeas, promovidas por las principales empresas agroindustriales de aceite de palma.
Los beneficiarios
Los principales beneficiarios de esta actividad son los propietarios de las plantaciones y las grandes empresas que compran la producci�n a los peque�os plantadores. Hasta hace poco tiempo, el casi monopolio estatal sobre las grandes unidades de producci�n de palma aceitera y sobre la fabricaci�n de aceite de palma, le garantizaba una porci�n importante de los ingresos generados por esta actividad. Los mecanismos de colecta de las cosechas de las plantaciones aldeanas reforzaban esa rentabilidad para las empresas controladas por el Estado. La reciente privatizaci�n de la SOCAPALM y la prevista para la CDC aumentar�n la influencia del sector privado extranjero sobre el sector de palma aceitera en Camer�n, que se convertir�a as� en el principal beneficiario de esta actividad.
En el momento actual, los peque�os y medianos productores tambi�n est�n obteniendo beneficios importantes del cultivo de la palma, en comparaci�n con los que podr�an obtener de otros cultivos de renta. Esta elevada rentabilidad actual explica el auge del cultivo de la palma aceitera y el apoyo que esta actividad recibe del Estado. El apoyo del estado est� sin embargo tambi�n vinculado a su inter�s en la promoci�n de una actividad orientada a la exportaci�n, que le podr�a aportar las divisas extranjeras que necesita para el servicio de la deuda externa.
En ese contexto, otros beneficiarios presentes y futuros incluyen a capitales privados que buscan la obtenci�n de ganancias en el sector de la palma aceitera y las grandes empresas transnacionales que utilizan el aceite de palma como materia prima para sus propios productos.
El impacto social
El principal "beneficio" sobre el que insisten los defensores del cultivo de la palma aceitera es la generaci�n de empleos en el sector (plantaci�n y mantenimiento, cosecha), pese a que en la mayor parte de los casos s�lo se trata de empleos temporarios. Los trabajadores de las plantaciones industriales sufren los mismos problemas que los dem�s trabajadores agr�colas del pa�s: salarios extremadamente bajos y malas condiciones de trabajo.
Adem�s, la instalaci�n de estas plantaciones ha sido a menudo precedida por la apropiaci�n de las tierras de las poblaciones que all� habitan, sin compensaci�n aceptable. El derecho camerun�s no reconoce el derecho consuetudinario a la propiedad sobre la tierra y la expropiaci�n de la tierra en poder de los campesinos no da lugar a una indemnizaci�n por parte del Estado. Esta f�rmula de propiedad del estado sobre las tierras ha sido utilizada a partir de la colonizaci�n para expropiar la tierra de los campesinos y transferirla, sin costo, a los colonos, quienes entonces pod�an implantar sus cultivos. A partir de la independencia esta pr�ctica se continu� aplicando, ahora en beneficio de las elites locales. Desde la �poca colonial entonces, los campesinos contin�an siendo los grandes perdedores en la pol�tica del Estado en materia de tierras. Y a�n hoy persisten graves problemas no resueltos relativos al acceso a la tierra por parte de las empresas propietarias de plantaciones de palma o por parte de las elites que m�s recientemente han establecido plantaciones de mediana escala. A t�tulo ilustrativo, se puede citar el litigio secular entre la CDC y las comunidades vecinas a sus plantaciones en el sudoeste de Camer�n, generado por las tierras confiscadas bajo la colonizaci�n. Este conflicto podr�a resurgir debido a la privatizaci�n de esta empresa y en ese caso el argumento de "utilidad p�blica" no podr�a ser ya invocado para justificar la desposesi�n de las tierras de esas poblaciones rurales. A ello se suma la instalaci�n de plantaciones de palma por parte de las elites locales y ya se han constatado unos cuantos casos de conflictos resultantes de las modalidades y condiciones de apropiaci�n de tierras por esas elites, que obtienen, con el apoyo del gobierno, tierras sobre las que no tienen ning�n tipo de derecho consuetudinario. Sin embargo, el hecho de cultivar en esas tierras una planta perenne como la palma aceitera, les otorga derechos consuetudinarios permanentes, asegurando as� sus derechos en detrimento de los pobladores locales.
