Los pecados del liberalismo-globalización: Decadencia socioeconómica y la confiscación de la dignidad (Un sistema judicial racista y al servicio de la mentira) (original) (raw)
Buscando liberarse de las fuerzas divinas sobre las que partían las cosmovisiones, el hombre contestó las teorías metafísicas de antaño y se refugió en la ciencia-técnica que permitió construir una modernidad -romper con lo tradicional- reposada en la industrialización. A partir de este momento, paso a verse a sí mismo como un nuevo dios, manejando el destino del cosmos y formulando la libertad como un valor absoluto. Lejos de presentar una transformación verdaderamente ética y liberadora, dicho progreso industrial-económico generó nuevas paradojas conflictivas. De manera que, la modernidad, el capitalismo y la globalización, consideradas como pilares del desarrollo y la libertad del hombre moderno de decidir sobre su destino, se transformaron en mecanismos problemáticos antes que soluciones a las cuestiones modernas. Desde entonces, cada vez vamos descubriendo motivos por los cuales urge repensar las estructuras sobre las que reposan la posmodernidad (capitalismo, globalización, sistema internacional, etc.). Y tras examinar los desafíos de la globalización económica, creemos necesario restaurar la dignidad humana, devolviendo la soberanía a las sociedades y no priorizando los instrumentos económicos que subyugan a millones de seres humanos sin la debida legitimidad. Aparte, desde la época feudal y pasando por la industrialización al presente, el hombre ha estado al servicio de la economía, y ahora hace falta un cambio de paradigma, o sea, haciendo que la economía sea una actividad al servicio del hombre y no al revés, y situando al Hombre en el centro de las preocupaciones políticas. No puede haber una globalización cultural, económica, política, etc., decente, siendo el hombre un actor secundario y las fuerzas sociopolíticas dominando las aspiraciones colectivas. Para evitar las críticas a la globalización (su doble cara), hace falta analizar sus ventajas y paradojas para frenar la balcanización sociocultural generada por la explotación geopolítica e irracional de los recursos en los países del sur global. Tampoco vamos a crear una sociedad cosmopolita mientras que en Occidente se prolonga una visión eurocéntrica-occidental del mundo y el afán de imponer una cultura monolítica. El progreso socioeconómico no ha de significar la liquidación de las culturas milenarias a favor de una tendencia consumista y violenta con lo vivo, más bien necesitamos un enfoque holístico, es decir, analizando los mecanismos culturales no occidentales en los espacios de decisión global, ya que los problemas de nuestra época son transfronterizos y afectan a todos los pueblos. Cabe mirar las repercusiones del cambio climático, el odio, el racismo…; y aunque los países del sur generan menos residuos tóxicos y emisiones, sufren las catástrofes naturales de una manera más significativa (más pobres). Para que haya la paz, Occidente ha de abandonar su cultura imperialista y expansionista mediante los mecanismos de la globalización, lo que necesitamos es una civilización del mestizaje que valora las diferencias. En definitiva, no habrá una globalización mientras que siga dominando un mero intercambio económico desigual que favorece el norte global.