América Latina y el conflicto iraquí (original) (raw)
Tema: La evolución de la crisis iraquí se manifiesta en las distintas regiones del mundo con tomas de postura de los gobiernos y de la opinión pública ante la evolución de los hechos. En América Latina, pese a su cercanía a EEUU, unos y otros, con las debidas excepciones, se muestran bastante reacios a involucrarse en el conflicto. Resumen: El conflicto iraquí ha desnudado una serie de contradicciones latentes en el nuevo orden internacional, un orden que se ha ido construyendo no sin dificultades (y a veces con mucha improvisación) después de la caída del Muro de Berlín. El fin de la Guerra Fría vació de contenido, o limitó los ya existentes, a una serie de instituciones creadas a mediados del siglo pasado para responder adecuadamente a lo que se entendía como amenaza comunista. Es el caso de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) y del TIAR (Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca), que en 2002 fue denunciado por México, después de que el presidente Fox proclamara su defunción en los días previos a los atentados terroristas del 11-S (ver México abandona el TIAR, 26/9/2002, www.realinstitutoelcano.org/analisis/74.asp). América Latina, en un mundo globalizado como el actual, no puede quedarse al margen, pese a las pretensiones de sus líderes y de su opinión pública. Mientras el estado de la opinión es claramente contrario a la guerra, las tomas de postura de los políticos muestran indecisiones y contradicciones, prueba evidente que se reacciona frente a los acontecimientos en lugar de adoptar una postura de conjunto ampliamente discutida a lo largo del continente. Análisis: La gestión de la crisis iraquí en los dos primeros meses de 2003 ha evidenciado los problemas que afectan a las Naciones Unidas, especialmente a su Consejo de Seguridad, pero también a la Unión Europea (UE) y a la propia OTAN. Por ello no debe extrañar que los países latinoamericanos no hayan adoptado hasta ahora una postura unitaria de consenso al respecto, pese a contar con dos miembros no permanentes en el Consejo de Seguridad, Chile y México. Sin embargo, es evidente que la región será afectada por los acontecimientos, ya lo está siendo, tanto por la guerra en sí misma como por la particular situación que atraviesan las relaciones transatlánticas, a la vista de los problemas más arriba mencionados. América Latina, pese a ser en líneas generales un territorio de paz y con escasa incidencia del terrorismo internacional, fue, paradójicamente, uno de los grandes perdedores del 11-S. Hay matizaciones que afectan básicamente a Colombia. Desde entonces, el papel de la región en el mundo y la atención que sus problemas políticos y económicos, así como sus autoridades, suscitan entre los responsables políticos norteamericanos y, también, europeos ha descendido considerablemente. Sin lugar a dudas, México fue uno de los principales afectados, pese a los esfuerzos del ex canciller 1