Rubén Darío y Francisco Grandmontagne en el Buenos Aires de 1898. La redefinición de los conceptos de hispanismo en América y de americanismo en España (original) (raw)
España y Latinoamérica, que se dieron la espalda durante el siglo XIX, comienzan el XX dialogando. Núcleos hubo en la sociedad americana que fueron siempre hispanófilos en el XIX, en especial sectores vinculados al clericalismo más tradicionalista; y otros en el XX que nunca dejaron de ser hispanófobos. Pero la historiografía del periodo ha detectado claramente cómo la élite cultural -el sector intelectual vinculado al liberalismo conservador en el poder-cambia de actitud al cambio de siglo. Algo análogo sucede en las relaciones que mantiene la intelectualidad española con las excolonias. Pike en su Hispanismo 1898-1936, por citar quizá el estudio más clásico, sitúa el punto de arranque de esta valoración positiva del hispanismo en América en la publicación en 1900 del Ariel, del uruguayo Juan Enrique Rodó; y el de la decadencia del americanismo retórico en España y su sustitución por un americanismo "de acción" en la visita de Rafael Altamira a América en 1909. En este trabajo se atrasan ligeramente las fechas y se cede el protagonismo al Rubén Darío de 1898, en quien Rodó bebió inspiración para su Ariel, y a Francisco Grandmontagne y su viaje a España de 1903, que ayudará a hacer posible el que en dirección contraria emprenda Altamira. Las actuaciones de Darío y Grandmontagne no se producen independientemente la una de la otra, como para Pike las de Rodó y Altamira, sino que están interrelacionadas; además, apuntamos, sólo se explican en el contexto que crea un protagonista colectivo ignorado hasta ahora: la élite intelectual de la colonia inmigrante española en el Plata. La hispanofobia de la clase intelectual argentina hunde sus raíces en la Revolución de Mayo de 1810: tras la independencia política había que conquistar la cultural, había que deshispanizar Argentina, porque de España había heredado la excolonia los defectos. El afán deshispanizador llevará, por ejemplo, a evitar la voz "español" para denominar la lengua allí hablada, usando en su lugar la expresión "lengua nacional" porque, como expresa Juan Bautista Alberdi, el gran teórico de la Generación del 37, "[l]a lengua argentina no es la lengua española; es hija de la lengua española como la Nación Argentina es hija de la Nación Española, sin ser por eso la Nación Española". (Arrieta 77-78) Para la gran masa, la España es la del himno nacional, que narra cómo los argentinos de 1810 se levantan en armas contra ella "y con brazos robustos desgarran/al ibérico altivo