Por qué Leer a Lemebel (original) (raw)
La pregunta nos la venimos haciendo desde La Habana, lugar en el que se fraguó este encuentro. Me preguntaba: ¿Cuál era el sentido que tenía para el gobierno revolucionario dedicar 40 páginas de la revista Casa de las Américas a la obra de un escritor cuya militancia sexual desafía los controles sanitarios e ideológicos y que en 1986 interpelaba al Partido Comunista, presagiando los acuerdos que en nombre del progreso que la Izquierda Chilena iba a firmar 4 años más tarde, en pos de la modernización moral y material del país, con un "No soy Passolini pidiendo explicaciones. No soy Ginsberg expulsado de Cuba, no soy un marica disfrazado de poeta... yo pongo el culo compañero"? (83) ¿Qué significaba realmente una lectura extensísima de casi una hora en la que un escritor homosexual cubano exponía la vergüenza de las minorías, como si esa condición la de la culpa y el oprobio no fuera exactamente la que la visibilidad arriesga a satisfacer y perder a manos de los diferentes regímenes de dominación? ¿Qué significaba llevar hasta las fronteras de la decencia mercantil, si es que existe tal cosa, a la desvergüenza no comodificable de quien es un habitante de lo que Gloria Anzaldúa definió años atrás como a borderland, "Un lugar impreciso e indeterminado creado por el residuo emocional de los límites desnaturalizados. Un constante estado de transición y cambio. Lo prohibido y lo no permitido son sus habitantes. Los atravesados viven aquí: el extrávico, el perverso, el queer, el problemático, los monstruos, el mulato, el mestizo, el muerto en vida: en suma, aquellos que trasgreden, que cruzan, o que simplemente van más allá de los confines de lo "normal."