Las plantaciones de palma se sit�an de preferencia en la inmediaci�n de las aldeas. Su tama�o y el deseo de ampliar su extensi�n por parte de la mayor�a de sus propietarios, constituyen una amenaza para el desarrollo de la agricultura de subsistencia, para el acceso a la tierra por parte de los aldeanos, as� como para el acceso a los recursos provistos por el bosque.
El impacto ambiental
El desarrollo de plantaciones de palma plantea problemas ambientales graves tales como:
- Amenazas contra los bosques y las tierras dejadas en barbecho por m�s de seis a�os. Esas son las �reas predilectas para la implantaci�n de cultivos de palma. Es as� que se ha comprobado, tanto en el Este como en el Sur de Camer�n, que la presencia creciente de estas plantaciones se hace a expensas del bosque (Engola Oyep & Bayie Kamada, 2000). Esto es alarmante para el equilibrio de los ecosistemas boscosos de esas regiones, ya dejados en mal estado por una explotaci�n forestal intensiva. Las perspectivas de evoluci�n de los cultivos de palma prev�n globalmente una ampliaci�n en su superficie, incluso en el caso de que se renovaran las plantaciones m�s antiguas.
- El empleo intensivo de insumos qu�micos. Esta pr�ctica es sistem�tica en las plantaciones industriales y en las explotaciones individuales de tama�o medio. Dichos insumos qu�micos generan efectos negativos a largo plazo, tales como la contaminaci�n de las napas subterr�neas de agua, la disminuci�n en la fertilidad de los suelos, perturbaci�n de la fauna del suelo, as� como la contaminaci�n del aire resultante de la fumigaci�n con algunos de esos productos. Como resultado, en la vecindad de las grandes plantaciones la contaminaci�n por aplicaci�n de productos qu�micos ha adquirido proporciones alarmantes. El �nico obst�culo a la generalizaci�n de estas pr�cticas se basa en el reducido poder de compra de los campesinos propietarios de peque�as explotaciones, que deben contentarse con un uso menos intensivo de productos qu�micos.
- Impacto sobre la biodiversidad. Como en el caso de todo monocultivo a gran escala, el impacto de las plantaciones de palma aceitera sobre la biodiversidad es enorme y particularmente en el caso de Camer�n, donde la mayor�a de las plantaciones son establecidas a expensas de sus altamente biodiversos ecosistemas de bosque.
Conclusiones
La promoci�n de plantaciones de palma aceitera a gran escala constituye una grave causa de deforestaci�n en Camer�n. Dado que la mayor parte de las plantaciones existentes son de edad avanzada y que lo m�s probable es que las nuevas plantaciones se instalen en �reas boscosas, todo hace prever que esta amenaza se volver� a�n m�s grave en el futuro. La deforestaci�n y el reemplazo de los altamente diversos ecosistemas de bosque por monocultivos de palma a gran escala implicar�n la p�rdida de los productos y servicios que las poblaciones locales obtienen actualmente del bosque.
El uso extendido de agroqu�micos en la producci�n de palma aceitera afectar� de manera creciente la salud de las poblaciones y de los ecosistemas locales.
Los inversores en plantaciones de palma adquieren tierras a expensas del derecho consuetudinario a la tierra de las comunidades locales, que no es reconocido por un estado que se proclama propietario de todas las tierras. En consecuencia, todo incremento en el sector de palma aceitera casi seguramente resultar� en crecientes conflictos en materia de tenencia de tierras.
Todo hace prever que la rentabilidad actual de este cultivo (en comparaci�n con la de otros cultivos de renta alternativos), caer� en el futuro a consecuencia del hecho de estarse instalando plantaciones del mismo tipo a lo largo y ancho de toda la regi�n tropical.
La capacidad generadora de empleo de esta actividad es muy limitada y los empleos generados son de baja calidad en todos los sentidos. La p�rdida de empleos resultante de la deforestaci�n y de la sustituci�n de tierras en barbecho por plantaciones de palma ser� seguramente mayor que aquellos generados por esta actividad.
Los principales beneficiarios del auge de las plantaciones de palma ser�n las grandes empresas (crecientemente extranjeras), que controlan la producci�n, la industrializaci�n y la comercializaci�n a todos los niveles.